🧸 Once: Básquetbol
:: 🧸 ::
:: 🧸 ::
—Naye, esto es mala idea...
—Deja de hablar y si no quieres terminar limpiando los baños de los varones apúrate.
Jeongyeon arrugó la nariz ante esa idea.
Los pasillos de la preparatoria estaban silenciosos y desolados, parecía que hasta el más mínimo ruido podría llamar la atención. Según Nayeon, a esas horas el coordinador patrullaba por los pasillos, asegurándose de que ningún alumno estuviese saltándose clases o saliendo de la institución. Le contó de forma apresurada que fueron múltiples las veces que se encontró en esa misma situación, con sus antiguos amigos que ahora cursaban la universidad o con la mismísima Momo, siendo así que podía darse el lujo de conocer las mejores rutas para escapar.
Llevaba una mochila que parecía tener una esfera adentro, lo cual hacia su presencia terriblemente escandalosa y que Jeongyeon cada segundo le dijera que iban a atraparlas, pero, aun así, Nayeon seguía necia con su plan. De cierta forma, Jeongyeon también quería aferrarse a su fuga, quizás la adrenalina y compañía de su amiga le serían una medicina para distraerse de la pequeña discusión con su madre.
Cruzaron los salones de primer año, hasta llegar al patio trasero o en palabras de Nayeon: "la ruta más segura de todas".
—¿A dónde vamos? —preguntó por enésima vez Jeongyeon, mirando a sus alrededores.
Cual el interior de la preparatoria no había nadie, apenas una ardilla estaba escalando el gran árbol de en medio, que era famoso porque las parejitas habituaban a besarse debajo de él.
—Ya te dije que no te voy a decir, lo vas a ver tú misma. —Siguió su camino.
—Yo solo llevo un dólar que me dio Hyunjin y una foto de Olivia Rodrigo en la cartera. No puedo ir a lugares lujosos o algo así.
Nayeon se detuvo hasta que estuvieron enfrente del gran muro que marcaba el final del patio. Jeongyeon temió que fuese la vía de escape que precisamente quería evitar, pero para su mala suerte, sus sospechas se vieron confirmadas cuando de un salto, Nayeon se colgó del muro.
—¡Nayeon, te vas a caer!
Nayeon la ignoró y con una agilidad en base de experiencia, logró sentarse en el muro. Le sonrió de oreja a oreja desde arriba, y Jeongyeon frunció los labios.
—Anda, te toca. Y apúrate porque el vigilante no tarda en aparecer.
—No sé cómo —murmuro—. ¿Por qué no regresamos a clases? A-Además, parece que hoy va a llover...
El cielo, nublado y oscuro, solo le dio más ganas de llorar a Jeongyeon. Quizás ese día estaba destinado a ser deprimente y Jeongyeon estaba intentando animarse en vano. Tal vez lo único que conseguirían Nayeon y ella era terminar mojadas, con frío y un resfriado asegurado. O peor, lo más probable era que Nayeon la llevara al hospital con una pierna rota por saltar de esa horrible altura.
—¿Con qué excusa según tú? Llevamos como diez minutos afuera, pero ya sabes cómo es ese viejo de informática. —Rodó los ojos al recordarlo—. Además, si llueve mucho que mejor. ¡Tendremos una escena de película! —Chilló con una sonrisa—. Bueno, apúrate, no seas miedosa.
Jeongyeon la miro por unos segundos. Ella lucía tan tranquila encima de la estructura, incluso moviendo sus piernas de forma infantil, tarareando una canción de Mac Miller, mientras que ella sentía que se iba a caer por el temblor de su cuerpo. Sin embargo, entre atravesar un conflicto momentáneo o quedarse en detención por llegar tarde a clase, ¿qué otra buena opción le quedaba? Ya había aceptado ir, así que tampoco podía fallarle a su amiga. Volvió a inspeccionar el ambiente e, ignorando los latidos desenfrenados de su corazón, suspiró para después prepararse.
De un salto, se colgó del muro, pero sus brazos débiles amenazaron con dejarla caer, Nayeon se dio cuenta y se apresuró en ayudarla. Con esfuerzo, Jeongyeon logró subir el muro, sintiendo que un escalofrío le atravesaba el cuerpo por el susto reciente.
—¿Ves? Es fácil. —dice, encogiéndose de hombros como si la mayor parte del éxito de Jeongyeon no hubiese sido por ella—. Vamos.
—Naye, espe...
Antes de que Jeongyeon pudiese decir algo más, Nayeon saltó y Jeongyeon cerró los ojos esperando lo peor, pero al abrirlos, la encontró de pie sin mortificación alguna. Una señora que iba pasando miró feo a la rubia por casi caerle encima, pero Nayeon se encontraba más pendiente de que Jeongyeon tomará valor para terminar con la parte más peligrosa de su fuga, sin embargo, Jeongyeon no fue capaz de contener su reacción: agitada y sin siquiera poder mirar hacia abajo.
—¿Qué pasa?
—¿Cómo consigues hacer todas esas cosas sin miedo?...
—De chiquita era como un terremoto, escalaba y corría hasta que les sacaba canas verdes a mis papás. ¿Sabes que soy capaz de trepar árboles? Una vez me rompí un brazo por eso —Rio—. De hecho, puedo escalar muros mucho más altos por eso. ¡Ah, incluso sé dar un salto mortal! Aprendí muchas cosas por ser así, lástima que no me sirven de mucho en la vida cotidia... —Dejó de hablar al darse cuenta del estado de Jeongyeon.
Estaba sudando y parecía temblar. Su respiración estaba errática y era como si quisiera cerrar los ojos. Nayeon no lo comprendió, ¡ella podría hacer eso cien veces seguidas! No fue hasta que escuchó la voz trémula y suave de la chica, que se dio cuenta de su grave error:
—N-Naye... me dan miedo las alturas.
—¿Qué? ¿Por qué no me dijiste antes? ¡Pudimos escapar por otra ruta! —Se agarró el puente de la nariz, pero se calmó al ver que Jeongyeon seguía afectada—. A ver, respira primero e intenta calmarte.
Jeongyeon hizo lo acatado. Cerró los ojos y empezó a respirar, pero sus pulmones parecían haber sido intoxicados, provocando que esa simple acción se le dificultará y eso solo la desesperaba más. Escuchaba sus latidos contra sus oídos y temía perder el equilibrio. ¿Por qué no había dicho nada? ¡Desde pequeña le tenia un pánico horroroso a las alturas! Incluso en su primera salida con los chicos le había agradecido en el interior a Sana por ahuyentarla, ya que no sabía que irían al parque de diversiones, sino que se enteró hasta después de ese día por Dahyun.
Cuando sintió que rompería a llorar por no saber qué hacer, la voz prudente de Nayeon se hizo presente:
—Yo estoy aquí para atraparte, siempre estaré para ti.
Jeongyeon abrió los ojos y, en vez de lo borroso que se veía todo hace unos segundos, se encontró con la sonrisa cálida y mirada reconfortante de Nayeon. Se quedó observándola y entonces la altura dejo de ser tan mareadora y sus piernas ya no temblaban tanto. En un acto silencioso, Nayeon extendió sus brazos, como si la invitara a ir hacia ella.
Jeongyeon empezó a considerar la posibilidad de saltar.
Apretó los puños y tomó un largo suspiro. Nayeon estaba allí y debía confiar en ella para poder salir ilesa de la situación. No, no debía, tenía la opción de hacerlo, y ella la aceptó.
En un salto impulsivo cerró los ojos y, al no ser un muro demasiado alto como el del patio principal, sus pies tocaron el suelo en un instante. Casi al mismo tiempo, unos brazos la apretaron contra un cálido pecho y el aroma a coco hizo que por fin sintiera que podía respirar.
Cuando volvió a abrir los ojos, tuvo que mirar hacia arriba por la pequeña diferencia de altura y se encontró con quien buscaba: Nayeon.
—Felicidades, ya puedes saltarte muros para robar casas.
Jeongyeon le golpeó el pecho y Nayeon se alejó con su escandalosa risa. En secreto, Jeongyeon reprimió una sonrisa y añoró más del contacto, aunque quizás haya sido por el frío de las calles.
—¡Anda, camina! —La tomó de la mano y comenzó a caminar, con su habitual rapidez con la que parecía corredor olímpico—. ¡Al fin libertad, carajo!
Y Jeongyeon sonrió, sin importarle las miradas juzgadoras de la gente.
:: 🧸 ::
Después de un recorrido en el que Nayeon se detuvo hasta por la más mínima distracción, estaban cerca de su destino según la mayor y eso explicaba por qué le tapaba los ojos a Jeongyeon. Esta no confiaba mucho en tener de guía a Nayeon, pero, aun así, no pudo rechistar cuando la rubia protesto con que le costaba mucho mantener las sorpresas, así que debía valorar su gran esfuerzo dejándola llevarla con intriga hasta el final.
Sólo podía identificar el ambiente como uno con bastantes personas gracias al bullicio que iba volviéndose más fuerte a medida que avanzaban, la brisa les acariciaba la piel de una forma justa, sin generarles frío, y el tacto de un camino rocoso le calaba el calzado. Cuando menos pudo esperarlo, Nayeon se detuvo.
—Llegamos.
Quitó sus grandes pero delicadas manos de su rostro con lentitud, hasta que Jeongyeon pudo darse cuenta de la razón de aquel bullicio.
—Una cancha de básquet... —susurro, en un jadeo de sorpresa.
Quizás Nayeon estaba sorprendiéndola muy a menudo con cosas relacionadas a ese deporte, pero, aun así, siempre se sorprendía y agradecía cada una de ellas.
—¿Te gusta?
—¡Claro que sí! —Sonrió. El partido era el principal culpable del ruido, pero algunos espectadores en las bancas también—. ¿De quién es el partido?
—Oh, ¿ellos? Yoongi es mi ex compañero del primer año que reprobé, él es el líder del equipo de azul. —Señalo a un chico de destacable cabello menta— El equipo de rojo es el de Heeseung, él fue mi compañero en el año pasado. —Fue el turno de un chico alto—. Hoy hay juego mixto, así que podemos entrar. Además de que les escribí hace rato diciendo que vendría. —Se quito la mochila y la abrió.
—¿Jugar? —preguntó, con cierta duda—. Pero... no lo hago hace mucho tiempo.
—¿Y tú crees que yo he jugado más allá que en educación física? —Empezó a sacar un balón que parecía que no sería necesario. Después, sacó una camisa roja y otra azul—. Toma, las agarre del gimnasio al igual que la pelota, sabía que no íbamos a jugar, pero a los de segundo año les toca básquet hoy, y la verdad es que me caen mal. ¿Con quién te vas?
—Naye...
—Anda, ¿acaso no te da ilusión volver a jugar?
—Sí, pero... —Ella misma cortó sus palabras.
Miro las camisas y después a los chicos. Ellos parecían experimentados en el juego, mientras que ella no recordaba cuándo había sido la última vez que practicó el deporte. Volvió a mirar a Nayeon, y esta le sonrió con toda la calma del mundo, como si estuviese bien con cualquier respuesta. Jeongyeon se sintió comprometida con jugar, no porque ya estuviese ahí, sino porque ella misma se había castigado con abandonar el deporte por mucho tiempo. Creyó, entonces, que sería una oportunidad ideal para volver a hacer lo que amaba.
Soltó un suspiro.
—Me voy por el azul.
:: 🧸 ::
:: 🧸 ::
—¡Nos vemos el fin de semana! No traigas a Nayeon y sólo ven tú.
Yoongi rio con su último comentario y Jeongyeon respondió con el mismo gesto.
El partido había finalizado hace unos minutos, el equipo de Yoongi había ganado con una aplastante diferencia de puntos, a los que Jeongyeon había contribuido. Los chicos se habían quedado pasmados de ver cómo, aquella chica que se sonrojó al conocerlos, hizo pedazos a todos con jugadas que ni siquiera ella supo de dónde salieron. Todos, incluida la emocionada afición, empezaban a abandonar el sitio, quizás por el aún oscuro cielo que amenazaba con una no lluvia, sino tormenta. Solo ellas pensaban quedarse un rato más para así disfrutar de la soledad.
Una vez Yoongi y su equipo estuvieron lejos y sólo quedaban ellas, Nayeon habló:
—¿Por qué no quiere que venga?...
Jeongyeon pensó que era sarcasmo, hasta que volteó a verla y se encontró con sus ojos llorosos.
—¡No! Nayeon, tranquila. —Rio nerviosa y la tomó de las mejillas—. Es sarcasmo, no lo dice en serio.
—Ah. —Se quedó en silencio por unos segundos, como si estuviese analizando—. Perdón, no entiendo el sarcasmo a veces. —Rio—. ¡Ya decía yo por qué no quería que viniera! Si soy una estrella del basquetbol.
Jeongyeon rio y se alejó.
Ambas se sentaron en las bancas de cemento, Jeongyeon quería estar en el pasto, pero a Nayeon le molestaba mucho el picor de este, así que optaron por lo más práctico. Jeongyeon tomó una botella de agua que Chaewon, una chica de su equipo, le compró y le dió un trago.
—Eres muy buena en el basquetbol, creo que sorprendiste a todos cuando pasaste a Yunjin y Heesung. ¡Ah, y con esa última canasta! No sabía que saltabas tan alto, pero en el muro bien que te daba miedo subirte, ¿no?
Jeongyeon sonrió tímida.
—La verdad ni yo sé cómo hice tantas canastas. Sólo fue como... la emoción de volver a jugar y la presión de estar con chicos experimentados mezclándose. —Cerró la botella—. De verdad muchas gracias, Naye. Eres una amiga increíble.
La rubia le sonrió y sacó un refresco de su mochila.
—¿Por qué no te dedicas al básquet?
—No, no creo que por ahí vaya mi rumbo. —Negó con la cabeza y continuó viendo el cielo—. Me gusta el básquet como pasatiempo, pero no me veo siendo una jugadora profesional de ello.
—Aún así, tienes mucho talento. Hyunjin, por ejemplo, desde pequeño le gusta el fútbol y quiere ser jugador profesional, nada más estudia porque sus papás se lo pidieron. —Abrió la bebida—. ¿Tú quieres estudiar algo?
—Psicología.
Su respuesta inmediata y sin duda alguna, toma de sorpresa a Nayeon.
—¿Psicología? ¿Por qué?
—En un mundo como este, creo que hay demasiadas personas, demasiados problemas y pocos dispuestos a ayudar. —Tomó aire—. Sé que es un trabajo cargado emocionalmente, pero desde que tengo memoria, siempre he querido que sea mi forma de ayudar a personas incomprendidas o sin esperanzas.
Los gruñidos de pequeños truenos las hicieron ver el cielo. Nayeon respondió después de unos segundos:
—Pareces muy apasionada por ello.
—Claro. ¿Sabes? Incluso a veces me he desvelado estudiando sobre diversos trastornos porque me gusta fijarme en los pequeños detalles de la gente. —La miro—. ¿Y tú, Naye? ¿Qué quieres estudiar?
Nayeon se quedó tan quieta como nunca.
—¿Y-Yo? —preguntó en un susurro, casi con un miedo irracional y palpable.
—Sí. —Juntó sus piernas y las presiono contra su pecho, quedando sentada en una posición fetal—. ¿Qué quieres ser?
—P-Pues... mi papá quiere que sea cirujano plástico como él y mi mamá que sea la próxima CEO de su empresa de juguetes... bueno, la gente que nos conoce me dice que me irá bien en cualquiera de las dos que eli...
—No, Nayeonnie. No te pregunté qué quieren los demás que seas. Te pregunté qué quieres estudiar.
Nayeon apartó la mirada.
La brisa se volvía tan fría como constante, la lluvia era ya casi un hecho, pero ninguna de las dos estaba centrada en ello.
—¿Es normal que no sepa?...
—Claro que sí.
Jeongyeon logró escuchar un pequeño sollozo ahogado y eso fue suficiente para que se acercará más a la rubia.
—La verdad nunca he podido encontrar una pasión. Todo me parece muy difícil y, cuando creo que por fin hay algo que me gusta, lo hago sin parar por una semana y después ni siquiera me doy cuenta de cuando lo abandono. —Rio, como queriendo que eso ocultura lo rota que se escuchó su voz—. Y, o sea, es raro porque todos saben lo que harán después de graduarse de la prepa y yo apenas pasó las materias básicas, a veces. Bueno, la verdad ni siquiera creo aprobar este año. Y... lo siento. —Carraspeo su garganta en el momento que su voz se debilitó a un susurro—. Creo que me voy a resfriar.
Jeongyeon sabía que no era un resfriado y que detrás de esa cabeza agachada y cabello cubriéndole el rostro, sus ojos estaban cristalizados y esa sonrisa que la distinguía, apagada.
—Naye, no todos tenemos pasiones desde que nacemos.
—Tú la acabas de decir que quieres ser psicóloga desde que tienes memoria —susurro—. Yo creo que en realidad mi cerebro estúpido no sirve nada más que para jugar videojuegos y hacerme malas jugadas.
—¿Y si solo estás tratando de unirte a una sociedad monótona, cuando en realidad eres mucho más creativa de lo que crees? —Acaricio su cabello.
De nuevo, un silencio. Nayeon pareció estar analizando esa frase, hasta que soltó una pequeña risa, sin nada de gracia.
—No digas tonterías, Jeongie.
Por fin alzó la cabeza y Jeongyeon sintió una presión en el pecho al ver que, en efecto, los ojos de Nayeon estaban cristalizados, pero ella se obligaba a no dejar escapar ni la más mínima lágrima. Suspiró y siguió con sus caricias en el cabello. Estaba por decir algo, cuando un repentino estruendo de rayo resonó en hasta el más pequeño rincón. Nayeon se sobresaltó y se tapó los oídos, sin percatarse de la forma que su cuerpo buscó apegarse al de Jeongyeon. La castaña miró hacia el cielo y las gotas de lluvia comenzaron a empaparlas en cuestión de segundos.
—Lo que faltaba. ¡Maldito climático! Dijo que aunque hubiesen nubes no iba a llover... eso me pasa por creerle a un hombre. —Miró Jeongyeon cuando, entre el ruido de la lluvia que se volvía más intensa a pasos agigantados, su risa se hizo notar—. ¿Qué? ¿Te parece chistoso que vamos a oler a perro mojado?
—No es eso. Solo que... se cumplió tu escena de película y ahora te enojas por eso. —Negó con la cabeza—. Y se dice meteorólogo, no climático.
Ambas se miraron.
Jeongyeon mantenía su adorable sonrisa cuadrada y ojos achicados. Su cabello mojado se pegaba a su rostro y eso le daba cierto aspecto gracioso. Nayeon se quedó mirándola por unos momentos, con el frío calandole hasta los huesos, pero con las mejillas calientes.
La rubia apartó la mirada.
—Las lindas y las que tenemos plata hablamos como queremos. —Soltó una risa y se levantó de la banca—. Vamonos, antes de que se te pase la felicidad y me reclames por haberte sacado en un día lluvioso.
—¿Ah, sí? —Se levantó también—, Pues temo decirte que me siento demasiado feliz como para amargarme. Así que, vamos a casa sin preocupaciones de lo que pueda pasar en el futuro.
Volvieron a mirarse y, sin más ganas de seguir atrapada en sentimientos ahogados, Nayeon sonrió y tomó la mano de su amiga, llenandose de calidez mutuamente.
—Vamos, bonita.
En medio de la furiosa tormenta que les empapo todo el cuerpo y un sitio que acababa de ser testigo de lazos fortaleciéndose, ambas caminaron tomadas de la mano, sin importarles nada más que vivir el momento hasta donde pudieran. Empezaron a hablar, hasta que de pronto Nayeon comenzó a correr en una inesperada carrera hasta la terminal de autobuses, Jeongyeon rio y empezó a seguirla.
De lo que ninguna de las dos se dio cuenta al estar absortas en el pequeño mundo que empezaban a construir, fue que una no volvió a pensar en los comentarios destructivos de su madre y que la otra había dejado de sentir una pesada carga en hombros.
Pero sobre todo, no se dieron cuenta del suave tono rosa que empezaba a nacer en medio de las nubes grises y la tormenta abrumadora.
:: 🦋 ::
3/3
N/A: Y finalizamos este maratón de mi querido Pretty girl, ¿qué tal? ¿Les gustó? Porque a mí me tomó tres días y esta madrugada :< JAJAJJA, anyways, aún así disfrute mucho escribirlo.
Este capítulo me ha encantado en lo personal, creo que logré plasmar muchas cosas en esa escenita 2yeon. Al momento de planificarla, la vi como una escena normal, pero escribirla a detalle es algo completamente distinto, con decir que estuve al borde de las lágrimas y me sumergi tanto escribiendo que ni siquiera me di cuenta de en qué momento se hicieron las 3 de la madrugada.
En fin, feliz fin de año, disfruten con sus familias y amigos. ¡Muchas gracias por acompañar Pretty girl este año! Esperemos que el siguiente pueda concluir este tan personal au. ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro