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Capítulo Cinco.

El dolor de espalda de NamJoon empezó a ser normal para él desde los veintidos años. Había visitado a los mejores expertos en el tema incluso yéndose y guiándose por los naturistas quien, al igual que los terapeutas, solo le repetían que era el estrés saturado con el que debía lidiar al día con día.

Y cuando el señor Kim, su padre, se enteró de la situación qué pasaba su hijo, no dudó en mandarlo a unas muy bien merecidas vacaciones por las hermosas islas de Cuba en un enorme, elegante y demasiado costoso crucero que duró por lo menos siete días. Pero al regresar NamJoon de nuevo a su rutina regresó el dolor insoportable en la parte derecha.

Tomaba algunos medicamentos para césar el dolor y trabajar un poco más libre. Pero de todos modos sabía que al día siguiente el dolor regresaría.

Lo que no esperó... fue que el dolor ya estuviera presente en días no laborales. El señor Kim, su padre cómo antes dicho, no era un hombre malo qué obligara a su hijo a hacer cosas que no quería (bueno no siempre). Era un hombre cariñoso que siempre le demostro amor tanto a él cómo a su hermana desde que eran chicos, detallista con su esposa y amable con sus empleados.

Así que NamJoon no entendía por qué insistía tanto en qué se casara, era el mayor de dos hijos pero tampoco es cómo si estuvieran en una serie dramática cómo para que lo pusiera contra la espada y la pared. Y gracias a su padre, quien seguía de aferrado como niño a juguete, el estrés pasó a estar afuera del trabajo y por ende los dolores de espalda fueron su mayor castigo en la noche.

Hasta que apareció él.

Un chico inocente, y por más que nada, necesitado de dinero.

NamJoon entró al lujoso hotel siendo recibido por los empleados, entre ellos HoSeok, el jefe de recepción.

- Buenas noches señor Kim- habló él, siguiéndole el paso al moreno.

NamJoon asintió cómo simple acto de agradecimiento y se detuvo de golpe haciendo a los demás hacerlo también.

- El chico de mi habitación, él...- dudo por unos momentos y Jung sonrió algo divertido.

- Está en la habitación, llegó temprano. A mí parecer muy temprano, señor Kim.

NamJoon frunció el ceño.

- ¿Ocurrió algo con él? algo sobre lo que la prensa- carraspeo un poco incómodo acercándose más al empleado-, ya sabe, pueda hablar.

- No es así señor- aseguró soltando una risita y NamJoon suspiró aliviado-. Sólo es un poco inocente, pasaron muchas cosas en su ausencia.

- ¿Tan mal le fue?

- Si- aseguró-. Él no sabía que éste es un hotel extranjero, incluso usó algunas frases de películas para pedir el desayuno.

- Esto tiene que es una broma- NamJoon viró los ojos mientras negaba con la cabeza. Y es que si eres una persona inmigrante que vive en los Estados Unidos por lo menos deberías saber las cosas básicas del idioma. Tal parece aquel niño era, más que inocente, muy estúpidamente ingenuo.

- Pero eso no fue todo- siguió HoSeok antes de que NamJoon siguiera con su camino-. Usted dejó ordenes para él, hicimos que TaeHyung hablara con las tiendas de ropa que indicó en la carta para que le tuvieran preparada la ropa según los eventos que tiene en la semana.

NamJoon arqueo una ceja algo intrigado por lo que HoSeok decía.

- Sin embargo- continuó-, no duró ni media hora afuera del hotel cuando regresó, pero ahora en vez de verse algo animado... su cara era de total incomodidad y decepción.

- ¿Es así?- preguntó frunciendo esta vez el ceño. Pensando en lo qué pudo ocurrirle en alguna tienda. Claro que lo más lógico para él era el idioma, el chico no lo hablaba muy bien, claro que nadie le entendería pero...

- Nos comunicamos de inmediato con las tiendas- informó Jung-. Aseguraron que él no había llegado a pesar de haberlo esperado un buen rato, era común saber quien era puesto la falta de idioma que nos dijo. Y- se apresuro a decir una segunda vez-. A comparación de sus otros... invitados, el joven llegó sin una sola bolsa en manos.

- ¿Qué?- preguntó más qué sorprendido, ofendido. Nunca nadie había rechazado su dinero así que eso sólo significaba una cosa-. Eso no puede ser cierto.

- Me temo que así es. Después de todo, al atardecer de las doce con treinta mandamos una entrada exquisita para el joven, pero ni siquiera abrió la puerta.

- Bien... gracias por decirme esto. Iré a checar que esté todo bien, por favor sigan con su trabajo.

Tanto  HoSeok como los demás empleados hicieron una venia de despedida hacia NamJoon quién siguió su camino hasta estar en la entrada de la puerta. Puso el código de seguridad y entró de inmediato encontrándose todo intacto.

- ¿Se habrá ido?- se preguntó a sí mismo antes de encontrarlo en el sillón largo, frente a la pantalla con una libreta entre sus piernas y una pluma entre sus manos.

NamJoon carraspeo un poco su garganta llamando la atención del menor quien de inmediato volteó, entregándole una enorme sonrisa qué lo hizo dudar por un momento.

- ¡Señor Kim!- se levantó de inmediato y a pasos apresurados se acerco a él.

Por otro lado, NamJoon sólo le ofreció una sonrisa de medio lado, notando así qué aquel chico no traía puesta la ropa del día anterior, sino una bata limpia de toalla que lo cubría. Aunque sus cabellos estaban secos y no se notaba que hubiera tenido una ducha ni recientemente ni desde hace horas. NamJoon era muy bueno observando ese tipo de detalles.

- ¿Hubo algún problema en la mañana? – preguntó de golpe y SeokJin apretó los labios, avergonzado por quien sabe quien.

- Emm... ¿algún problema? ¿A qué se refiere con eso? – jugó con sus palabras y NamJoon suspiró agotado.

- Te dije que compraras ropa para los eventos de esta semana. ¿Dónde están las bolsas?

- Ahhh... a eso se refiere. Yo, mmm, no encontré algo que me gustara.

-¿Hablas enserio?- SeokJin asintió-. Dime la verdad, la ropa es bonita en ese tipo de tiendas, dudo mucho que no quisieras probarte alguna, y mucho menos que no te hayan gustado.

- Señor Kim, usted fue muy amable al querer darme esta oportunidad, realmente es alguien amable. Pero tal vez yo no encaje con este papel.

NamJoon arqueo la ceja derecha.

-¿A qué te refieres con eso? ¿No encajas con este papel? Por algo te pedí a ti que lo hicieras. Sé sincero antes de que me moleste.

SeokJin relamió sus labios, nervioso por cómo actuaría ese hombre con él ya estando molesto. Y es que el señor Kim se veía muy imponente, con esos hombros anchos y ojos de dragón, sus brazos eran grandes y fuertes al igual que sus piernas además de esa aura que desprendía de ser el típico jefe regañon y malo de todas la series románticas.

- Lo que pasa...- pero SeokJin no podía perder tan grande y jugosa oportunidad-. Fuí a la primera tienda que había en la lista- con el dinero pagaría la deuda con Ken y Leo y viajaría esta vez a Corea, rentaría un bonito y ajustado departamento y ya bien vestido y presentable le darían trabajo en una cafetería bonita.

SeokJin ansiaba que el tiempo pasara rápido porque en su mente todo parecía ser muy fácil.

- ¿Qué pasó en esa tienda?- insistió NamJoon.

Jin hizo una mueca regresando a la realidad, si quería que todos sus buenos pensamientos se hicieran realidad entonces debía contestar con la verdad. Además a él no le gustaba ser un mentiroso ni ocultar las cosas.

- No quisieron venderme nada, ni siquiera me dejaron tocarlo... por eso insisto en que yo no soy el más apto para este trabajo.

Cuando SeokJin terminó de hablar alzó la mirada hacia NamJoon, sorprendido de ver aquel ceño fruncido. No era una mirada de alguien molesto, porque ¿Por qué el señor Kim se enojaría solo porque a él no le quisieron vender ropa? Más bien era una mirada de orgullo herido.

NamJoon, en cierta parte, siempre tenía el control en todas sus relaciones y todo lo qué rodeaba en ellas. Y digamos que SeokJin no era era su pareja ni mucho menos lo sería en algún momento, pero a la vista de los demás sí, sí lo era. Entonces qué las cosas no hayan salido cómo él las planeó le daba justamente, en su enorme y fuerte orgullo.

Finalmente NamJoon no contestó a lo que SeokJin dijo, solamente revisó el reloj de muñeca que llevaba de lado derecho y asintió lentamente antes de regresar con el menor.

- Son las cuatro y media- comenzó él-. Cierran a las cinco así que aún hay tiempo de ir.

- ¿Eh?- SeokJin alzó las cejas con curiosidad-, ¿ a qué serefiere con eso?

- Qué vamos a ir a la tienda, y a comprarte mucha ropa.

- Pretty boy -

SeokJin estaba algo temeroso, faltaban cuarto para las cinco y apenas y faltaba una cuadra para llegar a la tienda. NamJoon estacionó su costoso auto un poco más atrás y libres caminaban por las calles, en medio de la gente que no desaprovechaba el observarlos y preguntarse cómo un hombre tan elegante salía con alguien que parecía... bueno, todos sabían lo que parecía.

- Levanta la vista- habló de repente el moreno, llamando la atención de Jin quien caminaba atrás de él, sólo un paso atrás-. No eres menos que ellos, así que levanta la vista.

SeokJin sonrió levemente por eso, antes de detenerse cuando NamJoon lo hizo, justo en frente  en la tienda de la que horas antes fue echado.

- ¿Fue aquí?- volvió a preguntar y el menor asintió-, bien, hagamos esto difícil para ellos- volteó un poco hacia Jin para sonreírle de medio lado-. Tómame la palabra cuando te digo que puedes divertirte cuanto quieras.

Dicho esto, abrió las puertas del lugar llamando la atención de todos esos empleados que comenzaban a acomodar sus cosas para retirarse.

- Disculpen, el lugar está por cerrar. Habló la que SeokJin identificó como la mujer que le gritó, todo esto aún escondido atrás de NamJoon.

- Según los horarios cierran a las cinco, y que suerte- volvió a checar su reloj de muñeca-, faltan cinco minutos. Aún estamos dentro del horario ¿no?

- Si, pero-

- Sería una lástima que tengamos que poner una mala reseña de este lugar. Según mi experiencia, esta marca vive más de los comentarios que de sus propias ventas.

La señorita de la tienda carraspeo un poco antes de querer seguir hablando cuando fue interrumpida,pero por una segunda vez volvía ser interrumpida por el gerente de la tienda...

- ¿Puedo ayudarlo en algo? – interrumpió el hombre algo confundido.

- ¿Usted es el gerente?

- Así es, ¿ qué ocurre?

NamJoon apretó su quijada y a pasos largos se acercó al hombre para encararlo mejor, con esa mirada que decía " voy a sacudir esa linda corbata qué adorna tu lindo cuello hasta el techo de tu linda tienda"

Y dijo:

- Ocurre que las maletas de mi prometido se perdieron en el jodido aeropuerto, y le dí una tarjeta que tiene millones de dólares para que comprara lo necesario.

-¿Qué...?- murmuró SeokJin, confundido y asustado por la actitud del señor Kim.

- ¿Y qué es lo que recibe? Burlas y desprecios por la ropa con la que viste. Le dijeron que parecía una jodida prostituta por llevar ropa de noche. ¿Acaso usted, gerentucho, no sale a fiestas de noche? ¿Acaso sus trabajadoras no salen a antros de noche saliendo de trabajar? Deben ser unas santas para tratar de esa manera al amado prometido del jefe Kim NamJoon.

Todos en el lugar, incluyendo a SeokJin, abrieron la boca totalmente sorprendidos por lo que escuchaban.

Bueno, SeokJin pensó que el plan de prometido empezaba desde ese momento. Y también ¿Kim NamJoon era su nombre?




Vivió cierto hombre en Rusia hace mucho tiempo. Era grande y fuerte, en sus ojos un resplandor llameante.

Rasputin - Boney M.

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