gloss violeta ♡ capítulo 3.
Los días pasaban en un febril intento de asimilar los rayos de sol, que rebotaban en las pieles y se dejaban conducir por los ojos de quienes tenían como pasatiempo el observar. Costaba creer que apenas era primavera, que recién estaba terminando agosto y los vestigios del invierno eran simplemente los anuncios tardíos en la televisión y la radio. Pero el candor de las tardes y mediodías, el metro atiborrado de gente hasta el techo mismo, los quejumbrosos gemidos de alumnos y alumnas que querían deshacerse luego de sus camisas de manga larga y pantalones de buzo grueso... Todo indicaba la llegada de la nueva estación del año, que iba realmente pisoteada por el verano a éstas alturas de la vida. Incluso había un elemento más que demostraba la presencia de la estación del amor, del florecer, de los gorjeos festivales, de los susurros y suspiros, y éste elemento se daba a notar especialmente en los colegios;
Era la primera clase del día en el horario, un jueves calmo, a finales de agosto y aún con la sensación de las vacaciones de invierno en las cabezas de los alumnos, sobre todo al cuarto medio... porque estábamos chatos de tanto estudiar cosas que no nos interesaban. Entraron a la sala los profesores de Educación Física, uno grande y macizo con una polera de marca gris y pantalones de buzo ligeros, y la otra con un conjunto de deporte y una expresión agresiva en su rostro de piel delgada. Los veinticuatro alumnos del cuarto medio B nos levantamos y dijimos al unísono 'buenos días, profesores' para recibir el saludo de vuelta y, así, sentarnos en nuestros lugares correspondientes.
— ¡Éste año ya saben lo que tienen que hacer! — exclamó, entusiasta, la profesora. El profesor se sentó en el escritorio amplio y abrió el libro de clases para firmarlo, asintiendo con la cabeza y teniendo los ojos fijos en el papel, obviamente sólo prestando atención a la entonación de la voz de su compañera de trabajo.— Cuartos medios unidos para hacer la... ¡fantasía de cueca!
— Ay se me olvidó. — susurró la Viviana, la presidenta del curso que se sentaba al frente de todos y ocupaba unos lentes gigantes, que le obligaban a apartarse el flequillo rubio de su rostro pecoso. Inmediatamente seguido al susurro, la clase se llenó de quejas y reclamos, el Tulio delante mío se puso a putear a los cuartos medios de la primera generación que se les ocurrió hacer ésa wea. Nosotros intentábamos copiarlos éste año.
— Viejos culiaos...
— Yo pensé que íbamos a bailar pascuense... ¡Nunca he bailado pascuense, Brian!
— Profe, ¿no podemos hacer otra cosa?
— A ver, a ver... chicos. — llamó la atención el profesor, que sin levantarse del escritorio hizo callar a mis compañeros de una sola. Yo, indiferente a todo, intentaba dibujar alguna cosa en mi cuaderno, decorando los apuntes de días anteriores o preparando mis lápices para ése día.— Ésto se hace sí o sí. Está en el currículum, el ministerio pide hacer algo creativo para los cuartos medios de todo Chile y ésta es la propuesta que dieron los chiquillos de la primera generación. Ya sé que les da lata porque siempre es lo mismo, pero le pueden poner empeño e innovar dentro del marco de lo que piden. ¿Sí, Genoveva?
La Genoveva era amiga de JungAh. Una muchacha de rostro dulce con expresión enojada, flequillo rosa y el resto del pelo completamente violeta. Maquillada a la perfección con un estilo de TikTok y con al menos nueve piercings repartidos en toda la cara. Sus opiniones eran siempre buenas y respetadas por el curso, incluyéndome a mí y al Tulio. Ahora hablaba con su voz grave para increpar a los profesores.— Mire, sé que es lo que piden y lo que ya está escrito, pero ¿tiene que ser de cueca? ¿No puede ser una fantasía pascuense, el musical de la loca que viene de San Rosendo? Hasta una polka es menos desabrida que una cueca toa común.
— Con el curso estuvimos hablando de innovar la custión desde inicio de año po, profe, pero todo lo que digamos va a ser reemplazado con un vídeo todo pixelado del Bafochi que apenas se ve. Hasta podríamos hacer danza mapuche y nadie se queja. Tuvimos la palabra del curso entero el lunes. — agregó la Lisa, que ése día usaba un jockey gris con la visera hacia atrás.
— Yo sólo bailo cueca si me empareja con la JiMin.
Me puse toda roja, el Benja (que se sentaba al lado mío) comenzó con el silbido ese maraco que hacen todos cuando hay salseo u onda entre dos personas. No había problemas con la gente del mismo género gustándose en mi liceo, era lo de menos. Sólo se peleaban por drogas y por infidelidades. Y por la fila del kiosko cuando los terceros medios vendían sus weas para reunir plata pa su gira de fin de año. Pero ni siquiera distrayendome con pensar en que no fuí a la gira del año pasado pude evitar que una sonrisa nerviosa aflorara en mis labios. Miré a la JungAh, que analizaba con una expresión desafiante a los profes, de brazos cruzados, el pelo rosa un tanto más claro que el otro día en que comí de su kimchi.
— A ver, a ver, chiquillos... Si no se callan, nunca vamos a llegar a un acuerdo. — exclamó la profe, haciendo que de a poquito todos se fueran callando. Igual la JungAh tenía un punto, y es que el curso... qué digo, el liceo estaba lleno de parejas gay, no convencionales, que se salían de lo cisheteronormado, como quieran llamarlo. Siempre que salían con éstas cosas las parejas tenían que ser entre un hombre y una mujer, y los de media siempre nos quejábamos de éso sin obtener respuesta alguna.— Ya, señorita, pero no podemos hacer una excepción porque le guste alguien del curso.
— Hablo no sólo por mí, si no que también por el Neopren y el Iván del cuarto A, o la Isi con le Uva del tercero medio C. La mitad del liceo no es hetero, aprovechen pa hacerse los modernos e inclusivos. — increpó la JungAh mientras yo observaba con los ojos abiertos como platos y las manos tocando ligeramente mis ojeras para cubrir el ardor de mi rostro lozano. No era cualquier cosa lo que estaba diciendo, era algo importante, y lo estaba diciendo sin titubear como solía ser costumbre de ella hasta el año pasado. Hablaba una temática en la que todos en el liceo estábamos de acuerdo. ¡Incluso confirmaba que yo le gustaba!
Pero ése no era el punto. El punto era que al menos nos hicieran bailar cueca con gente del mismo género y que no fuera un big deal, para al menos salir del clóset de alguna forma. No sé. Nadie se oponía, en todo caso. Y los profesores se negaban y mis compañeros comenzaron a reclamar y a buscar ideas para hacer trajes de cueca bonitos, casi todos se levantaron en algún punto. El Tulio, delante mío, aprovechó para hacerse un pitito y yo quedé lívida, porque toda la situación era surrealista.
— Lo vamos a hablar la próxima clase... ¡salgan al gimnasio en orden ahora!
El Tulio se guardó el pitito en el bolsillo del buzo y se dio media vuelta para guiñarme el ojo e irse antes de que el Benja me dejara levantarme. No entendí al principio, pero cuando las últimas en la sala fuimos JungAh y yo, entendí y de nuevo mi rostro se tornó rojo. Me sentía como un radiador eléctrico ('soy un radiador', canté en mi cabeza), hasta con las orejas rojas, me mareé un poco mientras intentaba avanzar hacia ella entre el desorden de sillas y mesas que nos separaban. Nuestros brazos se juntaron como si estuviéramos de camino al pedestal en nuestra boda. O algo así. El profe nos reclamó desde fuera, y mientras caminábamos rápido hacia el exterior de la sala para que la cerraran, la JungAh se rió de mi expresión.
— Me mata que seai tan tierna... ¡Si ya sabíai que me gustai! Tú misma comenzaste a coquetearme, ¿qué pasa?
— Nada, nada...
— Hoy tengo gloss violeta. — dijo en un susurro animado, caminando lento para que quedáramos lejos del profesor y poder hablar un poquito a solas.— Tiene sabor a uva, es rico.
— ¿Me lo prestai cuando termine la clase?
— Dale.
empecé a leer 'ada o el ardor'
esa novela turbina del nabokov
con una amiga
y su forma de escribir me inspiró
así que
ésta wea se va a acabar rápido
jiji
♡♡♡
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