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Locura



En cuanto entregó los papeles a Steve, Thor buscó inmediatamente la salida, sacó su teléfono y vio el mensaje de Loki, llamó y esperó pacientemente a que el otro contestara.

Habían pasado solamente veinte minutos en la cafetería cuando su móvil comenzó a sonar.

—Vaya, sí que fuiste rápido esta vez— Respondió el azabache.

—Si te digo que será rápido es porque lo será —Escuchó decir a Thor.

—No es cierto, dices eso, pero siempre tardamos horas en terminar...— Loki escuchó la carcajada de su hermano adoptivo al otro lado de línea que entendió su broma, se permitió deleitarse con ella, le gustaba la risa de Thor, su cabello, su cuerpo... Amaba todo de Thor. —Espera ya voy por ti.

— ¿Estás en la cafetería?

—Sí.

—Déjalo, ya voy yo hasta ahí. —Colgó.

No le tomó ni cinco minutos llegar hasta el pequeño local ubicado a la orilla de la calle, le pareció gracioso ver su costoso auto aparcado en el lugar pues si se detenía a pensarlo desencajaba con toda la fachada.

Loki estaba sentado en la mesa más apartada y sólo tenía una taza de café con él. Llegó hasta la mesa y a modo de saludo le dio un beso en la sien. Este ni se inmutó.

— ¿Cómo estuvo el evento? — preguntó para distraerse un poco, pues, aunque no lo pareciera ese simple gesto se le antojó de lo más tierno y le descolocaba.

—Supongo que bien, pero pasó algo que me dejó intrigado.

En ese momento un mesero se les acercó con un menú en mano para tomar la orden.

— Un café negro y unas pop-tarts— pidió el rubio sin siquiera ver el menú, el pobre mesero no sabía cómo explicarle a ese hombre de casi dos metros de altura y que se le notaba muy adinerado que no tenían pop-tarts en el menú.

—Olvide eso, traiga una magdalena con pasas. —Se apresuró Loki a cambiar la orden y el mesero lo agradeció. Pero lo que más quería era que Thor continuara. — ¿Decías? —

— Conocí a un tal Tony Stark — Loki alzó una ceja sin entender dónde estaba la intriga.

— ¿El mismo al que le rento la pieza en mi edificio? —Preguntó, pues adivinando que el chico estuviera con Steve seguramente sería el mismo y además, no creía que hubieran muchos con ese nombre por la zona.

— Sí, es él, pero es que su nombre me parece conocido. — El mesero volvió con la orden y Loki se apresuró a tomar la magdalena, conociendo de antemano el desagrado de su hermano a las pasas.

— Sera por lo de Stark Industries. ¿Siguen fastidiando a Steve con eso?

— Sí, pero si antes no le gustaba, créeme que ahora lo detesta y no, no es por eso. Su nombre completo lo he escuchado en otro lugar que no recuerdo ahora.

Loki se quedó en silencio, Thor estaba pensativo y no era muy común verlo así, algo le inquietaba y quería saber lo que era, aunque no dudaba que al descubrirlo Thor se lo diría de inmediato.

°°°

Coulson esperaba siempre con una sonrisa a todos los huéspedes del hotel, abría la puerta para que pasaran y los saludaba con amabilidad, por eso esperaba con buen ánimo a que el señor Rogers y el joven Stark bajaran del conocido auto y entraran al hotel para darles las buenas noches. Sin embargo, al pasar a su lado y saludar, pudo ser testigo de la increíble aura de molestia que los rodeaba, su saludo no fue respondido y casi pudo jurar que vio al joven Stark al borde del llanto. Una mala noche para la joven pareja...

Tony tuvo que hacer uso de todo su autocontrol hasta que estuvieron adentro de la suite, esperó hasta que Steve abriera la puerta y le pasó de largo casi empujándolo en el proceso.

Steve vio cómo Tony caminaba de un lado a otro recogiendo todas sus pertenencias, las juntó en la cama y sacó su pequeña maleta de debajo de está, en silencio comenzó a empacar todo, Steve lo observaba recostado sobre el marco de la puerta de la habitación.

— ¿Hablarás conmigo? —Tony se indignó mucho más con semejante pregunta.

— Escúchame bien, para que te quede claro. No necesito a ningún proxeneta que me consiga clientes, mucho menos uno que probó el producto. —Steve seguía impasible. — En toda mi vida, jamás, nunca, me había sentido tan humillado cómo tú me hiciste sentir hoy— Tony estaba al borde del llanto —He estado con muchos hombres, pero ni siquiera uno me hizo sentir tan inferior... Tan... Sucio, como lo hiciste tú.

—Tony no guardaba ya sus lágrimas y al no recibir ninguna respuesta por parte del otro comenzó de nuevo su tarea de seguir empacando.

— Lo siento.

Escuchó decir del rubio y se giró a verlo.

— ¿Lo sientes? ¿¡Tú lo sientes?! ¡No Steve, lo siento yo, porque tuviste que salir con un prostituto que no tiene clase ni modales! —La histeria se hizo presente porque Tony no podía seguir guardándose toda la rabia que sentía. — ¡Me ofreces a tus amigos como si yo fuera cualquier cosa que puedes usar y luego desechar! ¡Anda y diles cual es mi tarifa, diles lo bien que me follas y diles que pueden buscarme en la misma maldita esquina de donde me sacaste! ¡Yo me largo! — Cerró la maleta justo cuando Steve se acercó a él.

Pensó que le abrazaría y le pediría perdón, que se quedara con él, que no se marchara. A cambio solo recibió quinientos dólares y las llaves de un auto. Tony no hizo siquiera ademán de tomar el dinero y Steve lo dejó sobre el colchón. Con eso se fue.

Tony se quedó viendo el dinero con indignación y desprecio. Lloró sintiéndose estúpido por pensar que era algo especial para Steve. Tenía que volver a la realidad, aunque no lo deseara.

No se despidió y salió de la suite con todo el orgullo del que fue capaz. Steve fue a buscarlo de nuevo a la habitación, pero solo encontró el dinero y las llaves del auto justo en la posición en la que los dejo.

Esperando que llegara el ascensor vio cómo Steve se acercaba de nuevo a él con una bolsita de papel en la mano, era uno de los comprados que Tony había olvidado tomar. Perfecto, llegaba solo para darle algo que olvidó.

— No me avergüenzo de ti. Si dije a lo que te dedicabas es porque no me molesta estar contigo por eso, solo me interesas por quien eres. Quédate, sólo será un día más. — Con cuidado se acercó hasta posar una de sus manos sobre la cintura de Tony y con la otra limpió las lágrimas que seguían deslizándose por sus mejillas.

Dolía sentirse así. Enamorado y perdido por Steve. Dolía tanto porque a pesar que su orgullo lastimado le gritaba que se largara de una vez por todas, su corazón esperanzado le rogaba por que se quedara, solo por esas simples palabras...

Asintió y se lanzó a los brazos de Steve rodeándolo por el cuello y parándose de puntitas para poder alcanzarlo. Steve los sostuvo por la cintura y lo apretó contra su cuerpo. El vacío en el pecho de ambos se llenó de una cálida sensación.

El ascensorista estaba a punto de saludar, pero en cuanto vio la escena digna de fotografía con esos dos unidos en un firme y cariñoso abrazo prefirió presionar el botón de bajada, dejándolos solos.

Tony caminó de regreso a la habitación, Steve recogió las maletas y lo siguió.

Las caricias no se hicieron esperar. Steve besó con tal devoción el cuerpo de Tony, que éste se sintió totalmente correspondido a todo lo que sentía. Sus cuerpos se unieron una vez más en uno solo.

Esa noche hicieron el amor hasta que sus cuerpos quedaron agotados tendidos sobre la cama y aun así no dejaron de abrazarse. Steve se preguntó cuándo dejó de llamarle a ese acto solamente sexo.

Esperó hasta que Tony quedó profundamente dormido, se levantó de la cama, se vistió con un sencillo pantalón de algodón y una bata de seda.

Bajó al comedor del hotel, a esa hora ya estaba completamente vacío de comensales, solo quedaban los chicos de la limpieza y ahí en medio del salón un piano.

— ¿Me permiten tocarles una melodía?

Los chicos de la limpieza sonrieron por la amabilidad en las palabras del rubio y asintieron a la vez.

°°°

Él es Anthony Edward Stark.

Ese nombre le resonaba en su memoria, intentaba de todas las formas posibles recordar dónde lo había escuchado antes, pero no se enteraba por completo por qué se le volvía tan familiar. Entonces, viendo sobre la mesa de su escritorio una foto familiar, en la cual su madre se veía hermosa cómo siempre y su padre tan altanero, cómo siempre, lo recordó todo a la perfección.

Ese nombre escrito en una carta que su madre tenía en la pequeña mesa que usaba para colocar sus herramientas de tejido y sus libros de lectura. Fue hace tanto tiempo que ya lo había olvidado, era pequeño, recién cumplía los doce años, entre tantas cosas que ocupaban su mente esa carta era la que menos le interesaba.

Encajándolo, todo ahora tenía sentido, su madre no debió guardar silencio tanto tiempo, sin embargo no podía reprochar nada, sus razones debió haber tenido ¿Cómo podía ella saber las consecuencias de sus actos?

Thor no logró conciliar el sueño esa noche, tomó su teléfono y marcó un número conocido de sobra para él, pero nadie respondió.

°°°

En el hotel Tony se despertó por el infernal timbre de un celular que no dejaba de sonar, se removió en la cama y buscó con su mano el cuerpo de Steve, no lo encontró a su lado, el móvil por fin dejó de sonar y Tony se levantó para buscar al rubio. No estaba en toda la habitación.

Se cubrió solo con una bata de seda que Steve le había dejado a su disposición, corrió escaleras abajo, porque no había tiempo de tomar el elevador, y muy agitado preguntó en recepción por el señor Rogers.

—Si me permite, lo llevaré con él.— La voz de Fury lo calmó un poco, asintió y dejó que el hombre del parche lo encaminara a lo que él sabía era el comedor.

Tony lo vio ahí sentado en el banquillo frente al piano, tocando una melodía que desconocía, pero que sonaba hermosa, no se dio cuenta de cuando sus pies lo llevaron hasta el centro del lugar y se quedó de pie junto al piano, apreciando sin decir nada la perfección que Steve era para él, no había nada más que describir. Estaba completamente fascinado por ese hombre, el amor llegó y lo golpeó fuerte cuando se encontró con ese rubio que le hacía olvidar todo lo vacío que se sentía por dentro. En ese restaurante de un hotel de cinco estrellas, rodeado de chicos que se encargan de la limpieza, camareros cansados y las suaves notas del piano rebotando en el aire se dio cuenta que no había otro lugar para él, mas que al lado de Steve.

Deseó sinceramente y de todo corazón que el tiempo se detuviera y lo dejara atrapado para siempre con él, con Steve, pero nada detiene el tiempo y el suyo se estaba agotando, solo estarían juntos unas cuantas horas más.

La canción terminó y Steve se quedó callado observando detenidamente a ese chico frente a él, con esos preciosos ojos y esa sensualidad tan propia, se preguntaba que era eso que sentía al verlo, al tocarlo, al escucharlo. Si no estuviera tan ciego habría sabido al momento que se trataba de amor.

—No te detengas...

Pidió Tony y Steve volvió a posar sus dedos en las teclas del piano. No se enteraron en que momento la habitación quedó vacía solo con ellos y el piano llenando de música cada rincón del lugar.

En ese instante, en ese preciso momento, Tony dejó que por primera vez su corazón pesará mucho más sobre su razón e inclinándose un poco tomó el rostro de Steve entre sus manos, lo observó por dos eternos segundos y despacio acercó sus labios hasta juntarlos con los ajenos. Un fino contacto que los hizo estremecer de pies a cabeza. Tan suave, dulce y maravilloso. No era un beso pasional, mucho menos uno erótico, era un beso de esos que deja sin aliento por la extraña sensación de sentirse completos, ese que se siente como si fuera el primero de toda la vida, aunque no lo sea. Era un beso cargado de amor. Una verdadera lástima que solo uno de los dos supiera exactamente el significado.

La melodía se detuvo y Tony sintió como su espalda se acomodaba sobre la pieza de madera de la cubierta del piano de cola. Sus labios no se separaron ni un Segundo hasta que ambos necesitaron aire. No hubo nada más que decir.

Steve soltó la bata que Tony llevaba y ahí frente a él quedó al desnudo, no solo su cuerpo, sino también todos sus sentimientos transmitidos en ese beso.

Pronto fueron unos sonidos muy distintos a los del piano los que llenaron por completo el lugar.

¿Romántico? Tal vez.

¿Inadecuado? Totalmente. Pero, que más daba. Ellos eran totalmente felices en esa locura.

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