Capítulo 11. Final.
JungKook no cabía en sí de la felicidad. Aquel día había comenzado como cualquier otro, sin anticipar que el destino le tenía preparada una sorpresa inolvidable. Todo lo que quería era apoyar a su JiMin en un partido tan importante, pero terminó convirtiéndose en su novio de la forma más especial que se pudo imaginar.
Ellos ya actuaban como pareja, solo hacía falta el título, que pensándolo bien a veces ni era necesario porque era suficiente con que ambos se querían mutuamente.
Pero cuando JiMin tomó la iniciativa y le dio un título a lo que eran, algo dentro de él se iluminó aún más. Aunque no lo necesitaban para saber lo que sentían, escuchar a JiMin llamarlo "su novio" lo llenó de una felicidad que no podía contener. Era un pequeño detalle, pero uno que hacía todo aún más especial, como si sus corazones finalmente hubieran encontrado un hogar en esa simple palabra.
Cada beso que JiMin depositaba con suavidad en su rostro era un latido más fuerte en el pecho, sin poder dejar de sonreír. La calidez del momento lo envolvían por completo mientras apretaba los brazos alrededor de JiMin, sin preocuparse en lo más mínimo de que aún estaban en medio del campo, a plena vista de todos.
El instante, que parecía sacado de un sueño, fue interrumpido por una voz familiar.
—¡Pero miren a los tortolitos! —NamJoon se acercó de repente a ellos con una amplia sonrisa y los atrapó a cada uno debajo de su brazo en un contacto amistoso, ocasionando que JiMin y él se separaran entre risas—. Por favor, díganme que ya se hicieron novios.
JiMin y JungKook se miraron entre risas, y la complicidad en sus ojos confirmó lo que las palabras no necesitaban explicar.
—Ooooh, por supuesto que ya son novios.
Nam les dio una suave palmadita a cada uno en el hombro, luciendo tan feliz por ellos y JungKook sintió una calidez reconfortante en su corazón por ver que su amigo más cercano aprobaba su relación.
Su tono estaba cargado de satisfacción, como si hubiera estado esperando ese momento desde siempre.
—Sabía que terminarían juntos. —continuó NamJoon, cruzándose de brazos con un aire triunfal luego de haberlos soltado a los dos—. Encajan demasiado bien. Era solo cuestión de tiempo para que se dieran cuenta.
Las palabras de NamJoon hicieron que ambos rieran, un poco avergonzados pero profundamente felices. Tomó la mano de JiMin con firmeza, como queriendo reafirmar lo que ya era evidente para todos: estaban exactamente donde debían estar, juntos.
Al poco rato, los organizadores comenzaron a llamar a los jugadores para la ceremonia de premiación. Los nombres resonaban en los altavoces, y la emoción en el aire era palpable. JiMin fue el primero en ser llamado al ser el capitán, y al escuchar su nombre, JungKook no pudo evitar levantarse de su asiento en las gradas, aplaudiendo con entusiasmo y gritando a todo pulmón:
—¡JiMin-shii, eres el mejor!
Mientras observaba a su novio recibir su medalla y levantar el trofeo junto a su equipo, una ola de orgullo lo inundó. La sonrisa radiante de JiMin, su rostro iluminado por el logro, lo hacía sentir como si la victoria también fuera suya.
Hoseok, sentado a su lado, no pudo contener la risa mientras veía la efusividad de su amigo.
—Parecen de esas parejas clichés de las películas, ¿sabes? —dijo, con tono burlón, dándole un leve codazo.
JungKook se encogió de hombros, sin dejar de aplaudir ni de sonreír.
—¿Y qué si lo somos? —respondió riéndose, sin molestarse en disimular el brillo en sus ojos.
Porque, al final, a él no le importaba ser un cliché. Es más, le gustaba.
Conocer a JiMin se sintió como si el universo hubiera conspirado para que sus caminos se cruzaran. JungKook aún podía recordar vívidamente aquel primer encuentro en la biblioteca, cuando un simple descuido desencadenó algo que cambiaría su vida. Aunque ya había escuchado de JiMin por NamJoon, que a menudo mencionaba al carismático capitán del equipo de rugby en sus conversaciones, nunca se había imaginado hablando directamente con él.
Desde entonces, comenzaron a cruzarse más seguido, y esas pequeñas interacciones se convirtieron en algo más. Hasta el día de hoy, JungKook agradece enormemente haber olvidado su cartuchera esa mañana. Fue el pequeño accidente que lo llevó a encontrar a alguien que, sin saberlo, estaba destinado a convertirse en alguien esencial en su vida.
Después de la ceremonia de premiación, el campo se fue vaciando lentamente mientras los jugadores celebraban y las familias se reunían para felicitar a sus seres queridos. JungKook descendió de las gradas y caminó hacia el lugar donde sabía que encontraría a JiMin, aún rodeado por algunos compañeros de equipo y amistades.
Cuando el mayor lo vio acercarse, una sonrisa enorme se formó en su rostro, como si el cansancio de la competencia se desvaneciera por completo al verlo. JungKook llegó hasta él, y sin importar la cantidad de personas a su alrededor, lo abrazó fuerte, sosteniendo su rostro entre las manos y mirándolo con admiración.
—Estuviste increíble, campeón. —murmuró mordiendo su labio inferior mientras lo veía por debajo de sus pestañas, sus grandes ojos brillando con sinceridad.
JiMin sonrió y apoyó su frente contra la suya por un momento, respirando hondo, como si quisiera guardar ese instante para siempre. Sin embargo, su momento fue interrumpido por un carraspeo leve detrás de ellos.
—Vaya, vaya. Parece que hemos llegado justo a tiempo. —dijo una voz femenina, llena de una calidez que al parecer JiMin reconoció al instante porque se tensó ligeramente. Al girarse, se encontró con los que al parecer eran sus padres, quienes los observaban con expresiones mixtas de sorpresa y curiosidad.
La madre de JiMin, elegante y sonriente, lo miró con una mezcla de cariño y un toque de curiosidad. El padre, aunque un poco más serio, parecía evaluar la situación con un gesto pensativo, pero sin rastro de desaprobación evidente. Lo que lo tranquilizó un poco, no estaba listo para conocer a los padres de su novio el mismo día que oficializaron su relación.
JiMin soltó el aire con una risa nerviosa y se giró para enfrentarlos, sin soltar la mano de JungKook.
—Mamá, papá. —comenzó JiMin, su voz temblando levemente—. Este es JungKook, mi novio.
Su corazón brincó al escuchar la forma en que lo presentó frente a sus progenitores, era demasiado para asimilar en una misma noche pero al mismo tiempo se sentía feliz por saber que JiMin no tenía miedo de mostrar la naturaleza de su relación.
La señora Park fue la primera en dar un paso al frente, extendiendo la mano con amabilidad.
—Así que tú eres JungKook. —dijo ella con una sonrisa suave, pero segura—. Hemos oído mucho sobre ti.
Aquello lo hizo sonreír por dentro.
JungKook se inclinó ligeramente en señal de respeto antes de estrechar la mano de la madre y luego la del padre.
—Es un honor conocerlos. —respondió con una suave sonrisa, aunque su nerviosismo era evidente.
El padre de JiMin finalmente esbozó una leve sonrisa, asintiendo.
—Bueno, parece que tenemos mucho de qué hablar. —dijo él, mirando primero a JiMin y luego a él—. Pero lo haremos con calma. Felicitaciones, hijo. Lo hiciste muy bien hoy.
JiMin respiró aliviado y sonrió de nuevo, mirando a JungKook con una complicidad que no requería palabras. Para ellos, ese momento era solo el comienzo de un nuevo capítulo que enfrentarían juntos.
—Gracias, papá. —respondió con una sonrisa amplia, recibiendo la palmada en la espalda de su padre. Su risa ligera mostraba lo mucho que valoraba ese gesto.
Antes de que pudiera decir algo más, su madre se adelantó, con los ojos brillando de emoción.
—Pero qué novio tan bonito te conseguiste, JiMinie. —exclamó, abrazándolo con fuerza mientras dejaba escapar un chillido entusiasta—. Estoy tan orgullosa de ti.
La escena hizo que JiMin riera entre nervioso y divertido, mientras JungKook, a su lado, sentía cómo sus mejillas se encendían en un rojo intenso. La espontaneidad de su suegra lo tomó completamente por sorpresa, y por un momento no supo cómo reaccionar.
—Yo... eh... gracias, señora... —balbuceó, mirando al otro en busca de ayuda.
JiMin no pudo evitar reír más fuerte al ver lo abrumado que estaba, recibiendo una mirada de ceño fruncido por parte suya en reproche.
—Mamá, no lo pongas tan nervioso. —dijo JiMin, tomando la mano de JungKook con firmeza, como para recordarle que estaba ahí con él—. Aunque tiene razón, JungKook es el mejor. El chico más bonito que he conocido.
—¡JiMin! —gritó, sonrojándose aún más, pero a los segundos no pudo ocultar su sonrisa tímida.
JiMin, divertido por la reacción de su novio, soltó una risa ligera y llena de picardía.
—¿Qué? Solo dije la verdad. —respondió con naturalidad, encogiéndose de hombros como si no fuera gran cosa.
Antes de que pudiera replicar, JiMin lo envolvió en sus brazos, sosteniéndolo con firmeza pero con una ternura que solo él podía transmitir. Sus manos se deslizaron suavemente por la espalda de JungKook en un gesto tranquilizador y cariñoso.
JungKook, aún avergonzado por el momento, simplemente se dejó llevar. La calidez del abrazo y las caricias del contrario hicieron que sus nervios se calmaran poco a poco. Cerró los ojos por un momento, apoyando la frente contra el hombro de JiMin, dejando escapar un suspiro resignado pero feliz.
—Eres imposible. —murmuró, aunque la sonrisa que aún tenía en el rostro delataba que, en realidad, le encantaba que JiMin fuera así.
(...)
Sus labios permanecieron unidos, devorándose mutuamente con una intensidad que solo podía explicarse por el deseo acumulado. Tropezaron ligeramente mientras atravesaban la puerta del cuarto de JiMin, sus cuerpos enredados en un abrazo febril. Las manos de ambos se aventuraban a explorar, deslizándose por la piel y la ropa del otro, buscando descubrir y sentir más.
Están aprovechando la oportunidad perfecta: los padres de JiMin habían salido a una cena tras el partido, dejando la casa vacía. Era raro que tuvieran un momento así, solo para ellos, sin interrupciones ni la necesidad de contenerse.
JiMin se encargó de cerrar la puerta con un golpe apresurado, sin apartarse ni un segundo de él. Las risas entrecortadas por los besos llenaban el cuarto, junto con el sonido de sus respiraciones agitadas.
—Deberíamos celebrar que ganaste hoy, Jim. —susurró contra los labios del mayor, su voz baja y cálida mientras sus dedos trazaban líneas suaves en su mandíbula. Sus ojos brillaban con una mezcla de admiración y amor, capturando la atención del otro por completo.
JiMin rió suavemente, con una felicidad que se reflejaba en cada movimiento. Sus manos, firmes pero cariñosas, se apretaron en la espalda baja de JungKook, atrayéndolo aún más cerca.
—Y que también me dejaste ser tu novio, cariño. —añadió esta vez Park con una sonrisa, su tono lleno de ternura.
Una risa baja se escapa de su pecho por lo bien que ese apodo sonaba viniendo de él, y apoya su frente contra la de JiMin mientras sus dedos jugueteaban con los mechones de cabello en su nuca.
—Es que me tienes completamente enamorado, ¿qué puedo decir? —admitió con honestidad, dejando un beso ligero en la comisura de sus labios. No tenía nada para esconder cuando ambos se habían sincerado—. Aunque creo que soy yo quien debería agradecerte.
JiMin lo miró con ese brillo especial en los ojos que hacía que el corazón de JungKook latiera con más fuerza.
—Entonces, celebremos juntos, a nuestra manera.
Volvió a besarlo profundamente, dejando claro que aquella noche era solo de ellos.
Un pequeño sonido salió de su boca cuando fue empujado suavemente hacia la cama, haciéndolo caer con cuidado entre las suaves sábanas. JiMin lo siguió de inmediato, colocándose sobre él con una expresión que mezclaba ternura y diversión, como si estuviera disfrutando del momento tanto como él.
—¿Cómodo? —preguntó el mayor en un tono juguetón, apoyando sus manos a cada lado del rostro de JungKook mientras lo miraba fijamente.
—Mucho. —subió sus brazos para rodear el cuello ajeno con una sonrisa tímida, sus mejillas aún ligeramente sonrojadas.
JiMin se inclinó despacio, dejando un beso suave en su mejilla izquierda, luego otro en la derecha. Cada caricia de sus labios era un recordatorio de lo mucho que lo quería. JungKook cerró los ojos, disfrutando del calor que cada beso dejaba en su piel.
Los labios de JiMin se movieron con delicadeza hacia su frente, luego bajaron hasta su nariz, y finalmente regresaron a sus labios, donde depositó un beso corto, lleno de cariño. No podía explicar con palabras suficientes lo que estaba sintiendo en este momento, ser amado por él de esta manera, tan sincera y desbordante, era como descubrir el cielo en la tierra. Cada gesto, cada caricia, y cada mirada lo envolvían en una calidez que nunca había experimentado antes.
JiMin lo trataba con un cuidado que lo hacía sentir especial, como si fuera lo más valioso del mundo. Sus labios seguían trazando un camino de besos suaves sobre su piel, cada uno cargado de adoración. JungKook sintió cómo su corazón parecía encogerse con cada gesto, al borde de estallar de tanto amor acumulado.
—Eres tan bonito... —el aliento cálido chocó contra la piel del menor antes de deslizarse hacia su cuello.
JungKook tembló levemente bajo el toque de JiMin, sintiendo cómo sus labios rozaban su cuello con besos ligeros, como si estuviera pintando un mapa invisible sobre su piel. Cada beso era pausado, lleno de cuidado, como si JiMin quisiera memorizar cada parte de él.
—JiMinie...
—Solo quiero adorarte esta noche, Koo. —susurró, acariciando su cabello con una de sus manos mientras continuaba dejando pequeños besos sobre su clavícula—. ¿Está bien para ti? ¿Me lo permites?
—Más que bien, siempre y cuando seas tú. —aceptó JungKook en voz baja, con un nudo en la garganta que le costaba deshacer. Una sonrisa tímida se dibujó en sus labios mientras llevaba una mano al rostro de JiMin, acariciando su mejilla con ternura.
Pronto las prendas fueron quitadas de su cuerpo con cuidado, quedando solo con su ropa interior. JiMin le dio una última mirada antes de volver a inclinarse sobre su pecho, pasando sus labios gruesos por su piel que empezaba a ponerse sensible y caliente por los besos mariposas que el contrario dejaba allí.
JungKook mordió su labio inferior, intentando acallar los sonidos que querían escapar de su garganta, pero era inútil. Su cuerpo reaccionaba con tanta intensidad a cada caricia de JiMin que todo control parecía escapársele. Cuando sintió la calidez de la lengua de JiMin rodear su pezón, su espalda se arqueó ligeramente, y su cabeza cayó hacia atrás sobre la almohada, dejando que el placer lo consumiera por completo.
—JiMin... —jadeó en un tono entre suplicante y entregado, su voz apenas un susurro mientras sus manos se aferraban a las sábanas.
JiMin levantó la vista por un momento, con una sonrisa satisfecha dibujada en sus labios, observando cómo se entregaba por completo a sus atenciones. Su mirada era suave, llena de ternura, pero también con una chispa de deseo que no podía ocultar.
—Eres tan hermoso cuando te dejas llevar, Koo. —susurró, dejando un rastro de besos desde su pecho hasta su cuello, tomándose su tiempo para disfrutar cada reacción del menor.
Su respiración tropezó por un instante y respiró hondo, intentando calmar el temblor en su pecho. La cercanía de JiMin lo envolvía por completo, y aunque se sentía completamente seguro entre sus brazos, también había algo en su interior que lo hacía sentirse tan vulnerable. Mientras el contrario trazaba pequeños círculos en su cintura con sus dedos, finalmente reunió el valor para hablar.
—JiMin... —su voz temblando apenas un poco mientras sus ojos se encontraban con los del mayor—. Tengo que decirte algo.
JiMin se detuvo al instante, su atención completamente centrada en él. Sus dedos se detuvieron, pero su expresión seguía siendo cálida y comprensiva.
—¿Qué pasa, cariño? —preguntó, acariciando suavemente su mejilla con el dorso de su mano.
JungKook apartó la mirada por un momento, sintiendo sus mejillas arder.
—Esto... esta es mi primera vez —confesó finalmente, sus palabras apenas un susurro. Alzó la vista tímidamente para observar la reacción de JiMin—. Nunca he estado con alguien así antes.
JiMin parpadeó, sorprendido por la repentina honestidad en la confesión, pero pronto una suave sonrisa apareció en sus labios. Se inclinó y dejó un beso tranquilizador en su frente.
—Está bien, Koo. Gracias por decírmelo. —su tono estaba lleno de cariño—. Quiero que sepas que no hay prisa, ¿de acuerdo? Solo quiero que te sientas cómodo.
JungKook asintió, su pecho relajándose un poco al escuchar esas palabras. Sentía que en cualquier momento las lágrimas aparecerían porque aún no podía procesar lo increíble que era JiMin, realmente estaba tan agradecido de que apareciera en su vida.
—¿Y tú? —preguntó en un susurro, la curiosidad asomándose en su voz—. ¿Es tu primera vez?
JiMin sonrió, un rubor ligero apareciendo en sus mejillas mientras asentía.
—Sí... al menos con un chico. —admitió, riendo suavemente para aliviar un poco la tensión—. Nunca pensé que me sentiría tan natural con alguien, pero contigo... simplemente se siente bien.
JungKook sintió una ola de calidez en su pecho al escuchar esas palabras. Sus manos subieron para entrelazarse detrás del cuello de JiMin, atrayéndolo más cerca.
—Entonces... aprenderemos juntos, ¿no? —murmuró, dejando un beso suave en los labios de JiMin.
El mencionado sonrió contra sus labios, acariciando su cabello con afecto antes de responder.
—Sí, juntos. —rozó sus narices juntas en un beso esquimal—. Y si en algún momento necesitas detenerte, solo dímelo, ¿de acuerdo? Lo más importante para mí es que te sientas cómodo y seguro.
JungKook asintió sin poder disimular la gran sonrisa que cubrió sus facciones, el brillo y adoración reflejado en sus ojos solo aumentó, con su corazón latiendo con fuerza pero lleno de confianza. En ese momento, supo que no podría haber elegido a una mejor persona para compartir algo tan especial.
Lo demás pasó como flashes de recuerdos vividos, JiMin tocó y besó partes de su cuerpo que nadie nunca había descubierto, elevándolo cada vez más en esa nube de placer que empezaba a amar gracias a él. JungKook no se quedó atrás en tocarlo también, trazando con sus manos delicadamente la piel mientras recibía una mirada intensa por parte de JiMin, para luego ahogarlo en un peso que le robó todo el aliento.
JiMin se detuvo por un momento, su respiración pesada mientras sus dedos seguían acariciando suavemente su cintura.
—Koo... —su voz fue suave, casi un susurro mientras llevaba una mano al rostro del menor, acariciando su mejilla—. ¿Está bien para ti si... yo tomo el control?
JungKook, que había estado observándolo con ojos brillantes, sintió un leve rubor subir por sus mejillas. La pregunta lo tomó desprevenido, pero al mismo tiempo hizo que su corazón latiera más rápido. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa nerviosa mientras asentía.
—Sí, está bien para mí, JiMin... —admitió, desviando la mirada por un segundo antes de volver a encontrarse con sus ojos—. La verdad... siempre me imaginé que sería así.
La confesión salió en voz baja, pero lo suficientemente clara como para que JiMin la escuchara. Los ojos del mayor se abrieron ligeramente, y una sonrisa cálida se formó en sus labios.
—¿De verdad? —inquirió con un tono suave, inclinándose un poco más cerca para mirarlo atentamente.
Él asintió tímidamente, llevando una mano a su cabello para despejarlo de su rostro mientras hablaba.
—No sé... creo que siempre supe que quería ser yo quien confiara en alguien así, dejarme cuidar, dejar que alguien como tú... me guiara. —mordió su labio inferior, sintiéndose aborchonado por estar diciendo esto pero la forma en que los ojos de JiMin se suavizaron con cariño disminuyó esa presión en su pecho.
—Entonces está bien. —inclinándose, deja un beso en sus labios.
El resto se fue dando despacio, la ropa interior desapareció en algún lugar del suelo y los dedos de JiMin rodearon su longitud húmeda y dura, mientras se encargaba de lamer su cuello hasta que seguramente quedaría una marca ahí al día siguiente. Cuando creyó que tendría su primer orgasmo de la noche, el mayor se detuvo y sus quejas fueron calladas cuando sacó una botella de lubricante del cajón al lado de la cama.
JiMin puso una almohada debajo de sus caderas, quedando con el trasero un poco elevado y la caricia que dejó en su muslo para suficiente para relajarlo de lo que vendría. Primero experimentó con presionar un dedo lleno de lubricante alrededor de su entrada hasta que logró meterlo, arrancándole un jadeo vergonzoso. Ardía pero el mayor se inclinó sobre él para besarlo, como una forma de distracción.
Y cuando quiso darse cuenta ya tenía tres dedos en su interior, abriéndolo y acariciando sus paredes internas de una forma que nunca había experimentado por sí mismo antes.
Duraron en esos unos minutos hasta que JungKook bajó su mano para agarra la muñeca del contrario y detenerlo.
—Si sigues así voy a correrme solo con tener tus dedos adentro de mí. —jadeó, abriendo los ojos nublados de placer para fijarlos en JiMin, quien ladeó una esquina de su boca.
—¿Y quieres hacerlo con algo más dentro, Kookie?
Tragó saliva, con el calor subiendo por su cuello y mejillas mientras asentía.
—Por favor...
JiMin sacó los dedos dejándolo con una sensación de vacío que sabía pronto se volvería a llenar, miró con atención como el mayor rompía el plástico del preservativo y lo colocaba sobre su largo miembro, todo eso mientras él no despegaba su mirada sobre el menor y mordía su labio inferior. Nunca se acostumbraría a lo grande que era, a pesar de que hubiera estado en su mano hace un rato.
Sus ojos no rompieron el contacto visual ni siquiera cuando sintió el grosor de la polla de JiMin haciéndose paso en su interior, el dolor inicial hizo que sus ojos se humedecieran pero en vez de alejarlo, lo único que hizo fue sostenerse de la espalda contrario y acercarlo más a su cuerpo.
—Cuando sea demasiado, solo dímelo. —JiMin dictó entre dientes, el aliento chocando contra su oreja, haciéndolo estremecer.
—Solo entra más, JiMinie. —enterró los falanges en los mechones rubios.
Él le dio unos largos segundos para acostumbrarse hasta que se empujó completamente. Cerró los ojos con fuerza, rodeando con sus piernas la cintura de JiMin. Un sonido involuntario escapó de sus labios ante el ligero estímulo que eso género, su mente no podía dejar de pensar en que estaba dando este paso con JiMin y no se arrepentía en absoluto. Instintivamente comenzó a moverse, buscando profundizar aún más ese contacto.
JungKook gimió contento cuando el otro empezó a moverse agarrando más ritmo cada segundo, sus manos agarrándose de los hombros ajenos. El grosor de la polla de JiMin arrastrándose por su interior era alucinante, su cabeza no podía pensar en nada más que lo bien que se sentía ser follado por él. Para ser la primera vez lo estaba haciendo de una manera increíble.
—Muévete, hyungie.
Los ojos húmedos del menor se abrieron de par en par en el momento que JiMin agarró su cintura con firmeza como soporte para las embestidas que arrancaron lentas y suaves, todo para que su cuerpo se encontrara amando cada roce. Cubrió su boca para tratar de amortiguar los gemidos altos, pero JiMin quitó su mano y la llevó a sus labios, depositando un beso en la zona.
—No hagas eso... quiero escucharte disfrutar de esto. —y él realmente no necesitó de más permiso porque se permitió ser vocal al respecto, gimiendo contra la boca de JiMin. El mayor también gemía con la respiración agitada y sus pómulos sonrojados.
Las embestidas empezaron a ser más fuertes, más desesperadas y JungKook bajó sus caderas en busca de más contacto, el dolor del estiramiento había quedado en el olvido para este punto y solo quería que JiMin siguiera follandolo de aquella forma.
—¡M-más fuerte, sí, ahí! —se deshizo en sollozos cuando su próstata fue encontrada y JiMin al notar eso solo curvó sus labios hacia un lado con el deseo parpadeando en sus iris dilatadas, tomando sus muslos con fuerzas para extenderlo mucho más y empezar a empujar en su punto sensible.
—Que buen chico eres... recibiéndome tan bien. —su cuerpo tembló entero por esas palabras, una sensación cálida asentándose en su pecho y cuando quiso darse cuenta un gemido de felicidad salió de él. Sin poder controlar el estadillo de emociones, tomó el rostro de JiMin y lo acercó para besarlo metiendo la lengua adentro.
El beso convirtiéndose en algo desastroso porque debido a los jadeos no podían besarse de la mejor manera, la saliva escurriendo por sus mentores.
—Mierda, Koo... eres increíble, te sientes tan bien. —gimió JiMin sin detenerse en golpear su culo.
—Tú eres increíble, Hyung. —se lo devolvió, juntando sus frentes.
Ambos se rindieron en las fauces del orgasmo, y JungKook en lo profundo de su mente deseó que se hubiera corrido en su interior pero tal vez sería para una próxima vez en el futuro. De repente, el tiempo se detuvo y solo se mantuvieron respirando agitadamente en el rostro del otro con sus ojos cerrados, todavía pegados sin importarles el sudor y manchas de semen en medio.
Notó la intención de JiMin de salir de él pero lo detuvo apretando el agarre de sus piernas en su cintura. El mayor lo miró con duda, la pregunta implícita en sus expresiones.
—Solo... solo quédate un rato más, por favor. —dijo con timidez, mirándolo con aún lágrimas en sus ojos que JiMin se encargó de limpiar suavemente antes de inclinarse y besar cada párpado.
—Como quieras, cariño.
JungKook se quedó en silencio, sus brazos rodeando con fuerza los hombros de JiMin, como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento. El calor de su cuerpo contra el suyo era reconfortante.
—Te quiero mucho, JiMin. —admitió, sintiéndose bien poder ser libre de expresar sus sentimientos.
La risa suave de JiMin vibró contra su cuello, provocándole un escalofrío cálido.
—Te quiero mucho más, mi chico bonito. —el contrario salió de su cuello, observándolo atentamente como si quisiera memorizar cada aspecto de él y bajó para besarlo. No importaba cuántos besos hubieran compartido ya esa noche, cada uno sentía como si fuera la primera vez, igual de especial e inolvidable.
El beso fue lento, lleno de una calidez que parecía envolverlos por completo, su corazón se llenaba aún más. Cada roce de sus labios era una promesa silenciosa, una reafirmación de lo que estaban construyendo juntos.
Cuando se separaron, sus frentes quedaron pegadas, y JiMin sonrió con esa expresión dulce que tanto le encantaba.
—Nunca me cansaré de besarte, Koo. Cada vez siento que me enamoro más de ti. —susurró, acariciando con suavidad la mejilla de JungKook.
El menor rió suavemente, sintiendo cómo el rubor se apoderaba de sus mejillas otra vez.
—Eres demasiado romántico, ¿sabes? —bromeó, aunque su tono dejaba claro que adoraba cada palabra.
—¿Y eso es malo? —JiMin arqueó una ceja juguetonamente.
—Para nada. —negó JungKook con una sonrisa tímida—. Me encanta que seas así conmigo.
JiMin se inclinó una vez más, dejando un beso fugaz en la punta de su nariz.
—Pues acostúmbrate, Kookie, porque planeo seguir haciéndolo por mucho, mucho tiempo.
El corazón de JungKook latía desbocado, y todo lo que pudo hacer fue abrazarlo con fuerza, como si quisiera fundirse con él en ese momento perfecto que parecía sacado de un sueño.
Un sueño que se alegraba de vivir con su JiMin.
finalmente le damos fin a esta bonita historia de amor después de tanto, gracias por el apoyo que le dieron a la historia los tqm, espero hayan disfrutado cada capítulo asi como disfruté escribirlos<3
feliz navidad atrasada 😽💗
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