El pasado de Jungkook.
—Jimin está insistiendo en que quiere saber la verdad y yo ya no sé qué decirle. Será mejor que vayas y hables con él —dijo Hye, desesperada ante su marido por la insistencia del peliblanco.
—¿Regresó? —preguntó Dongwan, soltando todo lo que tenía en mano.
No podía creerlo, luego de casi un mes y todo lo que habían hecho por saber de él, Jimin volvía a la manada como si nada, y encima exigiendo sobre un tema que creía haber dejado atrás, pero no. Debió suponerlo, Jimin nunca dejaría de querer saber sobre su proveniencia... el problema es que él tampoco tenía idea de eso como para darle la información que buscaba.
Caminó a paso rápido hasta la cabaña, viendo como el omega revolvía todos los cajones y muebles habidos y por haber en la casa.
—¿Qué haces? —preguntó el alfa, frunciendo el ceño.
—Busco algo que me diga la verdad ya que ustedes no quieren hacerlo —contestó Jimin, volteando a verlo.
Hye solo se quedó a un lado cruzada de brazos, anticipando el drama que estaba por llegar. Jimin era muy terco y jamás iba a olvidar eso. Tarde o temprano lo sabría.
—No hay nada, Jimin. Somos tus padres y así va a ser siempre.
—Acabas de delatarte.
—No vas a encontrar algo que no existe.
—¡Quiero saber! —explotó, sobrepasado con todo lo que estaba sucediendo—. ¡No entienden! ¡No tuve un buen día! —tiró lo primero que tuvo cerca—. ¡Voy a tener un cachorro! ¡Quiero saber si él podrá hacer lo mismo que yo! —tomó aire intentando tranquilizarse cuando notó que andaba muy alterado y eso no era bueno para su cachorro—. ¿Un ancestro hacía lo mismo y por eso yo también? ¿Mis padres son otros? —relamió sus labios, sintiéndolos repentinamente secos—. Quiero saberlo, ¿cuál es su miedo? ¿Que ya no los quiera? Si ustedes son mis padres de sangre o no siempre los voy a querer a pesar de que son una basura con Taehyung, porque me criaron y me dieron un hogar. Por favor, solo quiero conocer quién soy y porque puedo hacer lo que hago.
—Es que no hay ninguna verdad —se apuró a decir Hye, pero Dongwan la interrumpió poniendo una mano en su hombro.
—No, está bien, ya no vamos a ocultarlo —dijo él, llevando su vista a Jimin—. Es cierto, no eres nuestro hijo de sangre —admitió.
Ya estaba, no tenía más chiste seguir manteniendo un secreto a vivas voces. Era evidente que no era hijo suyo, que era diferente, que podía hacer cosas que otros no. Iba a formar su propia familia y primero para eso debía saber sobre sí mismo, descubrirse y sacarse ese peso de encima.
Enmudecido, Jimin apartó una silla y se sentó, pues eran demasiadas emociones fuertes en un solo día. Una cosa era suponer algo y otra confirmarlo, sobre todo cuando se trataba de algo tan delicado como eso, lo que lo llevaba a sentirse perdido.
—Te encontramos hace años, estabas solo en los montes y no pudimos dejarte ahí. Estabas solo y eras un bebé indefenso —habló Hye.
—¿S-Solo? ¿No había nadie conmigo? —preguntó Jimin. Las lágrimas comenzaban a nublar su vista.
—No había nadie —Dongwan también negó—. Era casi de noche y hacía mucho frío. Te llevamos porque, pues ya teníamos a Taehyung y quizá otro lobo te iba a querer, pero me encariñé muy rápido contigo. Eras un bebito precioso que había llegado a nuestras vidas, entonces te adoptamos como nuestro —se acercó a donde estaba, tomando otra silla para quedar frente a él—. Por eso nos duele que digas que no es así, porque te hemos cuidado como uno desde ese día.
Jimin notó las lágrimas también en los ojos de su madre, y supo que, a pesar de todo, no los odiaba. Quizá no eran quienes le habían dado la vida, pero lo habían salvado y cuidado como si así hubiese sido, y siempre iba a estar en deuda con ellos por eso.
—Y tenías esto —dijo Dongwan, cerrando un cajón luego de sacar lo que había guardado dentro durante tantos años—. No había nada más, solo llevabas puesto ese collar.
Frente al peliblanco se balanceo un precioso collar de una luna y un sol. Eso tenía tanto sentido para él. Era capaz de controlar su luz, se sentía cálido ante la luz que ambos reflejaban y más de una vez había sentido que la luna lo guiaba cuando no sabía que hacer... pero era tan descabellada la idea.
Lo tomó entre sus dedos, observándolo con detalle. Lo sentía tan suyo que dolía, sobre todo porque ahora las cosas parecían tener sentido. Cuando usaba sus poderes de día, la luz era dorada, pero cuando los usaba de noche, la luz era plateada. Todo dependía del momento y el lugar. Cualquier luz de cualquier color era capaz de captarla, incluso el reflejo púrpura o azul de un rayo.
—Es todo, no sabemos nada más, pero ya desde pequeño mostraste habilidad con la luz —dijo Dongwan—. Al principio nos asustamos... —caminó por la sala, llegando a él como flashes los recuerdos del pasado—. Te llevamos con un chamán y no supo bien que tenías, o no quiso decirnos, pero nos recomendó mantenerlo en secreto.
—Supusimos que tenía que ver con que seas totalmente blanco y el collar. No existen otros lobos como tú, eres el único —dijo Hye.
—No creo que mi color tenga que ver con eso, así como el olor no tiene que ver con la fertilidad —habló Jimin, largando un suspiro entrecortado mientras volvía a admirar el dije—. Pero... ¿quién sabe? Puede ser cualquier cosa.
—El olor... eso sí tiene que ver, el chamán lo dijo. Mira tu hermano si no —pues aún no sabía sobre lo de su embarazo.
—Hablen con Taehyung —se levantó de su asiento, dispuesto a irse—. Discúlpense con Taehyung por ser tan asquerosos, por algo tan insignificante. Después de todo... son doblemente abuelos ahora.
—¿D-De qué estás hablando?
—¿Cómo? —preguntó Dongwan, totalmente confundido al igual que Hye.
—No se los voy a decir yo, pero ya me enteré cuando llegué porque primero vi a Taehyung antes de entrar a esta casa —dijo Jimin, observándolos atentamente—. Estoy en gratitud con ustedes por haberme cuidado y haber hecho lo que creían mejor para mí, y ya les dije, siempre serán mis padres, pero al mismo tiempo estoy enojado por como trataron a Taehyung. Él no merecía eso, él debía ser cuidado, protegido y comprendido por quienes le dieron la vida y no fue así —apretó los labios, no quería llorar—. Así que espero y recapaciten, y gracias por decirme la verdad.
No esperó a que dijeran algo y solo los abrazó, siendo correspondido por ambos. Siempre los iba a querer, pero aún tenía muchas cosas que resolver y descubrir. Sabía que esa no sería la última charla.
—¿Y cuándo nos dirás quien es tu alfa? —preguntó Dongwan, en cuanto se alejaron.
—Si, queremos saber en dónde te estás quedando. Ni siquiera podemos visitarte —dijo Hye.
—Al otro lado del río —dijo Jimin, consciente de que eso causaría un revuelo, pero le parecía un trato justo luego de confirmar que era adoptado—. Y mi alfa es un tigre, vamos a tener un cachorro.
Hye tuvo que ser sostenida por su marido ante esas palabras. Un fuerte mareo la había golpeado, estaba shockeada. Esperaba cualquier cosa menos eso, ¿su hijo en territorio felino y encima mezclando especies? Eso era imposible, tenía que haber escuchado mal.
—¿Escuchas lo que estás diciendo? —exclamó Dongwan, anonadado—. ¡Estás con un tigre en territorio prohibido para lobos!
—No tiene nada de malo...
—Eso no puede ser posible, es de otra especie.
—¡No me importa! Es mi decisión, mi problema y deben respetarlo.
—No puedes cruzar, es peligroso. Nadie que cruzó del otro lado ha regresado.
—Además, hay un pacto, si te ven te van a matar —dijo Hye, abanicándose a si misma con la mano para poder respirar—. Lo tigres son agresivos, demasiado peligrosos, al igual que los otros felinos.
—Pero Jungkook es bueno conmigo... más allá de lo que sea. Voy a tener un cachorro suyo y es mi alfa. Sé que me quiere, lo siento —dijo Jimin, lo que dejó aún más perplejos a sus padres.
—¿Jungkook? ¿Jeon Jungkook? —preguntó Dongwan, a ver si había oído bien.
—No sé su apellido...
Dongwan y Hye cruzaron miradas, pensando en lo mismo. Jimin no solo había roto el tratado y la regla de especies, sino que, además, de todos los alfas habidos y por haber, se había metido justo con Jeon Jungkook, el demonio que vivía al otro lado. Nadie se acercaba a él, nadie quería verlo ni de lejos, porque era malo y frío como él solo sabía, además de asesinar a cualquiera que se le acercara. Era un completo peligro y bien merecida tenía su prisión.
—Ya sé lo que es... lo confirmé hoy y discutimos, por eso peleamos, por eso tuve un mal día —volvió a hablar Jimin, consciente de lo que iban a decirle, porque al parecer lo conocían y sabían su condición.
—No quiero que regreses con él —sentenció Dongwan, acercándose al peliblanco.
—¿Por qué no? No me afecta su energía.
—Vas a morir si sigues con él, ¿no comprendes? —dijo Hye—. Vas a quedarte aquí, es lo mejor para ti —quiso tomarlo del brazo para que se sentara, pero Jimin se soltó—. No quiero verte muerto por culpa de ese demonio. Es malo, por su culpa se han muerto todos sus omegas, pero tú no vas a tener ese mismo destino.
—Ya les dije que no me afecta y voy a irme quieran o no.
Se apuró a salir de la casa antes de que lo atraparan, corriendo tan rápido como podía mientras tomaba su pequeño vientre entre sus manos.
—¡No vas a irte con él, Jimin!
—¡Ven aquí! —gritó Dongwan, saliendo de la cabaña hasta donde estaban algunos alfas guardias de la manada—. Síganlo, no dejen que se vaya.
Los guardias asintieron y echaron a correr tras el omega, fácil de distinguir al ser blanco y correr entre puro verde y marrón. Por su parte, Jimin intentaba perderlos sin tener que utilizar sus poderes, pero ya veía que iba a ser inútil, por lo que cruzó corriendo el río por el tronco enorme que servía de puente.
Le daba mucha pena, mas debía hacerlo si no quería poner en peligro a nadie, así que llenó su mano de luz lo suficientemente potente y lo arrojó, partiendo la corteza a la mitad. Pedazos del tronco comenzaron a caer al agua, siendo llevados por la corriente.
No se quedó a ver si los guardias se animaban a cruzar el río o no, solo corrió de regreso, llegando agitado a la cabaña. Miró hacía atrás a ver si lo habían seguido y se tiró al césped en cuanto se sintió seguro. Su corazón latía con fuerza, parecía querer salirse de su pecho. Él no debía estar haciendo esos esfuerzos.
Jungkook salió de la casa en cuanto lo sintió, corriendo a él cuando lo vio allí tirado. No quería que nada malo le pasara. Su cabeza era un torbellino de ideas negativas en dónde mil cosas habían podido pasar y se arrepentía de todas. No deseaba perder al único omega que en verdad había amado en su larga vida, porque Jimin era su todo literalmente. Sin él, no sería nada, sería una completa miseria, más de lo que ya era, y si llegaba a perderlo por su culpa, jamás se lo iba a perdonar.
—¿Qué tienes? —preguntó Jungkook, notablemente preocupado mientras examinara que estuviera bien.
—¿Por qué no me dijiste que eras famoso? —dijo Jimin, como si nada malo hubiera pasado.
—Por favor, no hablemos de eso —se arrodilló a su lado, ayudándolo a sentarse.
—Debemos, Jungkook, porque seremos tres, ¿si captas que vamos a tener una familia? —frunció un poco el ceño, tomando seriedad—. Debemos hablarlo, debemos aclarar todas nuestras dudas, nuestro pasado, lo que somos y lo que queremos ser.
Jungkook asintió, largando un suspiró. Jimin tenía razón, ¿en qué momento se había vuelto tan maduro? Incluso más que él y se suponía que era el mayor.
—Tienes razón... pero ni siquiera sé cómo contarte eso o como hablarlo sin que no me duela.
—Entonces te diré lo que me acaba de pasar o más bien, todo lo que pasó en el día.
—Te escucho —se sentó mejor, quedando ambos en el césped como si fuera alguna especie de picnic.
Jimin observó su alrededor, como los árboles se movían con el viento y el cielo se nublaba. El clima era perfecto y el sonido de las hojas chocando era relajante. Parecía que el universo conspiraba para que todo funcionara sin trabas y charlar tranquilos.
—Mis padres admitieron que mis sospechas eran ciertas. No soy su hijo de sangre y me encontraron cuando era un bebé, con esto —sacó el collar del bolsillo, dejándolo en manos de Jungkook.
El azabache sonrió en cuanto lo vio, viendo como brillaba entre sus dedos a pesar de la poca luz que se colaba entre las nubes: —Una vez escuché una historia sobre que el sol y la luna se amaban, una historia de fantasía... pero esto creo que no sirve de nada si quisieras saber quiénes son tus verdaderos padres.
—Pero esto tiene que significar algo, ¿no? —pensó—. Debería ir con algún chaman que sea bueno, uno poderoso que me ayude.
—Deberías de hacerlo —asintió, devolviéndole el collar—. Para que salgas de todas tus dudas de una vez por todas.
Jimin asintió: —Y cambiando de tema... le dije a mis padres que estaba con un tigre —eso sorprendió a Jungkook, pues no esperaba que les dijera—. Se volvieron locos pero... reconocieron tu nombre —lo miró a los ojos, haciéndole saber al azabache que necesitaba saber el por qué—. Ellos sabían quien eras y no querían que me fuera por esa misma razón.
—Muchos saben lo que soy...
—¿Y yo era el único idiota que no sabía?
—Me tienen miedo por lo que soy, pero... yo no le hago nada a nadie.
—¿Y los lobos que cruzan, pero no regresan?
—No siempre estoy pendiente del paso, no siempre soy yo el que los hace volver —tomó sus manos, buscando apoyo—. Si crees que soy un asesino no es así, lo único que hago es hacer que vuelvan y los que no han vuelto son los que se han encontrado con tigres que realmente les importa poco todo.
Jimin acarició su rostro, mirándolo con atención y el amor que obviamente aún sentía por él. Su omega gritaba que nada le importaba, que ese era su alfa y que lo quería a su lado hasta que su vida acabara, y el peliblanco no pensaba negarse, porque él también deseaba eso e iba a apoyar a Jungkook en lo que fuera.
—Quiero saber de ti. Hoy... me diste miedo y sentí tu energía.
Los ojos de Jungkook se abrieron como platos producto del miedo que sintió al pensar que pudo hacerle daño tanto a él como a su cachorro: —¿Te sientes bien?
—Ahora si, pero en el momento me mareé.
—Estar conmigo te hace mal, soy peligroso para ti y para el cachorro...
—Creo que es porque estabas enojado, no siento nada ahora, y aunque fuera al revés, no te dejaría. Jungkook, yo en verdad te amo, mucho mucho —tomó su rostro entre sus manos, mirándolo a los ojos—. Y estoy dispuesto a correr el riesgo por ti, pero necesito saber la verdad, necesito saberlo todo, necesito que confíes en mí.
Jungkook asintió, consciente de que era el momento o no habría otra oportunidad. Jamás le había contado a nadie lo sucedido y Jimin sería el primero. Más muestra de amor ante aquel omega no podía dar a partir que contara como fueron las cosas, lo mierda que fue para terminar en aquella situación.
—Todo pasó hace más de 100 años —comenzó a contar Jungkook, transportándose a ese tiempo en la mente, mientras Jimin se sentaba mejor para escuchar atento—. Yo era... todo lo malo que te pudieras imaginar. Mis padres tenían mucho dinero y una casa aún más grande que esta. Como su hijo lo tenía todo, pero yo quería más. Era avaricioso, no me importaba nadie más que yo. Estafé a gente, dejé en la calle varias familias y hasta me casé con alguien solo para quedarme con su dinero... y aún así no tenía límites. No quería a mis hermanos y por alguna razón que nunca supe odiaba a mis padres, quería quedarme con todo y odiaba la idea de tener que compartir su riqueza con Namjoon y Hoseok.
» Si yo heredaba lo que tenían, no iba a tener que esforzarme nunca más, ese era mi pensamiento tonto y de ingenuo que además no sabía cuidar la plata... así que simplemente los maté. Fui frío y no sentía remordimiento en el momento, pero Namjoon... él estaba en la casa esa noche. Se suponía que íbamos a estar los tres solos porque él tenía una cita, pero no sé por qué regresó y lo vio todo —miró a Jimin, quien estaba perplejo y hasta algo horrorizado con lo que contaba—. Sin embargo, Namjoon no era ningún santo, no le importó sacrificar a Hoseok para vengarse de mi por arrebatarle a nuestros padres, por querer despojarlo de todo lo que le pertenecía también a ellos.
—¿Qué hizo?
—Namjoon siempre anduvo con juntas raras, y siempre fingió que no, pero yo sé que él deseaba hacer lo mismo en el fondo, solo que nunca tuvo los huevos, no era tan descarado... pero si un vil mentiroso y traicionero —frunció el ceño—. ¿Sabes quién es Até? —Jimin negó—. Es una divinidad demoníaca, señora y personificación de la venganza, la injusticia, la perversidad, la fatalidad, el mal como condición humana y el extravío de la reflexión. Nunca toca el suelo, siempre flota a la medida de nuestras cabezas y es muy fácil invocarla. Solo debes hacer un corte suficiente para que tu sangre fluya y se derrame en el suelo, para finalmente llamarla en un pedido de ayuda para cobrar una venganza a quien te hizo mal. Se supone que debes dar tu alma a cambio para que se lleve la de esa persona a quien quieres acabar...
» El muy cobarde no ofreció su propia alma, sino la de Hoseok, el menor de los tres, quien realmente es la víctima en todo esto... pero Até no es estúpida, ella es muy inteligente, atenta, y nada se le escapa. Sabía que Namjoon estaba haciendo algo que no debía y no iba a pasarlo por alto, pero una ofrenda es una ofrenda, así que aceptó el alma de Hoseok, pero también se llevó la de Namjoon como premio doble, por traidor a su propia sangre.
» Como parte del pacto, vino por mí. Tocó mi puerta con tres golpes... sentí el frío, la angustia, la niebla que comenzaba a inundar las calles con su sola presencia —sus ojos se llenaron de lágrimas de solo recordarlo—. Había olor a muerte en esa casa, podía escuchar los lamentos que la acompañaban mientras los cadáveres de mis padres seguía allí tirados porque aún no sabía qué hacer con ellos... y entonces, de la niebla formó una lanza y me atravesó. Desprendió mi alma al sacarla con cizaña de mí. Pude ver mi propia alma siendo llevada por toda la eternidad...
» Pero no sabes cuánto me arrepiento. Creía que nada iba a pasarme y resultó que no era así. Ahora ese demonio tiene nuestras almas, le perteneceremos para siempre y tendremos este aspecto toda nuestra vida. No envejeceré, veré como otros mueren a mi alrededor, siendo condenado a vivir con mis propios demonios para siempre, que son mis hermanos, en esta prisión de agua de la que no he salido hace más de 100 años.
Jimin apretó los labios, sin poder creer todo lo que oía, pero le creía, claro que sí. Si él era capaz de controlar la luz, Jungkook era capaz de estar atrapado por una venganza o lo que sea que en verdad lo tuviera prisionero.
—Estás atrapado... ¿en una corriente de agua? —preguntó Jimin, captando porque no era capaz de cruzar el río.
Jungkook asintió: —Mis hermanos y yo. Este territorio está rodeado de tres ríos que se cruzan entre sí. Mientras la corriente fluya, jamás podré cruzarlos. Es mi condena por lo que hice, y la de Namjoon por traidor, aunque Hoseok también está atrapado a pesar de ser inocente —Jimin se pasó las manos por la cara, algo confundido por todo lo que acababa de oír—. Si quieres irte está bien, no voy a oponerme. Sé que he sido un asco de persona y no tienes idea de cómo me arrepiento, de lo que daría por volver a abrazar a mis padres, ese abrazo de madre que es irremplazable, por no haber hecho bien las cosas... pero lo hecho, hecho está, y aunque haya cambiado con el correr de los años, ya no tiene arreglo. Lo siento.
—Y entre todas las cosas... ¿Si te das cuenta de que yo envejeceré y tú no?
—Lo sé... pero es mi castigo por todo. Por eso te digo que... si quieres irte ahora, hazlo, y vive una vida feliz al lado del cachorro, con algún otro alfa que te merezca más.
—¿Y seguirás a mi lado cuando esté viejo y arrugado? ¿Cuándo parezca tu abuelo? —dijo, ignorando lo de irse con otro alfa, porque él no deseaba eso, quería quedarse junto a Jungkook a pesar de todo.
—Lo haré —lo abrazó, totalmente sensible por haberle contado algo que calló por tantos años—. No quiero que te sientas obligado a estar conmigo.
—No me siento obligado —cerró los ojos con fuerza mientras le correspondía, intentando no chillar como niño pequeño—. En verdad te amo, aunque hayas hecho cosas malas y por eso estés así.
—Yo también te amo, y no porque eres capaz de soportar mi energía, sino porque en verdad te has ganado mi corazón. Has llegado a ese lugar oscuro, frío y roto para arreglarlo y llenarlo de vida con tu luz. Te has convertido en mi todo, Jimin, y no quiero perderte, eres lo único que me queda en esta asquerosa vida.
Jimin se separó a verlo, notando como él también hacía un esfuerzo por no llorar. Se veía tan tierno así de vulnerable y sensible que le daban ganas de apapacharlo.
—No puedo entender como eras tan caca. Es que te veo y no encuentro nada malo en ti.
—Es que aprendí la lección... lo aprendí con lágrimas de sangre y quiero hacer las cosas bien ahora.
—¿Y te seguiré poniendo duro cuando sea viejito? —largó una risita por pensar en cochinadas en ese momento—. ¿Cuando ya no esté sexy?
—Seguirás siendo lo más hermoso y sexy que he visto —tomó sus manos entrelazando sus dedos, para luego dejar tiernos besitos en su boca.
—¿Más que los otros?
Eso hizo reír a Jungkook, ¿acaso estaba celoso de los omegas que había tenido? Los cuales ya no estaban en ese plano, lo que lo volvía más raro todo.
—Te quiero mucho más que a los demás —admitió.
—¿O sea que todo ese cuento que me hiciste de jugar de niños era mentira? —fingió enojo.
—No, no, si te conocí antes, por eso no te saqué de aquí cuando viniste, solo que no me recuerdas porque eras un lindo nene.
—O sea que me viste de niño y dijiste: "Quiero tener cachorros con este omega" y te esperaste tus años —bromeó, aunque en verdad esperaba que no fuera así.
—En ese momento no pensé eso, solo que jamás creí tener algo contigo.
—Horrible, eh —volvió a molestarlo.
—Cállate —se carcajeó.
Jungkook se le tiró encima en un jugueteo de cosquillas entre uno y otro, divirtiéndose en el césped como si nada hubiera sucedido, con sus risas inundando la paz del lugar. Porque Jimin en verdad lo amaba y no iba a juzgarlo por su pasado, sino por su presente y lo que era ahora. Mientras también lo amara y lo cuidara tanto a él como a su cachorro, nada le importaba... iba a buscar un modo de liberarlo, aunque eso significara correr un gran riesgo.
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