«AÑOS ATRÁS.»

Kimberly.

«La tarde era perfecta. El cielo estaba lleno de nuves esponjosas y el aire revolvía mi cabello suelto. Estaba en el parque, sentada en la sombra del árbol de siempre, tenía las piernas cruzadas y la mochila entre ellas ya que llebaba puesto un vestido y no quería accidentes.

Los niños corrían de un lado a otro y sus madres gritaban deseperadas. Me reí de la situación y recordé otra razón para no tener hijos.

«Odio a los niños. Parecen unos monos escandalosos gritando y saltando de un lado a otro.»

Guardé los libros en la mochila y agarré mi teléfono para escribir un mensaje, pulsé en enviar y suspiré. Me había dejado en visto, otra vez. Aunque estubiese en línea nunca contestaba, ni siquiera regresaba las llamadas, esta situación era deseperante. Levanté mi trasero del césped, sacudí el vestido en la parte trasera y emprendí mi camino hasta el apartamento. Había quedado con Dave para estudiar en el suyo a las siete en punto.

Miré mi reloj y eran las 5:12 pm, todavía tenía tiempo para arreglarme.

En la entrada del edificio vi a al susodicho, estaba hablando con el conserje. Se veía tan guapo. llevaba puesto un pantalón y una sudadera negra, y por encima de una chaqueta de cuero roja. Su cabello estaba algo desarreglado y se pasaba la mano una y otra vez por la cabeza mientras hablaba con el hombre.

—Buenas tardes —Saludé al hombre y éste me sonrió—. Hola Dave.

—Hola Kim —Se despidió del hombre con una sonrisa tierna y se plantó frente a mí—. ¿Subimos juntos?

Asentí, entramos al edificio y luego al elevador. Ninguno de los dos dijo nada, solo nos mirábamos y sonreímos como dos tontos.

«Es tan lindo...»

El iba a decir algo cuando unos ruidos nos hicieron mirar hasta el techo del ascensor, y entonces se detubo. No era la primera vez que me pasaba eso, otras veces había sucedido lo mismo luego de que le dieran mantenimiento. Suspiré algo despreocupada y miré a Dave. Frunci el ceño cuando lo vi tragar saliva de manera exagerada.

—¿Te sientes bien? —Su rostro se había puesto más pálido de lo normal y pequeñas gotas de sudor brillaban en su frente—. ¡Dave!

—Si, si es solo que... —Pegó su cabeza al metal y cerró sus ojos—, estar encerrado me agobia.

—¿Eres claustrofóbico?

—No diría eso exactamente. —suspiró.

Me quedé callada por unos segundos, si a él le hacía mal hablar del tema yo no era nadie para hacer investigaciones. Aunque se me hacía raro que alguien con miedo a estar encerrado subiese a un ascensor.

Me arrecosté frente a él y poco a poco me deslicé hasta quedar sentada. Estar encerrada y en silencio, era una tortura. Al instante él también se dejó caer hasta quedar sentado frente a mí.

No dijimos nada, solo se oían nuestras respiraciones. Revisé mi teléfono y habían pasado más de cinco minutos, busqué el número del conserje en mis contactos y recé para no perder la cobertura.

—Voy a llamar al conserje —anuncié—, el debe saber por que hay tanta demora.

Marqué el número que tenía en la pantalla y el hombre contestó al primer tono. Me explicó que había llamado a mantenimiento y que demoraría unos treinta minutos. Colgó sin antes decir que no era nada grave y que todo estaría bien.

—Ponte cómodo —Abrí la mochila y guardé el móvil—, estaremos aquí por treinta minutos más.

—Que divertido —comentó sarcásticamente.

—Si quieres podemos estudiar o hablar sobre mi...

—Preferiría hacer otras cosas —esputó con brusquedad antes de que yo acabara la frase.

Lo miré confundida, entendía que no quisise hablar del tema, pero no entendía la mirada que me echaba ahora mismo.

Me estaba observando con todas las ganas de tirarse encima de mi. Sonrió con demasiada picardía y terminó por morder su labio inferior. Yo, con la misma confusión de antes pregunté:

—¿Y que es eso que prefieres hacer?

—No te has dado cuenta —Negué —, ven. —Estiró su mano y yo la agarré algo dudosa.

Me jalo hacía él, obligándome a sentarme a horcajadas sobre sus piernas.

Mi respiración se aceleró al encontrarme en esa posición, podía sentir como se agrandaba algo debajo de mis bragas. Sus manos descendieron hasta mis caderas y metió su nariz en mi cuello. Un suspiro se escapó al sentir su boca en mi cuello, mi piel se erizaba con cada beso y mordida que dejaba.

Deslicé un poco la chaqueta y sus hombros se hicieron visibles, los acaricié, para luego enterrar mis uñas en él.

—Me estas haciendo perder el control... —susurró en mi oreja, dándole una pequeña mordida al lóbulo.

«Aguanta Kim, tu eres fuerte

—Sé que te confundo, pero tengo mis razones para...

—Shhhhh. —Callé su boca con mis labios—. Las palabras están de más, Dave.

Él metió su lengua hasta el fondo de mi boca. Sus manos pasaron de mi cadera a los glúteos y de ahí las coló por debajo del vestido. El calor de sus manos se filtraba a través de la delgada tela. Enredé las mías en su cabello y lo pegué más a mis labios mientras movía lentamente las caderas provocando que los jadeos salieran ahora de la boca de él.

Estábamos tan comprometidos con la acción, que ambos pegamos un brinco cuando su teléfono sonó. Era el tono más horroroso y escandaloso del mundo, por cierto.

Me levanté como si me hubiesen agarrado en el acto. Me daba pena hasta mirarle a la cara, razón por la cuál le di la espalda.

«Eso, reacciona como la tonta que eres.»

—Dígame. —Le oí decir—. Mañana estaré ahí, si. Si, si... eso intento. Le enviaré los detalles luego. —Hizo una pausa y continuó—. Lo siento, eso haré.

¿Detalles, qué detalles?

Me arreglé un poco el pelo y unas arrugas imaginarias en vestido. Giré unos 45 grados para quedar frente a la puerta, estaba nerviosa sin motivo alguno.

Más nerviosa me puse cuando pasamos los siguientes diez minutos en silencio. Y aún más cuando el elevador se movió y llegó a mi piso, él ni siquiera me detuvo. Yo lo miré antes de salir, para ver como él solamente agachaba su cabeza.

Salí a paso apresurado y caminé hacía mi apartamento. Abrí la puerta y después de cerrarla, fui directamente  a la cosina a beber algo de agua. Tenía que bajar la vergüenza y la humillación con algo después de todo.

Terminé el vaso y di tres pasos para salir de la cocina cuando me di cuenta de algo.

¿No te ha pasado que a veces tienes que mirar dos veces para creer lo que está ante tus ojos?

Pues bien, abrí la puerta del frigorífico y miré con detenimiento lo que había adentro.

—¿Verduras? —pregunté para mi misma.

¿A caso me confundí de apartamento? Eso no era posible, abrí la puerta con mi llave.

Con mi entrecejo casi unido por la confusión cerre la puerta del frigorífico. Noté también la precencia de una bolsa negra en la esquina de la cosina, caminé dudosa hasta ella y la abrí: cajas de pizza con trozos adentro, cajas de comida china, hamburguesas y ¿mis refresco de fanta? Creo que alguien sí se confundió de apartamento.

Giré mi cuerpo al eschuchar el sonido de unos pasos que salían desde mi cuarto, cogí un cuchillo de la encimera temiendo por mi vida y esperé ahí; los pasos se hacían cada vez más fuertes, al igual que los latidos de mi corazón.

Vi una sombra asomarse a la cosina y con más fuerza apreté el cuchillo. Finalmente la figura de un hombre apareció. Él colocó las manos cruzadas sobre su pecho desnudo. Una toalla se ajustaba a su cintura y gotas de agua bajaban por su cabello. Me quedé petrificada, todo parecía muy surrealista hasta que habló.

—¿De verdad ibas matarme? —su cabeza estaba de medio lado y su sonrisa era provocadora.

El ruido del chuchillo en el piso me sacó del trance, lo había dejado caer sin darme cuenta. Le sonreí también y corrí hacía él mientras gritaba su nombre con emoción.

—¡Edward!

Era grande la sorpresa, pero mayor la emoción. Finalmente, después de tres meses, él estaba frente a mí.»

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N/A: Al fin llega Edward!!!

Y estoy tan confundida con Deve como Kim lo está. Yo creo que es bipolar el chico.

Algo que me causa gracia es el nombre del capítulo. En mi país están emitiendo una novela que se llama así mismo.

Sin más que decir, hasta el próximo cap.

Naomi🖤