Capítulo 9

Tocas dos veces.

Vas a entrar al submarino. Parece la decisión más razonable después de todo.

—Está bien. Si puede tomar algún tanque de oxígeno adicional de la tripulación hágalo.

Con cierta dificultad logras entrar al vehículo, te colocas en el asiento de atrás del piloto y tiras del cristal superior para bajarlo. Al menos ese sistema básico funciona. Hora de tirar de la linterna que está junto al desafortunado piloto. La idea de que algo lo dejó en ese estado sigue rondando tu mente cuando por fin consigues la linterna. Es como cualquier otra, de color gris, y ligera.

Se enciende sin que pulsaras ningún botón y su luz cegadora te da directo a los ojos.

¿Sabrá el supervisor que estás junto a un cadáver? Sin duda, debe tener la lectura del traje sin signos vitales postrado a tu lado.

—Alto. —dice de pronto—. Mantenga la calma y no se mueva. Detecto una firma de movimiento a su alrededor. Se mueve rápido.

Miras a tu alrededor. Nada, solo oscuridad. El corazón se agita, pierdes el control de tu propia respiración y aprietas los dientes con fuerza. Una fría línea de sudor te escurre la espalda.

—Misión —habla el supervisor con la voz relajada, claro—. Los depredadores submarinos ocupan luces biológicas para atraer a sus presas. Debe apagar toda luz que pueda y permanecer quieta.

Lo único que pasa por tu mente es la cara despellejada del piloto. La maldita lámpara no se apaga, entonces pruebas agitándola y sí, su luz cesa; te quedas inmóvil y apagas la luz de tu casco presionando el botón ubicado por la zona de la oreja.

Silencio.

Pasan los segundos y sientes como si fueran horas.

—Lo sigo detectando. Se aleja. Tuvimos suerte de que el sonar del explorador está intacto y pude acceder a él. Permanece ahí unos segundos por si acaso, no sabemos qué es pero se aleja.

El supervisor ha comenzado a tutearte.

Parpadeas y respiras lento, como si la cosa que está afuera pudiera oírte. "Se aleja" fue lo que dijo el supervisor. "Tuvimos suerte."

—Oh no. —dice de repente.

Un poderoso golpe sacude el módulo y te lanza para enfrente. El submarino se arrastra y sientes cómo pierdes el equilibrio. Tiene tal poder que empuja la máquina sin dificultad. Caes justo a un lado del cadáver y con la sacudida, la linterna se enciende.

La luz se agita en el agua e ilumina el rostro cadavérico que queda frente a ti.

Se detiene.

—¿Misión? ¿Sigue con vida?

Pulsas el sensor. Haces al lado el cadáver impulsándote con todas tus fuerzas, pero vuelve a quedar encima de ti.

—Menos mal. Creo que volverá a embestir el Explorador. Sujétese.

No tienes tiempo para responderle. Debes apagar la linterna. Estiras los dedos y consigues rozar con ella.

Pero una segunda embestida te sacude y te devuelve atrás. El cristal del casco se hace una fisura, si bien no entra agua, se ha quebrado. Quedaste con las piernas en la nuca, y te incorporas poco a poco.

Todo se queda en silencio un rato. Al parecer se ha rendido, no puede llegar a ti, sea lo que sea.

—Definitivamente se ha ido, misión. El sonar no lo detecta en una buena distancia. Lo mejor es que se mueva antes de que regrese, dudo que el Explorador resista una embestida más.

a) Sales del Explorador inmediatamente. (Ir al capítulo 14)

b) Decides permanecer ahí un rato más. (Ir al capítulo 19)