Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap. 2: Long Pavilion

Al abrir mis ojos, me desconcierto al no reconocer de inmediato el lugar en el que me encuentro. La poca luz que se filtra por los gigantescos ventanales tampoco es de mucha ayuda. Sin embargo, apenas mis ojos chocan con el oleaje que se aprecia a través del cristal, distingo a la perfección dónde estoy. Giro mi rostro con la intención de ver la hora en el pequeño reloj despertador que se encuentra en la mesita junto a la cama, el cual marca que son casi las diez de la noche.

No recuerdo el momento exacto en que me quedé dormida, solamente recuerdo haber estado acomodando mis pertenencias durante un buen tiempo; las maletas vacías regadas por la habitación son prueba de ello.

Me incorporo sobre la cama, sentándome en ella. Me tomo unos segundos para que mi cuerpo termine de despertarse y mis ojos terminen de acostumbrarse a la falta de iluminación. Es entonces cuando mi estómago ruge, y me percato de que no he comido nada desde hace varias horas. Por lo tanto, estiro uno de mis brazos para agarrar el teléfono fijo y marco a la recepción.

—Buenas noches, señorita Moya. ¿En qué puedo servirle? —Una mujer es quien contesta al otro lado de la línea.

—Buenas noches —saludo de regreso—. Me preguntaba si podría darme alguna recomendación para cenar.

—Claro. El hotel cuenta con dos restaurantes: Pebble Beach y Long Pavilon.

Al momento en que termina de pronunciar el segundo nombre, una sensación extraña me recorre el cuerpo.

—El primero le ofrece un menú de degustación de seis platillos mientras que en el segundo puede ordenar lo que desee de la carta —concluye la mujer.

—El segundo que menciono... —alargo sin recordar a la perfección el nombre.

—Long Pavilion.

—Sí, ese. ¿Tiene algún código de vestimenta?

—Casual–elegante, señorita.

Suelto un suspiro por lo bajo.

—¿Y tengo que hacer alguna reservación previa?

—Me parece que aún tienen lugar para esta noche, pero si gusta puedo reservarle una mesa para dentro de... ¿Media hora, estaría bien?

Sonrío ante el gesto.

—Sí, gracias.

—¿Una persona?

—Por favor.

—De acuerdo. —Tras unos segundos, agrega—: Ya ha quedado.

—Muchas gracias.

—Estoy para servirle, señorita.

Cuelgo el teléfono y me dispongo a levantarme de la cama para encaminarme al baño. Tras haber enjuagado mi rostro y cepillado mi cabello, me dirijo al armario y elijo un vestido junto con unas sandalias. Una vez que ya estoy vestida, maquillo ligeramente mi rostro para disimular el cansancio ocasionado por el viaje. Tomo mis pertenencias necesarias antes de abrir la puerta y abandonar mi habitación.

Después de haber batallado un poco para encontrar el restaurante, me encuentro frente a un letrero de madera que tiene tallado el nombre del restaurante. La hostess me acompaña hasta mi mesa, la cual se encuentra un poco metida en el lugar; supongo que las más cercanas al exterior ya estaban ocupadas.

—Buenas noches. —Una voz masculina invade mis oídos—. ¿Puedo ofrecerle algo de tomar o prefiere que regrese en unos minutos para que termine de observar la carta?

Al alzar mi vista, me encuentro con un chico que no ha de ser cinco años mayor que yo esperando pacientemente con una libreta en mano.

—Hum... —dudo por un momento—. Dame unos minutos, por favor.

—Por supuesto. —Da un ligero asentimiento con la cabeza antes de dejarme sola nuevamente.

Suelto una pequeña exhalación entre dientes antes de pasarme una mano por el cabello. Tomo el menú y le doy una ojeada, aturdiendome por los extravagantes platillos que sirven en este lugar. Al percatarme de que lo único que parece normal para mí son los postres, se me escapa un suspiro.

Con algo de rendición alzo una mano, llamando la atención del mesero.

—¿Sí, señorita? —inquiere una vez que se encuentra de pie a un lado mío.

Mis ojos divagan en su camisa, topándose con la plaquita dorada que tiene su nombre incrustado.

—Noah —pronuncio en voz alta—. ¿Está bien si te llamo Noah?

El chico asiente.

—¿Te importaría recomendarme el mejor postre del lugar? —pido.

Pareciera que mi petición tan directa lo sorprende por unos segundos. Entrecierra sus ojos hacia mí, como si me estuviera estudiando de cierta manera.

—Opera gateau —enuncia con un acento peculiar.

Enarco una ceja en su dirección.

—Pastel ópera —corrige en mi idioma—. Chocolate Valrhona, café y helado a base de Baileys.

Relamo mis labios.

—De acuerdo —acoto convencida—. Quiero uno de esos, por favor.

—En seguida, señorita.

Sonrío en respuesta.

Mientras espero, me permito observar a los demás comensales con algo de curiosidad. Al ser temporada vacacional alta, no me sorprende que el hotel esté casi al límite de su capacidad. Cada integrante de cada mesa se ve tan sumergido en su atmósfera, ignorando el hecho de que están rodeados de un gran número de personas. Asimismo, me asombra la variedad de grupos que se encuentran: Familias completas, parejas mayores, romances más jóvenes, grupos de amigos. Me es imposible no soltar una risa amarga al darme cuenta de que soy la única persona que se encuentra completamente sola.

—Aquí tiene. —Noah aparece nuevamente en mi campo de visión, sacándome de mis pensamientos desagradables.

—Gracias. —Sonrío ligeramente.

—Buen provecho. —Me devuelve el gesto de forma amable antes de retirarse.

Sujeto mi cubierto para partir un pedazo del pastel y llevarlo a mi boca. Cuando el sabor inunda cada una de mis papilas gustativas, me es imposible no cerrar los ojos y soltar una pequeña exclamación de satisfacción. Cuando vuelvo a abrirlos, me percato de que el muchacho que hizo la recomendación de dicho alimento se encuentra observándome con una expresión divertida en el rostro. Al darse cuenta de mi mirada, desvía la suya.

Para el momento en que he terminado, el restaurante se ha vaciado casi en su totalidad, quedando solamente un par de mesas aparte de la mía. Vuelvo a levantar mi brazo, llamando a Noah por segunda vez.

—¿Precisa algo más?

—¿A qué hora cierran? —cuestiono.

—En realidad, cerramos hasta que el último comensal se haya retirado.

Mis cejas se elevan hacia el cielo.

—¿De verdad?

Él asiente con la cabeza.

—¿Eso quiere decir que si yo decidiera irme de aquí a las cuatro de la mañana...?

—Alguien tendría que esperar hasta que usted se retirara —completa por mí—. Aunque sería agradable que esa idea no estuviera cruzando por su mente.

Una ligera sonrisa tira de mis labios.

—Me declaro inocente. —Alzo ambos brazos a los lados, provocando que ría. Tras un corto silencio, decido volver a hablar—. ¿Puedo preguntarte algo?

Noah hace un gesto afirmativo.

—¿Cuántos años tienes?

Una de sus cejas sale disparada con gracia hacia el cielo, antes de que cruce los brazos sobre su pecho.

—Veinticinco.

Meneo mi cabeza ligeramente, haciendo un par de cálculos en mi cabeza.

—¿Y cuánto tiempo llevas trabajando aquí? —curoseo.

—Un año aproximadamente —responde adaptando una posición más relajada—. Estudié hostelería en la universidad y logré conseguir trabajo aquí. Espero en un futuro poder progresar a un mejor puesto.

—Bueno, me parece genial que estés empezando aquí —menciono con una sonrisa—, parece ser un lugar muy... agradable.

—Lo es, de hecho —confirma—. Es interesante conocer a tanta gente de distintos lugares.

—Me imagino que sí. —Le doy un vistazo alrededor, dándome cuenta de que los integrantes de la única mesa que quedaba ocupada además de la mía, se encuentran poniéndose de pie.

Sin embargo, antes de que pueda excusarme, Noah vuelve a hablar:

—¿De qué parte del mundo nos visitas?

—Latinoamérica.

—¿País?

—México.

Noah asiente sutilmente.

—¿Has estado ahí? —indago.

—Una vez —asegura elevando levemente una de las comisuras de su boca—. Fue hace un par de años.

—¿Algún motivo relacionado con tu carrera?

—No realmente. Viajé con unos amigos para vacacionar.

—Bueno, eso es genial.

—La verdad que sí lo fue —concuerda—. Sin duda es uno de los mejores viajes que he tenido.

—¿Has tenido muchos? —Recargo mis antebrazos sobre el borde de la mesa.

—Algo así —admite sin ningún rastro de egocentrismo en la voz—. Cuando terminé mis estudios decidí viajar por un buen tiempo y me di la oportunidad de conocer varios países alrededor del mundo.

«Eso explica el acento», pienso.

—¿Y tú? —inquiere con algo de curiosidad.

—¿Yo? —Me señalo con una mano en un acto inconsciente—. Bueno, la verdad es que no. Es la segunda vez que salgo de mi país. —Me pierdo unos segundos en mis pensamientos—. La primera vez fue un viaje escolar, nada del otro mundo.

—¿Y qué te trae por aquí? —Noah recarga uno de sus brazos sobre la silla vacía frente a mí.

—Siempre había querido visitar Australia. —Me es imposible que una sonrisa no se adueñe de mi rostro—. La oportunidad de viajar se me presentó y simplemente no pude decirle que no.

—Me alegro de que así haya sido —dice cortésmente. Tras unos segundos en silencio, desvía su mirada hasta mi plato vacío—. ¿Te gustó el pastel?

—Para nada —respondo con notorio sarcasmo.

Él parece entenderlo, ya que vuelve a reír.

—Gracias por la recomendación —expreso a la vez que me pongo de pie—. Creo que lo mejor será que me vaya, no quiero entretenerte hasta las cuatro de la mañana.

El muchacho me regala una sonrisa ladeada ante mi comentario bromista.

—Fue un gusto atenderla.

Le doy una mirada algo incrédula.

—Por favor, solo dime Roxana.

—No puedo dejar de lado mi profesionalismo —se excusa.

—Acabas de hacerlo durante los últimos minutos, Noah —le recuerdo con algo de reproche.

Enarca una ceja hacia mí, gesto que imito. Al final él es quien termina cediendo.

—Si mi jefe se entera de que estoy tuteando a una comensal, espero que quede en tu conciencia mi despido —comenta por lo bajo.

—Descuida, puedes fingir que te tenía amenazado —bromeo en el mismo volumen que él, provocándole una casi desapercibida carcajada—. Buenas noches, Noah.

—Buenas noches, Roxana. —Mi nombre es pronunciado en un susurro, como si de un gran secreto se tratara.

Con una media sonrisa en el rostro, abandonó el restaurante.

.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .

Poco a poco los personajes pasados irán resurgiendo por aquí...

No olvides dejar tu valioso voto :)

Abrazos literarios,
–ℳau♡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro