parte única
Luego de dejar las tazas sobre aquella mesita me senté con pereza en el sillón a tu costado, las piernas me dolían de estar tanto tiempo parado y eso que sólo había ido a hacer té; la idea de que mis rodillas irían a fallar en cualquier momento y en cualquier lugar me generaba pánico, no deseaba otra prótesis ni tampoco quedar postrado en una cama por el resto de lo que me queda de vida, me aterra la idea. Suspiré por el esfuerzo y miré como le bajabas el volumen del televisor a algo normal, promedio. Nunca fuimos de ver novelas, recuerdo que las veíamos cuando éramos aún adolescentes y me quedaba en tu casa, tu abuela era alguien agradable y veía cosas buenas a pesar de ser las típicas novelas de la siesta, nos enganchamos por ella y las veíamos sentados a su lado en la cama con una buena taza de té, pero luego de que falleciera, nada, hasta ahora. El momento era tan tenso que te pedí que le subieras mientras iba a la cocina y le ponía agua a las tazas para volver lo antes posible. Un sentimiento tan lejano que puedo decir que ya lo estoy viviendo en su piel.
Giré un poco la cabeza para poder verte. Acurrucado en ese sofá y cubierto hasta la boca con la manta, tu larga y canosa melena me hace sentir celoso y tu rostro sigue tan juvenil como la primera vez que te vi. Debajo de tus ojos hay ojeras y las arrugas de tu frente fruncida me hacen sonreír, tu pequeña nariz resalta entre la carmesí manta y ésta se deja caer sobre tus hombros, extendiéndose y tapando tu frágil y delgado cuerpo del frío de otoño. Estás tan concentrado que apenas le pones atención al hecho de que te estoy mirando, y segundos más tarde, centro también mi atención a lo que reproduce el televisor. La nostalgia invade mi cuerpo y un solo pensamiento se clava en mi mente, un hoyo se forma en mi pecho e inevitablemente la tristeza lo llena.
Nos conocimos durante la secundaria. Yo era un problemático y tú eras otro niño bonito, sigo sin entender cómo congeniamos tan bien, pero lo hicimos y no me arrepentiré nunca de haberte hablado. En ese entonces no tenía muchos amigos, siempre han sido los dos mismos tontos de la primaria quienes me acompañaron pero acabaron distanciándose, hablaba con la gente y me reía con ellos, pero nunca se dio un paso más allá. Creí que pasaría lo mismo contigo y que sería cosa de dos días, pero no fue así. Me sorprendiste esa tarde en la que fuiste y sin decir nada te sentaste a mi lado, me convidaste de tu almuerzo y nos quedamos hablando de cualquier cosa; sin darnos cuenta, eso se volvió un hábito y nos escapabamos una hora antes de que terminen las clases para pasear y comer lo que sea por ahí. De días pasaron a semanas, de semanas pasaron a meses, y de meses pasaron a años. Era reconfortante tener a alguien a mi lado y mis preocupaciones desaparecían cuando estabas conmigo.
A veces, como mi casa quedaba lejos de la escuela y no poseía el dinero para pagar el viaje, tu madre me invitaba a quedarme allí durante varios días; adoro a esa mujer por cuidarme como un hijo más y por criar a tan maravillosa persona, recuerdo que jugábamos en tu computadora hasta altas horas de la noche y ella nos regañaba en la mañana por madrugarnos. Otras veces, cuando no habían clases, nos quedábamos en la mía. Paseábamos por mi barrio y dormíamos hasta tarde, nos reíamos de todo y llorabamos por nada.
Me detengo por unos segundos. ¿En qué momento terminamos la escuela? Siempre deseé terminarla para poder centrarme en lo que realmente quería: debutar como cantante. Tenía miedo por las deudas y por no tener el tiempo para estar contigo más, tenía miedo de fallar y decepcionar a mi familia más de lo que estaba. Tenía miedo de muchas cosas, pero audicionaste conmigo y te quedaste conmigo durante el programa. Fue un constante "¿qué sucederá? ¿qué sucederá?", y una vez más, fuiste el apoyo que necesitaba. Desde tus pequeños regalos y las cosas que me comprabas para que comiera en mis turnos en el trabajo, hasta tus apretones y consejos para que mejorara. Era malísimo, bailando y cantando. Tú bailabas demasiado bien, tu voz al cantar tomaba diferentes tonos con facilidad y tu rostro le daba ese empujón. Admito haberme sentido celoso, tanto de ti como de los demás, pero con esa envidia nunca llegaría a nada así que seguí esforzándome hasta que la noticia llegó. Ambos debutamos en el mismo grupo. Ambos quedamos. Lloré cuando se lo conté a mis padres y la piel se me pone de gallina cuando lo pienso.
Los próximos siete años fueron la mejor experiencia para mi. Esos cinco tipos se convirtieron en mi otra familia y ni hablar de nuestros fans. Sin ellos nunca hubiera llegado a nada. Nunca habría triunfado y seguiría estancado en el mismo pozo. Me pregunto a veces qué será de sus vidas y pienso en cómo no les he devuelto ni la mitad de lo que me dieron. Mientras más lo pienso más viejo me siento. Sucedieron muchas cosas, hubieron demasiados altibajos tanto en mi carrera como en mi vida personal; llegó un punto culminante en el que ya no sabía qué esperar, fue casi como ahogarme y esperar en la oscuridad del agua una luz que me saque de allí. Ustedes fueron esa luz que me devolvieron a la realidad.
KiHyun, un día de esos, me dijo que solo había nacido y que solo moriré; eso tiene sentido, pero no para mi. Por tu prima conocí a alguien, ese alguien se convirtió en algo más y nos casamos años más tarde, fue una bonita celebración entre nosotros siete y familiares. Si me lo preguntan, no la extraño, honestamente. Me gusta pensar que ha fallecido rodeada de todo lo que ama, sus últimos días alegres y supe que ya no le debía nada; sus hijas habían sido criadas bien y sabía que cuando partiera no les faltaría nada. Lastimosamente, para ti las cosas no fueron del todo bien. Te divorciaste apenas tu hijo tuvo la mayoría de edad y volviste a tu antiguo barrio; me enteré de esto gracias a tu madre y sin dudarlo fui contigo. Me sentí de vuelta como en los viejos tiempos, como cuando en lugar de huír a fiestas clandestinas nos quedabamos viendo películas de cable en la madrugada luego de cansarnos de renegar, solo que había una diferencia: éramos adultos ya, no teníamos responsabilidades que cumplir más allá de pagar la factura de la luz, nuestros hijos crecieron y nada nos ataba. Y una vez más, de días pasaron a semanas, de semanas pasaron a meses, y de meses a años. Echarme no te servía de nada porque era tu única compañía junto a ese perro en esa solitaria casa; le quité ese aroma a geriátrico, ese feo papel tapiz y la llené de vida. Antes de que tú te hundieras también, haría incluso lo imposible para evitarlo.
El tiempo fue pasando y sin darnos cuenta, aquí estamos. Viviendo a base de té y novelas. Yo nunca me plantee cómo sería mi vida a mis 67 años, creí que envejecería junto al amor de mi vida y viviría como otro retirado más, y en parte es así, pero no. En el pasado estaba cegado por malos pensamientos y no lograba verlo con claridad, ahora que ya no tengo nada en mente, sí. No creo ni nunca creí en eso de las almas gemelas, pero cada vez que te veo, me es inevitable no pensar en que fuimos hechos el uno para el otro. Eres todo lo que tengo, y me pone demasiado triste pensar en el final.
─HyungWon ─llamé a tu nombre, tú de inmediato me miraste sin mucha importancia.
─¿Qué sucede?
─¿En qué momento envejecimos? ─te pregunté. Volví a girar mi cabeza para encararte y te quedaste en silencio durante varios segundos. Finalmente soltaste un suspiro. Supongo que haz caído en la misma que yo.
─No lo sé ─respondiste─. Se pasaron volando estos años.
Sonreí. Sí que lo hicieron.
─De la nada he perdido la noción del tiempo; ahora, viéndote, viéndonos, caí en que nos hemos convertido en unos viejos de mierda.
Y tú reíste.
─Sabes que sí. Aún siento muchas de nuestras tonterías como si hubieran sido ayer.
Le dí un sorbo a la taza y me acomodé mejor en ese sillón. Es un sentimiento bonito, en realidad. No me siento solo, no me siento perdido, me siento lleno y feliz de estar a tu lado. Pudo haber sido peor y me angustia la idea de que no estés aquí, por eso mismo le agradezco al cielo de tenerte conmigo, de tenernos a ambos en estos momentos y espero que en unos años más. Es algo que me mantiene cálido hasta en los más fríos días de invierno, es algo que me impulsa a hacer lo que amo y es algo que me tiene despierto y de pie.
─MinHyuk ─ésta vez me hablaste tú. Antes de que me de cuenta, ya estabas sentado de manera recta y extendiste tu brazo hasta alcanzar mi mano; correspondí el agarre luego de mirarte.
─Dime.
─Prométeme algo, por favor ─asentí atento a tus palabras, paciente y atento. Tragaste saliva y procediste a continuar─. Prométeme que estarás conmigo hasta el día que me muera.
─Prométeme tú que no morirás antes de los cien años. Ni tú ni yo.
─Lo prometo.
─Bien, lo prometo yo tambien.
Me dolía el rostro de tanto sonreír. Era algo estúpido, pero con esas palabras me bastaba todo. Amor eterno te juré esa noche que tu novia de la secundaria te cortó, y amor eterno tendrás, Chae HyungWon.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro