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El sueño.

Un par de días después.

—¿Aún no decides? —preguntó Jungkook, viendo que el peliblanco aún estaba indeciso.

—No tengo idea de qué vaya a pasar cuando vea a Mía. Quiero creer que era algo obvio, pues saben que estoy contigo, pero aún así no sé.

—Estoy preocupado por eso, pueden reaccionar mal... —se cruzó de brazos, no muy conforme con la idea de llevar a sus cachorros hasta la manada—. No los lleves.

—Lo sé, pero también tienen derecho a verlos, son los abuelos ¿no? Y sé que no dejaran de molestar hasta verlos. Ya tienen harto al pobre de Taehyung.

—¿Y si no quieren dejarte venir de nuevo?

—Usaré mis poderes, bien lo sabes —acarició con delicadeza su rostro, dándole mimos a ver si con eso se tranquilizaba. Lo sentía muy nervioso y entendía el porqué, pero no había nada que temer.

—Ten mucho cuidado, no quiero que nada vaya a sucederte, ni a ti ni a los cachorros. Me sentiría inútil sin poder hacer nada por no poder cruzar el río —tomó su mano, inclinando aún más su cabeza, como si buscara más contacto del que estaba obteniendo.

Jimin y sus cachorros eran su vida entera, no podría vivir si no los tuviera a su lado. Ahora que sabía lo que era tener una familia y ser tratado con tanto amor, no se veía de otro modo que estando con ellos hasta siempre. Si les sucediera algo no se lo perdonaría nunca.

—Lo tendré.

Acortó la distancia y atrapó sus finos labios entre los suyos, besándolo con delicadeza, lento, disfrutando el contacto, su olor a pino. Lo amaba con todo y sus demonios, estaba perdidamente enamorado de ese alfa, y así como Jungkook daba su vida por lo que tenían, él también era capaz de hasta lo más impensable por protegerlos.

Dejó a los cachorros con cuidado en un aguayo de colores que tenía, no sin antes dejar que Jungkook le diera un beso a cada uno en la frente, y lo colgó de su espalda. Eso le permitiría llevarlos sin que nada les sucediera y mantener sus manos libres, aún con su forma animal.

Una vez llegó al río acompañado de Jungkook, cruzó hasta el otro lado rumbo a su manada, bajo su atenta mirada. Odiaba que se fuera, pues se había acostumbrado tanto a tenerlo con él allí siempre, que tenerlo tan lejos era raro, pero no iba a decirle que hacer. No era nadie para eso, solo su alfa.

✧✦✧

En cuanto llegó a lo de sus padres, lo primero que hizo fue fijarse que sus retoñitos estuvieran bien, y efectivamente así era. Tan pequeños y tiernos, con el correr de los días solo se iban poniendo más gorditos y preciosos, sus bebitos.

Una vez entró a la casa, le sorprendió encontrar solo a su madre. ¿En dónde andaba Dongwan?

—Hijo —exclamó Hye emocionada, levantándose de su asiento para ir directamente a abrazarlo. Pues estaba sorprendida, no esperaba que fuera a verlos tan pronto.

—Mamá —sonrió Jimin, aún algo nervioso por su respuesta a pesar de tan cálida recibida—. Venimos a verlos, a que conozcan a sus abuelos —sostuvo entre sus brazos el aguayo con sus cachorros dentro, sentados en el sofá de la sala junto a ella. Los destapó un poco para que los viera y sin duda Mía impactó notablemente a Hye, porque no le quitaba la vista de encima—. Son Elian y Mía...

—Es... una tigresa...

—Si, y es hermosa. Mis dos cachorros son hermosos. Los tuve con mucho esfuerzo, fueron varias horas de parto, pero finalmente están aquí y tanto yo como mi alfa estamos felices con ellos. Así que espero, mamá, que no la hagas de menos por ello. Mía es tu nieta tanto como Elian.

—Pero Jimin... —lo observó fijamente, algo sorprendida a pesar de que ya se lo imaginaba.

—Pero nada —sentenció, tan frío y serio como podía. No quería que lo tomaran a broma, sino como alguien que hablaba muy en serio—. Si vas a conocer a mis cachorros, hazlo ahora o me iré. Solo vine a que los vean, no a que me reprochen mi vida.

—No estoy haciendo de menos a nadie, pero has estado con un tigre y sabes que eso es prohibido. ¿Te has puesto a pensar lo que podrías provocar si se entera el líder de ellos? —lo chantajeó, a ver si eso funcionaba, mas estaba equivocada.

—¿Y? Nosotros somos felices así, no nos importa ningún tratado. Además, nadie tiene porqué enterarse y si pretenden dañar a Jungkook o a mis cachorros, tendré que explotar al máximo mis poderes.

—Si, lo sé, sé que estás con ese salvaje... es por eso que no debes volver. Vas a quedarte aquí, Jimin, corres peligro con ese.

—¿Lo dices en serio? —largó una risita, incrédulo. ¿Luego de todos esos meses seguían con lo mismo? Era increíble—. ¿Me estás viendo? ¿Ves a mis cachorros? Somos completamente inmunes a su energía.

—Independientemente de eso nada cambia lo que hizo, ¿crees que vamos a dejarte con esa clase de persona? Es un demonio en todas las formas, es mala persona, ¡es un asesino!

—¡No es mala persona! Cuida de mí y de los cachorros, es muy dulce y trabaja para darnos lo mejor. Yo lo ayudo con todo lo que puedo y tenemos a nuestros hijos con mucho amor. Nos amamos, y no vas a retenerme —bufó, dispuesto a levantarse, pero Hye lo detuvo—. Por eso no quería venir, sabía que alguna burrada me dirían.

—No es una burrada, Jimin, es la verdad, ¡ha matado a muchas personas! ¿No entiendes? Es por tu propio bien.

—No me importa su pasado, me importa lo que es ahora —frunció el ceño, sin quitarle la mirada de encima, a ver si así captaba que debía dejar de insistir.

—Tú no sabes lo que piensa. Bien puede estar planeando hacerte daño como lo ha hecho con todos.

—Soy su omega, estoy marcado, sé lo que siente, esas cosas no se pueden disfrazar. Bien sabes que en eso no se puede mentir. Y que de una vez te quede claro —alzó un dedo, en forma de advertencia—. No vas a separarnos. Intenta una sola cosa y juro que no titubearé en hacer algo —Hye solo negó, viendo hacia otro lado. Se negaba a doblegarse y más ante su hijo omega—. ¿Terminaste?

—¡Sólo estamos buscando tu protección! — regresó a verlo—. Al lado de ese tipo no estarás bien nunca, ¡terminará matándote!

—¡Claro que no! ¡Es mi vida, no me dirás que hacer!

Harto de esa discusión, se levantó de su asiento sabiendo que ir había sido mala idea. ¿Qué importaba si sus cachorros no tenían abuelos? Tenía muchos tíos ahora y serían felices así, con gente que no le importaba de dónde venían o como era.

Hye intentó detenerlo, pero aún así Jimin se fue tan rápido como pudo, incluso esquivando a Dongwan antes de que pudiera decirle algo. Al menos había logrado verlos antes de que el peliblanco los tapara con su aguayo antes de correr de regreso a su hogar.

La mujer negó, largando un suspiro de frustración al tener un hijo tan rebelde y testarudo. Ni siquiera había podido darle el presente que tenían para sus nietos.

—No te preocupes, si llegué a verlos antes de que se fuera —entró Dongwan, entrando a su casa sin siquiera esperar a su mujer, que seguía afuera viendo como Jimin se alejaba cada vez más y más.

Hye volteó la mirada hacia la pequeña casita en la que Taehyung vivía con Yoongi y su pequeña, logrando ver a tiempo como una cortina se cerraba de golpe. Seguro había estado observando como pudo todo ese tiempo.

Tenía un hijo rebelde y otro chismoso.

Entró a la casa y fue a donde se encontraba su alfa, sentado en el silencio de la sala mientras tomaba un vino botella en mano. Hye se sentó a su lado, viéndolo expectante por saber que había hablado con el líder felino.

—Está de acuerdo en que intervengamos —habló Dongwan, sabiendo lo que Hye quería—. Durante mucho tiempo han tenido que lidiar con la presencia de esos hermanos malditos e incluso muchos de su propia raza murieron por eso. Hace tiempo quieren sacarlos del medio y no encontraron otro modo que excluyéndolos, que vivieran lejos de la ciudad, pero aún así siguen siendo un estorbo para él... pero hay un problema.

—¿Qué problema?

Dongwan se levantó de su asiento y revolvió entre las cosas que tenía en un cajón, sacando un mapa de las tierras. Marcó con tinta los tres ríos que los rodeaban: —Debemos retener estos tres ríos para volverlo vulnerable, porque no solo sirven para tenerlo de prisionero en aquel lugar, sino también como fuente vital al ser algo que corre y nunca para. Al parecer, quien sea que le hizo eso, unió ambas cosas.

—Supongo que no hay problema con eso.

—Un poco, porque no será fácil, pero está dispuesto a detener el de su lado, nosotros debemos encargarnos de los dos que pasan por aquí.

—Entonces organizaré un buen grupo para que colabore en eso.

—Si, mañana iniciaremos y cuando todo esté listo... —tomó la botella, sirviéndole también a Hye—. Atacaremos y nos llevaremos a Jimin y a nuestros cachorros de allí. Muerto, él ya no podrá regresar a su lado y podrá superarlo fácilmente. Su lobo moriría de tristeza, pero sus cachorros no se lo permitirán.

—Eso es lo bueno en todo esto, así que procura que ese tipo muera, por el bienestar de Jimin. No estoy dispuesta a perder otro hijo.

Ambos chocaron sus vasos, para luego darle un gran sorbo a la bebida. Estaban satisfechos con el plan y más que seguros de que iba a funcionar. No podían dejar ir a alguien como Jimin, debían tenerlo de su lado costara lo que costara.

✧✦✧

Esta vez, Jungkook cocinaba mientras Jimin se encargaba de dormir a los cachorros. Había vuelto realmente enojado y no había querido decir palabra alguna, y aunque estaba curioso por saber lo sucedido, respetaba su decisión de no querer hablar.

Agh, ¿a quién engañaba? Quería saber ya.

—¿Qué fue lo que pasó que volviste tan enojado? —preguntó Jungkook, volteando un poco para ver al peliblanco—. ¿Reaccionaron muy mal?

—Solo estaba mi madre y si, no quería que me fuera, decía que tú podías hacerme algo. Que... eras un asesino —se encogió de hombros, viendo como Elian se alimentaba de su pecho, más dormido que despierto.

Jungkook largó un suspiro, un tanto frustrado. Estaba acostumbrado a que la gente lo viera de ese modo, y no los culpaba, pero a veces deseaba mucho poder irse de allí a donde nadie lo conociera y juzgara por su pasado. Era de las cosas que más anhelaba además de pasar toda su vida con Jimin y sus cachorros.

—Es obvio que tenga miedo... muchos saben lo que soy. Me ha costado demasiado lograr tener conciencia con algunos en el pueblo, pero es comprensible porque tu mamá actuó así.

—Yo quiero que entienda que eres bueno, que me haces feliz.

—No es por ser negativo, pero creo que estará difícil eso —dejó la comida en el fuego en lo que terminaba de cocinarse y se acercó a donde estaban—. A ver, déjame ver a esos pequeños que pasaron unos minutos y ya los extraño.

Jimin sonrió a pesar de que seguía un poco malhumorado por lo ocurrido y dejó que tomara a Elian aunque apenas se estaba durmiendo. Es que sabía que había que cambiarlo y él no tenía ganas. Se sentía mal por deshacerse del trabajo, pero así eran las reglas del juego.

—Me encanta verte con los pequeños —arregló su camisa mientras veía como Jungkook mimaba al pequeño y lo llenaba de besos, aunque este aún no estuviera consciente del padre precioso que tenía.

—Me gusta mimarlos, son tan lindos... pero creo que Elian ya hizo de las suyas —largó una risita, alzándolo un poco para poder oler mejor—. Ufff si, ya se desgració.

Jimin largó una carcajada: —Cámbialo —pues si tanto los quería que les limpiara el culo.

—Mañana debemos bañarlos —subió con Elian en brazos sin siquiera rechistar, bajo la divertida mirada del peliblanco.

Mientras Jimin vigilaba la cena, podía escuchar como Jungkook chillaba al ser meado por su cachorro. Siempre lo meaba a él, pero ahora la mala suerte le tocaba al azabache, lidiando con el pitulin loco del pequeño. Era como música para sus oídos.

—¿Ya viste lo que hizo tu hijo? —dijo Jungkook, bajando con un fingido ceño fruncido y con un Elian limpio entre sus brazos.

—No solo mío, también tuyo —rió Jimin, viendo el pecho mojado del alfa.

—Pequeño meón —dejó al pequeño junto a Mía. Al menos no estaba llorando—. Iré a bañarme en lo que está la comida.

Jimin asintió y recibió gustoso el pico que Jungkook se acercó a darle antes de irse. No podía evitar sonreír de oreja a oreja siempre que veía a Jungkook tan feliz con sus cachorros, es que no había imagen ni paisaje más bonito que ese, el alfa que amaba con sus retoños.

Luego de comer, hicieron su rutina de siempre en limpiar y de nuevo tenían la suerte de que los pequeños estuvieran dormidos, por lo que aprovecharon a divertirse un rato, para luego caer dormidos profundamente.

✧✦✧

Jungkook se encontraba en el mercado. Otra vez necesitaba llenar la despensa, teniendo que salir solo. Antes lo hacía junto a Jimin, pero prefería que este se quedara cuidando a los cachorros. Eran pequeños aún y nadie podía verlos, tampoco a él, por eso habían organizado así las cosas, aunque el peliblanco extrañara acompañarlo.

Tomó un tomate y lo olió. Mmm fresco fresco, justo como le gustaba... pero entonces, el sonido de ayuda que emitió Jimin erizó todos los vellos de su cuerpo. Una corriente de adrenalina y miedo lo invadió. Aquel sonido imperceptible para otros, era lo peor que podía pasarle a un alfa. Que un omega usara aquello era para preocuparse, porque se trataba de algo grave.

Soltó todo lo que tenía en sus manos sin importarle que cayeran al suelo y ya con su forma animal corrió salvaje de regreso a la casa, solo para encontrar la puerta abierta de par en par. Eso lo alarmó un poco.

Entró casi atropellándose con las cosas, pero no encontraba rastro alguno de sus bebés o Jimin. El sudor caía por su frente a chorros, desesperado por saber que pasaba para que su omega lo llamara de ese modo.

—¡Jimin! —corrió por la casa buscándolos, mas no escuchaba respuesta.

Parecía como si se los hubiera tragado la tierra. No estaban sus olores, no podía sentir a Jimin a través del lazo, no había nada.

Entonces, unas manchas rojas en el suelo llamaron su atención. En cuanto se agachó a ver, pudo notar que se trataba de sangre, dejando un rastro escaleras arriba hasta lo que vendría siendo el cuarto que ambos compartían. No dudó ni dos segundos en subir de dos en dos, gritando el nombre de su omega. Y en cuanto abrió...

Tras la cama, lograba ver una mano y un charco enorme de sangre. Los cabellos blancos de Jimin se mezclaban con el líquido carmesí, haciendo un contraste enorme de colores.

Tembloroso, con miedo de lo que pudiera a llegar a encontrar, se dirigió hasta donde estaba. No respiraba, ni parpadeaba, ni era capaz de emitir sonido alguno, era como si su endemoniada alma de pronto se hubiese escapado de su cuerpo, dejándolo en estado catártico.

No supo en qué momento sus ojos se llenaron de lágrimas, arrodillándose a su lado sin importarle si se manchaba o no. Alguien, algún hijo de puta, había matado a su omega, a su amor, a la persona que más amaba en todo el mundo junto a sus cachorros.

Tomó entre sus brazos el cuerpo flojo de Jimin, sabiendo que ya no había nada que hacer, se había ido. La tristeza y la rabia corrían por sus venas mientras las lágrimas caían con furia por sus mejillas. Un grito desesperado escapó de su boca mientras se abrazaba a lo único que le importaba en la vida, a su enamorado, a su ángel, a su todo.

Sintió como un par de manos mientras dejaba besos por todo su rostro y una voz a lo lejano lo llamaba.

—¡Jungkook! —era la voz de Jimin.

Jungkook se sentó de golpe, viendo todo con los ojos bien grandes, algo desorientado. Su frente perlada del sudor, las lágrimas como diamantes ante la luz de la luna... entonces Jimin lo supo; había tenido una pesadilla otra vez.

—¿Qué sucede? ¿Otra pesadilla? —volvió a hablar el peliblanco, observando como su alfa aún estaba desorientado.

—E-Estabas muerto, muerto... te habían asesinado —su voz temblaba de solo pensarlo, mientras tocaba a Jimin como si quisiera asegurarse de que realmente estaba despierto.

¿Hasta cuándo ese tipo de pesadillas lo atormentarían? Porque había tenido muchas, pero esa en particular se sentía tan real...

—No te sientas mal, bebé, no es tu culpa —y lo atrajo hacia su pecho, llenándolo de besos y caricias, sobre todo en su cabello húmedo a causa del sudor. No le importaba.

—Pero... —se aferró a él, escondiendo su rostro allí, sintiendo su respiración—. No quiero que algo así suceda, no sé si lo soportaría.

—No pasará, me cuidaré bien, también a los cachorros y a ti —acarició sus orejas, apoyando la barbilla en su cabeza mientras bajaba su otra mano por su espalda—. Eres tan tierno llorando, pareces un gatito abandonado que necesita mimos.

—Siento que no soy capaz de cuidarte, pero debo hacerlo, no quiero que nada les vaya a pasar. Tú y mis hijos son lo único bueno en mi miserable vida y me niego a perderlos. Si algo así pasara no sé que sería de mí —alzó la vista, viendo sus ojos grises aún entre penumbras.

Una luz plateada desde la ventana lo rodeaba, viéndose como un verdadero ángel. ¿Merecía acaso un omega tan precioso y bueno como aquel? ¿Qué había hecho él en esos años para que alguien como Jimin llegara a su vida y lo hiciera tan feliz?

—Eso no pasará, siempre estaremos junto a ti —dejó un beso en su frente—. Haremos que tu vida sea plena y feliz —Jungkook cerró los ojos, sintiéndose más aliviado mientras disfrutaba las caricias del peliblanco, como un niño vulnerable en busca de consuelo—. Mejor sigamos durmiendo, ¿si?

—No puedo dormir... hazlo tú, estaré bien.

—No —acomodó su cabello, tirándolo hacia atrás para verlo mejor—. Te haré dormir con muchos besitos y mimitos. Serás un alfa feliz, gordito y bien cuidado —sonrió, haciendo sonreír a Jungkook también.

¿Quién decía que los alfas no podían ser adorables también? Es que veía a Jungkook con su nariz y sus ojitos rojos mientras sonreía tímidamente y podía jurar que era la cosita más preciosa del mundo. Necesitaba protegerlo de todo.

—Descansa, amor, seguro estás cansado de todo.

—Descansa tú también, mi amor. Mañana será un nuevo día.

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