Capítulo 6

—¡Cuidado! Va directo hacia ti.

Las palabras del comando están de más.

Estás en peligro y lo sabes.

Combatir era una mala idea, y lo sabes. Nunca en tu vida has usado un arma de ese tipo a esa profundidad.

No sabes lo que está pasando, te agitas en el agua y tus movimientos sacuden las corrientes a tu alrededor.

Te revuelves en tu intento de correr, estás desgastándote.

Es momento de salir de ahí.

Tu instinto, todo grita que estás ante una forma de vida hostil.

Haces acopio de todas tus fuerzas y sin darte cuenta, dejas el arpón atrás. No puedes respirar más, y extiendes ambas manos al frente.

Tu más primario cerebro se activa, todo lo que importa ahora es sobrevivir. Uno, dos, tres pasos, resbalas, y retomas la marcha, te entierras en la arena y sigues sin mirar atrás.

Pero no tienes la velocidad suficiente. En realidad sólo han pasado un par de segundos.

De entre las tinieblas abismales, emerge una forma cartilaginosa con la furia de un torpedo, y mucho antes de que puedas siquiera acercarte al Explorador, una fuerza sobrehumana perfora tus piernas y te toma como si fueras un juguete, te levanta lejos de la arena y sientes cómo tu espalda se fractura.

Te sacude y sin más, para tu sorpresa, te suelta.

Lentamente, flotas, y te preguntas qué ha pasado.

Cuando mueves la mirada en busca del animal que te ha embestido, descubres por qué te ha soltado: en donde estaban tus piernas, ahora sólo hay trozos de carne rojiza y huesos fracturados, puedes ver el final de tu columna sacudirse frente a ti.

Se acerca, y frente a ti tienes una hilera de largos dientes ensangrentados. Las fauces se abren y todo se vuelve oscuridad.

Has muerto.

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