Parte III
A los de utilería les pagan por hora, no había un contrato definido hasta pasado un mes. El tiempo de prueba era para ver cuántos duraban y cuántos servían para este tipo de trabajos en proyectos a largo plazo como lo son las películas. Sí todo salía bien, podrían tener contrato de un año entero (renovándose mes a mes, claro está) Lo malo de estos términos era que los empleados debían estar disponibles 24/7 y para aceptar tales condiciones se debía tener o mucho tiempo o estar desesperados por dinero para acceder a tales condiciones.
Gabriel ahora mismo era del tercer grupo: estaba encaprichado con una persona del elenco de la película, sí, necesita el dinero para pagar su deuda universitaria que año a año aumenta como la basura en el mar. Pero, pero lo poco que vio de aquella actriz o actor (aún no tiene idea) sentía que necesitaba conocer por lo menos su nombre.
Pasaron algunas horas desde que comenzaron las grabaciones, varios actores ya se habían ido a cambiar, otros comenzaron con sus escenas y los de utilería estuvieron de aquí para allá por todo el edificio cargando cosas, armando escenarios, retocando atuendos e instalando luces.
A Gabriel, junto a otro muchacho, les encargaron comprar comida rápida, cigarros, agua mineral, caramelos y cuanta cosa pidieran las estrellas del show. Estuvieron todo el día conduciendo al supermercado más cercano por los pedidos, más que trabajadores eran como pasantes.
El otro muchacho (Gabriel no se molestó en aprenderse su nombre) parecía muy poco acostumbrado a estos trabajos, caminaba muy lento y se equivocaba en las sumas y restas del dinero. Gabriel no aguantaba esas cosas y terminó dejándole conducir como única tarea.
No quería hacer un mal trabajo, necesitaba la paga y también más tiempo para averiguar el nombre de aquel actor.
O actriz.
—¿Fue tu sueño trabajar en una película...?
Gabriel le interrumpió con un gruñido.
—No, necesito dinero, nada más—contestó cortante. No quería hacer amigos en esta clase de trabajo y menos con alguien que no podía hacer unas matemáticas simples.
—Oh.
Y con eso ambos guardaron silencio, el sin nombre acomodó la boina sobre su cabeza y cambió de segunda a tercera la marcha del auto. El resto del camino permanecieron en completo silencio.
Para el final del día, varios de utilería estaban completamente agotados, pensando seriamente si necesitaban el dinero o preferían mantener su salud. Otros ya estaban acostumbrados a trabajos tan demandantes, en el caso de Gabriel, no mostraba muchos signos de cansancio, era un tema de orgullo, eso y que quería aguantar hasta ver a ese actor o actriz de la mañana.
Miró a la sala donde habían estado grabando las escenas del actor desconocido de antes, el de cabellos oscuros, piel clara y ojos azules profundos. Pero nadie salió.
—Oye, en la sala esa —señaló con supuesto desinterés—, ¿terminaron las grabaciones?
—Hace horas, amigo, se fueron a medio día.
¡Por la mierda!
—Oh. —Gabriel quiso patear una puerta ahora mismo, aún así procuró mostrarse demasiado calmado.
—Dios, la chica de esa sala era súper linda. —comentó uno de los chicos, sentado en el suelo con los brazos dormidos.
—¿Chica? —se rió una muchacha y frunció el ceño—. Es un chico, lávate los ojos.
—¿Qué? ¡Para nada! —se quejó el mismo, lanzándole uno de los guantes pero fracasando por completo. La muchacha se burló de él, también estaba en el suelo, sus piernas no le respondían.
Los pasos de una mujer se acercaron al grupo. La jefa.
—En vez de estar fijándose en nuestros actores—hizo una pausa que heló la sangre de todos—, LEVANTEN SUS CULOS Y A TRABAJAR.
El grupo se puso de pie en cosa de segundos, todos en fila. Al lado de Gabriel estaba el chico con quien hizo los mandados todo el día, este se rió, como si aquel vozarrón propio de alguna dirigente de manifestaciones sociales no intimidara más que la mierda.
—Miguel es muy enérgica...—murmuró, sólo Gabriel escuchaba.
Los de utilería se movieron a toda velocidad y tomaron sus herramientas para dirigirse al segundo piso. La última escena del día se había terminado de grabar y debían guardar los materiales, mañana seguiría la misma rutina.
Gabriel quería tirarse de un décimo piso, estuvo todo el día aguantado el trabajo para por fin ver a la actriz de la mañana y resultó que ya se había marchado, ya no estaban en el edificio y más tarde escuchó que se había ido junto a su representante en un auto de marca.
Sólo le quedan fuerzas para ir a su auto y manejar a su departamento. Quería dormir todo un siglo, la decepción obligaba a su cuerpo a no desvestirse siquiera y se dejó caer sobre su cama casi inconsciente.
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Hoy actualizo hasta la parte V
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