Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Dos.

Cuando el viento se hizo más fuerte y las primeras gotas comenzaron a caer, entraron a la casa para dedicarse a hacer la cena juntos. Les encantaba repartirse las tareas, ayudarse, pues Jungkook creía que su omega era muy capaz —como todos en realidad— y no había trabajos para uno u otro. Ambos podían hacer las mismas cosas.

Ahora que no había secretos, la paz inundaba a ambos y se sentían tranquilos. Esperaban que aquella pelea tan fuerte fuera la primera y última que tendrían. Jungkook se sentía algo mal por gritarle sin pensar en que eso podía llegar a afectar a Jimin y su cachorro. Había sido un inconsciente, pero no sucedería una segunda vez.

—Oye, hay algo que me inquieta... —habló Jimin, mientras se sentaban con los platos de comida ya llenos—. ¿Alguien murió en la cama que dormimos? Porque si es así ya no quiero seguir ahí, eh. Soy muy supersticioso.

Su cara era de completo horror de solo pensarlo. Durante toda la tarde no hizo más que pensar en ese asunto, y las palabras de Seokjin diciendo que esa chica no había despertado más, ahora lo perturbaban por completo.

Jungkook no pudo evitar largar una carcajada: —No, no. Mi antigua omega murió en la cama, sí, pero era otra. La cambié porque tampoco quería dormir ahí.

Jimin largó un suspiro, notablemente aliviado, pero no duró ni dos segundos que ya andaba pensando en otros detalles que había dejado pasar: —¿Pero en ese mismo cuarto? Ya no se si quiero dormir ahí.

—Que no~ —volvió a reír. Le encantaba cuando Jimin se asustaba con esas cosas, era gracioso—. Aprovechando que puedo trabajar con la madera, le hice perfecciones en la casa. Antes era una casa de una sola planta y preferí hacer una segunda donde tener un cuarto, así que no es el mismo.

—No quiero fantasmas en la casa... o quizá están en esa trampilla que tienes.

—Que no amor, no hay nada, pero si tan perseguido te sientes... podemos mudarnos a una casa vacía que está cerca. Está en venta y me gusta porque es mucho más grande, o podemos cambiar esta por otra a alguno de mis hermanos. Siempre han querido que les de esta casa, así que puede ser un buen momento.

—¿En serio? —sonrió—. Creo que sería buena idea tener nuestro propio lugar, sin antiguos recuerdos dolorosos, donde podamos crear los nuestros. No quiero que nuestro cachorro nazca en un lugar con muerte y mala vibra —observó su alrededor, analizando el lugar con detalle por primera vez desde que estaba allí, aunque solo con velas no podía hacerlo bien—. Es bonita, pero lo sucedido y sus pertenencias lo arruinan —comió—. Para empezar bien, debemos dejar lo malo atrás, ¿no te sientes mejor ahora que me contaste todo?

—Más relajado, sí. Estaba nervioso porque me temieras y no quisieras verme más.

—Admito que lo pensé algunas veces, me asusté por un momento, pero... también quería saber sobre ti, y a pesar de todo te sigo queriendo.

—Eres un ángel —estiró una mano, llegando a acariciar la mejilla de su amado—. Voy a poner cada momento de mi para cuidarte y verte feliz. Voy a empezar por sacarte de esta casa que tan malas vibras te trae.

—Yo creo que es lo mejor, pero... ¿qué hay de ti? Por algo guardas todas esas cosas.

—Solo son recuerdos y si quiero dejar el pasado debo empezar por eso —bebió un poco de agua—. Creo que voy a quemar sus cosas, eso los librara del todo. Excepto algunas cosas de mis padres, eso se quedará ahí.

Jimin movió la comida en su plato, recordando aquellas tumbas y las fotos que Jungkook mantenía guardadas. Realmente tendría que haberlos querido mucho para tener todo eso allí durante años. Le daba cierta curiosidad masoquista que no podía guardarse, necesitaba respuestas.

—¿Los quisiste mucho?

—¿A mis padres?

—A aquellos omegas...

—Ah... —dejó los cubiertos, pensando en los buenos momentos que había tenido con ellos, quienes ahora no estaban allí por su culpa—. Los quise, pero ahora que pienso lo que siento por ti, no se compara. Antes tenía omegas para no estar solo. A algunos los quería un poco más que a otros, pero a ti... es diferente. Contigo veo un futuro y con los otros no, quizá porque sabía que morirían, así que intentaba no encariñarme tanto. En cambio, ahora me aferro a la idea de que no tiene por qué ser así. No quiero que te pase nada, por eso mi reacción cuando dijiste lo del cachorro.

—¿Estás conmigo porque soporto tu energía o porque tu tigre lo supo desde el primer instante?

—Porque mi tigre lo supo desde el primer instante en que volví a verte. Me obligó a tomarte, supongo que siempre supo que eras mi predestinado.

—¿Y si no los querías tanto por qué guardas sus cosas? Por lo que veo eran omegas algo solitarios... sus familias no los reclamaron, por algo sus tumbas están aquí.

Jungkook asintió: —Casi siempre sus familias les daban la espalda al saber que estaban conmigo. Supongo que hacían bien en temer, mira lo que sucedió —apretó los labios—. Aprendí tarde que tener una familia era imposible, y guardé sus cosas porque, de alguna u otra manera, fueron personas que estuvieron para mí... al menos debía recordarlos o no sé. Eran tiempos difíciles, donde aún no me hacia la idea de mi condición.

—No creo que los míos me den la espalda. Los creo capaces de cruzar el rio y eso me aterra, me querrán separar de ti.

—Lo sé. Creo que será difícil, si vuelves allá no te dejarán salir —dejó su mano junto a la de su omega y entrelazaron sus dedos.

—Pero tengo forma de quitar a quien sea del medio, ¿lo olvidas? —sonrió ladino, con cierto aire de superioridad por sus habilidades.

—Eso sí, eres todo un malote —rió y llevó la mano del peliblanco hasta su boca, para dejar un beso allí—. Pero ya no pensemos en cosas feas, pensemos en nosotros —se levantó, aunque no había terminado de comer—. Ven, quiero mostrarte algo.

Jimin copió su acción, siguiéndolo hasta donde tenía su taller de trabajo. La lluvia caía pacífica sobre el techo, haciendo ruido, pero era relajante. No veía la hora de acostarse y descansar. Era un clima ideal para eso, perfecto luego de haber tenido un día agitado y agotador.

—Es una sorpresa —dijo Jungkook, llevándolo a donde tenía algo tapado por una tela blanca—. Quería mostrártelo después pero... con el mal día que tuviste creo que esto va a mejorarlo —la sonrisa en su rostro era tan grande y bonita, que hizo sonreír también a Jimin.

Destapó lo que era una especie de cuna mecedora, pues aún no la terminaba del todo, le faltaba pintarla y lijarla mejor, pero la forma en si ya estaba hecha y aún así era preciosa. Jimin estaba sorprendido, ¿en eso había estado ocupado todas esas tardes? No podía creerlo. En verdad eso alegraba su día.

—¡Jungkook! —chilló Jimin, observando lo que sería la cama de su bebito—. Está preciosa.

—¿Si te gusta? —se sentía maravillado de ver y sentir a su omega así de feliz y alegre—. Quería hacerle algo lindo a nuestro cachorro.

—Me encanta. Aww, mi amor —pasó los brazos tras su nuca, dejando muchos besos en su rostro—. Lo amé, nuestro cachorro lo amará también —Jungkook llevó una mano bajo la camisa del omega, acariciando su apenas abultado vientre—. ¿Y sabes qué estaba pensando? —el alfa lo miró esperando que hablara—. Que es demasiada coincidencia que alguien como yo llegue a la vida de alguien como tú.

Jungkook lo reflexionó por unos instantes. Eso tenía sentido teniendo en cuenta su problema y que Jimin era inmune ante eso. Parecían hechos uno para el otro a pesar de haber nacido con tantos años de diferencia.

—Si, es verdad. ¿Cuál es tu conclusión entonces?

—Que tu condena ya pasó y yo llegué a liberarte... —observó con detalle como la mirada de Jungkook cambiaba de una alegre a una sentimental, casi con dolor por todo lo que había pasado a causa de su maldad y egoísmo—. Yo creo que todo tiene un porqué en esta vida y no sé cómo termine esto, pero en verdad comienzo a creer que así es —Jungkook acarició su rostro con delicadeza, admirándolo—. Dijiste que yo iba a ser el último, ¿no? Pues por última vez permítete ser positivo también.

—Si algo te pasa no volveré a ver a otro omega, porque jamás podrías tener un reemplazo.

✧✦✧

Jimin tarareaba una canción desconocida para el azabache mientras terminaba unas ropitas para su cachorro. Parecía no importarle su estado o lo preocupado que se encontraba Jungkook ante su condición. Delgado y pálido, la muerte le pisaba los talones, pero aún así no parecía importarle.

Por su lado, Jungkook no podía dejar de analizarlo. Se veía exactamente igual a sus otros omegas en sus últimos días, cuando el cachorro absorbía todas sus energías, agonizando hasta un destino inevitable.

—Te está quedando muy linda esa camisita. A nuestro bebé le van a gustar mucho —habló Jungkook, sentándose más cerca tuyo.

Intentaba verse contento, pero andaba más triste de lo que hubiera deseado. Ver así a Jimin era horrible. Sus ojos no brillaban como antes, su piel estaba pálida, sus preciosas curvas habían desaparecido, dándole un aspecto esquelético. Su vientre, más grande al pasar de los meses, solo parecía una bola sin nada dentro.

No era ni por asomo el omega que alguna vez había conocido.

N-No, no deberías de acercarte tanto a mí —protestó Jimin, y quiso levantarse de la cama, sin éxito alguno ante lo débil que estaba.

No te levantes, amor, quédate aquí, no me acercaré —se puso de pie, alejándose apenas unos centímetros.

—Es que duele —se quejó, llevando una mano a su vientre.

Jungkook pasó saliva, atrapando a tiempo a Jimin antes de que cayera al suelo en otro intento fallido de ponerse de pie. Era frágil y ligero, como una pluma. Sentía su esquelética anatomía al tacto con sus fuertes manos y su condición empeoraba considerablemente al correr de los segundos.

—Voy a buscar a Jin. Te ayudaré a recostarte, s-solo... mantén la calma, todo está bien.

—Al final si voy a terminar en esa fosa... y es todo tu culpa —lloriqueó, sin poder evitarlo ante los fuertes dolores que comenzaba a sentir en su vientre bajo, probablemente culpa de aquel cachorro maldecido.

—N-No, amor, no digas eso, no vas a terminar ahí, ninguno de los dos.

La voz de Jungkook se quebraba de solo escuchar aquellas filosas y mortales palabras, las cuales se clavaban en lo más profundo de su corazón. Jimin era el omega de su vida, lo amaba y ahora estaba muriendo entre sus brazos, yéndosele la situación de las manos.

—Estoy así por tu culpa, nunca debí acercarme a ti —habló Jimin, intentando sacarlo, pero el agarre de Jungkook tan solo se hizo más grande.

—Perdóname —sus ojos se llenaron de lágrimas, negándose a soltarlo mientras escuchaba como le costaba respirar—. Es todo mi culpa, lo sé —el cuerpo del peliblanco estaba cada vez más flojo a medida que la vida se le iba, agonizando en sus últimos esfuerzos por resistir—. Resiste un poco más, Jin llegará pronto.

El llanto era inevitable mientras abrazaba contra su pecho al omega, ya frío y en su lecho de muerte. Las lágrimas caían con violencia por sus mejillas, para mojar la pálida piel de su amado. Una vez más perdía a su pareja y a su cachorro, ¿hasta cuándo tendría que seguir pagando sus errores? ¿Por qué el destino le pasaba factura a Jimin, quien era inocente en todo eso?

—Jim... despierta —acarició su cabello, el cual comenzaba a volverse negro al perder su luz—. ¡No te mueras! —lo movió, en un intento de llamar su atención, pero nada.

Jimin se sentó en la cama, siendo despertado por los movimientos bruscos de Jungkook. Estaba sudado, lloroso y balbuceaba cosas que no lograba entender. Claramente estaba teniendo una pesadilla, una muy fea.

—Jungkook —lo llamó el peliblanco, moviéndolo al notar que se veía muy mal. El alfa apretaba con fuerza las sabanas, repitiendo "no te mueras" una y otra vez, ahora si llegando a entender lo que decía—. ¡Jungkook!

Entonces, el azabache despertó de golpe, sentándose para ver con ojos grandes todo el cuarto. Solo llegaba a ver oscuridad y la leve llama de un farol. Volteó la vista a su izquierda, notando como Jimin lo observaba realmente intranquilo, tan bonito, tan saludable, tan etéreo. Su cabello aún era blanco y su físico seguía siendo tan perfecto como siempre. Nada le había pasado.

Sin siquiera dudarlo, se abrazó al omega, como un niño pequeño en busca de consuelo. Las lágrimas aún rodaban por sus mejillas mientras escuchaba latir el corazón de Jimin, sus finas y cálidas manos sobando su espalda y su cabello negro, dándole el confort que necesitaba.

—Tranquilo, solo fue un mal sueño —habló Jimin, entre desasosegado y enternecido por su actitud.

—N-No quiero que te mueras —dijo Jungkook, su voz entrecortada y apagada por el llanto, por tener su rostro escondido en el pecho del peliblanco.

—Nada va a pasarme, amor.

—Fue horrible verte así —sollozó, aferrándose aún más a Jimin, como queriendo evitar que se fuera—. No lo soportaste, no quiero que eso suceda.

Jimin experimentó cierto miedo ante sus palabras, sintiendo como las lágrimas de Jungkook mojaban su camisa de dormir, pero se mantuvo positivo, porque sus poderes lo convertían en alguien totalmente inmune a su oscuridad. Nada iba a pasar.

—Tranquilo, cariño, solo fue una pesadilla. Estoy vivito y coleando, ¿ves? Totalmente sano y a tu lado para hacerte feliz —habló con dulzura.

Jungkook sonrió, deleitándose con su fina y suave voz, algo ronca de dormir. Eso, sumando las caricias de Jimin, hacía que comenzara a relajarse, acallando su llanto poco a poco. Se sentía tan pleno y tan feliz entre sus brazos, siendo apapachado y amado por un omega tan maravilloso.

Si algo le sucediera por su culpa, no se lo perdonaría nunca.

Al rato, cuando todo quedó en silencio y se aseguró de que Jungkook estuviera tranquilo, Jimin volvió a hablar: —Pareces un lindo bebito así.

—Tengo miedo... no quiero perderte nunca.

—Si en algún momento me siento mal, juro que te lo diré a tiempo, ¿sí? Pero me siento completamente bien y normal a tu lado, así que no pienses esas cosas malas —Jungkook asintió.

—Voy a cuidarte con mi vida si es posible, a los dos. Son lo único bueno que tengo.

—Estoy seguro de que así será —lo separó un poquito para verlo, su gesto aún afligido, aunque el llanto había cesado. Pasó sus pulgares por sus ojos, secando restos de lágrimas—. Ya está, mi amor, estoy aquí —lo llenó de besos, haciéndolo sonreír—. Ven, esta vez yo seré tu almohada.

Se acomodó mejor en la cama, dejando que Jungkook se recostara en su pecho, teniendo con cuidado con su apenas notable pancita, en donde creía un precioso cachorro hecho por ambos.

El azabache respiró hondo, algo entrecortado, mientras volvía a sentir las caricias de Jimin en su cabello negro: —Me gusta que me abraces y uses de almohada —sonrió, pues el omega es quien andaba siempre de garrapata, no él, pero ahora era tan precioso escuchar sus latidos y su respiración, haciéndole saber que estaba bien y con vida.

—Esta vez se invirtieron los roles...

—Me gusta lo suave que eres —bajó un poco para dejar besos en su vientre.

—¿Soy suave? —cerró los ojos, con intenciones de volver a dormir.

—Eres suavecito como el algodón y hueles rico siempre —volvió a acurrucarse junto a él, pero ahora ronroneando, eso hizo sonreír a Jimin, aunque seguía intentando caer en los brazos de Morfeo.

—Volvió el gatote ronroneador.

—Es que me gustan tus mimos y yo quiero mimarte para siempre.

—Esta vez yo te estoy mimando a ti, porque el bebé tuvo un mal sueño y ahora es un gatote ronroneador —llevó una mano al bonito rostro de Jungkook, acariciando su mejilla libre—. ¿Quién es mi gatote?

—Yop —rió bajito, contagiando a Jimin.

—Aww —dejó un beso en su frente—. Pues ahora el gatote tiene que dormir porque el lobo tiene sueño.

—¿Y quién es un lobito lindo?

—Yo —entrelazó sus dedos con los de Jungkook.

—Duerme, yo dormiré pronto también. Y no te preocupes por pesadillas, te tengo aquí a mi lado y no tendré una de nuevo. Si sucede te abrazaré una vez más hasta dormirme.

Jimin abrió un momento los ojos para observar la débil llama del farol, el cual comenzaba a apagarse. Tomó entre sus manos la luz naranja de esta y creo una aureola con el lazo, dejando que flotara en la cabeza de Jungkook, haciéndolo ver como un lindo ángel: —Para iluminar tus ideas —dejó un tierno besos en sus labios—. Ahora duerme, bebé.

La sonrisa en el rostro de Jungkook fue inmensa y Jimin pudo notarlo, a pesar de estar casi a oscuras.

—Te quiero —dijo Jungkook, dejando una mano bajo la camisa de Jimin, acariciando su tierno vientre y cerró los ojos.

—Y yo creo que te amo... —murmuró, medio dormido, medio despierto.

El azabache alzó la mirada, observando con amor lo hermoso que se veía relajado y a su lado, con su cabello blanco y su suave piel totalmente intacta. Era la primera vez que le decía 'te amo': —También te amo —susurró, y dejó un lindo beso en sus labios antes de dormir.

Si, definitivamente lo amaba.

✧✦✧

Tres meses después.

Luego de que Jimin puso el grito en el cielo al saber que varios habían muerto en aquella casa, al fin Jungkook había logrado que Namjoon accediera a cambiarles su hogar por el que estaban ocupando actualmente, el cual era más grande y espacioso como para que viviera una sola persona.

El estómago de Jimin estaba más grande, más de lo normal, pero seguía viéndose pleno, feliz y lleno de vida. Ningún síntoma o pista de que la energía de Jungkook le afectara a él o al cachorro. Mejor así.

Jimin observó los alrededores. En esa zona había más árboles que en la casa de Jungkook y bonitas florcitas blancas caían de lo alto, decorando el suelo y dándole un toque de pureza al sitio.

—Este es un buen lugar para nuestro cachorro —sonrió Jimin, entrando a la cabaña para verla por dentro.

—¿Te gusta cómo luce? Con un poco de arreglos se verá mejor —dijo Jungkook, viendo el desastre y las botellas vacías de vino regadas por doquier.

—¿Y así de mugroso pretende tener omega? —se quejó, con el ceño fruncido mientras veía todo lo que tendría que limpiar, aunque las botellas para algo le servirían.

—Pues ya ves, es un descuidado con todo. Tienes suerte de que sea yo tu alfa —alardeó, pues él si era bien ordenado.

—Desde el primer instante —sonrió y fue a llenarlo de besitos.

Mientras tiraban fuera lo que no servía y abrían las ventanas para que la casa se ventilara, Seokjin apenas iba llegando a lo que iba a ser su antigua casa. Llevaba a su cachorro con una especie de manta agarrado a su lomo. No tenía con quien dejarlo y Jimin debía tener su chequeo mensual.

Al acercarse a la cabaña, Seokjin notó como Namjoon y Hoseok andaban sacando muebles. Eso lo alertó, ¿le había pasado algo a la pareja inusual?

—Me debe unas botellas de vino por obligarme a ayudar con todo esto —se quejó Hoseok, mientras empujaba uno de los muebles de la sala—. Uhhh... —exclamó, viendo a la pantera acercarse. Seokjin era un omega muy bonito.

Namjoon volteó a ver de quien se trataba, quedándose embobado con la belleza del pelinegro en cuanto lo vio frente a él, derecho y con su forma humana. Ya había escuchado hablar de Seokjin, pero nunca había tenido el placer de conocerlo, o al menos verlo de tan cerca. Era una preciosura.

—Estoy buscando a Jungkook y Jimin, ¿están adentro? —preguntó Seokjin, simulando no haber notado lo guapo que el mayor era.

—Se mudaron, ¿por qué? —contestó Namjoon, tomando una pose más recta y de macho, queriendo impresionarlo.

Obviamente el omega lo notó, pero de nuevo prefirió fingir que nada pasaba: —Llevo el control del embarazo de Jimin.

—Solo debes seguir ese camino, no están muy lejos de aquí —señaló el que pasaba por un lado—. Si quieres te llevo.

—No, yo puedo solo, gracias —y volvió a su forma felina, continuando la caminata para encontrar a su paciente favorito hasta ahora, bajo la atenta mirada de aquellos dos alfas.

—Yo lo vi primero —habló Hoseok, en cuanto se aseguró que Seokjin no podría escucharlos.

—No —exclamó, frunciendo el ceño ante la idea. Ese omega le había gustado, más que cualquier otro—. Cállate y sigue con lo que estabas —lo obligó a entrar, en busca de más muebles.

✧✦✧

Cuando Seokjin llegó a lo que sería la antigua casa de Namjoon, lo primero que vio fue la basura que andaban sacando, objetos rotos y cosas mohosas. Por otro lado, la puerta estaba abierta, así que no dudó en subir los tres escalones de la entrada, asomándose a ver dónde estaban.

Sonrió al ver el gran estómago de Jimin y lo sano que seguía. Aquel lobo realmente era invulnerable a lo que sea que tuviera Jungkook, y eso lo convertía aún más en su omega favorito.

—Los busqué en su antigua casa, no sabía que se mudaban —habló Seokjin, tomando forma humana.

—Iba a ir a avisarte en cuanto termináramos, no sabía que vendrías hoy —se apuró en buscar agua, para lavar sus manos sucias, llenas de polvo—. Este lugar es más amplio y bonito. Tiene dos habitaciones y un espacio grande en donde Jungkook pueda poner su taller.

—Suena bien. Yo solo decidí visitarlos hoy, quería ver cómo va todo...

—Pues me siento bien. Ya sabes que hace mucho se fueron las náuseas —frotó rápido sus manos en el balde de agua, para luego secarse con un trapo—. Siéntate, siento el desorden, por cierto. ¿Quieres agua?

—No importa no te preocupes—tomó asiento, sentando a su cachorro en sus piernas—. Si, por favor —observó como Jimin se apuraba a tomar un vaso para llenarlo de agua fresca y limpia, pero había algo más en ese lugar...

Bebió un poco en cuanto el peliblanco dejó el vaso frente a él, observando con detenimiento todo, pero no notaba nada raro, sin embargo, claramente podía sentir aquellas energias.

—¿Qué pasa? —preguntó Jimin, notando que algo le inquietaba o le sorprendía. No sabía cómo catalogar su expresión.

—¿Alguien más los está ayudando?

—Los hermanos de Jungkook. Mientras, yo me deleito al ver como se le marca todo a Jungkook cuando hace fuerza —sonrió. Esa era la mejor parte.

—Son demasiado pequeñas para ser de alguien mayor... —llevó su vista al vientre de Jimin, captando que de ahí venían—. Está bastante grande para tener cuatro meses. Siento... siento dos energías aparte de las de ustedes, por eso te pregunté si había alguien más.

—Oh no, estamos solo nosotros dos.

Confundido, Jimin se acercó hasta Seokjin y levantó su camisa, dejando que tocara. El pelinegro llevó ambas manos a su vientre, apretando tantito, sintiendo lo que confirmaba sus sospechas.

—Son dos... y vienen de aquí.

La sorpresa era grande en el rostro de Jimin tras esas palabras, ¿estaba hablando en serio? ¿Dos cachorros? ¿Iban a ser doblemente padres? Tenía que ser una broma o un sueño, ¡jamás se lo hubiera imaginado!

—¿Q-Qué? ¿En serio? ¿Dos cachorros?

—Si, no estoy mintiendo. Las dos energías vienen de aquí, y si presiono un poco puedo sentirlos.

—¡No puedo creerlo! —largó un chillido de emoción, haciendo que Jungkook baje corriendo al pensar que algo había pasado, pero lo sentía tan feliz, que solo podía tratarse de algo bueno.

—¿Sucede algo? —preguntó Jungkook, algo agitado por la repentina corrida que había tenido que hacer para llegar a su omega.

Observó la enorme sonrisa que Jimin poseía y lo satisfecho que parecía estar Seokjin también. No entendía nada.

—Mi amor —habló Jimin, acercándose a su alfa para tomar sus manos, sin importarle que estuvieran sucias—. Ya no somos tres, sino cuatro —dio saltitos—. ¡Tengo dos cachorros! ¡Son dos! Ahora todo tiene que ser doble.

Jimin volvió a chillar mientras lo abrazaba, aún cuando Jungkook todavía no despertaba del shock. ¿Dos bebés? ¿Tan intenso había estado que le hizo dos?

—¿Tengo que hacer otra cuna? —sonrió Jungkook, apartándose un poco para ver a Jimin.

—Creo que entrarán los dos en la que hiciste, es bastante grande.

Jungkook tocó el estómago de Jimin, sin terminar de caer ante sus palabras. Dos cachorros, dos pequeños que llegarían a su vida para cambiarlo todo. La familia y el futuro que estaban formando de repente era más grande. Si alguna vez le hubieran dicho que iba a ser padre de dos pequeños en su condición, se habría reído, pero era real y estaba pasando. Ni siquiera sabía que decir.

—En cuanto me acerqué más a Jimin, comencé a sentir dos nuevas energías. Por un momento pensé que alguien más estaba ayudando, pero cuando me di cuenta que son demasiado suaves y puras, supe que venían del estómago de Jimin —explicó Seokjin.

—¿Son energías puras como la mía? —preguntó Jimin y Seokjin asintió, lo que le hizo largar un suspiro de alivio a Jungkook.

—Por un momento creí que sería como la mía —dijo el alfa.

—No puedes hacerles daño —sonrió Seokjin—. Son igual que Jimin con su energía, así que son inmunes, por así decirlo. En todo caso, por si las dudas, haré una protección para la hora del parto y un amuleto, para que neutralice todo tipo de energía negativa.

—Si, hazlo, seguro estarán mis hermanos por aquí y no quiero que les pase nada a los cachorros.

—No sé preocupen, nada les pasará —se puso de pie, acomodando a su cachorro nuevamente en la manta que cargaba—. Debo irme ya. Ten cuidado con la mudanza, no te caigas ni hagas mucho esfuerzo.

—Lo tendré, gracias por venir y ten cuidado en el camino —sonrió Jimin.

Acompañó a Seokjin a la salida y observó cómo se iba, sin poder contener la sonrisa en cuanto volteó a ver a Jungkook. El azabache también poseía una sonrisa de oreja a oreja, extasiado con lo bonito que se sentía que Jimin y sus cachorritos fueran sanos y fuertes ante él.

—Dos, Jungkook, son dos —exclamó Jimin, zamarreándolo con emoción—. ¿Si te das cuenta? —el azabache acarició su mejilla, esperando a que hablara—. Ese cachorro que perdiste ahora está aquí también... —dejó una mano en su vientre.

La sonrisa se borró un poco del rostro de Jungkook al escuchar eso, apretando los labios ante los repentinos recuerdos que habían inundado su mente: —¿Tú crees?

Jimin asintió, volviendo a abrazarlo: —Serás un buen padre, ya lo verás —sintió como los brazos del azabache volvían a envolverlo.

—De verdad espero serlo —dejó un beso en su frente, volviendo a sonreír ante la idea de que nunca había perdido en realidad a aquel cachorro—. Promete que jamás me dejarás solo.

—Nunca, nunca, nunca y no olvides que te amo.

Jimin le dio un suave e inocente beso, haciendo que Jungkook sonriera en su boca. Se sentía pleno, porque estaba con un alfa que le gustaba, totalmente enamorado y con dos cachorros en su vientre. ¿Qué más podía pedir?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro