Capítulo 4
—Este cuarto es muy tú.
Asentí con mis labios en línea recta, sin saber cómo tomar las palabras de Jeongguk. Mis mejillas permanecieron sonrojadas prácticamente desde el instante en que cruzamos la puerta y Jeongguk barrió mi cuarto con la mirada, ni un sólo gesto que leer en él. ¿Sorpresa? ¿asco? No, nada.
Eso no era lo peor.
Minutos después me encontraba acomodando varios objetos en su lugar, mientras que Jeongguk juntaba la ropa que había doblado minutos antes, acomodándola en las repisas de mi closet.
¿Acaso lo hizo para avergonzarme solamente? El bochorno me llegaba en un brote rojizo por todo mi rostro y orejas, también el pecho. ¿Quién entra al cuarto de un conocido con quien ni relación estrecha tiene a ordenarlo?
Él había dicho como si nada: ¿Te ayudo a ordenar?
¿Quién hacía eso? Era muy raro, Jesús, María y José. Lo peor es que yo no deseaba hacerlo pero terminé accediendo avergonzada.
¿Qué se supone que yo dijera? ¿Que no? Me ponía en aprietos con un par de palabras. Mientras él lo hacía con toda la calma del mundo y me hacía un sin fin de preguntas sencillas, como lo que había hecho en la semana; si aún mantenía contacto con mis ex compañeros, las cosas con Jackson y demás.
—¿Y Moon?
Un puchero involuntario quiso formarse en mi rostro pero lo detuve antes de hablar, casi con un nudo en la garganta.
—Murió de viejita... hace unas semanas... ustedes seguían de viaje.
Las palabras se sintieron amargas saliendo de mis labios, Jeongguk terminó su labor con mi ropa y volvió su atención hacia mí.
—Lo lamento, sé que se habían encariñado mucho —sonó tan genuino que sonreí fugaz, pero el dolor que se había propagado en mi pecho tardaría en marcharse.
Moon era la perrita de nuestros vecinos, ella desde pequeña encontró un hueco entre la maleza de los bordes que rodeaban el área de nuestra casa y nos visitaba todos los días. ¿Por qué? No lo sé, sus dueños casi no estaban en casa y supuse que debía ser eso, con el pasar del tiempo todos nos encariñamos con ella y su dueña comenzó a dejarla en nuestra casa. Era yo quién más tiempo pasaba encerrada, por lo que Moon se había convertido en una compañía esencial. Cuando me sentía triste la llenaba de mimos y veía series con ella.
Decidimos no adoptar nuestro propio perrito porque Moon casi era nuestra mascota. Y ahora su ausencia era deprimente, me obligaba a no pensar en eso, pero Jeongguk tuvo que traerlo a colación.
—¿No consideras ahora adoptar una mascota?
Jeongguk tomó asiento en mi cama, con las piernas cruzadas, agarró mi almohada y la dejó sobre su regazo. Observé todo encogida en mí misma ¿Estaba conciente de cómo me sentía a su alrededor cuando actuaba de aquel modo? ¿Acaso lo haría con intención de incomodarme? No quería ser dercortez con él, es sólo que era muy confianzudo, tomar de mi misma taza de café aquella vez siendo tan innecesario, besar mi mejilla repentinamente, ordenar conmigo mi cuarto y ahora esto.
Palmeó frente a él como si nada.
Obedientemente, me senté en del mismo modo frente a él.
Mordisqueé mis labios inquieta. Esto se sentía íntimo, solos en mi cuarto, mi sitio, ¿Esto era lo que él quería? ¿Forzar un ambiente cercano entre nosotros?
—¿Tú...?
Él ladeó su cabeza ligeramente.
—¿Yo...?
Su contacto visual siempre tenía que ser tan penetrante.
—¿Qué... Qué esperas conseguir con todo esto?
Su rostro se tornó en una mueca confusa.
—¿A qué te refieres precisamente?
A todo. Todo lo que haz comenzado a hacer luego de citarme en la cafetería.
¿Era esto un truco para conseguir que aceptara?
Jeongguk se removió en el colchón, aproximándose más. Estaba sentado como lo haría cualquier amiga en una pijamada junto a mí, con su vestimenta pulcra, elegante. Era todo tan extraño, me sentía superada por la situación.
—¿Y bien...?
Junté mis labios.
—Has comenzado a... ¿Actuar distinto conmigo?
Él parpadeó un par de veces, comprendiendo con facilidad el significado de mis palabras.
—Es cierto, no te lo voy a negar —una ola de decepción me recorrió pero me pateé mentalmente, esperé a que continuara —. Pero no sé, es como que encontré la oportunidad para hacerlo. Después de la propuesta... —no supe descifrar el tono con el que lo dijo —. Ahora tengo mejores excusas para acercarme a ti.
No quise detenerme a pensar en el poco sentido que tenían sus palabras, ¿La vida no nos tenía juntos desde ya hace tanto en todos lados? Según yo, excusas hubieron miles antes de esta. Pero decidí creerle, no veía por qué le sería beneficioso mentirme.
—Está bien...
—Sí, pensaba que deberíamos comenzar a salir y conocernos más. Digo, para que haya más confianza y no te sientas cohibida todo el tiempo.
Bufé una risita.
—Siempre lo estoy ¿Crees que el conocernos de toda la vida no habría tenido que disipar la incomodidad hace mucho?
Claro que sí. Debía. Pero nunca fui capaz de deshacerme de aquel peso.
—Pero no lo suficiente, nunca estrechamos en realidad, sólo éramos consientes de la presencia del otro a nuestro alrededor durante años. ¿Nunca sentiste interés en que fuésemos amigos?
Fruncí el ceño.
—Yo... Siempre me consideré tu amiga, amiga lejana pero, amiga al fin y al cabo —musité.
Él hizo una mueca, pensando unos segundos. Jeon Jeongguk estaba tendiendo gestos en el rostro como cualquier otro humano, eso era algo extraño de ver.
—Pues sí.
—¿Tú... me considerabas de alguna manera? —solté las palabras con dificultad, reacia a mirar sus ojos.
Hubo un silencio.
—Eras... La hija de los amigos de mis padres. No consideré que por ello debiéramos ser amigos realmente, pero te tenía estima —respondió luego de minutos.
Junté mis labios y asentí tratando de no hacer evidente la decepción que sentí tan pronto habló. Yo era conciente de ello, vagamente, aún así escucharlo de él fue doloroso y humillante.
Toda mi vida me había desvivido por favorecer a todos aquellos que me rodeaban, con una sonrisa perfecta en el rostro, gentil y dispuesta a ayudar, a él más que nadie ¿Qué no había a notado nunca mi esfuerzo? La necesidad agobiante en mi interior de ser amada por toda persona a mi alrededor me hizo sentir insuficiente nuevamente.
—Está bien...
Jeongguk asintió cuidadosamente. Un tacto suave sobre la palma de mi mano me hizo juntar los labios, a la expectativa. Jeon había comenzado a acariciar cada línea, siguiendo las rutas sobre mi piel. Luego con la yema de su dedo acarició y siguió el camino por las venas azules a lo largo de mi brazo pálido sin un sólo vello, erizando mi piel a su paso.
Mi pulso aceleró cuando sus dedos se toparon la tela de mi ropa, cerca de mi hombro. Jeongguk llevó sus ojos a mi cuello y se detuvo ahí un largo rato, observando mi piel, luego encontró sus ojos con los míos. Mis mejillas estaban sonrojándose sin que yo pudiese hacer algo al respecto.
—¿Has besado alguna vez Jade? —preguntó con voz casual.
Quise esconder mi cabeza en un hoyo bajo tierra en cuanto escuché la pregunta, especialmente mientras la temperatura de mis mejillas se elevaba. Mi mirada cayó sobre mis manos que descansaban en mi regazo, avergonzada de pensar en ello.
La respuesta era sí. Sí había besado alguna que otra vez en mi adolescencia, cuando sentía que entre más arriesgado fuese el acto, más tentada estaba a realizarlo. Había besado a amigos y amigas, un novio y un desconocido de clases de canto el primer día. Nunca tuve certeza de mis habilidades en ese ámbito, yo sólo me medía a todo y andaba despreocupada por la vida. No fueron besos obscenos, tampoco piquitos. Y del último hasta el instante en que Jeongguk lo preguntó, habrían pasado por mucho, tres años.
No sabía qué debería decir. Podría responder con la verdad pero, los años de inexperiencia me harían jugar una mala pasada porque estaba segura de ya ni recordar cómo era correcto dar un beso. Si le decía que no, corría el riesgo también de ser descubierta y acusada por mentirosa, si bien al fin y al cabo Jeongguk conocía mi fama en el colegio que no era mala ni buena, pero en medio de todo ello debió haber un par de besos. Más aún teniendo en cuenta los rumores que abundaron los por los pasillos entre estudiantes e incluso profesores, cuando acepté por mera curiosidad ser novia de una tipa que quería sacarme de la duda. Sólo compartí un beso con ella y quedé convencida de que en realidad esa no era la dirección a donde quería ir, lo que ella entendió porque era una dulce persona, pero las habladurías nunca se fueron.
Fui una persona terrible en aquel entonces y hoy en día me avergüenzo hasta el alma de ello.
—Jade, ¿Me escuchaste?
—Sí —susurré.
—¿Cómo?
—Que sí.
Subí los ojos de golpe y ahí estaba la mirada conocedora de Jeongguk sobre mí y mis mejillas hirvientes. Una sonrisa pequeña se formó en sus labios.
—Lo sé.
Hice una mueca.
—¿Por qué preguntaste entonces?
Me reprendí por la elección de palabras, porque sentí que sonaron groseras y no quería serlo con él o con alguien alguna otra vez.
Él sin embargo, sonrió travieso, como un pequeño niño, luciendo adorable y derritiéndome con ese gesto.
—Bueno, quizá lo formulé mal —suspiró —. La pregunta correcta sería ¿Cuándo fue la última vez que besaste a alguien? —él elevó una de sus cejas.
Mordí mi labio, nerviosa. Él no perdió de vista ese detalle.
—Hace unos tres años. Yo... N-ni siquiera recuerdo bien.
Me abracé a mí misma suavemente, tal vez buscando algún consuelo luego de haber pronunciado esas palabras en voz alta. Jeongguk ladeó la cabeza estudiándome rigorosamente. Estuve expectante los siguientes segundos en los que él parecía considerar opciones en su cabeza.
—¿Y... Qué dirías si yo quisiera besarte?
La pregunta me desestabilizó en todo sentido, encontrándome incapaz de realizar que él estaba frente a mí, diciendo esas palabras, preguntando algo así. ¿Jeon Jungkook? Jeon Jungkook, el chico perfecto, indolente, aromántico y quién sabe si asexual, había arrojado esa pregunta sobre mí y ahora esperaba una respuesta.
Fue inevitable que a mí llegase la comparación. Hace unos años, yo habría dicho que sí sin dudarlo a cualquier persona, menos a él. ¿Por qué? No lo sé, me gustaba sentir que nada me quedaba grande y mi aversión a compartir ese tipo de contacto con Jeongguk habría sido por miedo a ser delatada por él mismo a mis padres, él era completamente capaz de hacerlo.
Ahora, conociendo que mis padres estarían más que dichosos, y por qué no, agradecidos con la noticia, yo tenía tanto miedo como nunca lo hago experimentado de joven. Porque había perdido con los años toda habilidad social y con ello mi seguridad. Y aunque todos los días significaban un nuevo esfuerzo en el camino al amor propio, a la final el noventa por ciento de las veces terminé aceptando que si la gente veía algo mal en mí era correcto que me odiase hasta arreglarlo. Detestaba con mi ser tener tan moldeable porque una pizca revolucionaria en mi interior me llamaba a romper con el modelo de chica amable y perfecta que me sentí ahora obligada a ser, y actuar con un temple genuino, con mis imperfecciones e imprudencias. Pero era difícil animarme a mí misma.
—Jade... —Jeongguk agitó su mano frente a mí rostro para llamar mi atención.
Parpadeé, tomando aire para envalentonarme de una vez.
No lo pienses, sólo dilo y afronta las consecuencias.
—¡Sí! S-si quieres besarme hazlo —hablé tan rápido que me preocupó que no haya entendido, pero cuando su mano trepó en seguida por mi cuello hasta sostener el costado de mi rostro, supe que lo comprendió perfectamente.
Él acarició mi mejilla caliente con su pulgar, en una caricia casi consentidora, como cuando papá hacía lo mismo con cariño, haciéndome sentir mimada. Bajé la mirada, me tentó dejar escapar una risita pero mantuve los labios cerrados.
—¿Segura?
No.
Asentí con la cabeza, la valentía ya no me alcanzaba para pronunciar palabras en voz alta. Quería hacerlo, a pesar de todo, estaba aterrorizada y sabía que podía haber malas consecuencias, podría no gustarle, podrían encontrarnos en medio de aquella comprometedora situación, podría hacerlo mal. Pero quería.
En medio de mi euforia olvidé preguntarme e por qué de su actuar ¿Por qué quería realmente besarme? Debí habérmelo cuestionado más.
Él se aproximó en silencio, su respiración tranquila me acarició el rostro cuando rozó cariñosamente la punta de muestras narices confundiéndome con su dulzura y cerré los ojos con fuerza, echándome para atrás sin querer, instintivamente. Él se detuvo un segundo, pero no me moví, aún con los ojos cerrados, entonces volvió a acercarse. Los latidos de mi corazón eran tan fuertes que los escuchaba en mis orejas palpitantes, esto realmente estaba pasando y era absurdo y no tenía explicación alguna, simplemente estaba ocurriendo.
Lamí sutilmente mis labios, sintiendo su respiración cerca y perdiéndome por completo la visión de su rostro. Si no se apuraba, me iba a echar para atrás definitivamente. Sin embargo, cuando estuve lista para desistir, sentí un tacto suave contra mis labios.
Jeongguk me estaba besando.
La respiración se me atascó y lo único que atiné a hacer fue dejarme llevar. Sus labios estaban hechos de una piel muy suave, o así se sentían, me desconcertó porque a la mera vista no podría haberlo imaginado así. Sin embargo, contra los míos más sensibles que cualquier sentido que tenía, eran como una caricia aún si se apoyaban quietos sobre mí.
Cuando él hizo amago de abrir sus labios sobre los míos, yo me alejé en un movimiento brusco. Abriendo mis ojos con alarma
—Hablo de un beso de verdad —murmuró ronco, sus ojos no abandonaron mis labios.
Luego me observó con una sonrisa traviesa demasiado adorable para su rostro y luego se aproximó, cuando entendí que estaba decidido a darme un beso real, retorcí mis manos sobre mi regazo y volví a cerrar los ojos avergonzada, aturdida por el estruendo de los latidos de mi corazón en mis oídos.
Jeongguk unió sus labios a los míos y luego de unos segundos de quietud, volvió a abrir sus labios, acariciando los míos con extrema suavidad y aproximándose otro poco, su cuerpo aún más cerca del mío. No supe qué hacer a medida que aumentaba sus caricias y una de sus manos acarició mi brazo en un tacto cosquilleante. Levanté una mano temblorosa hasta apoyarla en a hombro y ejercer suave presión, en un intento desesperado por controlar mi conmoción.
Abrí los ojos cuando él se apartó un segundo y ambos tomamos aire, pero al instante el estuvo de nuevo sobre mis labios y suspiré entrecortadamente cuando con el pulgar que sostenía mi mejilla, tomó mi mentón y lo hizo deslizarse hacia abajo, así logrando que mis labios se abrieran para recibir más de sus caricias. Su cercanía hacía que mi cuerpo se sintiera tibio, estaba inundada por el miedo pero las ansias de obtener más no se fueron ni siquiera por el temblor de mis manos sobre su hombro y la otra quieta en mi regazo. Él ladeó un poco la cabeza y sus labios adquirieron vigor sobre los míos, deslicé mi mano hasta su nuca y acaricié con timidez el cabello que caía sobre esta antes de agarrarlo y con valentía inusitada comenzar a corresponder vacilante su beso. Jeongguk suspiró en respuesta e inclinó un poco más su rostro, llevando el mío un poco hacia atrás, adquiriendo profundidad para luego dominar mi boca con su lengua que se adentró segura, explorando ávida el interior y dificultando en mí la tarea de seguir su juego. El sonido de chasqueo resultante del contacto entre nuestros labios me avergonzó a la vez que mis mejillas hirvieron contra él.
Mi cuerpo tembló de adrenalina y tomé un puñado de su cabello, soltando sin querer un jadeo suave.
Cuando la mano de Jungkook sobre mi brazo se precipitó hacia mi cuello y lo rodeó con esta, presionando cuidadosamente, lo tomé, erróneamente como una señal para detenernos. Así que me separé de sus labios y abrí los ojos, con la respiración entrecortada y la vista ligeramente nublada.
—Jade... —suspiró y en un segundo regresó a mis labios, atormentando más a mi pobre corazón veloz.
La situación comenzaba a sentirse peligrosa, pero en mi interior la a ansias crecían, así que no fui capaz de negarme a su tacto.
Este beso se sintió más húmedo, más pasional y mi cuerpo se sintió acalorado en respuesta, Jeongguk ajustó el agarré sobre mi cuello, aproximándome más. Su respiración pareció afectada cuando, insegura, mi lengua comenzó a responder sus caricias. Él se separó con un chasquido y mordió mis labios con algo parecido a urgencia antes de volver a conectar nuestros labios que al fin se daban un beso real y participativo por las dos partes. Sin embargo, cuando una sensación peligrosa se asentó en mi intimidad en respuesta a su urgencia, el miedo escalonó dentro de mí lo suficiente como para lograr convencerme de darle fin al beso.
Cuando me aparté, mi respiración era irregular y la sensación en mi intimidad persistía, incomodándome. Deshice el agarre en su cabello y traté de poner distancia entre nuestros cuerpos, que, en medio de la adrenalina del beso no noté cuánto se habían aproximado.
Me sentía como mareada, el calor en mis mejillas no había descendido en ningún momento, lo cuál era preocupante, además mi cuerpo entero cosquilleaba y aún no podía deshacerme de la extraña y placentera sensación resultante en mi intimidad. Mirándolo otra vez al rostro, con sus labios ligeramente hinchados y rojizos, su mejillas suavemente sonrojadas al igual que sus orejas y sus ojos brillantes, la inquietud entre mis piernas se avivó, me tapé el rostro con las manos y agaché la cabeza, sintiéndome superada y sin comprender aún cómo había sobrevivido a ese beso y ahora tenía cara de verlo a los ojos.
—Jude —su voz ronca sólo me abrumó más —. Cuando seamos novios, te acostumbraré a esto...
Ahora, comprendía que nada de lo que él hacía o decía era imprevisto, sino que sus acciones, desde el beso en mi mejilla frente a nuestros padres, hasta la charla que llevó al beso real que compartimos, fue fríamente calculado por él desde un inicio.
holis, volviendo cada dos años, sí señor.
Espero les haya gustado<3
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