El ataque.
No sabía explicarlo, pero durante la madrugada y toda la mañana Jungkook no había dejado de sentirse raro. Era como si estuviera más débil, diferente, con poca energía, no tenía palabras, y aunque no decía nada, Jimin sentía a la perfección como estaba.
Si, efectivamente tenía algo raro, algo que no había pasado hasta el momento.
Jimin dejó lo que tenía a mano para prestarle más atención mientras revisaba por última vez los tapices que necesitaba comprar para terminar su trabajo. Pues creyó que le alcanzaría, pero no era así. No le quedaba de otra que ir al mercado.
—¿Te sientes bien? —preguntó Jimin, sin poder evitarlo. Necesitaba saber antes de que se fuera.
—No sé... quizás pesqué alguna enfermedad o algo.
—¿Te enfermas? —alzó una ceja. Era algo que nunca se había planteado.
—Mmm... no, pero supongo que esta vez sí.
—Qué raro —dejó una mano en su frente a ver si tenía fiebre. Nada, eso volvía el caso aún más misterioso.
—Solo abrázame, ¿si? —Jimin lo observó un instante a los ojos antes de abrazarlo y supo que Jungkook no estaba bien. Quizá físicamente se veía bien, mas no se trataba de eso, sino de algo del alma y el azabache lo sabía bien. Estaba consciente de que algo iba mal con él—. Te amo —lo apretó contra su fuerte anatomía, como si quisiera evitar que se fuera.
—Me estás asustando... —Jungkook se separó un poco a verlo, dispuesto a preguntar pero él se adelantó—. Te siento mal, raro y te pones mimoso... no me gusta nada el aura que hay en ti. No te siento normal.
—No es nada, además, todos los días soy mimoso contigo, ¿o no? —Jimin apretó los labios, pues no estaba de acuerdo con eso. Nada le quitaba de la cabeza que algo sucedía con su alfa—No pienses nada... —acarició su rostro con delicadeza, admirando su belleza—. No es nada así que no te metas cosas en la cabeza —dejó un par de picos en sus labios, sintiendo como le correspondía.
—No lo haré —sonrió queriendo dejarlo tranquilo, mas su cabeza era una máquina que no paraba.
Luego de despedirse con muchos besos como siempre hacían, Jungkook partió hasta el mercado bajo la atenta mirada de su omega. No quería preocuparlo, pero algo le decía que a partir de ese día las cosas iban a cambiar, sobre todo porque al llegar al mercado, la gente lo miraba raro, no se alejaban tanto...
✧✦✧
Seokjin llevaba a su cachorro en brazos camino al río mientras el pequeño reía y se movía como gusano en sus brazos para escapar de los besos que quería darle. Ya era hora de su baño y aunque podía hacerlo en su casa perfectamente, le gustaba sacarlo de allí de vez en cuando, que respirara aire y viera cosas diferentes, que no estuviera encerrado.
Pero cuando llegó, grande fue su sorpresa al ver el río seco. Era como si el agua se hubiese evaporado, lo cual era raro, porque no había pasado nunca hasta ahora.
Se quedó un tanto extrañado, indicándole a su cachorro que hiciera silencio. Este no entendía nada, pero aún así llevaba su dedo pequeño y regordete a sus labios para copiar su acción.
Caminó bordeando la corriente, encontrando el problema. Alguien, no sabía quién, había construido una especie de represa con ramas y lodo tal castor para detener el flujo del río... y eso podía significar solo una cosa.
Agarrando fuerte a su cachorro contra su pecho, corrió a toda velocidad rumbo a la casa de Jimin y Jungkook. Porque algo así no podía significar nada bueno, debía avisarles.
En cuanto llegó, no necesitó hacer llamado alguno, pues de inmediato Jimin salió a verlo. Se veía preocupado y algo alterado, porque lo que no sabía es que desde hacía unos minutos sentía muchos olores diferentes a los usuales, sumados de ruidos raros por fuera de la casa.
—Oh, eres tú —dijo Jimin y llevó una mano a su pecho, un tanto aliviado de ver un rostro familiar.
—¿Y Jungkook? —preguntó Seokjin, agitado por la corrida, mirando hacia todos lados a ver si captaba al azabache.
—Se fue a comprar, ¿por qué?
—Es que... han bloqueado la corriente del río. Fui hace un rato y nada fluye, alguien logró hacerlo...
Jimin ni siquiera fue capaz de articular palabra ante lo que escuchaba, ¿el río bloqueado? No, no podía estar pasando algo así, debía ser una broma de mal gusto, ¿quién se tomaría el trabajo de hacer algo así?
Estaba dispuesto a decir algo cuando una red les cayó encima, atrapando y sobresaltando a ambos. El primer instinto de Seokjin fue proteger a su cachorro con su cuerpo, viendo como una buena cantidad de lobos alfa salieron de sus escondites, corriendo hacia ellos.
La sangre de Jimin se heló cuando vio a un par de alfas entrar a la casa, porque sus cachorros estaban allí, solos. Llenando sus puños de energía solar, disparó poderes por todos lados, apartando a los que pretendían tomarlos. La red se quemó, rompiéndose en pedazos y quedaron libres del agarre con el camino libre para huir por donde quisieran.
Seokjin no lo dudó ni un instante y corrió lejos de allí para poner a salvo a su pequeño, mientras que Jimin se apresuró a entrar a la casa. Casi no respiró al ver que estaban tomando a sus cachorros, ¿qué pretendían hacerles? No quería saberlo ni estaba dispuesto a preguntar.
—¡Suelten a mis bebés! —no dudó en írseles encima como fiera para que soltaran a sus cachorros, a punta de mordidas y arañazos. Nadie iba a hacerles daño mientras él existiera.
El pelinegro se quedó algo lejos, escondido entre los arbustos mientras intentaba acallar a su pequeño. Observaba desde allí como una manada de lobos rodeaban y perimetreaban el área, como si buscaran algo más. Claro, entendió que lo que querían era a Jungkook. ¿Acaso deseaban matarlo?
—¿Qué sucede? ¿Estás bien? —escuchó una voz masculina que llegaba por detrás.
Volteó algo asustado, viendo que se trataba de Namjoon. Su energía negativa también había disminuido consideradamente, lo cual tenía sentido, porque esos ríos los afectaba a los tres, no solo a Jungkook.
—L-Lobos... están atacando la casa de Jungkook —logró contestar, abrazando a su pequeño contra su pecho para que se tranquilizara.
Namjoon alzó la vista, mientras se agazapaba en aquellos arbustos junto a Seokjin. Efectivamente la casa de su hermanito estaba infestada de lobos y justamente él había ido para avisarle lo de los ríos. Algo no iba bien, pero, ¿en dónde se encontraba Jungkook?
—¿Y qué hacías tú aquí?
—Acababa de llegar porque me pareció raro que las corrientes del río estuvieras detenidas, y quería ver si sucedía algo. ¿Estás bien?
—Me siento raro... ven, vamos a la casa y buscaré a Hoseok —se levantó tomando su mano, y Seokjin no dudó en seguirlo.
Volteó la cabeza una vez más antes de irse, logrando captar como Jimin se escapaba por una ventana con sus cachorros en su aguayo, corriendo bosque adentro para perderlos. Por suerte, nadie lo había seguido.
Jimin ni siquiera volteó a ver si lo seguían y corrió tan rápido como sus patas se lo permitían, rumbo a buscar a Jungkook, pero otro tigre salió de su escondite y se le lanzó encima, apresándolo contra el suelo. El peliblanco chilló y gruñó en respuesta, hasta que notó que se trataba de Hoseok.
—¿Qué haces aquí? ¿Y Jungkook? —preguntó Hoseok, quien también se notaba alterado por la situación.
—A-Ayúdame a esconderme.
—¿Por qué? ¿Qué está sucediendo?
—¡Que me escondas, carajo, no hay tiempo! Necesito que cuides a los cachorros en lo que busco a Jungkook.
—¿Estás loco? No sé nada de mocosos —se apartó dejando que se levantara, observando su alrededor para asegurarse de que no hubiera nadie.
—Hoseok, por favor, necesito volver. Está lleno de lobos y Jungkook estará en peligro porque seguro sintió mi miedo, sé que vendrá, será terrible —tomó forma humana y le pasó el aguayo, fijándose en cómo estaban sus cachorros, acariciando con cuidado la cabeza de ambos—. Soy el único que puede ayudarlo... —suspiró, sin saber muy bien que iba a hacer bajo la atenta mirada de Hoseok—. Iré en cuanto pueda, solo cuídalos.
Sin más, Jimin echó a correr de regreso a su casa, dejando a Hoseok con el par de pequeños. El alfa observó un instante a sus sobrinos, porque hasta entonces no los había tenido tan cerca. Una asquerosa baranda a mierda llegó a su nariz, haciendo una mueca de asco. Alguno se había desgraciado y ahora tendría que limpiarlo.
—¡Iughhh! ¡No puede ser! —exclamó, colocándose bien el aguayo para correr hasta su casa y dejarlos a salvo.
✧✦✧
A medida que se acercaba, Jungkook podía notar todos los lobos que rodeaban su casa. Los recuerdos de su sueño la noche anterior azotaron su mente y el miedo lo invadió. La sola idea de que pudieran hacerle daño al omega que lo era todo en su vida, lo aterraba. Nadie le iba a tocar ni un pelo, ni a él ni a sus cachorros.
Sin pensárselo dos veces, corrió hasta donde estaban en su forma de tigre y se lanzó contra el que tenía más cerca, tomándolo del cuello y desgarrando la carne con sus colmillos. Eso había tomado de desprevenido a los demás, no se lo esperaban.
Pronto, un grupo de guerreros se les fue encima en forma de lobos, mordiéndolo por donde pudieran, pero Jungkook no se dejó. Atacó y acabó con los que pudo, pero eran demasiados y sin la energía negativa que muchas veces le había ayudado, estaba perdido.
Aprovechando que estaba débil y cansado de tantas mordidas y arañazos, un nuevo alfa se acercó con una lanza para intentar acabarlo, pero Jungkook fue más rápido y tomó forma humana, deteniendo el ataque. Le quitó la lanza de una patada y a traición, Dongwan se acercó por detrás y clavó un puñal en la parte baja de su espalda.
Jungkook largó un grito de dolor, cayendo de rodillas al suelo. La sangre comenzó a brotar en cantidades, más la que ya perdía por las mordidas. Otra apuñalada cerca de su corazón de parte del alfa líder fue la mortal, la que lo dejó tumbado en el suelo con la respiración pesada y sus ojos cerrándose.
Dongwan observó a Jungkook en el suelo, luchando por sobrevivir, mas estaba equivocado si pensaba que tendría oportunidad.
—No debiste meterte con Jimin, no vas a tener nada de él, ¿me oíste? No te pertenece —alzó una mano hacia Hye, quien estaba ahí acompañándolo también y esta le alcanzó su machete. Aquella hoja sería la que acabara para siempre con ese demonio que por tanto tiempo los había atormentado con su presencia.
Y cuando estaba por hacerlo, Yoongi se le abalanzó encima, mordiendo con rabia su brazo en forma de lobo. Dongwan se quejó e intentó sacarlo, pero no podía. La mandíbula de Yoongi lo había apresado muy bien, sentía que iba a arrancarle la carne del hueso en cualquier momento.
Un grupo de alfas se fueron contra Yoongi, teniendo que pegarle con furia en el hocico para que soltara, y aun así había logrado desgarrarlo lo suficiente como para que la sangre se derramara con rapidez por el suelo, manchando sus botas.
—¡Traidor! ¡Eso eres, desgraciado infeliz! —ladró Dongwan, tomándose la herida.
—¡No dejes que te detenga, mátalo ya! — exclamó Hye, sin quitarle la mirada de encima a Yoongi.
Dongwan se quedó un instante observando como Yoongi intentaba liberarse del agarre, moviéndose violentamente sin éxito, con su boca llena de sangre en contraste con su blanca piel. Y aunque deseaba acabarlo con todas sus ganas, primero debía acabar con algo más importante.
Volteó la vista a Jungkook, que seguía tumbado en el suelo, débil y más cerca de la muerte que de la vida. Alzó su machete para acabarlo de una buena vez, pero Jimin llegó corriendo y se le tiró encima a Jungkook para protegerlo con su cuerpo, haciendo que Dongwan no pudiera seguir con su cometido.
La respiración de Jimin era agitada por lo que había ocurrido. Mantenía sus ojos fuertemente apretados en un esfuerzo por no llorar al sentir a su alfa así de mal, ¿qué había hecho él para merecer eso?
—Atrévete a dañarlo y no dudaré en acabarlos a todos —habló Jimin, con el poco aliento que le quedaba.
—Te lo advertimos, Jimin —se tomó el brazo, alejándose un poco por las dudas—. ¡Te dijimos que te alejaras de él! Así que ahora quítate del medio y si no te sales, haré que te saquen. Acabaremos con este problema.
—¡Tendrás que matarme para hacerle algo a mi alfa!
—Todo estará bien, solo debes confiar en nosotros —dijo Hye, queriéndose acercar, pero Jimin le gruñó de forma amenazante.
—¡No! ¡Váyanse de mi casa! ¡Váyanse y déjennos!
Dongwan negó, sin quitarle la mirada de encima. Lo había criado, lo había protegido, le había dado un techo y de comer, ¿y así se lo pagaba? Desobedeciéndolo y yéndose como un cualquiera. Alguien así merecía lo peor de él, pero sus habilidades le convenía mucho, no lo dejaría ir.
—Me decepcionas...
—Mátalo de una vez —dijo Hye, mirando a su esposo. ¿Por qué le temblaba tanto la mano?
—Vete... —susurró Jungkook, con las pocas fuerzas que le quedaban. No quería que le hicieran daño—. Vete con ellos.
—No voy a dejarte, quieren matarte —habló Jimin por lo bajo, acariciando con cuidado su rostro lastimado.
Dongwan negó, viendo con asco la escena. Les hizo una seña a sus guerreros y estos no dudaron en hacerle caso. Se abalanzaron contra ellos, mas no pudieron. Un campo de fuerza los rodeó, impidiendo la entrada de quien sea. Por más que estos golpearan el muro casi invisible con tintes dorados, era imposible.
—No importa si muero, tú y nuestros hijos deben vivir —dijo Jungkook, sin dejar de ver a los ojos al omega que lo era todo en su vida.
—N-No voy a dejarte —su voz se quebró viendo lo lastimado que estaba, escuchando el sonido de los puños y las armas contra su escudo. No iban a tocar a Jungkook, de eso estaba seguro.
Jamás había experimentado tanto con sus poderes, pero ese sería el momento.
Se quitó la camisa, intentando detener la hemorragia en la herida más grande y juntó sus manos, y creo una sólida manta dorada en el suelo, a donde empujó a Jungkook con cuidado. Creando lazos de luz entre sus dedos, las unió a la especie de camilla brillante que había creado y luego lo llevó a su boca con forma de lobo, como si de un trineo se tratara.
—¡Sigan tratando de entrar! —gritó Dongwan, viendo como el peliblanco se salía con la suya.
Jimin cerró los ojos, concentrándose un poco en la odisea que sería escapar, pero él iba a lograrlo, era fuerte y nadie iba a poder contra él.
Cuando abrió los ojos, el campo de fuerza explotó, creando una onda expansiva que lanzó a todos hacia atrás, dejando el camino más que libre. Al instante se largó a correr, aprovechando que todos están un tanto atontados y se apuró a meterse entre los árboles, llevando a Jungkook con él rumbo a la casa de Hoseok, para reunirse con sus cachorros y curarlo.
Taehyung, que miraba todo desde atrás de un árbol, había llegado hacia unos minutos, preocupado y supo que era su oportunidad para ayudar a Yoongi. Corrió hasta donde estaba y atacó a mordiscos a los alfas que lo tomaban, logrando liberar a su amado. Nadie iba a ponerle una mano encima mientras él existiera.
Un alfa sacó al castaño de una patada, ganando un puñetazo de parte de Yoongi por eso. Le importaba una mierda ser un traidor o lo que fuera, a su omega nadie lo tocaba.
—¡Vete, desgraciado, eres un maldito traidor! — le gritó Dongwan, levantándose con esfuerzo del suelo.
Estaba furioso, no solo porque Jimin se les había escapado con Jungkook aún a un pelo de vida, sino porque ahora su otro hijo, aquel inútil, se les revelaba. Esta vez estaba equivocado si pensaba que se iba a salir con la suya de nuevo.
—Ni se te ocurra acercarte —gruñó Taehyung—. No voy a irme, no sin mi alfa.
Dongwan alzó una mano y le dio un cachetazo, tirando a un lado. Yoongi gruñó y quiso ir a devolvérsela, pero varios alfas lo tomaron, impidiéndoselo. Se movió con violencia sin éxito alguno.
—¡Mata de una vez a ese traidor! —exclamó Hye, tomando a Taehyung por detrás para que no hiciera nada—. Es el castigo que se merece...
Dongwan observó un momento a Taehyung y luego a Yoongi. Podía matar a ambos allí mismo, pero uno solo era castigo suficiente para el otro y ese definitivamente era Yoongi. Quería que el castaño sufriera por verdadero traidor, por estar contra su sangre.
Tomó con fuerza el machete yendo hasta donde se encontraba el pelinegro y los ojos de Taehyung se llenaron de lágrimas mientras Hye tomaba su rostro con fuerza para que observara.
—Siempre vas a ser un inútil, no puedes hacer nada —habló la mujer, viendo con una sonrisa el show que su esposo daría.
Pero pobre Dongwan... siempre equivocado al subestimar a un omega furioso.
Taehyung llevó su cabeza hacia tras, dándole un cabezazo a quien alguna vez llamó madre, terminando de quitarla de un codazo. Hye cayó al suelo con un chillido e intentó tomar a Taehyung de los pies, mas no pudo.
El castaño corrió y se puso delante de Yoongi, siendo él quien recibiera el ataque. La hoja filosa del machete se clavó a un lado de su cintura, haciendo un corte algo profundo pero mortal.
—¡Taehyung! —gritó Yoongi, siendo liberado de inmediato ante el propio shock de los guerreros al ver que el líder había atacado de ese modo a su propio hijo.
Dongwan se quedó observando como el pálido tomaba a Taehyung entre sus brazos, rogándole que resistiera, que iba a estar bien. No era lo que quería, y aunque en el fondo le afectaba, poco le importaba, porque a pesar de que no era su verdadero objetivo, se lo merecía.
—Desterrados, los dos —habló Dongwan, yéndose junto a Hye, quien miraba furiosa la escena.
Los guerreros dudaron, pero finalmente siguieron a Dongwan, caminando todos de regreso a la manada y otros para continuar su búsqueda en otro lado, mientras Yoongi intentaba cubrir la herida.
—Taehyung... —los ojos oscuros de Yoongi se llenaron de lágrimas, siendo la primera vez que el castaño lo veía así, pues era un alfa fuerte que nunca se dejaba ver débil—. ¿Por qué hiciste eso? Tienes que ser fuerte ahora.
—Cuida bien a Olivia —habló Taehyung, consciente de que esos podían ser sus últimos minutos de vida.
—No, no va a pasarte nada —observó como ya no había nadie allí, sintiendo como el terror lo invadía al recordar que su pequeña seguía en la manada al cuidado de una omega de confianza. Aún así, no estaba tranquilo.
Escuchó unos pasos cerca y vio como uno de los hermanos de Jungkook llegaba. Se trataba de Namjoon que seguro regresaba para saber cómo iba todo, pero el peso flojo de Taehyung hizo que volviera a verlo. Se había desmayado.
—¡Taehyung! —lo movió un poco, desesperado por todo lo que estaba ocurriendo.
—Vamos a llevarlo con Seokjin, quizá pueda curarlo —dijo Namjoon, arrodillándose a su lado.
—Pero debo buscar a mi cachorra, y no quiero dejarlo solo —se quejó, porque no quería abandonar a Taehyung, pero debía rescatar a Olivia, era quien más lo necesitaba—. Llévate a Taehyung, iré por Olivia.
Con mucho esfuerzo, se apartó dejando que Namjoon lo tomara entre sus brazos. Odiaba que otro alfa le pusiera las manos encima o confiar en un tigre, pero el momento lo ameritaba.
No perdió un segundo más y echó a correr a la manada antes de que los demás llegaran. Tomaría a Olivia y se iría tan rápido como había llegado. Lo material podía recuperarse en cualquier otro momento, pero la vida de su bebita era irreemplazable.
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