Introducción
El mundo con frecuencia solía ser extraño y, sobre todas las cosas, cambiante.
Un sinfín de sucesos ocurrían en nuestro día a día, los cuales hacían al mundo cambiar de forma progresiva y, de vez en cuando, drástica. A veces, esos cambios resultaban para bien, ya sea que crearan en la gente sentimientos de auto-superación o causaran que la tecnología avanzase de tal manera, que el futuro se viera lleno de esperanza y felicidad. Sin embargo, no siempre era así y la prueba más clara de ello es nuestro planeta.
¿Futuro esperanzador? ¿Felicidad? Por favor, esas son sólo tonterías que buscaban encubrir la triste y cruel realidad en la que vivíamos.
A pesar de lo bonitos que pudieran sonar aquellos cambios, la realidad es que el planeta, en lugar de mejorar, estaba empeorando y, posiblemente, muriendo. ¿Y quienes eran los causantes de su gradual deceso? Los humanos. Por supuesto, ¿quién más podría ser si no?
Los cambios que apreciamos, por muy bonitos que los pinten, siempre vienen acompañados de desgracias y muchos sacrificios. No obstante, a pesar de la infinidad de infortunios que las personas veían todos los días, a pesar de estar acercándose lentamente a un posible exterminio, ¿qué es lo que la mayoría de la gente decidía hacer? Nada, simple y sencillamente... nada.
Para la mala suerte de aquellos que buscaban hacer una verdadera transformación en sus vidas, los humanos son los únicos que nunca cambiarán.
"Planeta tierra, ya saben, ese bonito lugar al que hipócritamente osamos llamar hogar, aquel quien nos acogió con tanto cariño y respeto desde el origen de nuestra especie... pende de un hilo muy delgado y los humanos, los únicos seres vivientes que pueden llegar a cambiar algo, no hacen nada para impedir que se rompa."
Esas fueron las palabras de un hombre cuya visión de la vida era única, un hombre que lo único que buscaba era la paz para unos seres envueltos de hipocresía y malicia, que sólo pensaban en ellos mismos. Este sujeto entendía la complejidad del ser humano y, al mismo tiempo, sabía que si no se hacía nada para detener los constantes conflictos, ya sea humanos o políticos, tanto internos como externos, terminaría por llevarlos a la inminente autodestrucción, ¿no es así?
Aunque, claro está, la necedad de nuestra especie es basta, casi infinita, así que aquel hombre de sabias palabras no fue sino rechazado rotundamente. Cientos de ideas y pensamientos revolucionarios, todo había sido tirado a la basura. Pero lo que esas criaturas insolentes y estúpidas no sabían, era que la siniestra obscuridad que habita en nuestro interior, estaba por emerger de las profundidades del abismo al que comúnmente llamamos: instinto.
Cuando el mundo tuvo que sufrir una de las peores catástrofes en la historia de la humanidad, sus habitantes, su propia gente... no hizo más que darle la espalda. Lastimosamente, nuestro querido hogar quedó herido de muerte, estando a punto de quebrarse. Aquel hilo del que se habló en un principio casi se rompía y todo por culpa de la avaricia y necedad humana.
En ese entonces, las calles eran pintadas por la sangre de los inocentes, el sonido contundente de las metralletas retumbaba por doquier y los incesantes gritos de las personas sólo eran escuchados por aquellos cuya moral seguía sin corromperse. Asimismo, las tierras fértiles que acompañaban a la naturaleza y que, además, servían como un medio de supervivencia para nosotros, eran masacradas junto a una buena cantidad de fauna silvestre, dejando a los ecosistemas sumamente dañados.
Todo fue un completo caos, ni siquiera las más grandes naciones podían hacer nada para detener la locura que rondaba en todas partes. Era un infierno... no obstante, gracias a la rápida estrategia de un sólo hombre, las mentes más brillantes que alguna vez pudieron existir se unieron para encontrar una rápida solución, juntos.
Todo inicio tiene su final y el final que obtuvieron los humanos fue, sin lugar a dudas, el mejor posible.
Una idea, quizá en un principio sonaba ridícula por su radical planteamiento, pero que, puesta a prueba, terminaría por demostrar la eficacia de su enfoque.
"El mundo se dividirá y los humanos tendremos al fin nuestra tan esperada paz."
Y así, siguiendo la infinidad de estipulaciones que aquella simple expresión daba a entender, el planeta tierra quedó divido. Pero esta división era bastante peculiar, ya que lo que conllevaba la idea a muchos no les parecía correcto, mientras que otros lo apoyaban y creían firmemente en su planteamiento. De esta manera, es como nacieron lo que hoy en día conocemos por... ciudades.
Teniendo un sencillo sistema, basado en el mundialmente conocido abecedario, diversas clases sociales emergieron desde lo más recóndito de nuestra especie, dando inicio a una de las épocas más prósperas en cuanto a la paz se refería. En esta nueva era llena de tranquilidad, la clasificación, llevada a cabo por un excelente gobierno unificado, tenía un enfoque más orientado a las acciones y emociones humanas, en comparación con las del pasado, los cuales se basaban únicamente en lo poderoso o adinerado que fueras. Por decirlo de otra forma, todo se fundamentaba en qué tan bueno eras como individuo.
Si tu forma de vivir era despreciable, ya sea que cometieras crímenes o algún tipo de maldad, serías trasladado a lo más bajo que el mundo tenía para ofrecer. En este caso, Ciudad Z era lo peor de lo peor. En ese lugar ni siquiera existían casas como tal, sino más bien, eran cárceles de máxima seguridad que resguardaban a los mayores psicópatas y asesinos que jamás pisaron nuestro planeta. Siguiendo un orden ascendente, la ciudad que le procedía sería Ciudad Y, después Ciudad X, las cuales, a pesar de todo, sí tenían casas y se podía llegar a vivir de cierta manera. Sin embargo, los que residían allí no podían ser considerados de otra manera que no fuera como escoria. En esos sitios es donde se transfirieron a los causantes de la gran tragedia, siendo apartados completamente de la sociedad.
Ahora bien, por otro lado, se hallaba Ciudad A y sus consiguientes.
Oh sí, qué lugar tan bello era Ciudad A. Lo mejor de lo mejor, como muchos lo describían. Aquel sitio, tan alabado y deseado por cualquier persona, era considerado como un lugar que sólo podrías encontrar dentro de tus sueño, una utopía encarnada a la realidad. Ahí, el crimen prácticamente no existía y la mayoría de las personas eran compuestas por los más grandes genios o eruditos. Aunque tampoco habríamos de dejar a un lado a las ciudades consiguientes, como la magnífica Ciudad B o a la importante Ciudad C, ya que estas, junto a Ciudad A, recibieron el apodo de las tres grandes, debido al papel que cumplían dentro de la nueva sociedad.
Sin embargo, pese a tener una base lo suficientemente sólida como para evitar un posible conflicto futuro, el miedo porque otra catástrofe arremetiera contra el mundo seguía presente en la mente de las personas. Por ello, esta nueva y "perfecta" nación unificada, decidió que las instituciones de nivel medio superior fueran clasificadas de la misma forma que las ciudades. Y así, al igual que el casi perfecto sistema implementado, se crearon preparatorias especiales, cuyo propósito era el de establecer ideas pacifistas y no radicales en las nuevas generaciones. Todo con tal de prevenir una tragedia.
Todas las ciudades, excepto Ciudad Z, debían tener bajo su mandato cada una de las 27 instituciones educativas, además de seguir al pie de la letra ciertas reglas específicas, impuestas por el mismo gobierno unificado.
"Las nuevas generaciones son el futuro que decidirá el destino del mundo."
Es así como los altos mandos del nuevo gobierno veían a los jóvenes y esta idea, por mucho que fuera criticada, se mantuvo hasta el final de los días.
Pero... es curioso, ¿sabes? A pesar de vivir en un planeta renovado y con un sistema diseñado para evitar todo posible conflicto, los problemas nunca acaban, sólo se aplacan y retrasan lo inevitable. Nada es perfecto, ni siquiera el sistema que yo mismo creé, por ende, era obvio que algo malo algún día ocurriría, algo tan grande y destructivo que ni siquiera las más grandes mentes podrían evitarlo, y ese algo... soy yo.
Ahora bien, seguro te preguntarás dentro de tu pequeña cabeza, ¿quién eres tú? Bueno, lo respondería sin problemas, pero me estaría saltando demasiado en el tiempo, hasta una fecha donde el mundo que alguna vez se conoció, dejó de existir.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro