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001.

Los fuertes golpes del mazo le hicieron agudizar nuevamente sus oídos y alzar su rostro hacia el juez. Aquellos golpes también hicieron callar al jurado, quedando la sala totalmente en silencio.

—Después de tres horas, finalmente a llegado el veredicto del jurado —bramó el juez cuyo aspecto no era más que el de un anciano pero con carácter y una mirada amenazante que lograba ponerle los vellos de punta a cualquiera— Que el acusado se ponga de pie.

Inmediatamente obedeció, sintiendo como su corazón latía a mil por hora y los nervios invadían todo su cuerpo. Respiró hondo, conectando miradas con el juez quien no le veía de la forma más agradable.

Y entonces, el juez comenzó a hablar.

—Nosotros, el jurado de Seúl, hallamos al acusado, Jeon Jungkook: por el cargo de homicidio en tercer grado de Kim Mingyu, culpable. Y se le dará una sentencia de diez años en prisión. Caso cerrado —sentenció dando un fuerte golpe con el mazo.

Jungkook sintió como la presión se le bajó, prácticamente su cerebro se desconectó del mundo a su alrededor y comenzó a sentirlo en cámara lenta. Miró a su alrededor, sus padres se acercaron pasmados y su madre se lanzó a abrazarlo sin dejar de llorar. Él no pudo corresponderle pues estaba demasiado impactado y en shock.

—Te sacaré, hijo —dijo su padre con seguridad mientras le veía fijamente a los ojos— Te lo prometo.

Inmediatamente dos oficiales lo agarraron y alejaron de su familia, colocando sus brazos atrás para comenzar a esposarlo. Seguidamente lo arrastraron hacia la salida, el miedo que sentía era indescriptible al igual que la sensación de sentirse como un criminal. Era horrible. Logró darle una última mirada a sus padres antes de perderlos de vista, y lo próximo que visualizó fue el auto policial donde lo llevarían a prisión.

Con una condena de diez años.

Pero se lo merecía, duramente se lo merecía.

De camino a prisión, sólo podía pensar en lo acabada que estaba su vida. Tenía todo, literalmente tenía todo y de un día a otro, lo perdió. A sus 23 años, había terminado su carrera en administración y trabajaba en la compañía familiar. Hablaba tres idiomas, tenía un trabajo donde le pagaban muchísimo, tenía un auto y hasta casa propia. No podía creer el hecho de que cuando finalmente salga tendrá 33 años y un curriculum manchado hasta la mierda.

En definitiva, su vida y planes a futuro se fueron a la mismísima mierda. Aunque tenía un poco de fe en poder salir de allí, su familia era rica pero la fianza era altísima.

Estaba jodido.

Las puertas eléctricas de la prisión se abrieron, permitiendo al auto entrar y seguidamente que lo bajaran. Aún con sus manos esposadas, avanzó por el interior del lugar que se encontraba sumamente silencioso, lleno de oficinas y demás funcionarios. Lo detuvieron al frente de una puerta que decía "Ingreso reclusos" donde le quitaron las esposas y le abrieron la puerta. Al otro lado se encontraba un hombre de mediana edad con un uniforme totalmente cubierto y una tabla de apuntes en su brazo.

—Por favor, acompañeme.

Jungkook obedeció, siguiendo al hombre hasta que se detuvo en una especie de recepción donde estaba un chico alto y de cabello azabache atendiendo, no pudo evitar sorprenderse al notar el color amarillo de sus ropas. ¿Acaso era un preso? El hombre le dijo su nombre al chico y este enseguida se puso a buscar en los campos de la pared, los cuales traían el nombre de varios presos y lo que al parecer en su interior estaban sus pertenencias de cuando ingresaron.

Finalmente el chico azabache colocó una caja al frente de Jungkook, la cuál traía su uniforme, un kit básico de aseo y demás. Seguidamente le dedicó una sonrisa que claramente el pelinegro no se la devolvió.

—Esta es una prisión privada —habló el hombre mayor— Está prohibido introducir objetos personales así como ropa que no sea del centro. Agradecería que comenzará a dejar en esa caja todo lo que traiga consigo: joyas, llaves, cartera, móvil... todo afuera.

Con pesar en su aura, Jungkook obedeció. Comenzando con su costoso reloj de Louis Vuitton, después sus pulseras, anillos, aretes de otras prestigiosas marcas para finalizar con su móvil apagado.

El chico en la recepción soltó un silbido de impresión, literalmente sus ojos brillaban ante cada objeto que Jeon dejaba en la caja.

—Vaya, si que tienes dinero... —murmuró.

—Silencio, Kim —ordenó el hombre mayor y después se dirigió nuevamente al pelinegro— ¿Listo?

Jungkook asintió.

—Vamos.

El hombre mayor lo condujo nuevamente hacia otra sala donde se encontró con tres hombres más que estaban en fila horizontal y parecían igual de perdidos que él. El mayor le indicó que se pusiera al lado de ellos y seguidamente cerró la puerta con seguro.

—Mi nombre es Han Jungha, soy el jefe de módulo, pero para ustedes los reclusos soy simplemente el gobernante —se presentó— Ahora, desnúdense.

Jungkook abrió sus ojos de par en par y miró a los demás quienes estaban igual que él pero de todas forma comenzaron a quitarse la ropa, y por ende, él también lo hizo.

—Dejen la ropa en las cestas enumeradas —ordenó el gobernante mientras se deshacían de sus prendas—En esta prisión el día comienza a las siete de la mañana, así que cuando mañana escuchen la sirena tendrán quince minutos para vestirse, hacer la cama y formarse para el rencuento en celda. Después comienzan los desayunos y los talleres de trabajo de los que serán informados puntualmente. ¿Alguna pregunta?

—¿Tenemos la opción de comprar cosas que necesitamos además de lo que nos dieron? —preguntó uno de los chicos mientras se deshacía de sus jeans.

—Sí. Tenemos un economato, donde pueden comprar lo que quieran.

—¿Con qué dinero? A mi me lo han quitado todo al entrar...

—Obtendrán cheques de la prisión a cambio de su trabajo en los talleres, también pueden recibir dinero de algún familiar o conocido suyo siempre y cuando sea aceptado por dirección. ¿Algo más?

Jungkook se quitó finalmente su última prenda, intentado cubrirse un poco con sus manos por instinto.

—¿Hay baños en la celda? —preguntó, pues él era una persona muy aseada y quería asegurarse de tener todo a su alcance para ello.

El hombre le miró con un eje de gracia y negó con la cabeza.

—No. Tienen un baño común en cada módulo, por las noches pueden hacer uso en tránsito controlado —se volteó y seguidamente comenzó a colocarse unos guantes de látex— En las noches, está prohibido quedarse charlando en los pasillos.

Tanto Jeon como los demás hombres se pusieron nerviosos en cuando el gobernante les indicó que se colocarán en la línea amarilla, se dieran la vuelta y apoyaran las manos en la pared. Seguidamente comenzó a darles algunos consejos para poder sobrevivir en prisión que ninguno puso atención por el hecho de que comprobaron si estaban limpios de una forma que no quería mencionar ni volver a recordar.

Finalmente salieron uno por uno de la sala, con sus uniformes amarillos y zapatos blancos, llevando consigo la caja con los productos dados que les dieron en recepción. Y entonces siguiendo al gobernante las grandes rejas se abrieron automáticamente al frente de ellos, ingresando oficialmente a la prisión. Era inmensa, llena de celdas a sus extremos y una escalera en el medio. Al ser una cárcel privada contaban con la máxima seguridad y tecnología, por lo que las celdas tenían doble cerradura que se abrían de forma automática al presionar un botón: la primera era la reja, la cuál los presos podían abrir y cerrar libremente, la segunda era una puerta metálica que cubría completamente la celda, dejando sólo una pequeña abertura, parecida a una ventana, esta sólo podían abrirla y cerrarla los funcionarios con una tarjeta especial o por el control de seguridad.

Apenas entraron, los presos quienes se encontraban todos encerrados totalmente en sus celdas comenzaron a hacerles bulla por medio de silbidos, parloteos, golpes en las paredes y hasta haciéndoles comentarios obscenos.

El gobernante comenzó a dejar uno por uno a la celda que le asignaron, sólo podían estar dos o tres personas por celda. Mayormente dos. Dependía mucho de la cantidad de presos que se encontraban allí, habían casos en la que podían tocarle una celda sola por años.

Por último quedó Jungkook, quién el gobernante le pidió a un funcionario que lo llevara a la celda 225.

—¡Oye, novato! —le llamó un preso a su lado desde su celda mientras los hombres hablaban. Jeon le miró de reojo, notando su aspecto desagradable y descuidado— Te tocó feo, ya valiste —dijo, echándose a reír junto con su compañero.

Jungkook frunció el ceño, confundido.

—¿De qué hablas?

—Pues que la última vez que a alguien le tocó con el rosita terminó con los pulgares apuntados.

Jeon palideció. ¿Qué?

—¿El rosita? —repitió, desconcertado.

Inmediatamente el funcionario lo alejó de la celda, regañando a los presos por hablarle y le pidió que lo siguiera. Eso hizo, notando que este hombre era joven a diferencia del gobernante, quizás hasta de su edad. Bueno, tampoco le importaba mucho. Ahora no podía quitarse de la cabeza lo que aquellos reclusos le dijeron.

De forma inesperada, se detuvo al mismo tiempo que el funcionario lo hizo, quedando al frente de una celda.

—Jeon Jungkook, celda número 225 —el guardia sacó una tarjeta y la deslizó en la cerradura, abriendo lentamente ambas puertas.

Jungkook tragó saliva e ingresó a la nombrada, lo primero que visualizó fue a un chico de cabello rosa acostado en la litera de arriba de un camarote mientras chupaba tranquilamente una paleta de dulce.

Al instante el chico notó su presencia y alzó la cabeza, frunciendo el ceño. Seguidamente se sacó el dulce de la boca y bajó con un ágil movimiento del camarote, avanzando de forma amenazante hacia él, haciéndole retroceder.

—Park —regañó el funcionario, entrando a la celda y deteniendo al pelirosa— El nuevo está asignado a esta celda.

—¿Me estás jodiendo? —soltó el chico, sorprendido— Debe de haber un error, esta ha sido mi celda desde hace dos años.

Pero el funcionario le ignora completamente.

—Entra —le ordena a Jeon.

Jungkook hace ademán de avanzar pero inmediatamente el pelirosa le detiene del brazo con fuerza.

—No. Tú no te quedas aquí.

—Park, suéltalo.

—Esta es mi jodida celda.

—Que lo sueltes o te mando a aislamiento —repitió el funcionario, perdiendo la paciencia.

El chico presionó fuertemente sus labios y soltó de mala gana a Jeon quién se había quedado sorprendido debido a la fuerza que ejerció en su brazo, no le extrañaría si le hubiese dejado un moretón o algo por el estilo. Madre mía.

El funcionario se dió media vuelta y cerró la celda. Sin embargo antes de irse, es detenido por la mano del pelirosa quién le agarra del chaleco y lo acerca a la reja.

—Lee, esto es un error... ¿no hay alguna forma de que pueda arreglarse? —pregunta con voz seductora y una mirada profunda.

El guardia tragó saliva y negó con la cabeza.

—Jimin, lo de aquella noche fue un error y no puede volver a pasar —susurró— Tengo esposa e hijos.

—¿Y acaso eso te importó? Vamos, puedes cambiar al nuevo a otra celda... —murmuró, acariciando el uniforme— Hay más vacías...

—No, no las hay. Están ocupadas y esta es la única celda que le falta un recluso más. Así que cierra la boca y aléjate —le dice, apartándolo y yéndose de mal humor.

Jimin gruñe y golpea la puerta con fuerza, después se voltea hacia Jungkook quien le mira de una forma extraña.

—¿Y tú que mierda me ves? —suelta a la defensiva— No vas a durar ni un puto día aquí y de eso me voy a asegurar. Esta es mi celda.

—Pues eso no es lo que dijo el funcionario... —murmura Jeon, encogiéndose de hombros— Así que tendrás que acostumbrarte a compartirla.

Jimin alza una ceja de forma arrogante y se acerca lentamente al novato, su mirada oscureciendo a cada paso que da.

—¿Quién eres?

—Soy Jeon Jungkook.

El pelirosa se detiene en seco, abriendo sus ojos de par en par.

—Un momento... ¿Eres el hijo de los Jeon? Entonces eran ciertos los rumores. ¡No me jodas! —suelta con fastidio— Menudo pijo de mierda me ha tocado... —dice, viéndole con desprecio.

—¿Disculpa?

—¡Que eres un puto niño mimado! —exclama— Y ahora menos te querré en mi celda. Qué asco.

—¿Le tienes una especie de fobia a la gente rica o qué?

—Acertaste —sonrió e inmediatamente le dió un golpe a la caja que traía Jungkook, provocando que cayese al suelo. Entonces su sonrisa desapareció y pasó a una mirada sombría— Así que te vas comportando conmigo porque esta celda es mía y aquí mando yo. No vayas a pensar que porque vienes de una familia adinerada te haré caso, intenta hacerme algo y serás hombre muerto. ¿Entendiste?

Jungkook inhaló y exhaló con fuerza, manteniendo su mirada firme hacia Jimin.

—Claro —responde de forma tosca.

—Bien —sonríe con sarcasmo de nuevo— Ahora rejunta todo esto, no me gusta el desorden.

El pelinegro suspiró con pesadez y se agachó para recoger sus cosas. "Aguanta, saldrás de aquí pronto. Espero... "

Hecho esto, dejó la caja en un mueble que había y se dispuso a observar la celda. Era de un tamaño accesible, había un camarote en el cual dormiría en la litera de abajo y un escritorio. No era la gran cosa. Igual que se iba a esperar de una cárcel.

A continuación, sacó la silla del escritorio y se sentó, estirándose un poco. Se atrevió a mirar a Jimin, quien había vuelto a su cama y comenzado a leer un libro mientras volvía a saborear su paleta. Inconscientemente comenzó a inspeccionarlo, tenía un rostro suave y angelical. Aunque no era nada parecido a su personalidad por lo que había notado. También tenía una cicatriz en su mejilla y un tatuaje de una rosa en el cuello. Le sorprendía mucho su inusual color de cabello, rosa. ¿Cómo alguien tan amenazante podría elegir un color tan dulce?

—¿Qué tanto me sigues mirando? —cuestionó Jimin, haciendo que apartara inmediatamente la mirada— ¿Te gusto o qué?

Jungkook frunce exageradamente el ceño, haciendo una mueca y negando varias veces con la cabeza.

—¿Qué? No. Tengo-... bueno, tenía novia. No me gustan los chicos.

Jimin reprime una risa.

—Otro heterito de mierda... Mira hombre, que acá la heterosexualidad no te dura ni una semana así que vete acostumbrando.

—¿A qué te refieres? —preguntó el pelinegro con un eje de terror en sus ojos.

—Ya lo verás...

Jeon tragó saliva al mismo tiempo que Park le dedicaba una mirada traviesa y volvía a su libro.

Mierda. ¿Cómo lograría sobrevivir en este lugar?

A continuación, voy a explicar algunas cositas y aportar imágenes para que tengan una mejor experiencia?)

Funcionario: En algunos países, persona que ocupa en calidad de titular, un cargo o empleo en la administración pública. Policía o seguridad, en otras palabras.

Recluso: Preso que cumple condena en un establecimiento penitenciario.

Economato: Establecimiento organizado en forma de cooperativa pueden adquirir productos a un precio más económico que en otros comercios. Como un supermercado pero dentro de la prisión.

Pijo: Palabra utilizada en España para referirse a las personas ricas o de clase alta. Que viste, se comporta o habla de manera afectada manifestando buena posición social y económica, en especial cuando es joven.

Así se ven las celdas por afuera.

Por adentro. (originalmente en la serie son de cuatro camas pero en el fic quise hacerlo de dos)


Bueno, si nunca habían leído a un Jimin frío e hijo de puta, esta será su primera vez. Y rezen para que no se agarren a puñetazos estos dos... Porque terminaría feo, jajs.

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