▫️Capítulo 8
Era sábado por la mañana, Jimin cargaba unos hermosos lirios blancos en sus manos mientras caminaba al garaje de su casa.
Su padre, como siempre, no estaba, por lo que ni siquiera pudo decir a donde iba.
Llevaba un traje negro completo, se había peinado y comprado unas lindas flores.
Iba a ver a su madre.
Pero no a la esposa de su padre a la cual lo obligaban a llamarla madre, no, a su verdadera madre, la cual lo había abandonado cuando tenía tan solo diez años.
Su madre jamás hubiera permitido que su padre lo tratara de esa forma.
Entró en uno de los carros que su padre le permitía conducir, puso los lirios en el asiento del copiloto y empezó a manejar.
Su padre hace ya más de seis años no iba a ver a su madre, para Jimin fue un golpe duro ir a ver a su madre solo y llorar en silencio.
Pero tal vez era lo mejor, podía hablar con su madre por horas sin que su padre simplemente quedara viendo su fotografía por unos minutos y se fuera.
Al llegar, rápidamente se dirigió a ese lugar especial.
Su padre había comprado un sitio especial para que las cenizas de su madre estuvieran, un pequeño jardín privado lleno de flores. El jarrón era completamente de oro y estaba sobre una plataforma de mármol cubierta con una plataforma de cristal que permitía observarla.
A su lado, una fotografía de ella.
Al otro, una fotografía de los tres, su madre, su padre y Jimin.
Jimin veía esa foto tan alejada a la realidad que estaba viviendo, era como ver a unas personas completamente diferente.
Su padre y él no eran los mismos.
-Hola, mamá.
Los ojos de Jimin no dudaron en cristalizarce al dejar frente a la imagen de su madre el ramo de lirios.
Eran sus favoritos.
Su padre llenaba la entrada de la mansión con lirios de todos los colores, y cada aniversario la llevaba a una propiedad que había comprado solo para llenarla de lirios hermosos y cenar con ella.
Ese hombre no era el mismo que ahora lo golpeaba y le decía que no era suficiente.
Se sentó en una silla de plata que yacía frente al cuadro de su madre y dejó fluir sus lágrimas frente a ella.
El año pasado lloro por un largo tiempo contándole todo lo que su padre le decía, pero estaba bien con eso, este año no era lo mismo, tenía tanto dolor físico y mental acumulado que no eran solo unas lágrimas cayendo, era un llanto desgarrador.
-Mamá...¿por qué no me dejas ir contigo?
Empezó murmurando mientras a sus pulmones les faltaba aire por su llanto.
-Yo ya no quiero estar aquí, ma...yo estoy muy cansado.
Habló entre lágrimas mirando a su hermosa madre.
Aquella mujer de mechas rubias, cachetes carmesí, tez pálida y labios regordetes, Jimin era idéntico a ella.
-Me duele, mamá...mucho.
Dejó fluir sus lágrimas sin decir más que eso, es que ni siquiera podía contarle a su madre todo lo que estaba pasando, no podía pensar en siquiera formular las palabras para decirlas en voz alta.
¿Cómo podía decir que era un cobarde que se dejaba golpear?
Absorbió con la nariz, que yacía roja por los minutos que llevaba llorando. Sus mejillas estaban enrojecidas, sus ojos ya empezaban a mostrar hinchazón y Jimin solo quería un abrazo de su madre.
[...]
Manejaba sin rumbo con su nariz completamente roja y sus ojos hinchados, había estado con su madre por más de una hora y estaba decepcionado consigo mismo.
Solo había llorado, no pudo decir nada más que palabras vagas sin una explicación.
Estaba decepcionado de no haberle contado todo a su madre, porque al final del día, aunque ya no estaba junto a él, era su madre.
Su teléfono sonó.
Jimin lo ignoró por completo.
Volvió a sonar.
No le puso asunto.
Y una llamada se hizo presente en la pantalla de su celular.
Señora Kim.
Su sangre bajó a sus pies haciendo que rápidamente estacionara el auto.
Su cara palidecio por completo antes de contestar rápidamente aquella llamada.
-¿Qué pasó?¿Todo está bien?
Habló antes de alguien hablara en la otra línea.
-Joven Park, buenas tardes, disculpe que lo moleste en un día como este.
-No, no pasa nada, Señora Kim, ¿pasó algo?
Hubo un silencio en la línea y los ojos de Jimin volvieron a cristalizarce.
La Señora Kim. Era la asistente personal de la familia de su madre y ahora estaba a cargo de su querida abuela quien hace unos años fue diagnosticada con cáncer de páncreas.
El último recuerdo de su madre estaba en peligro de también dejarlo solo en este mundo en las manos de su padre.
-La Señora Lee quiere verlo joven Park, dice que no la ha visitado esta semana.
Unas lágrimas resbalado por sus mejillas y suspiró con alivio bajando la cabeza.
Ni siquiera la ha ido a visitar, que mal nieto era.
-Yo...dígale que voy en camino.
-Está bien, Joven Park.
Y colgó.
Todas las semanas buscaba un momento para hacerle compañía a su abuelita, pues a su padre no le importaba nada de ella, a pesar de que la empresa que hoy tiene en mando fue fundada por la familia Lee.
Y legalmente, sigue siendo de los Lee.
Pero cuando la madre de Jimin murió, su abuela decidió que los Park lleven el mando completo de las compañías a su nombre.
Su padre solo era un pequeño empresario que tuvo la suerte de que una mujer rica se enamorara de él.
O así decía su abuelo antes de fallecer.
De camino paró en una de las mejores panaderías que conocía, y bajó a comprar uno de los pastelillos de fresa favoritos de su abuela.
-Buenas tardes.
Saludo mientras buscaba con la mirada los pastelillos.
-Buenas tardes, joven Park, ¿lo de siempre?
Jimin asintió con una sonrisa y la chica sonrió antes de ir a hablar con uno de sus compañeros.
-No los veo...
Vio como la joven volvió y suspiró.
-Lo sentimos mucho, joven Park, los últimos seis pastelillos están reservados por otra persona.
Jimin frunció el ceño.
-¿Qué?¿De verdad?
Dijo decaído ante la noticia, ¿ahora que le llevaba a su abuela?
-Si...lo sentimos mucho, podemos ofrecer otra variedad de postres de fresa.
Jimin rasco su nuca antes asentir con la cabeza.
-Daré un vistazo entonces.
La mujer sonrió y dio una pequeña reverencia con la cabeza.
-Clara, estamos para servirle.
Caminaba lentamente viendo todos los postres que yacían es la enorme vitrina, a su abuela no le gustaba nada más que esos pastelillos en específico.
¿Qué le llevaba ahora?
Se movía con concentración en los postres que no sintió cuando choco con su hombre a alguien.
-Oh, lo siento.
Dio una pequeña reverencia sin mirar a quien chocó y siguió mirando las golosinas.
-¿Jimin?
La piel del rubio se erizó de pies a cabeza y su corazón empezó a latir con fuerza, es más, juraba que la respiración le empezó a faltar.
-Hola, J-jungkook.
Saludo con sus mejillas levemente pintadas de carmesí por su nerviosismo.
Jungkook lo vio de pies a cabeza con una sonrisa, sorprendido por lo que usaba.
No se veía nada mal.
-Te vez...muy guapo.
Jimin se puso nervioso ante aquellas palabras y no pudo evitar soltar una pequeña risa nerviosa.
-Ah...es solo un traje.
Sonrió incómodo, no le gustaban los cumplidos, lo hacían sentir estúpido.
Sentía que era una forma de burlarse de él.
-¿Comprarás algo?
Cambio de tema al haberlo visto tan concentrado con los postres de la vitrina.
-Bueno...iba, alguien reservó los últimos pastelillos de fresa que iba a comprar.
Jungkook ladeó la cabeza y sonrió.
-Buenas tardes, vengo por el pedido a nombre de Jeon Jungkook.
Sonrió diciéndole a aquella chica que estaba atendiendo, la cual lo miró embobada y asintió.
Jimin frunció el ceño al ver cómo esa chica veía a Jungkook.
¡Parecía que se lo comía con la mirada!
-Aquí están sus seis pastelillos de fresa, jóven.
Sonrió y se hizo el cabello hacia atrás de su oreja.
-Muchas gracias.
Agarró la bolsa y Jimin lo miró algo sorprendido.
-Oh...tu los compraste.
Dijo en voz baja para luego sonreír levemente.
-Buena elección, son deliciosos.
-Si, son muy buenos.
Lo miró de reojo y pudo ver como veía los postres sin saber cuál.
-Deme seis mochis de fresa.
Le dijo a la chica algo decaído, pero no podía llegar sin nada a ver a su abuela.
-Enseguida, joven Park.
Le entregaron la cajita en una bolsa, pagó, y cuando dio la vuelta, Jungkook ya no estaba.
Suspiró, no es como si debió quedarse.
Caminó hacia la puerta de salida de la tienda y salió de allí.
-Jimin.
El rubio pegó un pequeño brinco al escuchar la voz de Jungkook y volteó a verlo.
Estaba recostado en la pared y lo vio con una sonrisa.
-¿Quieres hacer un cambio?
Alzó su bolsa de pastelillos y a Jimin se le iluminaron los ojos al escucharlo.
-¿Por qué harías eso?
Jungkook sonrió.
-Se que querías estos pastelillos, entonces te los cambio...solo con una condición.
Jimin frunció levemente el ceño y ladeó la cabeza.
-¿Qué cosa?
-Mañana ven a mi departamento, tenemos que acabar de darle detalles al trabajo.
Jimin lo recordó y golpeó levemente su frente al haberlo olvidado por completo.
-Verdad, claro que iré, no te preocupes.
Jungkook sonrió mostrando levemente sus dientes.
-Toma.
Le dio la bolsa de pastelillos y agarró la de mochis.
-Nos vemos mañana.
Jimin quedó viendo como se iba caminando hacia su motocicleta antes de hablar.
-No se tu dirección.
-Te la enviaré.
Se puso su casco y se fue.
Jimin se quedó parado sonriendo inconscientemente al verlo irse, y ahí fue cuando supo que ese chico pelinegro y tatuado sería un problema para él.
[♤♡]
No sé si me hago entender en algunos capítulos, jaja, díganme 😔💜
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