Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap. 38: Destinados a estar juntos (FINAL)

—¡Dios, Roxy! No puedo creer que mañana ya vayas a estar de regreso aquí —exclama Olimpia al otro lado de la línea.

Sujeto el celular con ayuda de mi hombro derecho y mi oreja para poder terminar de doblar las últimas prendas que me faltan.

—Lo sé, Oli, yo tampoco lo he asimilado por completo. —Me detengo unos segundos, en los cuales observo el panorama que me brindan los ventanales de mi habitación—. Se siente extraño volver, de cierta manera. Este lugar fue mi hogar por un año.

Lo más loco de todo esto, es que regresas para volver a irte —expone—. Me siento algo traicionada, he de admitir —se queja, claramente fingiendo—. ¿No gustas llevarme contigo? Prometo portarme bien.

Su comentario me hace reír.

—Sabes que siempre serás bienvenida, hermana.

Olimpia suelta un chillido.

—¡Ya quiero verte! —vocifera con alegría—. Te dejo para que sigas haciendo tus maletas, ¿sí?

—Está bien. Nos vemos en unas horas.

—¡No vayas a llegar tarde al aeropuerto! —amenaza antes de colgar.

«Conozco a alguien que no dejará que eso pase», pienso.

Y justo como si el mundo pudiera escuchar las ideas en mi cabeza, alguien golpea mi puerta tres veces.

Con una sonrisa adornando mis labios, me aproximo hasta ella. Sin embargo, cualquier rastro de alegría desaparece de mi rostro al abrirla y ver la expresión que tiene él.

Ni siquiera me habla antes de entrar a mi habitación, solamente lo hace. Tira de su cabello con desesperación mientras camina nerviosamente de un lado a otro y pronuncia balbuceos imposibles de entender.

—Ey —lo llamo, intentando captar su atención—. ¿Qué pasa? —pregunto acercándome hasta él.

No deja de moverse frenéticamente y las palabras que salen de su boca no tienen sentido. De un segundo a otro, Thiago se desploma y termina en el suelo. Su expresión facial grita una sola cosa: temor. En sus ojos no se ve nada más que un miedo gigantesco.

—Thiago, háblame —demando.

Me arrodillo a un lado de él, tratando de conectar con su rostro.

—¿Qué hago? ¿Quieres que llame a alguien?

Estoy a punto de levantarme nuevamente para buscar mi celular y marcar el número de emergencias, cuando su mano se cierra sobre mi muñeca, deteniéndome.

—N-no, no llames a nadie —pide con voz temblorosa.

—Necesito que te tranquilices, ¿de acuerdo? —Tomo una de sus manos, la cual no deja de temblar tampoco—. Respira conmigo, vamos.

—No p-puedo...

—Thiago —lo corto—, respira.

Inhalo profundamente, invitándolo a copiar mis pasos. Retengo el aire durante cinco segundos antes de volver a soltarlo, logrando que él haga lo mismo.

—Muy bien, de nuevo —indico.

Repetimos el ejercicio las veces necesarias para que los escalofríos en su cuerpo desaparezcan.

—¿Estás bien?

Él niega con la cabeza.

—Tengo que decirte algo... —empieza, poniendo mis pelos de punta. Intenta seguir hablando, pero su voz vuelve a fallar.

Sin pensarlo dos veces lo abrazo, sintiendo cómo se estremece bajo mis brazos.

—Rox, yo... —inicia nuevamente—. Joder, no sé ni cómo decirte esto.

Sus ojos se llenan de lágrimas y sus labios tiemblan sin control. Me duele verlo así.

—Por favor, solo dilo.

Thiago suelta una exhalación pesada, provocando que su pecho vibre ferozmente.

—Necesito que me creas, ¿sí? Por favor, Rox, escucha la historia completa.

Frunzo mi ceño antes de asentir, sin saber realmente a lo que se refiere.

—El veintiocho de junio del año pasado, tuve un accidente. —Un jadeo escapa de mis labios ante sus palabras. Cierra los ojos por unos segundos y levanta su palma derecha en el aire, pidiéndome que lo deje continuar—. Iba camino a la universidad en mi motocicleta. Se me hizo tarde, y olvidé el casco en casa. Yo... aceleré en una recta, pero el conductor de un camión iba demasiado distraído para notar la luz roja del semáforo.

«¿Es una... cicatriz?».

—En el momento del impacto, todo se volvió negro para mí —continúa—. Rox, juré que iba a morirme, podía sentirlo. —Una lágrima resbala por su mejilla—. Sin embargo, lo siguiente que recuerdo fue despertar aquí, en la cama de mi habitación.

»Todos los recuerdos eran nublosos, mi cerebro no proyectaba bien las imágenes. —Hace una pequeña pausa—. No fue hasta que mis ojos dieron con la televisión encendida, la cual estaba transmitiendo un canal de noticias internacionales. «Tragedia en Canadá. El hijo de un importante empresario ha entrado en estado de coma tras sufrir un accidente vial», era lo que se leía.

«No me gusta mucho hablar de mi pasado, no soy bueno recordando».

Niego con la cabeza al mismo tiempo que las lágrimas ya invaden mi rostro.

—En medio de mi desesperación —prosigue con la vista clavada en el suelo—, fui a la recepción del hotel tratando de buscar respuestas. Estaba hablando con el recepcionista cuando una chica interrumpió nuestra conversación. —Relame sus labios—. Ahí estabas tú, Rox. —Eleva su rostro, mostrándome sus ojos rojos por el llanto—. Que me condenen si estoy mintiendo, pero todo pareció adquirir sentido cuando te vi.

»Dicen que cuando dos personas están destinadas a estar juntas, no importa cómo, el destino logrará unirlas. Nunca creí tal cosa —admite—. Sin embargo, todo fue distinto cuando te conocí. No tengo una manera lógica de explicar todo esto, pero, Rox. —Toma una de mis manos entre las suyas—, desde que te vi, supe que eras mi segunda oportunidad.

Se detiene unos segundos para tomar aire, antes de pronunciar una frase que me rompe el corazón.

—Eres el amor de mi vida, o de mi muerte; no importa cómo quieras llamarlo.

Relame sus labios una vez más antes de seguir.

—Unos meses atrás hablamos sobre nuestras creencias... —Suelta una profunda exhalación—. No tengo una respuesta para la gran mayoría de las preguntas, pero estoy convencido de que algo o alguien mucho más grande que cualquiera de nosotros, le quiso dar la oportunidad a nuestros corazones de encontrarse y comprobar que verdaderamente están hechos el uno para el otro. Tuvimos un año para demostrarlo, pero ahora el tiempo se nos ha acabado. —Sus palabras provocan que lo observe con absoluta confusión—. Yo... estoy empezando a olvidar todo. No recuerdo el rostro de mi mamá ni la voz de mi padre, no recuerdo mi dirección o los nombres de mis amigos. —Se detiene cuando su voz tiembla—. Siento que estoy desapareciendo...

«Para mis padres estoy muerto, no puedo simplemente reaparecer en su vida como si nada».

—Cállate, detente justo ahí —exijo bruscamente—. ¿Cómo te atreves? Lo siento —enuncio poniéndome de pie—, pero no pienso seguir escuchando las tonterías que salen de tu boca.

Escucho cómo se levanta detrás de mí. Empiezo a caminar hacia la puerta, hasta que su voz me hiela la sangre.

—Fui declarado muerto el primero de mayo.

Me detengo en seco. Mi mundo se detiene de igual manera.

Una risa sin la más mínima gota de gracia sale desde la profundidad de mi garganta.

—¿Qué mierda estás diciendo? —Giro sobre mis talones para encararlo. No veo ningún indicio en su rostro de que esto sea una broma, lo cual me molesta aún más—. ¿Te das cuenta de que lo que me estás diciendo no tiene sentido alguno? ¿Qué carajos te pasa? —espeto colocando mi dedo índice sobre su pecho, ejerciendo la mayor cantidad de fuerza posible.

Sin embargo, mi descarga emocional de palabras se ve interrumpida cuando, en un movimiento rápido y sin darme opción de alejarme, toma mi dedo, extendiendo la palma de mi mano y poniéndola a la altura de su corazón.

El problema radica en que, no siento nada. Y no lo digo en sentido metafórico. Literalmente no siento nada. No tiene pulso ni su pecho se eleva constantemente como debería hacerlo al estar bombeando sangre.

—¿Pero qué...?

Retiro mi mano rápidamente, como si tenerla un segundo más sobre su pecho me quemara.

—Anoche tuve una premonición —prosigue—. La historia de hace un año se repetía, pero nunca nos conocimos; fue como si nada de esto hubiera ocurrido. —Traga en seco—. Tú llevarás a cabo tu viaje, como tendría que haber sido en circunstancias normales. Rox. —Levanto la cara ante la pronunciación de mi nombre—, necesito que me recuerdes. Nuestros corazones tienen que volver a encontrarse, es la única manera.

«No estás sola. Yo estoy aquí y no voy a irme nunca».

—Por favor, para —suplico con lágrimas en los ojos.

—Sé que no tiene sentido, pero te prometo que...

—¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! —espeto interrumpiéndolo—. ¡Demonios, Thiago! ¡Yo confié en ti! ¡Confié en ti, maldita sea! —estallo en mil gritos—. ¡Me permitiste enamorarme de ti! ¡Me permitiste entregarme a ti! ¿Y ahora me dices que todo fue una simple mentira? —Limpio bruscamente las gotas que inundan mi rostro—. Eras demasiado perfecto para ser real... —murmuro.

Un sollozo escapa de los labios antes de que los junte en una línea recta, dolido.

—Sí soy real.

Niego con la cabeza lentamente.

—No, no lo eres. No para mí.

—Rox... —Alza una mano con la intención de acunar mi rostro, misma que yo aparto de un manotazo.

—No me toques —exijo bruscamente—. Me mentiste... Todo este tiempo tuviste el descaro de mentirme.

—¡No sabía que estaba pasando! —exclama con exasperación—. No tenía idea de que hacía, yo...

Observo fijamente sus ojos, encontrándome con la transparencia de siempre. Esa claridad con la que podía demostrar sus sentimientos mediante una mirada era una de las cosas que más me gustaban de él. Pero parece que nunca fue tan sincero como yo pensaba.

—Sabías que estaba rota —hablo con un hilo de voz—, sabías lo dañaba que estaba. Eras consciente en su totalidad de que no sería capaz de soportar una decepción más, pero eso no te impidió ilusionarme, ¿verdad? —Muerdo mi labio inferior para callar un sollozo—. Solo te pedí una cosa —recuerdo—, solo una maldita cosa era lo que no tenías que hacer. Y aun así lo hiciste.

—Juro que nunca quise lastimarte.

En otro momento, hubiera apostado mi vida a que sus palabras eran honestas, pero no ahora.

—Lamento decepcionarte, pero es justo lo que acabas de hacer. —Avanzo hasta la puerta para abrirla con el corazón hecho pedazos—. Vete, Thiago.

El chico frente a mí permanece estático, con una expresión perdida que solo termina de partirme más.

—¿Es que no me escuchas? ¡Vete! —bramo con rabia y pesar—. Oh, espera, ¿acaso tú no te llamas así? ¿También me mentiste acerca de eso?

Sus facciones se contraen en dolor antes de devolverme la mirada por una última vez.

—Charbonneau —enuncia.

—¿Qué?

—Thiago Charbonneau Reyes, ese es mi nombre completo.

Mi boca se abre ante la incredulidad de su confesión para dar paso a una exhalación llena de indignación.

—No puedo creerlo. —Niego con la cabeza.

Él no dice nada más, solamente empieza a caminar lentamente hasta la puerta, sin ser capaz de levantar la cabeza. Se detiene en el marco de la puerta y voltea en mi dirección.

—Por favor, Rox, no me olvides —ruega antes de estar dispuesto a marcharse.

—Desearía nunca haberte conocido —susurro antes de empezar a sollozar.

Sé que me escuchó, ya que se quedó estático durante unos segundos. Cierro la puerta sin ser capaz de seguirlo viendo.

Es en ese momento, en el que me permito derrumbarme. Caiga de rodillas contra el piso, hundiendo mi rostro entre mis manos, llorando desconsoladamente.

—Oh, por Dios —balbuceo.

Lloro hasta que el pecho empieza a dolerme y mis ojos parecen no ser capaces de producir más lágrimas. Estoy destrozada, furiosa, decepcionada, dolida. Ni siquiera puedo creer sus palabras, mi cerebro no termina de procesarlas. No es hasta que busco su nombre en internet, y veo que todas las noticias hablan de lo mismo: su reciente fallecimiento. Inclusive hay fotos del accidente.

«Un amigo se accidentó en una cuatrimoto».

Llevo una mano a mi pecho para tratar de apaciguar mi respiración, encontrándome con ese collar que no me había quitado desde el momento en el que él me lo regaló. Lo sostengo entre mis manos temblorosas, antes de tirar de él y arrancarlo de mi cuello con furia.

«Tú eres el timón de mi vida».

Aviento el accesorio hacia algún punto de la habitación sin ser capaz de sostenerlo más tiempo. Me abrazo a mí misma, sintiendo como mi propio cuerpo se estremece, antes de que todo se vuelva oscuro.

. . . . . . . . . . . . . . . . . .

Gracias por el apoyo incondicional, los quiero❤️

No olvides dejar tu valioso voto :)

Abrazos literarios,
—ℳau♡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro