Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap. 36: Bombardeo de recuerdos

N/A: Este capítulo será narrado por ambos protagonistas. Los sucesos que se muestran ocurren simultáneamente.

. . . . . . . . . . . . . . . .

Maratón 1/2

. . . . . . . . . . . . . . . .

Roxana Moya

Ha pasado una semana desde que empecé a recibir las respuestas a mis aplicaciones en las tres universidades de mi país. Sin embargo, el tiempo de espera para que procesen mi solicitud en la Universidad de York es de seis a ocho semanas, y solamente han pasado siete.

Orgullosamente puedo decir que he sido aceptada en dos de las tres universidades mexicanas a las cuales apliqué, pero tengo que aceptar que la respuesta de la extranjera es la que realmente me tiene nerviosa.

Estoy leyendo un blog desde mi computadora cuando una notificación hace que me sobresalte. De inmediato mis ojos viajan hasta esa pequeña pestaña, percatándome de que es un nuevo correo electrónico. Ingreso a mi bandeja de entrada rápidamente.

«York University» es el remitente.

Una de mis manos va a parar directo a mi boca, ahogando un chillido que amenazaba con salir de ella.

Estimada Aspirante:

Me complace anunciarle que usted ha sido admitida en la Universidad de York. ¡Felicitaciones por su logro! Para nosotros es muy grato informarle que su solicitud de admisión a la carrera GESTIÓN DE RECURSOS HUMANOS en el primer semestre de otoño del 2021 ha sido aceptada debido a su destacado desempeño.

Al aceptar nuestra oferta, se unirá a una comunidad...

Finalmente no puedo evitar gritar. Chillo con exaltación repitiendo una y otra vez las palabras importantes en mi cabeza: «Usted ha sido admitida».

—¡Oh, por Dios!

Con manos temblorosas y siendo presa de la emoción, tomo mi celular y marco el número de la primera persona que ocupa mis pensamientos en estos momentos.

¿Diga?

—¡Papá! —exclamo.

¿Roxy? —cuestiona extrañado.

Meneo la cabeza frenéticamente a pesar de que no puede verme.

—¡Hija! ¿Cómo estás?

—¡Lo hice, papá! ¡Lo logré! —enuncio ignorando su cuestionamiento anterior.

—¿De qué hablas, cariño?

—Yo... —Mi voz se corta y me obligo a respirar profundamente para tranquilizarme—. Tengo buenas noticias.

Te escucho.

—A principios de marzo empecé a revisar cosas de la universidad...

—¡¿Apenas viste eso?! —chilla horrorizado.

—¿Puedo terminar?

Suspira al otro lado de la línea, guardando silencio nuevamente.

—Gracias —comento—. Como te decía, dediqué una tarde a informarme y por la noche estuve enviando solicitudes a algunas universidades. Terminé aplicando a tres de allá y...

¡¿Ya enviaste solicitudes?! —vocifera por segunda vez.

—¡Papá! —me quejo—. Dios, déjame terminar.

Vale, vale. Lo siento.

—Envié todo lo necesario a cuatro universidades.

—¿Cuatro? —repite extrañado—, pero si acabas de mencionar que fueron tres.

Espero unos segundos antes de responder:

—La cuarta fue a la Universidad de York, en Toronto.

Un silencio se crea en la llamada.

¿Y bien...? —alarga sin poder ocultar la emoción en su tono.

—¡Me han aceptado!

—¡Esa es mi hija! —clama con orgullo.

—Me admitieron en dos de las tres de México y en la de Canadá.

—¡Esas son muy buenas noticias, cariño!

—Lo sé —afirmo antes de hacer una pequeña pausa—. Es solo que... ahora no sé qué hacer.

Exhala con pesadez, y tal vez con algo de entendimiento. Comprendo que no es necesario remarcarle el por qué. Aunque mi madre se pondría celosa si se enterara, a lo largo de mi viaje he hecho llamadas clandestinas con papá en medio de la madrugada. Es por esa razón que está bien informado de todo, incluyendo mi relación. Pero claramente esa no es la única razón de mis dudas. Dejando por un momento de lado a cierto chico canadiense, las ofertas en los distintos países son buenas, pero todas implican cosas diferentes.

—¿Qué es lo que tú deseas? —indaga al cabo de unos segundos.

—No estoy segura...

—Yo creo que sí lo estás —me corta—, pero tal vez no quieres aceptarlo por pensar que no es la decisión correcta.

Trago en seco, sabiendo que tiene algo de razón.

—Mira, cariño, creo que es bastante sencillo —empieza—. Eres consciente de la extraordinaria oportunidad que se te está presentando. Además, ¡es algo que lograste tú sola! Ese sitio en la universidad lo ganaste con tu esfuerzo. La oferta está ahí, Roxy; eres tú quien decide si tomarla o no.

—¿Pero qué hay de ti, de mamá, de Oli, de la casa...?

Suelta una pequeña risa al otro lado.

—No debes preocuparte por eso, hija. Tarde o temprano será momento de que ambas inicien su propia vida de forma independiente. Yo y tu mamá —continúa— sabemos que son absolutamente capaces de hacerlo.

—¿Y qué me dices del dinero? —inquiero mordiendo mi labio inferior—. Ya hemos tenido muchos gastos este año, sobre todo en mi viaje, no puedo seguir permitiendo que inviertan todo sus ahorros en mí.

Sobre eso... hay algo que debes de saber.

Mi entrecejo se frunce.

—Antes de que mi mamá muriera —Sus palabras hacen que mi pecho se comprima—, se aseguró de que tú y Olimpia nunca fueran a tener un problema económico para ingresar a la universidad de su elección...

—¿A qué te refieres?

Suspira.

—Creó una cuenta de ahorros para cada una —suelta.

Me siento en la cama asimilando la noticia. Irremediablemente una lágrima se desliza por mi mejilla izquierda ante el doloroso recuerdo de la partida de mi abuela.

—¿Roxy? ¿Sigues ahí?

—S-sí, aquí estoy. —Limpio bruscamente los restos de lágrimas con una mano.

—¿Estás bien?

Muerdo mi labio inferior, evitando sollozar.

—La extraño.

—Créeme que yo también lo hago, cariño.

Sorbo por la nariz, recuperando mi compostura.

—¿Entonces crees que lo mejor sería que me fuera? —retomo el tema universitario.

—No se trata de lo que yo crea mejor, sino de lo que tú quieres.

—Y yo realmente deseo irme a Canadá... —susurro tan bajo, que ni siquiera estoy segura si mi padre logró escucharme.

Si eso es lo que quieres, cuentas con mi apoyo, Roxy.

Una lágrima más resbala por mi mejilla, pero esta es por una razón diferente.

—Papá, ¿podrías llamar a mamá y a Olimpia, por favor?

Claro que sí, hija.

Espero unos segundos en la línea, tratando de calmarme y respirando profundamente.

—¡Roxy! —La primera en hablar es mi madre—. ¿Está todo bien, cielo?

—Sí, mamá. —Hago una pequeña pausa—. Es solo que debo darles una noticia.

Oh, oh —exclama Olimpia.

—No, es algo bueno, de verdad.

—¿Qué pasa, Roxy? —insiste mi madre.

Suelto el aire pesadamente.

—Bueno, he aplicado ya a distintas universidades.

Ambas sueltan un grito ahogado al unísono.

—Y después de valorar las respuestas, he decidido que... quiero irme a estudiar a Canadá —termino.

¡¿Canadá?! —chillan.

—Sí, Canadá. Me han aceptado en la universidad de York.

¡Oh, por Dios! —grita Oli—. ¡Eso es algo grande! ¡Felicidades, Roxy!

Mi niña... —balbucea mi madre—. Oh, cielo, qué orgullosa me siento de ti.

Esas palabras hacen que mi pecho se infle de felicidad.

¿Por qué carrera te inclinaste? —Papá se une a la conversación.

—Gestión de Recursos Humanos.

¿Cuándo inicias clases? —pregunta mamá.

—Otoño de este año.

¿Y cuándo...?

—Sé que tienen muchas preguntas en este momento —interrumpo—. Lamento informarles tan precipitadamente, pero era algo de lo que quería encargarme yo misma, sin presiones.

Lo entendemos, cielo.

—Podremos discutir y planear todo en menos de dos meses, cuando esté de regreso con ustedes.

¿Eso significa que tus planes de regresar no han cambiado? —cuestiona Oli.

—No, estaré de regreso en México en la fecha estimada —informo—. Organizaremos todo y me iré cuando tenga que empezar el semestre.

Sin duda es una buena noticia, cielo —afirma mi madre con sinceridad—. Nos alegra que hayas tomado una decisión tan grande como esta y estamos seguros de que te irá excelente.

Estoy feliz por ti, hermanita.

Sonrió genuinamente.

—Los extraño mucho, ¿saben?

Oh, hija —enuncia papá—, nosotros también a ti.

Pero ya falta poco para volver a vernos —complementa mi madre.

—Sí... No puedo creer lo rápido que pasa el tiempo.

Un pequeño silencio se forma en la llamada, hasta que este es terminado por mi mamá.

—Gracias por avisarnos, cielo.

—Gracias a ustedes por apoyarme.

Cuídate, hija, y no dudes en notificarnos de cualquier novedad.

—Lo haré.

—¡Te amamos, Roxy!

—Y yo a ustedes, mucho.

¡Adiós! —se despiden los tres al mismo tiempo antes de colgar.

🖤🖤🖤

Thiago Reyes

Me siento terrible. En la noche no pude dormir y ahora no puedo ni siquiera mantenerme de pie sin que un mareo amenace con tumbarme al suelo.

No sé qué me pasa, pero tengo miedo. Por primera vez desde hace un año, tengo miedo. Temo no saber qué es lo que me está ocurriendo, ni qué es lo que pueda suceder más adelante. Nunca me detuve a analizar las consecuencias, el futuro; nunca hasta ahora.

Mi cuerpo entero no es más que una oleada de malestar y temblores. No he dejado de estremecerme desde anoche.

Ni siquiera puedo cerrar los ojos. Cada vez que lo hago, miles de imágenes bombardean mi mente, llevándome al borde de perder la cordura. Todos aquellos recuerdos bloqueados de años atrás, están llegando a mí ahora como un huracán, arrasando con todo a su paso.

Mi cuerpo está hecho un lío, pero mi mente lo es más.

Ahora lo recuerdo todo.

Ese día...

Los gritos...

El claxon...

La agonía...

—¡Lo estamos perdiendo, maldita sea!

—Tres, dos, uno, despejen.

—No reacciona.

—¡Vamos, muchacho! ¡Resiste!

Caigo al piso ante el peso de los recuerdos.

Joder. ¿Pero qué ha pasado? ¿Cómo terminé aquí?

—Cariño... Solo te pido que seas fuerte. Aquí estoy, aquí estamos. Esperaremos por ti. Simplemente... no te des por vencido, ¿de acuerdo? Te amamos con todo nuestro corazón. Vas a estar bien...

Mamá...

Tengo que tapar con una de mis manos mi boca para callar los sonidos que salen de ella.

—Te necesito, Thiago. La casa se siente tan sola sin tu presencia... Regresa a nosotros, hijo, por favor.

Papá...

Las lágrimas empiezan a salir sin control de mis ojos. Pego mi espalda contra la pared y doblo mis piernas, abrazándolas. Me estremezco sin remedio, sintiéndome tan pequeño de repente. Y solo. Maldición, me siento tan solo.

Lo que daría solamente por poder estar con ella y escucharla decir que todo va a estar bien. Sé que solo eso necesitaría para de verdad creerlo. Pero no, no puedo arrastrarla dentro de esto. ¿Qué se supone que le diré? ¿Cómo podría explicárselo?

Mi respiración empieza a fallar.

Pareciera que el aire no logra llegar a mis pulmones. Empiezo a pensar que se trata de un ataque de pánico, pero muy en el fondo sé que no es así. Trato de dar grandes bocanadas de aire, pero no funciona.

Cierro mis ojos unos instantes, logrando escuchar esas voces que gritan en la lejanía.

Mis pulsaciones se sienten tan débiles.

No sé cómo lo logro, pero termino arrastrándome hasta estar frente al televisor. Lo enciendo y de inmediato navego entro los canales hasta dar con el noticiero internacional. Ahí está, ahí estoy.

Maldita sea, esto no puede ser verdad.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Recordatorio: Faltan dos capítulos para el final.

*Desaparece*

No olvides dejar tu valioso voto :)

Abrazos literarios,
—ℳau♡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro