Capítulo 14. Caliente.
CÁRCEL DE MUJERES.
Kimberly.
Había pasado una semana desde que me habían permitido salir al patio, ir al comedor, volver a mis actividades rutinarias, etc. Rubina tenía razón cuando dijo que la prisión había quedado prácticamente vacía.Lo mejor de todo eso era que las peleas habían disminuido y la comida había aumentado.
«Un comentario cruel, pero realista.»
Trevor a veces pasaba por la celda e intercambiaba palabras con Rubina y conmigo. Él era otros de los que ya consideraba mi amigo, a pesar de estar en bandos diferentes.
No recibí más visitas ni más llamadas angustiantes. Solo eramos las chicas y yo. Rachelle ya podía hablar de su hermana sin llorar y Rubina seguía con su amor unilateral. Yo les seguía contando a ellas sobre Dave y sobre como fue que había obtenido mi número y mi nombre.
Las chicas quedaron decepcionadas cuando les conté que el conserje del edificio era quien le había hablado de mi, él le había entregado mi número, ya saben, por si necesitaba mi ayuda ya que el asistiría a la misma Universidad y éramos de la misma edad.
Todavía recuerdo cuando fui a reclamerle al hombre por entregar mis datos sin mi concentimiento, pero sentí tanta pena por él que terminamos hablando del ascensor. Con respecto al examen sorpresa, Dave había dicho la verdad. Me pasé todo el fin de semana estudiando con él, así que logró aprobar con buena nota.
Las caras de las chicas (al menos la de Rachelle) parecían un cuadro de emociones cuando les conté que nos habíamos hecho buenos amigos, ellas como siempre llevaron lo de ser buenos amigos al siguiente nivel. Ahora estaba sola en la celda porque Rubina tenía visita. Se había despedido de mi con vastante alegría cuando Trevor vino a buscarla.
A ella le quedaba menos de seis meses para largarse de aquí. En ocaciones pasadas había hablado con Trevor para que cuando eso sucediera movieran a Rachelle conmigo, pero obviamente no estábamos en un salón de clases donde decides con quieres sentarte o no.
Una hora después Rubina entraba a la celda con la misma alegría con la que se había ido, solo le faltaba un unicornio rosa con alas que cagara panqueques con brillos (no estoy en contra de los unicornios rosas, ni mucho menos)
—¿A que se debe tanta alegría? —Me senté en la cama y fruncí el ceño—. ¿Te visitó cupido antes de tiempo?
—¿Qué dices? Para eso falta un tiempo. —Se sentó a mi lado y juntó sus manos sobre sus piernas—. Me visitó una vieja amiga.
—¿ Y estás tan féliz por eso?
—Si... tu nunca has tenido un súper amigo o algo así —Asentí.
—Pero eso no significaba que saltara de alegría cada vez que lo veía.
—¿A no? Y qué hacías entonces...
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«AÑOS ATRÁS»
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Kimberly.
«Se acercaba el último mes del año y con eso los exámenes del primer semestre. Dave había insistido mucho en que lo ayudara. Cuando no estudiábamos en su apartamento lo hacíamos en el mío, y aunque los dos eran idénticos, prefería estudiar en el mío.
—¿Cómo vas con eso? —Le pregunté mientras dejaba una taza de chocolate caliente a su lado.
—Creo que bien.
—¿Sabes qué en el examen no existen los "creos"? —Le di un sorbo a mi taza de chocolate. El día era realmente frío y el calor ayudaba.
—Lo haré bien... profesora —Lo fulminé con la mirada y el sonrió dando un sorbo gigante a su taza- ¡Ahhh! ¡Está caliente!
Solté la taza de chocolate antes de tirármela encima por las sacudidas causada por mi aparatosa risa.
—¿¡De que te ríes!? —Caminó hasta el fregadero ha echarse agua en los labios pero...—. ¡Ahhh! ¿Es en serio?
No podía dejar de reír.
—Me das chocolate caliente y no me avisas de que tienes puesta el agua caliente. —Se veía como un niño chiquito sosteniedo sus labios.
—Jaja... lo-lo siento —No podía ni hablar—, se supone que el chocolate es caliente... y hace demasiado frío, ¿de que sirve tener agua fría en el grifo?
Dejé de reírme cuando noté su seriedad. Sus ojos negros podían haberme matado en ese mismo instante. Dió un paso, luego otro, y cuando descubrí sus intenciones me mandé a correr.
—¡No déjame! —gritaba y corría por toda la sala, el venía detrás de mí con un pomo de agua fría que había dejado en la encimera.
—¡No me detendré hasta que pagues tus concecuencias?
—¡Dave no... me voy a enfermar y no podré asistir al examen!
—¡Y yo tendré que ir al examen con un labio quemado!
Seguía corriendo pero esta vez era alrededor de la isla, en la cocina. Mi cabeza no estaba funcionando correctamente en ese instante: Dave corrió hacia la derecha y yo en medio de mi nerviosismo hice lo mismo.
Los dos chocamos sin previo aviso y nos caímos al suelo junto con el pomo. El estaba debajo de mí. Nuestros pechos subían y bajaban por la intensa carrera. Su aliento a chocolate se juntaba con el mío.
Lamió su labio quemado y yo me obligué a no bajar la mirada, pero la carne es débil; en cuanto vi la humedad y rojez por la quemadura me dieron ganas de pegar los míos para calmar su ardor, o para empeorarlo. Negué con la cabeza para despejarla de esos pensamientos absurdos.
—¿Qué? -preguntó mirandome directamente a los ojos. La lujuria y deseo era lo que yo veía a través de ellos.
—Nada.
—¿Segura? Por lo que noto en ti sé que quiers besarme. —Mi respiración se agitó y mi cara ardió
—¿Por qué estás tan seguro de eso?
—A lo mejor lo digo por lo que sucedió hace una semana.
«Oh cierto. Nuestro intento fallido.»
—Que conste que tú también querías.
«Bien, tenía que aprender a cerrar mi boca.»
Bajó sus ojos hasta mis labios y yo hize lo mismo, inconcientemente baje mi cabeza. A cada milímetro que descendía el aroma a chocolate se hacía presente.
El elevó su cabeza y entonces sucedió... esta vez si sucedió. Juntó sus labios a los míos y una bomba de emociones explotó en mi cuerpo. Era un beso que sabía a prohibido, como si hacerlo estubiese mal. Separé mis piernas al lado de su cuerpo y quedé a horcajadas sobre él. Metí la lengua en su boca y el hizo lo mismo, pequeños gemidos salían del fondo de mi garganta. Me estaba volviendo loca con un solo beso.
El se separó y se quedó mirándome. Se apoyó en sus codos y tomó impulso para sentarse. Bajé la cabeza y el levantó mi mentón, quedé perdida en la profundidad de sus ojos; colocó un mechón de cabello detrás de mi oreja y rozó su mano en mi cara.
Cerré los ojos al sentir el contacto de su calidez en mi piel. El deslizó la mano hasta mi nuca y se acercó hasta juntar nuestras frentes.
—Esto no es correcto —susurró.
—¿Por qué? —Mi voz salió más ronca de lo normal. Abrí los ojos y lo miré
—Los sentimientos nublan el jucio Kim...
—¿Estás aceptando que sientes algo por mí?
—Kim yo...
Estampé mi boca en la suya, no quería oír excusas baratas, o que me dijese cualquier tontería... si esto estaba mal no me importaba, quería que se sientiera bien, al menos por este día.
El no detuvo el beso, al contrario, me besó con más fuerza y pasión que antes.
«Dios, se sienten tan bien sus labios.»
Mis manos acariciaron sus brazos para terminar en su cuello, quería sentirlo más cerca de mí. El bajó sus manos hasta mi cintura, hundió sus dedos por debajo de mi blusa y otro gemido salió. Mordió el labio superior y otra vez gemí. Yo causaba el mismo efecto en él, su entrepierna se sentía dura y eso me excitaba mucho más.
De reojo noté un movimiento por mi lado izquierdo. Intenté ver que ocurría, pero todo pasó muy rápido.
—¡Mierdaaaaa! ¿Qué mierda?
Me aparté de él, su rostro gritaba por todos lados satisfacción. Yo tenía la mano en mi corazón por miedo a que se saliera de mi pecho. El agua helada siguió su recorrido por mis nalgas. No lo pensé dos veces, levanté mi mano y le di un bofetón.
—¡Eres un maldito estúpido! —grité poniéndome en pie.
Corrí hasta mi cuarto y levanté mis brazos para quitarme la blusa, la tiré al suelo y safé mi sujetador. Con mi chort y mis bragas hize lo mismo.
Abrí el armario y localicé la ropa. La puerta de mi cuarto se abrió y mis neuronas me traicionaron.
—Kim yo...
—¿¡Qué!? —Sus ojos se abrieron como plato al recorrer mi torso.
—¡Mierda! —Estaba desnuda completamente. Cubrí mis pechos con las manos y grité—: ¡Voltéate!
El dió media vuelta y yo agarré un vestido. Me pondría una braga seca cuando sacara a Dave del apartamento.
—Puedes girarte.
—Me lo debías —dijo en tono infantil estando frente a mi—. No quería arruinar el momento, pero me lo debías.
—Eres tonto... —susurré entre risas.
—Kim yo... —otra vez su seriedad—, el beso solo fue...
—Una distracción —Lo corté de manera fría y dejando de sonreír.
—Sí, una distracción —Se acercó con cierto temor—, y por eso me preguntaba si ibas a seguir repasandome.
—¿Es en serio... ?
—Como sabes el examen es el próximo...
—No te preocupes Dave —Levante las manos delante de él para que se callara—, te di mi palabra. Ahora vete.
—Kim, yo...
—Que te vayas Dave.
Y eso hizo. Salió de mi cuarto y se marchó, dejándome ahí, con más preguntas que respuestas.
¿Por qué actuaba así?
¿Le gusto?
¿Acaso es bipolar?
Éste chico me iba a volver loca con tantas señales confusas.»
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