Cap. 25: Abrazos hogareños
—Seis meses, Oli —le digo a mi hermana por el teléfono—. ¿Puedes creerlo? He estado seis meses en este lugar.
—Qué rápido pasa el tiempo, ¿eh?
—De verdad no me lo creo —alego, caminando de un lado a otro de mi habitación—. Seis meses es muchísimo tiempo.
—Ni me lo digas. Y apenas vas por la mitad, hermanita.
—¡Lo sé! A veces todo parece tan irreal...
Olimpia suelta un par de risitas al otro lado de la línea.
—Pero está valiendo la pena, ¿no es así?
—Sí, por supuesto que sí —aseguro con firmeza—, pero los extraño un montón.
—Roxy... Sabes que nosotros también a ti.
Suelto un suspiro lleno de añoranza.
—Ánimo, pequeña traviesa. Ya verás que nos veremos antes de lo que te imaginas.
—Pero es que... —Las palabras se quedan flotando en el aire ante los repentinos golpes en mi puerta—. Aguarda un momento, Oli, creo que alguien me busca.
Tapo la bocina de mi celular con ayuda de mi mano y me acerco hasta la entrada de mi habitación. Echo un vistazo a través de la mirilla, pero no visualizo a nadie del otro lado. Por lo tanto, abro la puerta solo para asegurarme de que en realidad no haya nadie esperando en el pasillo, pero apenas he asomado la cabeza unos centímetros tengo que hacer un esfuerzo para que mi celular no termine aterrizando en el suelo.
—¿Qué...? —tartamudeo.
—¡Sorpresa! —chilla mi hermana antes de envolverme en un efusivo abrazo, afirmando que esto de verdad está ocurriendo.
—Oh, Dios. —No tardo en devolverle el gesto con más fuerza—. ¡Oh, Dios! —repito con emoción—. No puedo creerlo. ¡Estás aquí!
Olimpia apoya una mano en su cintura una vez que nos hemos separado.
—Te dije que nos veríamos más rápido de lo que pensabas.
—Pero, tú... Mierda, Olimpia, estás chiflada.
Eso le roba una fuerte carcajada.
—¿Cómo se te ocurre tomar un avión, en plenas vísperas de fin de año, y volar hasta aquí? —expongo incrédula.
—Vale, admito que el boleto ya lo había comprado hace un tiempo...
—¿Y papá y mamá?
—Estuvieron completamente de acuerdo con la idea —promete para tranquilizarme—. Aprovecharán para visitar al abuelo, pasarán Año Nuevo con él.
Bien, eso hace que deje de preocuparme.
—Bueno, ¿puedo finalmente conocer la maravillosa habitación que he visto a través de una pantalla en los últimos meses?
—Lo siento, pasa. —Tardo en reaccionar un poco ante el aturdimiento, pero termino por hacerme a un lado para dejarle el camino libre hacia el interior del cuarto.
—¡Vaya! Es realmente más bonito en persona. —Suelta un silbido—. Mira nada más esta vista.
Salimos a la terraza un momento. El aire golpea suavemente nuestros rostros en una sensación agradable, y yo sigo sin poder creer que Olimpia realmente está aquí.
—¿Qué tal estuvo el vuelo?
—Mortal —admite con unas risitas—. Tuve que hacer algunas escalas y fueron varias horas de viaje, pero sin duda ha valido la pena. —Extiende un brazo, invitándome a que me acerque a ella.
—Es genial que estés aquí —me sincero—. En serio, gracias.
—Sabes que por ti cualquier cosa, hermanita. —Me sonríe con dulzura.
—¿Cuánto tiempo te quedarás?
—Solo unos días —responde con algo de tristeza—. Tengo que volver a casa..., he conseguido un empleo.
—¡Esas son buenas noticias! —exclamo con felicidad—. Me alegro mucho por ti.
Después de egresar de la universidad, Olimpia había tenido problemas para encontrar un trabajo estable, y eso realmente estaba volviéndola loca. Es el tipo de persona que tiene que mantenerse ocupada todo el tiempo, así que sin estudio ni trabajo estaba al borde de un colapso.
—¿Es uno bueno? —inquiero.
—Sí, eso parece. La empresa apenas está iniciando, pero promete cosas buenas en un futuro no tan lejano.
Asiento en concordancia, satisfecha con la respuesta.
—¿Cuándo sale tu vuelo de regreso?
—En cuatro días.
—Vale, haremos que esos cuatro días valgan la pena por completo —aseguro.
🥂🥂🥂
—¡Roxana! ¡Apúrate o llegaremos tarde! —exclama Olimpia desde la sala.
Me abstengo de rodar los ojos.
—¡No puedes llegar tarde al Año Nuevo! —me quejo—. Mientras lleguemos para la cuenta regresiva, todo bien.
Suelta un chillido ahogado.
—No vamos a llegar tarde con tus amigos.
«Ya están acostumbrados», pienso.
—Venga, vámonos ya —insiste.
—¡Dame tres minutos! —pido con exasperación.
A regañadientes, termino de deslizar mi falda por mis piernas, calzo mis pies con los zapatos, me aplico una capa más de labial y salgo dando trompicones hacia la estancia.
—¿Lista? —inquiere mi hermana con una mano sobre el pomo de la puerta.
Cuando asiento con la cabeza, ambas abandonamos mi habitación y caminamos hasta llegar a la playa. Nos adentramos entre la arena llena de huéspedes y yo me dispongo a buscar al trío con la mirada; no me toma mucho tiempo dar con ellos. Cojo a Olimpia de la mano, con tal de no perderla, y empiezo a deslizarme entre los cuerpos que están dispersos por la playa hasta parar a unos centímetros de mis amigos.
—Ey —saludo sonriente—. Ella es mi hermana, Olimpia.
—¿Qué tal? —dice ella, con su típica expresión confianzuda.
Ninguno de los tres se muestra sorprendido ante la presencia de la primera hermana Moya, ya que desde ayer por la noche, cuando llegó, les informé que tendríamos la presencia de un integrante más en el grupo para Año Nuevo.
—Soy Noah. —El rubio es quien toma la iniciativa.
—Me llamo Zoe.
—Isaac —enuncia el susodicho con su tono neutral característico.
—Encantada de conocerlos —comenta mi hermana.
Tras eso, nos adentramos un poco más entre la multitud que espera a finalizar el año y recibir uno nuevo a la orilla del mar. Apenas mis pies, ahora descalzos, entran en contacto con el agua de las olas, pienso en Isaac; en su desagrado hacia las playas y la ironía de aquello. Inconscientemente me giro hacia él y lo observo alejado unos cuántos metros de nosotros con tal de no entrar en contacto con las olas. Aprovechando que mi hermana ha entablado una conversación con Zoe y Noah, me acerco desapercibidamente hacia el castaño.
—¿No quieres venir? —sugiero una vez que estoy parada a su lado.
—Aquí estoy bien —asegura con educación—. Dudo que los fuegos artificiales se observen de manera muy distinta desde los dos puntos.
—Bien —digo, pero no me muevo de mi lugar.
—Así que ella es de quien me hablabas el otro día, ¿cierto? —cambia de tema, pero el que haya querido continuar con la conversación de una u otra manera me hace sonreír.
—Sí. —Asiento con la cabeza—. Ha llegado de sorpresa.
—Ya. —Hace una pequeña causa—. Se te ve contenta.
—Lo estoy.
—Me alegra —menciona, pero la postura tensa que adquiere instantes después me lleva a pensar que quizá no fue algo completamente meditado.
—Tenía seis meses sin verla —comento con el único fin de que la rigidez en su cuerpo desaparezca.
—Es bastante tiempo.
—Sí..., la verdad es que sí.
Le echa un pequeño vistazo al punto donde están los otros tres charlando, y después me repasa con la mirada rápidamente.
—Son parecidas —externa.
Suelto una pequeña risita.
—He oído eso más veces de las que quisiera admitir.
Abre la boca para decir algo más, pero se ve interrumpido por un grito externo.
—¡Un minuto para la cuenta regresiva!
Los dos agachamos la mirada y volvemos a subirla al mismo tiempo.
—No tengo problema en quedarme aquí.
—Puedo acompañarte, si quieres.
Ambas oraciones abandonan nuestras respectivas bocas simultánea y atropelladamente, obligándonos a apartar la mirada nuevamente.
—Vamos, que tu hermana no ha viajado 12,948 kilómetros para estar lejos de ti —termina accediendo él.
—No sé en qué momento dejó de sorprenderme el que sepas ese tipo de información, la verdad.
Para mi sorpresa, Isaac suelta una risa casi inadvertida antes de empezar a caminar a pasos lentos hacia el agua, invitándome a hacer lo mismo. Nos reunimos nuevamente con el resto del grupo mientras esperamos a que los últimos segundos pasen y den inicio a la cuenta regresiva.
—Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno... ¡Feliz Año Nuevo!
La multitud estalla en un bullicio atestado de gritos, silbidos y aplausos, antes de verse silenciados por el estruendo que ocasiona la detonación de los fuegos artificiales.
—Feliz Año Nuevo, Roxy. —Mi hermana me envuelve en un cálido abrazo, en uno de esos que saben a hogar, y entonces me percato de que no sabía cuánto extrañaba esa sensación hasta ahora.
—Gracias por estar aquí —susurro sobre su hombro.
Noah y Zoe están haciendo lo correspondiente como la pareja del clan, así que no me lo pienso mucho antes de abrazar al único integrante disponible. Isaac se queda estático en un inicio cuando nuestros cuerpos se juntan; puedo sentir la rigidez de sus músculos bajo mi tacto. Solo es cuestión de segundos para que sus brazos se eleven hasta mi espalda y me rodeen con la fuerza necesaria mientras siento sus músculos destensarse, acostumbrándose a la cercanía repentina.
Cuando me separo, lo hago con algo de cohibimiento, pero luego recuerdo que es la primera vez que me ha estrechado con sinceridad contra su cuerpo, y el sentimiento desaparece para verse reemplazado por una sonrisa.
—Feliz Año Nuevo.
—Feliz Año nuevo, Roxana —responde él.
En el momento en que Zoe y Noah se han separado, me acerco a la chica para que Isaac pueda hacer lo respectivo con el rubio. Le deseo un buen año a la vez que le doy un abrazo, y segundos después me veo envuelta en un gesto amigable con Noah.
—Gracias —murmuro—. Gracias por tanto.
Creo que es la primera vez que Noah se queda sin palabras ante una oración mía, pero, honestamente, no es necesario que diga nada. Me alejo de él y le sonrío una vez más antes de dejarlo regresar a los brazos de su chica.
🎇🎇🎇
—Eso fue genial —exclama Olimpia una vez que estamos de regreso en nuestra habitación.
—Me alegra que lo hayas disfrutado también —comento mientras empiezo a retirarme las prendas de ropa.
Se hace un pequeño silencio entre nosotras, y por la forma en que mi hermana está moviendo sus labios sin emitir ninguna palabra, sé que se está tomando un tiempo para encontrar las correctas.
—Entonces... —inicia—. Este chico, Isaac, y tú...
Dejo lo que estaba haciendo para girarme hacia ella y darle una mirada severa.
—¿En serio? —Enarco una ceja—. De mamá me lo esperaba, ¿pero de ti? Vamos, ni siquiera estando del otro lado del mundo podemos dejar ese tema en paz.
—Tranquila. —Alza las manos de modo pacífico—. Es solo que... No lo sé.
—¿Qué pasa?
Vaya, si ya ha sacado el tema espero al menos que no lo deje flotando en el limbo.
—Hay algo ahí —enfatiza el «algo».
—Ahí no hay nada —objeto con firmeza.
—Eh, que yo nunca dije que fuera algo del tipo romántico —se defiende mi hermana.
—¿Entonces?
Se encoge de hombros.
—No lo sé —repite—, pero se siente cierta... tensión en el ambiente cuando están juntos.
Suelto un bufido.
—Sí, claro —me mofo—. Creo que has estado leyendo muchos libros, hermana.
—¿Y sabes cómo terminan con la tensión los protagonistas de los libros?
—¡Olimpia!
—¿Qué? Si yo no he dicho nada.
—Pero has sugerido bastante —alego, pero no puedo controlar el calor que se acumula en mis mejillas—. Entre Isaac y yo no pasa nada, ni pasará, ¿vale? Es más, estoy bastante segura de que apenas y soy del agrado del tipo.
Olimpia suelta una risa sarcástica.
—Bromeas, ¿cierto? —Al ver mi expresión, añade—: Roxana, el chico te observa cada dos por tres.
—No es cierto.
Ladea la cabeza y me mira fijamente.
—¿Entonces no te gusta? —insiste.
—No.
—¿Ni siquiera un poco?
—No —sostengo.
—¿Pero a que está guapo el muchacho?
—Yo nunca he negado eso —admito. Para qué negarlo, el chico es atractivo.
—¿Entonces? —cuestiona con exasperación.
—Entonces nada —decreto—. No me voy a ir enrollando con cada australiano guapo que se me cruce en el camino.
Mi hermana emite un gruñido.
—No es con todos, solo con...
—Olimpia —la corto—, te quiero mucho, pero, por favor, dejemos el tema.
Suspira con cierto aire de rendición.
—Vale, tú ganas —accede—, pero cerrarte a la idea no creo que te sirva por mucho tiempo más. Hay cosas que simplemente son inevitables, Roxy.
No me molesto en contestar, y sé que ella tampoco espera una respuesta.
Maldición, sí que extrañaba a mi hermana, pero había olvidado lo terca que puede llegar a ser cuando se le mete una idea en la cabeza.
. . . . . . . . . . . . . .
¡Las hermanas Moya están juntas en tierras australianas! ¿Queensland estará preparado para la bomba que esto representa?
No olvides dejar tu valioso voto :)
Abrazos literarios,
–ℳau♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro