Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3

Más tarde esa misma semana, me encontraba hundida en un revoltijo de sábanas y almohadas, el peluche perfumado en forma de fresita que atesoraba desde los ocho años estaba sobre toda mi cara de la manera más cómoda que existía en el mundo.

Plenitud.

Suspiré entrecortada, queriendo creerlo.

Lo cierto es que no. Para mí el mundo se había vuelto de cabeza en el momento en que decidí madrugar para encontrarme con Jeongguk. Hace unos días apenas.

El sólo acto de quedar con él ya era esporádico. De niños nuestra relación era particular. A su lado me sentía vulnerable, o más bien vulnerada. Mi intelectualidad, todos mis atributos desvanecían en cuanto lo sentía cerca. La sensación de ser una presa en acecho pese a sonreír en su dirección y esforzarme en todo momento por hacerle sentir confortable, me desestabilizaban.

Esa tarde los recuerdos venían a mi mente uno tras otro sin piedad, bruscamente.

Toda mi vida él estuvo presente, si bien no demasiado, lo suficiente.

En la escuela siempre en el mismo salón, en el mismo barrio, en su casa o la mía cada que nuestros padres decidían reunirse, lo cuál era cada semana sin falta, en el colegio cada día sin falta. Siempre sin falta.

¿Eso era suficiente? ¿Lo suficiente para aceptar una propuesta de tal calibre?

¿Debía aceptar? ¿Qué sería de nosotros tras tomar la decisión? ¿Qué consecuencias acarrearía? ¿Y si me terminaba enamorando? Peor ¿Y si él caía por mí? O ¿Por qué yo? ¿Por qué yo era la única que consideraba para esta farsa?

Trataba de encontrar respuesta a todas mis cuestiones, sólo me frustraba luego.

En la secundaria siempre me desvivía por los demás, pese a lo mala que era para forjar relaciones amistosas profundas, la necesidad de aprobación quizá me había hundido en la necesidad imperiosa de agradarle a todos. Vivía de la satisfacción de lograr que hasta la persona más resentida con el mundo que hubiera, hiciese entre todos los demás que me rodeaban una excepción conmigo. Caerle bien a alguien desagradable o complicado me llenaba de una satisfacción inmensa. Y eso en algo se asemejaba a lo que era mi

Jeongguk era tan difícil. Ese ego por las nubes y la simpatía rozando el suelo. A simple vista se era capaz de percibir su mente frívola desarrollando estrategias. Siempre un paso por delante de los demás. Siempre buscando la manera de vencer.

Me intimidaba.

Pero me atraía como mosca a la luz y era inevitable. Todos los días preocupándome por qué impresión podría tener de mí.

Si ahondo un poco más y me obligo a ser sincera, siempre me preocupó la impresión que todo ser humano pudiera tener acerca de mí.

Pero Jeongguk era una persona sumamente intrigante y definitivamente quería descubrir todo lo que me fuera posible acerca de él. Debía reconocer la necesidad de saber que detrás de su apariencia fría y calculadora había algo, aunque fuese malo, me encantaba la idea de poder acceder a datos de él que nadie obtendría jamás.

¿Porque me gustara? No. Por simple necesidad de ser relevante en la vida de alguien al fin.

¿Y qué mejor entonces que aceptar?

Abandonar mi obsesión.

Eso debía hacer.

Pero la tentación era tan grande.

Esa era sólo una parte de la ola de pensamientos que venían a mi cabeza.

Habían mil cuestiones más en mi cabeza, pero aquel día me dedicaría a darle vueltas a este asunto.

Una crisis a la vez.

-¡Mi melocotón!

Rodé los ojos en respuesta al apodo, mamá anunció su presencia por el pasillo y luego tocó a mi puerta en un ritmo improvisado.

-No me gusta el melocotón - dije.

Mamá abrió la puerta con confianza en lo que yo salía de la montaña sobre mi cama. Una mirada de desaprobación fue lo primero que recibí en cuanto me ví libre de las almohadas. Mi cabello seguramente hecho una maraña.

A mamá no le agradaba el desorden que para mí significaba paz y comodidad.

Aún así, de una manera sumamente inusual, una sonrisa atravesó su rostro. Las comisuras de sus labios casi adheridas a sus orejas, era siniestro.

-¿Cómo estás?

La observé con un gesto extraño.

-Bien.

Ella asintió y atravesó el cuarto para sentarse al final de mi cama, luego de acomodar con cierto desagrado una manta felpuda mal enrollada en la esquina.

Me mantuvo la mirada por largos segundos.

-Tu papá me dijo que saliste aquel día.

Asentí con la cabeza, así que era eso.

-Sí, me ví con Jeongguk luego de un largo rato.

Ella buscaba sacarme alguna verdad que ni yo misma conocía. No había nada fuera de lugar que contar. O sea, Jeongguk me dejó loca con su propuesta, pero por primera vez en mi vida mentiría, o estaría omitiendo información, no me preocupaba que sospechase. Sin necesidad de que Jeongguk me lo aclarase, era evidente que mis padres eran las primeras personas que deberían creerse que estábamos juntos.

Pero, aún no tenía segura mi respuesta.

Ella asintió lentamente con la cabeza, pensativa.

-Bien. Por favor procura que tu cuarto y tu persona luzcan decentes. En un rato viene Yong Goo viene con Johanna y Jeonggukie.

Los músculos de mi cuerpo se tensionaron cuál cuerda de guitarra. Jeongguk vendría de visita junto a sus padres luego de un par de meses de compromisos de trabajo, sabía que había estado viajando en junta de mis padres y los suyos alrededor del país.

Mamá me observó con detalle, traté de mantener la calma.

-Bien, fuera de mi cuarto. En dos horas estaré lista.

-Llegan en veinte, haz magia o no sé.

-De igual manera, la visita no será a mi cuarto precisamente. Hoy te conformas con mi persona decente, mi sitio de paz no será removido.

Ella se abstuvo de hacer un comentario y salió de la habitación con expresión derrotada. Me preguntaba el motivo de su actuar pero no imaginaba una respuesta razonable.

Pasaron los minutos, no estuve lista en veinte.

Los conté, fueron veintisiete para que escuchara la voz agradable de Yong Goo inundar la sala. Yo apenas tenía portaba la ropa interior, terminando de secar mi cabello frente al espejo de cuerpo entero tan mal ubicado en mi cuarto. Unos largos segundos después, golpearon mi puerta con apremio.

Me hice de hielo frente al reflejo, mi cabello castaño claro unos dedos por debajo de los hombros aún ligeramente húmedos, mis ojos cafés abiertos en una expresión tensa por todo mi rostro. Corrí de puntitas a la puerta, probablemente era mamá, o papá.

-Aún no estoy lista -medio susurré, lo suficientemente audible para quien estuviera del otro lado, por alguna razón avergonzada.

Ni un sonido por el pasillo, me pregunté si mamá o papá ya se habían ido. Esperé unos segundos pero ni un par de pasos se hicieron escuchar, por lo que con afán volví a mi sitio, admirando la ropa que había tardado casi quince minutos en escoger, mucha regada en la cama sobre la montaña de mantas y almohadas. Un auténtico desastre. Me pregunté si tenía tiempo para cambiar de opinión y buscar otra. Me pregunté si debería comenzar a esforzarme por sorprender a los padres de Jeongguk. Cuando desde niña me conocen y no necesité nunca intentar impresionarlos, porque ellos siempre resaltaban todas mis virtudes. Pero una vez siendo novia de su hijo las cosas cambiarían ¿No?

¿Eso significaba entonces que sí aceptaría? Psicológicamente ya me sentía prevenida, como si mi subconsciente tuviera presente que por más que me cuestionara, la respuesta ya estaba escrita. Y era un sí, con Jeongguk siempre era sí. Con todos, porque yo necesitaba acceder a todo lo que me pidiesen para agradar.

Ese era un resúmen de mi vida en el aspecto social. Sí, siempre sí.

Seguramente esta vez no sería diferente.

Desperté de mi propio ensimismamiento con un sobresalto, escuchando las risas en la planta de abajo. Luego desbloqueé mi celular. Ya iban cuarenta minutos. Me llevé la mano a la frente con frustración. A continuación, casi instintivamente abrí kakaotalk, mis ojos vagando por la pantalla al igual que la punta de mis dedos hasta toparse con el chat de Jeongguk. La última conversación en la que arreglamos encontrarnos en la cafetería. Había observado los mensajes una y otra vez toda la semana, preguntándome si debería escribirle algo, no sabía si debía hacerlo. No me dió un plazo, ni me dijo de qué manera debería responder. Quería decirle que sí o que no, pero nunca era capaz de decidirme, me agobiaba con pensamientos acerca de las posibles consecuencias, como resultado, terminaba hundida en mis cobijas, con mi fresita sobre la cara, buscando algo de paz. Tal como aquel día.

Cuarenta y cinco.

Me apresuré, la mayoría de mi ropa para usar en casa era varias tallas más grande de lo que se ajustaba a mí cuerpo y mamá no le gustaba, decía que parecía pordiosera. Me pregunté si debería usar entonces aquel conjunto de ropa especialmente ese día, la silueta de mi cuerpo quedaba prácticamente escondida debajo, y eso me encantaba, Johanna siempre destacaba mi estilo inusual al vestir, decía que sólo en mí podía lucir tan bien por ser pequeña. Goo Yong le daba la razón, mientras que mamá y papá se avergonzaban de mi vestimenta y trataban de justificarla.

"Sólo se viste así entre casa"

"Déjala, no es como que deba vestir de gala cada que venimos a visitar, que se sienta cómoda en su propia casa. Además, ese estilo sólo a ella le puede quedar tan bien"

Johanna había dicho una sonrisa en alguna ocasión y no sé me olvidó.

Me evalué al fin vestida frente al espejo, posando un poco y observándome desde distintos ángulos. ¿A Jeongguk le molestaría que vista así frente a sus padres su futura novia? Una cosa era lo que sus padres opinaran, luego estaba él. Quise por un momento cambiarme toda y vestirme como aquel día de la cafetería, pero no quería renunciar a mi comodidad, después de todo era cierto el trabajo que hacía todos los días por aceptar de apoco aspectos míos que siempre me recriminé, aún sabiendo que no estaban mal. Ya iba a ser la hora desde que había comenzado a alistarme así que no me dió tiempo de maquillarme aunque sea un poco. No estaba habituada a hacerlo, cuando se daba, era lo más natural que me fuera posible, ya que no tenía idea de maquillaje, pero esta vez se sentía como si debiera hacerlo.

Una hora y cuatro.

Salí del cuarto con afán, tropezando con todo y soltando quejidos silenciodos. Cuando bajé a la sala, todos estaban reunidos.

Siete cabezas giraron en mi dirección y el pánico se abrió paso en mi interior, repasé mentalmente mi apariencia, forzándome a creer que estaba bien, no había nada incorrecto. No había de qué avergonzarme. Eran los padres de Jeongguk, casi mi segunda familia. Ahora todo lo sentía distinto, no podía verlos del mismo modo, sólo como otro par de personas que debía impresionar y me entristecía que así fuera.

Deseé buscar a Jeongguk con la mirada entre ellos porque sabía que estaba allí, pero me avergonzaba en gran manera, así que me recompuse, arreglando mi postura y acomodando una sonrisa apenada en mi rostro. Me sentía fresca recién bañaba con el cabello suelto ya seco, eso me daba algo de confort.

Yong Goo y Johanna se pusieron sobre sus pies para venir hacia mí y saludarme con abrazos afables, sentí tristeza mientras los recibía con el cuerpo tensionado, los nervios a flor de piel. Me sentía fatal y no lograba encontrarle explicación alguna. Pero ellos se habían convertido otra fuente de presión sobre mí sin siquiera saberlo y las cosas habían cambiado. Estaba siendo ridícula por pensar de aquel modo y por dejar que me afectara tanto, pero esa era la verdad acerca de mí, todo siempre afectaba tanto. En mi propia sala por primera vez me sentía vulnerable, con mi propia familia y los seres más cercanos después de ella. No se igualaba a los nervios ocasionales que sentía en presencia de Jeongguk porque ya me había resignado a vivir con ellos, esto se debía a que ahora eran sus padres quienes no me transmitían tranquilidad.

-Nos fuimos dos meses y luego nos recibes con el cabello tan corto -Joahana soltó una risa agradable, en lo que me acomodaba un mechón -. Tienes que parar en algún punto, me atemoriza ahora viajar y encontrarte calva para la próxima que venga a tu casa.

Su comentario me hizo gracia y me habría reído en otra ocasión, pero terminé sonriendo apenada. Yong Goo soltó un par de carcajadas y como de costumbre me felicitó por cuidar de casa y ser buena niña mientras mis padres estaban afuera. No había mucho qué aplaudir acerca de mí porque mis logros en la vida eran casi nulos, pero una de las cosas que más amaba de ellos era el poder y la creatividad que tenían para encontrar en un pedazo de mi simplona vida, algo bonito que destacar. Sonreí con sinceridad y volví a abrazarlos, aún con cierta tensión que no se iba a ir de mi cuerpo.

—Por Dios Gguk, salúdala —Johanna abrió los ojos en dirección a él.

Pasé saliva negándome a volverme en su dirección, había sentido sus ojos clavados sobre mi persona desde el segundo que irrumpí en la sala.

Él en algún momento llegó frente a mí y con una sola acción me dejó paralizada en mi sitio, con el corazón a mil, las mejillas sonrojadas y la respiración atascada. Una sensación fresca en mi mejilla en consecuencia a sus labios fríos posándose allí por unos segundos, suaves al contacto con mi piel rolliza. Él luego de aquel gesto inesperado tomó mi brazo y me llevó con a su sitio en uno de los muebles blancos. Lo seguí, obligando a mí cuerpo tieso a cooperar.

Pese a la impresión que me causó, mantuve la compostura de manera que exteriormente no fuera percibida la explosión en mi interior hacia ese gesto tan inusual del pelinegro.

Él nunca, nunca en su vida había tenido ese tipo de tacto conmigo.

Jeongguk siempre esquivaba todo tipo de contacto físico con quién fuese, en la escuela o la casa, cuando nos visitaba me saludaba con un asentimiento de cabeza y se mantenía el noventa por ciento de tiempo en sus sitio en silencio, escuchando a nuestros padres conversar, sólo siendo partícipe cuando le hacían preguntas o de por sí el tema le involucraba lo suficiente.

Yo por el contrario, sólo hacía chistes pesados de vez en cuando, ganándome un par de malas miradas de mis padres, y las carcajadas de los de Jeongguk. Él se mantenía en silencio con sus ojos analíticos sobre mí.

Ninguno de sus padres aparentemente advirtió lo raro del evento dado. Mamá propuso aventurarse los cuatro a recrear la receta de un plato carísimo que les había sido servido en el hotel en cuál se habían hospedado un par de días. Yong Goo y Johanna aceptaron de inmediato.

Los padres de Jeongguk siempre tuvieron dinero, cada uno naciendo en buenas familias, contrario a los míos que iniciaron humildemente pero crecieron a pasos agigantados debido a su trabajo duro, eran las personas que yo más admiraba, especialmente porque creía que nunca sería capaz de ser como ellos.

Jackson en cuanto los amigos cuarenteañeros abandonaron la sala, dió un brinco y desapareció tan rápido como pudo. Quise hacer lo mismo, y cuando vino el impulso, un par de dedos fríos rodearon mi muñeca con suavidad. Volví a sentarme en mi sitio avergonzada, mientras Jeongguk procuraba de conseguir que le devolviera la mirada.

—Jade.

—No sé.

Solté apresuradamente, con el cuerpo quieto y el rostro alerta.

Escuché un suspiro pero mantuve mi mirada fija al frente, la mano que rodeaba mi muñeca se posó sobre mi hombro izquierdo, del lado que él estaba, su tacto fue gentil.

—Mantén la calma —su voz suave amainó un poco la tensión.

Me volví en su dirección lentamente, él sonrió pequeño en respuesta.

—Supuse que así sería —no quería mantener el contacto visual pero era inevitable —. Sé que suena complejo para tí, pero no te presiones, si yo no lo estoy haciendo mucho menos deberías tú.

—Lo siento —murmuré bajo.

—¿Por qué lo sientes? —inquirió incrédulo.

Me encogí de hombros. En realidad no lo sabía, sólo tenía la necesidad de disculparme.

Él sonrío tan gentil que mi corazón se hinchó en mi pecho, era inusual, él de repente no parecía un robot calculador y frívolo como siempre, buscaba aunque fuera leve, contacto físico conmigo, sumándole la amabilidad tan insólita que ahora mostraba. Y no es que él fuera tosco en otras ocasiones. Simplemente me tenía en cuenta únicamente por la cercanía de nuestros padres.

Esperé con cierta ansia las siguientes palabras que fuera a pronunciar, porque yo no pensaba decir nada. Y luego de unos segundos él volvió a hablar.

—¿Te parece si salimos de aquí a un lugar cómodo para ti? Para hablar.

Asentí con la cabeza. Luego recordé el desastre que era mi cuarto y supliqué en mi cabeza que no se tratara de él, porque por lo mismo de ser mi centro de confort, odiaba pensar en la idea de que alguien irrumpiese en él. Era mi sitio.

Pero sabía que si Jeongguk decía que quería ese lugar preciso, yo asentiría simplemente con la cabeza aguantándome la vergüenza o la incomodidad.

Y así sucedió.

—Nunca conocí tu cuarto, tú en cambio el mío sí —sonrió y se puso de pie, extendiendo su mano en mi dirección para que hiciera lo mismo —. Vamos...




















holi, aquí publicando un capítulo después de como un año, me disculpo, estaba en un bloqueo de escritora impresionante JJSHDJ

Yoona:

más o menos así me la imagino yo jshdj, con el estilo de ropa y todo.

JK en su foto de perfil de kakaotalk jshskfj


Nos está mirando desde arriba -_-

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro