Capítulo Uno.
Se decía que en la ciudad más cara de Estados Unidos, San Francisco, ubicada en el oeste del país, vivían solo los hombres más ricos del mundo. Ni siquiera una cudad como lo era Miami, New York o Los Ángeles podían ser de talla grande para esos hombres.
Kim NamJoon no era unos de los hombres más ricos del mundo, pero sí de su país de origen, Corea del Sur. Se daba la vida grande viviendo en el barrio más caro de San Francisco, Oakland Bekeley, junto a su familia quienes decidieron pasar los negocios ya no a algo nacional sino que internacional. Para que el apellido Kim estuviera en las pantallas e incluso en los periodicos del mundo.
El negocio familiar se dedicaba a la exportación del mejor vino superando por mucho a los Malbec argentinos o los Riesling alemanes. Eran el top uno en todos lados, expandienmdo también su gusto no solo en vinos, sino también en el agabe azul del tequila o incluso de los granos del whisky. Nada comparado con el reconocido vino tinto nombrado por 최고 (choego) traducido al español como "El Mejor" (mejor).
La presentación, una botella negra con el corcho hecho de los mejores alcornoques del mundo. Etiqueta dorada y letras rojas junto con un liston en la boquilla de la botella igual dorado. Todo eso sólo para llamar la atención de los clientes, dejando de lado lo típico en las botellas de vino logrando así su objetivo. Claro, que el sabor era lo mejor de todo el proceso.
Y todo ese gran éxito, si pasamos a lo importante de la historia, es por Kim NamJoon quien desde los veinte años participó en el proyecto y siendo el hijo estrella que todos los hombres ricos quieren para seguir con la herencia de su alto linaje.
NamJoon abarcaba todos los aspectos de perfeccion. Era alto, guapo, tenía buen cuerpo, era serio cuando tenía que ser serio y agradable cuando tenía que ser agradable. No había una sola cosa que NamJoon no pudiera hacer; excelente en los deportes, en instrumentos musicales. Los deportes mentales eran su fuerte y socializar era algo de lo que siempre estuvo conciente que debía ser.
Sólo había un problema que para él no significaba mucho pero tal parece a su familia parecía importarle bastante. No estaba casado. Ahora siempre en las reuniones familiares, e incluso de trabajo con los colegas de confianza, era bombardeado de preguntas y cuestiones de cuándo contraería matrimonio y tendría hijos para tener a su siguiente heredero.
A NamJoon le parecía algo ridiculo pensar en tener hijos cuando ni siquiera el estaba al mando de la empresa. Realmente estaba ofendido. Aún así, eso parecía suficiente para su padre como para amenzarlo con la excusa de que tenía que encontrar una pareja lo antes posible. Mujer, hombre doncel, no importaba con tal de que su sangre siguiera en generaciones codiciosas y exitosas.
De hecho el señor Kim se había encargado de hacer una lista de los posibles candidatos, obvio de empresas amigas y socios respetables e incluso de Estados Unidos. Pero NamJoon sólo hacía una mueca de horror cuando leía los nombres en esa lista. Y JiMin, su secretario, sólo le seguía con ojos asombrados de ver la cantidad de dinero que ganaban todas esas personas.
Diablos... si él fuera así de rico huía del pasi y olvidaba esa basura de casarse y heredaría su dinero a hospitales o alguna mierda así. Pero JiMin no era el herdero en esa caso así que sólo le quedaba aguantar las quejas de su jefe cuando las puertas de la enorme oficina se cerraban.
-Realmente esto esa una pesadilla- comenzó el moreno con el ceño levemente fruncido mientras se sentaba en la silla giratoria detrás de su escritorio. JiMin, quien le seguía el paso, quitó con cuidado el saco que adornaba a su jefe en conjunto a ese, por supuesto, caro traje negro.
-Haré un té para sus nervios, vicepresidente.
-Olvídalo- negó con la cabeza y el rubio asintió levemente antes de seguir escuchando las quejas-. He estado trabajando para ellos por quince años y lo único que pido es paz. ¿Por qué insiste tanto en un matrimonio? Y peor que eso en un nieto, la vejez está acabando con sus neuronas.
-Si me permite decirlo, vicepresidente, el presidente Kim solo piensa a futuro. Usted es un hombre adulto y es imposible que siga soltero. Incluso en la realeza buscan herederos a temprana edad.
-JiMin, no estamos en la realeza y si así fuera estoy seguro que mi papel en la familia real sería el del príncipe Harry... estoy realmente harto de esta mierda así que por favor prepara el auto.
-Le dire a JongIn que prepare el motor- hizo una venia y antes de que pudiera dar vuelta, el mayor lo detuvo.
-Quiero pensar las cosas JiMin, está vez prepara el auto para mí solo, por esta vez ve directo a casa.
-Pero señor...
-Haz caso a lo que te digo, nos veremos mañana a primera hora.
Dicho esto, NamJoon volvió su vista al celular y JiMin sólo asintió para ahora si retirarse.
- Pretty Boy -
Kim SeokJin...
Su historia no era muy bonita. De hecho era todo lo contrario a lo que se podía decir era una buena vida e incluso buena niñez.
Su madre lo abandonó en un refugio a la edad de tres años quienes lo llevaron a una casa hogar católica de inmediato. Claro que de religioso no había nada y sólo era una pinta para vender a los mejores niños del lugar a gente poderosa cómo lo era incluso el gobierno.
Él por infortuna fue el mejor de su grupo y edad. Así que no esperaron mucho para que a la edad de quince años fuera vendido a un hombre rico en los Estados Unidos. Su destino fue Los Angeles, una ciudad de paraíso para muchos aunque el destino que tendría SeokJin sería más bien un infierno.
Su padre adoptivo, un hombre de cincuenta años pensaba en poseerlo más allá de lo que puede ser un hijo, el hombre ni si quiera estaba casado y a la vista de Jin era obvio el por qué.
Su nombre era Xavier Thompson, alto en riqueza por una idea tecnológica creada a la edad de treinta años. Su tecnología paso de elctrodomesticos, a autos e incluso aviones. Haciéndolo así un hombre importante en la industria americana.
Por suerte SeokJin si que era un chico listo no solamente en las cosas básicas de supervivencia, y cuando tuvo la primera oportunidad, escapó de los brazos de ese hombre. Le robó unos cuantos dólares que raramente tenía en su cartera y viajó a sabe dónde. SeokJin no era americano ni mucho menos sabía el idioma. Pero después de ocho años viviendo como un inmigrante no le quedo de otra más que aprender a comunicarse por lo menos lo más básico.
Aún así su destino no era muy diferente al que tendría con Xavier Thompson. No tenía papeles, no sabía del idioma y no sabía hacer nada más que servir a lo que le decían. Entonces cayó en los barrios mas pobres de San Francisco, donde la prostitución era "legal" y después de varias amistades algo sanas, consiguió un pusto en una esquina para así atraer a hombres.
Su compañero más cercano tenía de nombre a Ken, quien sabía decirle con quién sí y con quien no. Ken era totalmente americano, con descendencia coreana por parientes lejanos y totalmente amigable con quien él quería. Es por eso que no tuvo problema en dejarle una de las mejores esquinas a quien a su vista era el pollito más asustado de entre el gallinero.
Un inocente niño quien prefirió vender su cuerpo antes de quedarse con hambre. Pero Ken no era un mounstro y junto con Leo, quien se podría decir era su jefe, decidieron apartarlo de esa vida hasta que cumpliera la mayoría de edad y tomara la decisión final de venderse a hombres o simplemente tomar otro camino.
Entre los dos ayudaron le con sus comidas y su vida al día-día. Eso sí, aclarando que no eran una figura paterna y que debía pagarles todo lo invertido cuando empezara a ganar su propio dinero. Era como una inversión a futuro para ellos.
Pero a la edad de veintitrés años, cuando SeokJin pudo tomar una desición, aceptó el trabajo facil y empezar su vida como un integrante más de la vida galante. No iba a negar que se sentía nervioso estar ahí, viendo esos negocios con luces llamativas que siempre vió en ocho años pero que hasta el momento no había entendido su real significado. "zona de tolerancia" "prostitución", cualquier nombre significaba lo mismo.
La perdición de SeokJin.
-Es normal que estés nervioso- comenzó Ken caminando junto a SeokJin a lo que él consideraba la mejor esquina de la zona y la cuál le pertenecia-, pero después del tercer cliente en la noche te acostumbras. De todos modos te enseñé bien cómo prepararte a ti mismo para que no duela mucho, y ofreceles siempre condones, te puse dos extras por si hay una emergencia. Si pasa algo no dudes en correr, escapa del lugar y olviodate del dinero. Lo importante es tu vida ¿de acuerdo?
Seokjin asintió timido y Ken sonrió orgulloso de ver al bonito chico; bien vestido con ropas provocativas, el leve maquillaje en su rosotro y ese rubor en las mejillas que no era parte del maquillaje pero que él tenía naturalmente. No era femenino, no usaba prendas colo pastel, ni labiales rosa o accesorios en orejas o cuello, solo un anillo de fantasia y un poco de rímel y sombra.
Sus labios ya eran rojos naturales y el anillo solo era para defensa propia. Claro, un anillo con piquitos tendría que doler con cualquier golpe.
-Muy bien...- Ken suspiró y lo tomó de los hombros-.¿Recuerdas tu nombre de personaje?
- Sur... -
-Que no se te olvide, nunca digas tu verdadero nombre, siempre manten privada tu vida y jamás creas cuando te digan que te van a sacar de esta mierda, siempre dicen lo mismo para tener exclusividad, pero si quieren eso solo cobrales unos dólares más. Nada debajo de diez dólares-
-Lo sé, me lo repetiste toda la semana. No voy a comter ningún error, confía en mí.
-Claro que lo hago. Tengo que hacerlo sino quién me pagará lo que me debes y que invertí en ti todos estos años.
Los dos rieron levemente antes de que un gran auto se detuviera unos metros delante de ellos. Un hermoso BMW i7 del año, color negro, con vidrios polarizados y rines de los mejores en la industria.
-Parece que es un pez gordo. Cuando veas el tipo de auto que tiene piensa en la cifra que le cobrarás, este vale unos cincuenta dólares más tu pasaje de regreso, y que él pague el motel. Ve por él.
Ken empujó un poco a SeokJin quien tragó pesado y caminó a pasos seguros y fingidos hacia el hermoso auto. Suspiró nervioso y cuando llegó al lado del copiloto golpeo el vidirio de la ventana suavemnete con los nudillos de su mano derecha.
El vidrio tardo en bajar unos segundos y recordó a Ken diciendole que cuando eso pasaba los clientes eran personas sumamente ricas y no querían ser vistas por nadie. Entonces SeokJin tomó la manija de la puerta así como Ken le había dicho que hiciera y trató de abrir la puerta teniendo éxito.
Volteó por una última vez hacia Ken quien le daba animos con las manos y finalmente se adentró al auto sentándose en el asiento vacio del copiloto. Respiró agrrando seguridad y cuando levantó la vista esperando a un señor grande y asqueroso, sólo se encontró con la mirada confundida y el ceño fruncido de un hombre bastante atractivo.
Tragó pesado y sus mejillas se tintaron más en un sonrojo al obvservarlo más detalldamente. Era moreno, cabellos castaños y bien peinados, un traje sin saco bien acomodado ya sin la corbata y un reloj de plata en su muñeca izquierda. Sus ojos de dragón eran hermosos con esos labios delgados y el perfume totalmente masculino lo hacían más atractivo de lo que ya era.
Seokjin estaba realmente agradecido de que ese hombre fuera su primer cliente y estaba seguro que si le pedía le ayudara en tomar experiencia él no se negaría.
Todo eso pensó hasta que el hombre contrario abrió la boca solo para soltar un;
-Por qué mierda estás en mi auto- en un perfecto ingles de hecho.
SeokJin lo entendio, Ken se había encargado de enseñarle esas cosas mientras que Leo le enseñaba la parte decente.
-Que...?- murmuró confundido.
¿Acaso ese hombre... no era un cliente?
Trataré de organizar cuáles historias se irán a borradores para terminar con las más importantes. Por el momento esta es seguro que se queda.
-K_S_05.
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