—Un día de estos me voy a aventar de un puente— Lux acarició los cabellos de Freen.

—Yo solo quiero saber que pasó ayer en casa de Armstrong— La tailandesa se sonrojó y ocultó su rostro con la almohada. Escucharon que la puerta era golpeada y después como Freen comenzaba a quejarse.

—Dile que no estoy si llega a ser mi mamá— Faye negó— Sí me voy a tirar de un puente, dejaré mi carta de despedida junto a los peluches— La pelinegra le quitó la almohada.

—Tonta, ya solo fue un día y no fue tan malo— Freen se levantó para sentarse, formó un puchero— Becky si está de buenas puede ser muy agradable, puede ser tu amiga...

—Contigo y Faye estoy bien, ella me dijo eso ayer... Ni siquiera puedo hablar correctamente— Lux rio— No te burles, ay ¿por qué soy así? ¿Y por qué Faye ya se tardó?

—Debe ser una de sus citas— Freen frunció el ceño.

—Entonces vete a arreglar, no debe tardar la tuya... ¡Déjenme sola! ¡No los necesito!— Se levantó de la cama para ponerse sus tenis.

—Freen...— Ella salió de la habitación ignorando a su amiga, se dirigió hacia la puerta para salir de la casa. Al abrir la puerta se topó con una castaña y supuso a quien estaba buscando.

—¡Lux! ¡Tu cita está aquí!— La mayor sonrió y la menor bufó mientras salía de la casa.

Decidió ir a la biblioteca, no podía creer que estuviera teniendo crisis existenciales y a sus amigos se les ocurriera llevar a sus citas de cama, las odiaba un poquito por hacerle eso pero bueno ella sabe perfectamente como eran y no podía hacer nada. Llevó su mano hacia la bolsa trasera de su pantalón para tomar su teléfono pero para su muy mala suerte no estaba, lo que le faltaba, si su mamá llamaba más de tres veces ella estaría muerta, quiso llorar cuando notó que el cielo se estaba nublando.

Al llegar a la biblioteca tomó el primer libro que se encontró y comenzó a leerlo, solo así su crisis desapareció por un par de horas. Para cuándo reaccionó había alguien frente a ella, alzó su vista y casi cae de su asiento.

—Llevo esperando una hora a qué notes mi presencia— Freen ladeó su cabeza.

—¿D-disculpa?¿Eres quién?—La chica frente a ella sonrió.

—Me llamó Kath ¿Y tú?— La pelinegra más bajo se sonrojó.

—Freen— Sonrió tímida.

—Bonito nombre ¿Vienes seguido?— Freen asintió.

—Me hora decir podrás.

—Faltan quince para las cuatro ¿Por qué ya debes irte? Déjame decirte que ya está lloviendo— Freen la miró asustada.

—Cielos, mal momento para no haber traído paraguas— La chica frente a ella sonrió aún más.

—Yo si traje, si no te molesta puedo llevarte.

—¿En serio? No es problema— Kath negó.

—De pasó te conozco...

—Bien, permíteme dejar el libro— Se levantó de su asiento para caminar hacia la sección donde estaba el libro y camino con prisa hacia la chica— Listo.

—Bueno pues vámonos, tú me dices por donde— Freen asintió—¿Y qué edad tienes?

—Diecinueve— Murmuró.

—Entonces soy menor, tengo dieciocho, pero como estás chiquita no se nota— Sin querer a la rubia se le escapó una pequeña risa.

—Me gusta decir que ustedes son muy altos y que yo soy tamaño promedio— La menor asintió.

—Bien, y dime ¿Tienes novia?— Freen lo meditó un poco, en sí no tenía.

—No.

—Eso es bueno, ¿Me darías tu número?

—Claro, ¿Anotas tú o yo?— La menor le entrego su teléfono, y Freen comenzó a anotar su número.

Después de eso siguieron platicando intentando conocerse lo más posible y para la sorpresa de Freen estaba hablando correctamente, sin nervios, eso le hizo sentir orgullosa de sí misma. Al llegar a su casa, le agradeció a Kath y ella tuvo el atrevimiento de besar su mejilla haciéndola sonrojarse, abrió la puerta deseando que Faye y Lux no estuvieran ocupadas para contarles lo que había pasado pero en su lugar encontró a su madre y amigas junto a la pelirosa.

—¡¿Dónde estabas?!— La menor miró a Lux.

—Biblioteca— Murmuró— Yo olvidé mi teléfono.

—Sabes cuan preocupada estaba, ni tu novia, ni amigas sabían dónde estabas— Quiso volver a unos minutos atrás junto a la agradable chica que conoció.

—Lo lamento— Musitó, bajó su mirada al suelo.

—¿Y por qué no estás empapada si allá afuera está lloviendo?— Se le escapó una sonrisa—¿Por qué sonríes?

—¿Ah? No por nada, aún es temprano... Tengo tarea— Caminó hacia su habitación, después de todo había tenido un rato agradable.

—Freen, te estoy hablando...

—Yo hablo con ella— Faye y Lux alzaron una ceja por las palabras de la pelirosa.

—Bien— Becky caminó por dónde la menor se había ido, entró en la primera puerta que vio y para su sorpresa la menor no estaba haciendo tarea estaba sonriéndole como idiota a su teléfono.

—Se toca antes de entrar— Murmuró Freen sin mirarla.

—Le dije a tu mamá que iba a hablar contigo pero no lo haré— La menor alzó la vista y después volvió a mirar su teléfono— Sabes esta tontería arruinó mis planes.

—Hubieras mentido— La pelirosa frunció el ceño al ver qué la menor estaba muy sonriente— Por mí mejor, así mi mamá no estaría aquí.

—¿Con quién hablas?— Freen frunció el ceño.

—No tengo por qué decirte, te recuerdo que no somos nada— La mayor asintió.

—Bien me largo— Freen se encogió de hombros restándole importancia a la situación.

—Chicas— La puerta fue abierta— Ya me voy— La menor asintió— No vuelvas a desaparecer.

—No desaparecí, solo fui a la biblioteca.

—De igual forma, Becky también se preocupó— Freen frunció el ceño— Bueno las veo mañana.

—¿Mañana?

—Si mañana, Becky vigílala— La más alta asintió, la mujer salió de la habitación.

—Al menos disimula tu sonrisa— Murmuró la mayor.

—Fuera de mi habitación...

—Sácame— Murmuró mientras una sonrisa burlona aparecía, Freen se levantó de la cama y caminó hacia la mayor— Hasta ayer hablabas revuelto ¿Ya no te pongo nerviosa?

—Fuera— Becky tomó su cintura.

—Tal vez tu mamá no vio pero yo sí ¿Te divertiste con esa chica?— La menor frunció el ceño. La pelirosa se encorvó para quedar a la altura de Freen

—Déjame...— Becky presionó sus labios contra los de la menor y aunque la menor se rehusaba terminó cediendo al beso.

—Freen mi niña— La pelinegra apartó a la mayor— Lo lamento.

—Interrumpes mamá nada— La pelirosa sonrió al lograr su cometido.

—Me voy, las dejo para que sigan— Freen se sonrojó.

—¿Otro beso?

—Habitación de mi fuera...

—Nos vemos mañana— Tomo el rostro de la menor y la besó— Tómalo como regalo— Le guiñó mientras salía de la habitación.

—¡No de nada ti quiero!— Faye se asomó— Tu amiga me cae mal— Se sentó en la cama con los brazos cruzados— Muy mal.

—Te dije que Armstrong no iba a obedecer— Habló Lux sentándose a un lado de la menor.

—Mejor dinos ¿Quién era la chica con la que llegaste?— La mueca de Sarocha cambió a una sonrisa tímida.

—La conocí en la biblioteca y si no hubiese sido por ella, yo hubiera llegado empapada— Lux la abrazó.

—Cosita— Murmuró la castaña sentándose al otro lado de la menor—¿Como fue tu primer beso?

—¡Faye!— Gritaron Freen y Lux.

—Ay perdón, pero necesito saber que tan bruta fue Armstrong— La menor se sonrojó.

—Bueno sí... ¿Entonces Saro?

—Importa a nada ustedes— Tomó uno de sus peluches— Fue nada.

—Lástima que no fue como lo habías deseado y que tu mamá las viera.

—Su primer beso fue ayer en casa de Armstrong— Corrigió la mayor.

—¡¿Como que en la casa de Armstrong?!¡¿Qué demonios hacías allá tú sola?!¡¿Es que acaso no te dijimos los peligros de estar sola en su casa?!— La menor negó—¿Ah, no?... Pues un peligro estar en su casa.

—Bueno, al menos fue solo un beso sin importancia— Murmuró Faye. La pelinegra frunció el ceño viendo a su amiga— Bueno fue el primer beso sin importancia de Saro y no la primera vez de Saro... Escucha eso no se lo des a Armstrong— Lux asintió.

—Y ya no vayas a casa de Becky, por tu bien.

—Y el de tu trasero— La menor volvió a sonrojarse.

—¿Por qué eres así?— Cuestionó Freen.

—Ni idea, pero así me quieres ¿Me quieres verdad?— Freen asintió.

—Vamos a comer, tengo hambre— todas sonrieron.

—Vamos, Faye invita— Lux se levantó de la cama para después sacar a Freen de la casa y no oír a la castaña quejarse.