🧸 Seis: ¿Destino?
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Jeongyeon muchas veces sentia que el destino jugaba en contra de ella y esa vez no era la excepción.
Encerrada en el baño del restaurante, mantenía sus manos en los bordes del lavabo y veía su rostro empapado en el espejo. Su respiración estaba irregular, afectada por los nervios que también comenzaban a darle náuseas y un palpitar lento en su corazón.
Aún no había pasado nada grave, pero la sola posibilidad de encontrarse de nuevo con Sana la inquietaba.
Habían llegado hace unos minutos al restaurante donde cenarian antes de ir al parque de diversiones, los demás se encontraban en una mesa apartada mientras charlaban entre sí y esperaban a Dahyun y Sana para poder ordenar. En un inicio, Jeongyeon creía que sólo faltaba la coreana pálida para completar el grupo de amigos, pero cuando Hyunjin menciono a esa tal Sana, un escalofrío recorrió su espalda. Momentos después, cuando sintió que los nervios estaban tomando control de ella, dijo que iría al baño.
Una vez encerrada ahí, se detuvo a pensar en la situación en que se encontraba. ¿De verdad se trataba de la Sana de su pasado? ¿O era tan sólo una chica con su mismo nombre? Jeongyeon rogaba que se tratará de la segunda opción.
Sin embargo, si se trataba de esa Sana...
Estaba segura de que cualquier tipo de sentimiento por ella había desaparecido, desde hace meses había abandonado el rencor que le tenía, sabiendo que no valía la pena seguir odiandola por algo que quedó enterrado en el pasado. Las frías madrugadas en donde lloraba en soledad por ella se habían acabado, su nombre aparecía contadas veces en su cabeza y había conseguido sacar ese dolor agudo de su corazón. Inclusive las profundas heridas que le había dejado emocionalmente estaban sanando, lento, pero estaba progresando. Entonces, si ya se había curado de ella después de su partida, ¿por qué se sentía tan nerviosa?
Bueno... quizás era porque creyó que nunca más volvería a verla.
Había pasado un buen tiempo desde la última vez que se vieron, ese día nublado en donde, ahogándose entre lagrimas y sollozos, Jeongyeon había buscado consuelo en Sana, aún sabiendo que esta era la raíz de su dolor. La nipona no tuvo empatia alguna, en lugar de disculparse por sus acciones y arrepentirse de ellas, le dedico una mirada fría y un sinfín de palabras duras que quedaron grabadas en la mente de Jeongyeon por mucho tiempo.
Luego de ello, no habían vuelto a verse en persona, Sana había eliminado sus perfiles sociales y la única forma en que Jeongyeon veía su rostro era en sus sueños o en las fotos y videos de su galería. Desde entonces, tuvo la fiel creencia de que Sana se había esfumado para siempre de su vida, sin dejar rastro o pista alguna del nuevo camino que había tomado.
Estaba segura de que sus vidas eran más tranquilas estando por caminos separados y además, su historia ya había culminado, así que no lo entendía... si el destino en verdad las había hecho encontrarse de nuevo de esa forma tan peculiar, ¿por qué lo haría?
Negó con la cabeza, dejando de estar ensimismada. Sus nervios seguían siendo latentes, pero por lo menos ya estaba un poco más preparada para salir de ese baño y afrontar la realidad. Sea lo que sea que pasará, estaría preparada.
Un sonido desde la puerta reclamó su atención.
—¡No te tardes, Shiba! —Una voz un tanto conocida se escuchó desde afuera, siendo apaciguada al estar al otro lado.
«¿Shiba?»
Muchos aseguran que todo lo que sucede es una simple coincidencia, incluso nuestra propia existencia ha sido una casualidad. Nada está preparado y todo sucede por azares de la vida. Otros, creen que hasta el más mínimo hecho es anticipado para un propósito final, el destino se encarga de que todo esté minuciosamente planificado y enlazado, para que así hayan cosecuencias de cada una de nuestras acciones, ya sea buenas o malas.
La puerta fue ligeramente abierta.
—¡Sí, no te preocupes!
« Esa voz...»
Ninguna acción queda impune, siempre hay un cruel castigo o una gloriosa recompensa esperándonos. Aunque queramos huir de ellas, es imposible hacerlo, siempre recibimos lo que damos sin importar qué.
Cuando la puerta fue abierta por completo, Jeongyeon sintió su corazón dar un vuelco.
La chica que estaba frente a ella pareció tener el mismo efecto, pues detuvo sus pasos a penas miro a Jeongyeon y palidecio. La castaña la miró, con toda esa preparación mental yéndose al carajo, su mente tratando de procesar lo que estaba pasando y su mal presentimiento cobrando sentido.
—J-Jeongyeon... —murmuró.
Fue imposible no reconocerla. No importaba que sus antes cabellos rosados ahora fuesen naranjas, sus facciones no habían cambiado mucho y seguían transmitiendo ternura, pero lo más llamativo no era nada de eso, sino su mirada. Esta ya no se denotaba fría, al contrario, estaba llena de un sentimiento muy distinto: culpa.
No importa que nos arrepintamos o avergoncemos de nuestras malas acciones del ayer, esto no es suficiente, nuestro castigo es inevitable, y queramos o no, muchas veces somos penalizados con lo que más amamos o lo que más nos puede doler.
"Las casualidades no existen, el destino siempre actúa porque nos tiene algo preparado".
—Sana... —susurró.
¿Qué les prepara el destino?
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Jeongyeon seguía procesando lo sucedido.
No había cruzado mayores palabras con Sana, a penas se habían visto por unos segundos más sin saber qué hacer, hasta que Jeongyeon dijo que ya se iba para así poder escapar de la situación. Sana, sin decir nada, se apartó, dando por finalizado su corto encuentro pero que había logrado despertar tantos recuerdos y sentimientos de confusión.
Luego de ello decidió salir del restaurante para tomar un poco de aire fresco y procesar lo sucedido. ¿En verdad estaría por el resto de la noche cerca de Sana, aguantando esa incomodidad del reencuentro? Jeongyeon sabía que el objetivo de esa salida era que ella y Felix pudieran inculcarse mejor en el grupo, por lo que había una alta probabilidad de que tuviese que convivir con Sana, algo que sería sumamente extraño y que podría hacer que tuviesen actitudes sospechosas.
Decidió que lo mejor sería irse a su casa. Sabía que al final sólo sería evadir lo invadible, pues según tenía entendido, Sana iba en su misma preparatoria, así que tendría que verla el lunes. Aún así, pensó que ahora que sabía que a partir de ese momento la tendría cerca de ella, podía permitirse tener un poco más de tiempo para prepararse mentalmente.
Suspiró, sin querer seguir pensando en Sana. No valía la pena darle más vueltas al asunto, además de que probablemente sólo terminaría con un dolor de cabeza.
Empezaba a oscurecer y la trayectoria hacia su hogar había sido silenciosa. Nayeon pareció haber notado lo desanimada que estaba Jeongyeon y no había hablado tanto como normalmente lo hacía, sólo tarareaba con suavidad las canciones que reproducía desde su celular.
En un principio Jeongyeon había desconfiado de Nayeon y sus intenciones cuando ofreció llevarla, pero en el transcurso del viaje se dio cuenta que no tenía dobles intenciones, el que respetara su silencio y no insinuara cosas la hizo confiar un poco en ella. Seguía avergonzada por lo sucedido con Jihyo, aún no había conseguido disculparse y creía que era lo mínimo que merecía, los moretones en su rostro eran muestra de ello.
Quiso hablarle, pero se vio interrumpida cuando sintió su celular vibrar en repetidas ocasiones desde el bolsillo de su pantalón. Lo sacó y vio que se trataba de algunos mensajes de su mejor amiga.
Sonrió ante la noticia. Sabía la locura con la que Jihyo estaba enamorada de Tzuyu y que ahora sería más feliz que nunca.
Minutos antes había pensado en comentarle a Jihyo sobre lo sucedido con Sana, pero ahora que la veía tan feliz por su nuevo noviazgo pensó en que no era adecuado decirle y arruinar su felicidad. Además, sabía el odio y rencor exagerado que Jihyo le guardaba a la nipona, sentimientos que podría descargar por medio de una buena golpiza hacia la chica. No quería que Park se metiera en un problema y acabará en la cárcel de nuevo, así que creyó que lo mejor era no decir nada, ni en ese momento ni nunca.
Por eso y porque en verdad no conocía hasta qué limites podía llegar Jihyo con tal de ver sufrir a Sana.
—Era por aquí, ¿verdad?
La voz de Nayeon la sacó de sus pensamientos.
—Sí. —afirmó, al ver que ya casi llegaban a su casa.
—Mmm... oye, no es por ser metiche, pero, ¿para qué te necesita tu mamá? —preguntó, aún con la mirada en el camino.
—No lo sé, sólo me dijo que era urgente. —Extendió su mentira.
—Ah, bien... —susurró.
El silencio entre ambas regresó por unos segundos más y la idea de ofrecerle disculpas a Nayeon regresó a la mente de Jeongyeon, decidió hablar antes de que algo las interrumpiera de nuevo o llegarán a su destino.
—Oye, Nay, por cierto... ¿cómo sigues?... Ya sabes, de los golpes.
—Ya no me duelen tanto, aunque los primeros días fueron un infierno. —Rio, tratando de restarle importancia.
Jeongyeon apretó los labios.
—Lamento eso, Jihyo de verdad me protege demasiado.
—No pasa nada. Fue mi culpa por haber insistido tanto. —Suspiró—. Creo que llegué a caerte mal por mi insistencia, ¿verdad?
Jeongyeon se quedó callada por unos momentos.
Si era honesta, en algún punto comenzó a repudiar las conductas de Nayeon y a querer permanecer lo más lejos de ella, pero después de la golpiza que sufrió, la rubia empezó a cambiar sus conductas. Ya no notaba dobles intenciones, o al menos no eran tan obvias, y sentía que podía mantener una conversación amena sin recibir coqueteos cada cinco minutos, lo que la había hecho confiar un poco, sólo un poco en ella.
—Un poquito, pero... ahora me caes bien. Espero que no vuelvas a intentar coquetearme, de verdad no estoy para acostones de una sola noche.
—No lo voy a volver a hacer. La verdad ahora yo tampoco tengo cabeza para pensar en sexo.
—¿Por qué lo dices?
—Bueno, el mismo día que tu amiga... Jihyo me golpeó, mi mamá decidió ponerse más estricta conmigo. —El tono de su voz se volvió bajo, casi como un murmullo—. Se cansó de mi "vida loca" como la llama ella, y decidió ponerme un alto. Ahora tengo que empezar a trabajar y no sé cómo carajos, pero tengo que conseguir graduarme o si no perderé su apoyo y el de mi papá por completo.
—¿Graduarte? No creo que sea tan difícil. Puedes utilizar algún método de estudio.
—No creo que ninguno me sirva. La verdad soy una idiota. —Rio suave y sin gracia—. Ya reprobe dos años, y parece que también reprobare este.
—No seas tan pesimista. Quizás en este sí te gradues. Además, si no tienes distracciones tal vez puedas concentrarte más.
—Soy muy idiota y... —De pronto, dejó de hablar. Parpadeo unas cuantas veces y cambió de tema: —, olvídalo. No tiene caso hablar de eso. —Le sonrió, sin su chispa habitual llena de energía—. Ya llegamos, creo.
Jeongyeon vio hacia el frente y en efecto, habían llegado a su casa que tenía las luces apagadas en señal de que su madre aún no había llegado. Perfecto. Así se evitaba sus reproches del por qué no le había pedido permiso para salir.
—Gracias, Nayeon. —Tomó su bolso y le sonrió con suavidad—. Te veo luego en la preparatoria. Suerte estudiando para los próximos exámenes.
Nayeon le agradeció y se despidió de ella. Jeongyeon bajó, para luego dirigirse a su casa.
Sacó sus llaves y abrió la puerta, antes de entrar, volteó a ver hacia atrás. Nayeon seguía ahí, con los vidrios del auto abajo. Le sonrió y se despidió una vez más con un movimiento de mano, la rubia le devolvió el gesto y después regresó su mirada al camino, comenzando a partir del lugar.
La versión amistosa de Nayeon era mucho más agradable de lo que pensaba, incluso algunos de los prejuicios que tenía sobre ella habían desaparecido durante esos días de amistad.
Si era honesta, sentía que podrían ser buenas amigas.
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N/A: darkamane al fin actualizo, pidan un
deseo 🕯
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