Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap. 9: Causa de muerte

Me sobresalto al ver mi vestido de la noche anterior desparramado en una esquina y mis tacones dispersos en el suelo, cerca de la puerta de mi habitación. Con manos temblorosas, remuevo la fina sábana blanca que envuelve mi cuerpo, dándome cuenta de que no me encuentro completamente desnuda; mi ropa interior aún permanece cubriendo las zonas más delicadas de mi cuerpo. Siento mi corazón retumbando en mis oídos en el momento en que me siento sobre el colchón. Es entonces cuando visualizo una corbata de color azul marino cerca de los ventanales, y el recuerdo de las últimas horas arrasa dentro de mi cabeza.

Diez horas antes...

—¿Cuándo regresas a...? —Erick frunce su ceño—. ¿De dónde me dijiste que eres?

Suelto una pequeña risa antes de recordarle:

—México.

—Ah, México.

—No estoy segura —miento—, pero pienso quedarme un buen tiempo más por aquí.

Le doy una mirada a la vista panorámica que me ofrece la terraza de mi habitación antes de sonreír inconscientemente.

—Tiene su encanto, ¿no te parece?

—Sí, lo tiene.

—Cuando me mudé, realmente no creí que fuera capaz de quedarme mucho tiempo —divaga.

—¿Por qué lo dices?

—No soy una persona que se arraigue con las cosas, creo que es más sencillo vivir de esa manera. Así, si te lo arrebatan de imprevisto, no te duele tanto su ausencia.

Pienso en lo difícil que debe de haber sido para un niño de doce años perder a sus padres, pero me abstengo de sacar el tema a colación.

—Supongo que tienes razón.

Erick sonríe con cierto orgullo, como si acabara de recibir el mejor cumplido que le han hecho en su vida. Este chico tiene el ego más grande que he presenciado jamás.

—¿Estás consciente de que eso puede matarte? —suelto sin detenerme a pensarlo en el momento en que él enciende un cigarro más en lo que va de la noche.

—Sí. —Mi pregunta no parece irritarlo. En realidad, nada de lo que he dicho en las últimas horas parece hacerlo.

—¿Y aun así lo haces?

—Ya te lo he dicho, me tranquiliza.

—Al mismo tiempo que va acabando contigo.

—No todo puede ser completamente bueno, ¿eh?

—Lo digo en serio.

—Yo también —asegura. Al cabo de unos segundos, complementa—: Además, fumar me mantiene distraído... y ocupado.

Enarco una ceja en su dirección.

—¿Y para qué quieres mantenerte distraído y ocupado en este momento?

Despega el cigarro de sus labios, manteniéndolo a escasos centímetros de su rostro. Me barre con la mirada antes de hablar:

—Créeme, mantener mi mente distraída y mis manos ocupadas en este preciso momento es la mejor opción.

Inconscientemente relamo mis labios antes de escucharme decir:

—Dame uno.

—No, esto puede matarte —menciona con cierto tono de burla, haciendo alusión a mis palabras de minutos atrás.

—Hace rato me ofreciste uno aún estando consciente de que eso podía matarme.

—Porque hace rato no te conocía lo suficiente para decidir que no quiero contribuir a tu causa de muerte.

Mis labios se despegan por la transparencia de sus palabras. Erick alza ambos brazos a los lados de su cuerpo.

—Solo estoy siendo honesto.

—Un solo cigarrillo no puede matarme —insisto.

Suelta un sonoro suspiro,

—No vas a detenerte, ¿cierto?

—¿Por qué crees eso?

—Porque eres terca.

Golpeo sin tanta fuerza el lateral de uno de sus brazos, encontrándome con una serie de músculos que se encuentran escondidos debajo de ese traje.

—Nunca dije que eso fuera algo malo —se defiende—. Tal vez «terca» no sea el término más agradable, pero en este caso, no lo decía como un insulto.

Entrecierro mis ojos ligeramente antes de volverlos a abrir en plenitud.

—¿Se supone que debo de tomar eso como un cumplido? —inquiero.

—Sí.

Cuando abre la boca apenas unos centímetros con la intención de sonreír, alargo mi brazo hasta que mis dedos sujetan el cigarro y se lo arrebato, provocando que mi piel roce sutilmente sus labios. Intento ignorar esto último en el momento en que sus ojos me observan con más intensidad de lo que lo han hecho toda la noche.

—Eso es trampa —reprocha.

—Solo déjame intentarlo.

Expulsa el aire con pesadez, para después hacer un ademán con la mano, dándome de cierta manera permiso de hacerlo.

—¿Solamente tengo que ponerlo entre mis labios y aspirar? —cuestiono a la vez que evalúo el cigarrillo.

—Pero intenta no tragar el humo.

—¿Y cómo se supone que hago eso?

—Ven, acércate. —El tono tan profundo con el que enuncia aquello me eriza la piel, pero antes de que pueda darme cuenta, me encuentro levantándome de mi lugar y caminando hasta su silla, donde cuidadosamente me dejo caer en el reposabrazos.

Erick me rodea la espalda con uno de sus brazos para tener acceso a mi mano, la cual toma entre la suya y las eleva a la altura de mis labios.

—No inhales demasiado fuerte, ya que mucho humo en tu boca provocará que empieces a toser —me explica—. Después de que le hayas dado una calada al cigarro y sientas el humo en tu boca, mantenlo ahí por unos segundos. Posterior a eso retira el cigarro de tu boca y vuelve a inhalar para que esta vez el humo llegue a tus pulmones. Luego, solo tienes que exhalar con suavidad para terminar de sacar el humo.

Asiento con la cabeza, como si acabara de entender algo de lo que acaba de mencionar, y me mantengo observando el tubo entre mis dedos.

—Abre la boca.

Giro ligeramente mi rostro hacia él debido a su tono mandatario y le doy una mirada significativa.

—Abre la boca —repite.

Termino por hacerle caso y despego mis labios. Es entonces cuando, aún sujetando mi mano, la acerca hasta mis labios e introduce uno de los extremos del cigarrillo dentro de mi boca. Sello mis labios nuevamente, y bajo su atenta mirada, le doy una calada al cigarro. Mantengo el humo en mi boca por apenas unos segundos antes de remover el cigarro y aspirar por segunda ocasión, saboreando el sabor que deja el tabaco. No tardo mucho en sentir la necesidad de expulsar todo aquello. Una capa de humo se forma entre nosotros al momento en que lo dejo salir.

—¿Y bien? —indaga él con el rostro lleno de expectativa.

Relamo mis labios antes de contestar:

—No creo que sea lo mío.

Ladea una sonrisa, como si ya supiera que esa iba a ser mi respuesta.

—¿Puedo tener mi cigarro de regreso?

Aprieto los labios, simulando que estoy pensando con seriedad acerca del tema.

—En realidad, no me gustaría contribuir a tu causa de muerte —determino con cierta sonrisa maliciosa.

—Un cigarro no puede matarme —enuncia mis palabras, entendiendo que yo acabo de hacer lo mismo.

—No pienso arriesgarme a averiguarlo.

Me da una mirada severa.

—Roxana.

—Erick.

—Devuélvemelo.

—Quítamelo.

Sus comisuras se curvan coquetamente hacia el cielo. Instantes después intenta arrebatarme el cigarrillo de la mano, pero estiro mi brazo dificultándole el acceso de esta manera. Él niega con la cabeza agachada antes de decir:

—Lo siento, no me dejaste opción.

—¿A qué te refieres con...? ¡Woah! —Las palabras mueren en mi boca en el momento en que Erick tira de mí hacia él, provocando que mi cuerpo resbale del descansabrazos y aterrice sobre sus piernas.

Ese simple movimiento es suficiente para que mi respiración se acelere y mi pulso se incremente de igual manera. Siento la forma en que su pecho sube y baja contra mi espalda, así como el cálido aliento que desprenden sus labios cerca de mi oído. Uno de sus brazos se afianza sobre mi abdomen, impidiendo que pueda ponerme de pie.

—¿Ahora sí puedes devolvérmelo? —susurra a mis espaldas, provocando que la piel se me erice.

—Ya conoces la respuesta a eso. —No titubeo, pero mi tono es apenas audible.

—Anda. —Roza el lóbulo de mi oreja.

Aprieto mis labios en una línea recta, agradeciendo internamente que no pueda verme, y niego con la cabeza.

—Por favor —pide.

Mis ojos se abren con sorpresa, y aún estando sentada sobre sus piernas, giro mi torso hacia él, provocando que su rostro quede a centímetros del mío. Aprovecho la cercanía para repasar sus facciones, y cuando mis ojos han descendido hasta la altura de sus labios, inconscientemente relamo los míos.

—¿Acaso acabas de decir «por favor»? —murmuro.

—Sí. —Su aliento a tabaco se mezcla con el mío.

—¿Por qué?

—Porque sabía que eso te haría voltear.

Una sonrisa torcida tira de sus labios y siento mi interior estremecerse en el momento en que se reacomoda debajo de mí.

—Es probable que nunca más vuelva a verte en mi vida —expongo.

Su manzana de Adán sube y baja cuando traga antes de responder:

—Lo sé.

—Bien.

Creo que aquel detalle, el hecho de que no volvería a haber un encuentro entre nosotros en algún futuro, fue la última motivación que necesitaba para inclinar mi cuerpo hacia el frente y terminar por acortar la distancia que nos separaba. Estampo mis labios contra los suyos de manera brusca. Erick no parece sorprendido al respecto, ya que empieza a mover su boca contra la mía salvajemente sin detenerse a pensarlo. Me separo unos segundos y dejo caer el cigarro en el suelo, para entonces impulsarme y terminar sentada a horcadas sobre él, esta vez cara a cara. Entierro mis manos libres en su espalda antes de que Erick vuelva a unir nuestras bocas con fervor, posicionando sus dedos en la curvatura que se forma en mi espalda baja.

No le toma mucho tiempo intentar ponerse de pie. Cuando se despega de la silla me apresuro a enroscar mis piernas alrededor de su cadera, ejerciendo presión en los puntos correctos de nuestros cuerpos. Siento mi espalda estamparse contra una pared, por lo que deshago el agarre de mis piernas para que sea más sencillo remover el saco que Erick trae puesto. Esta prenda cae al suelo en el instante justo en que el chico vuelve a atacar mi boca. Rápidamente me apresuro a desabrochar los botones de su camisa sin dejar de besarlo, siendo consciente de que con cada segundo que pasa la emoción y deseo crecen en mi interior.

La camisa de Erick aterriza en algún punto de mi habitación. Su lengua se abre paso dentro de mi boca y colisiona con la mía en cuestión de segundos. Entierro una de mis manos en las hebras de su cabello cuando su mano empieza a recorrer toda la superficie de mi espalda, provocando que mi cuerpo se arquee hacia él. Erick encuentra el cierre de mi vestido y no pierde el tiempo al empezar a bajarlo con ansias. Cuando la prenda se encuentra desparramada junto a mis tobillos, pego un brinco y afianzo mis piernas alrededor del torso desnudo del muchacho, quien sujeta mi trasero y le da un rudo apretón mientras comienza a caminar hasta uno de los sillones de mi cuarto.

Me deja caer sin mucha delicadeza sobre este, se deshace del cinturón de su pantalón, y empieza a atacar toda la zona de mi mandíbula y cuello, succionando y mordiendo la piel hasta llegar al valle de mis pechos. Sus manos se posicionan sobre mi abdomen y empiezan a descender, rozando mis bragas y llegando hasta mis muslos, apretándolos en el camino, para después tocar juguetonamente la parte interna de los mismos.

Es entonces cuando jadeo un nombre. Solo que no es el del chico que se encuentra tocándome en este momento.

Erick se separa abruptamente de mí antes de gruñir:

—¿Quién demonios es Thiago?

Me quedo helada ante eso, y de repente parece que mi voz se ha esfumado por completo.

—Joder, Roxana. ¿Estás en una relación?

Mis ojos se abren de golpe ante aquella suposición.

—Maldición, no. Claro que no.

—No puedo hacer esto. —Erick se levanta y empieza a buscar sus cosas por el suelo de mi habitación, como si de pronto ya no pudiera estar un segundo más aquí adentro conmigo.

Ni siquiera me molesto en detenerlo. Me reincorporo en mi lugar, quedando sentada en el sillón, y paso una mano por mi cabello con frustración.

—Yo... —inicio, pero él no me deja terminar.

—Realmente prefiero no saberlo. —Me da una mirada severa antes de negar con desaprobación y abandonar el cuarto dando un portazo.

Me tomo unos segundos para recuperarme del momento. Mi respiración continua agitada por un tiempo y siento que mi cabeza no deja de dar vueltas.

Thiago, Thiago, Thiago. Ni siquiera conozco a nadie con ese nombre.

Hago lo primero que cruza por mi mente: cojo mi celular y le marco a Olimpia; sin embargo, me manda a buzón después de algunos timbres. Intento por segunda ocasión, teniendo éxito esta vez.

—¿Sí?

—¿Olimpia?

—¿Roxy?

Maldigo por lo bajo al deducir algo.

—¿Estabas dormida?

Olimpia emite un sonido que denota afirmación.

—Lo siento, lo siento.

—Descuida. —Suelta un bostezo—. ¿Está todo bien?

—Eh... —titubeo— Sí, pero necesito preguntarte algo.

—¿Qué ocurre?

Empiezo a caminar de un lado a otro con cierta exasperación.

—¿Conocemos a alguien llamado Thiago?

Olimpia tarda unos segundos en responder:

—¿Thiago?

—Uhm.

—No lo creo... ¿Thiago, qué?

—No tengo idea —suelto antes de pensarlo.

—¿Segura de que está todo en orden?

Me dejo caer sobre la cama y doy una bocanada de aire.

—Sí, sí. Olvida lo que dije.

—Puedo preguntarle a mamá y papá...

—No —la corto—. En serio, no sé qué estaba pensando. Perdón por haber llamado.

Mi hermana suspira al otro lado de la línea.

—Descansa, Oli. Hablamos luego.

Agradezco que aún se encuentre somnolienta ya que no titubea al momento de acceder.

—Bien. Buenas noches, Roxy.

No me molesto en responder algo más antes de colgar.

.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .

He de confesar que he querido publicar este capítulo desde que estaba escribiendo el primer libro. En cuanto incluí el capítulo del aniversario del hotel, sabía cómo quería que fuera la versión en esta segunda parte.

Este es otro de mis favoritos. Redactarlo fue un sube y baja de emociones por completo, además de que los cabos sueltos ya empiezan a aparecer.

¡Gracias por leer!

No olvides dejar tu valioso voto :)

Abrazos literarios,
–ℳau♡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro