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Cap. 17: Cupido exitoso

—¿Qué opinas de estos? —Zoe señala unos disfraces de Popeye y Olivia. Al instante Noah arruga la nariz y niega con la cabeza. La chica suspira con cierta rendición antes de seguir buscando más prendas entre los percheros.

Halloween es mañana; dentro de unas horas, para ser más específicos. Resulta que gracias al dichoso blog al que Noah me ha inscrito, nos hemos enterado de una fiesta de disfraces que tendrá lugar cerca de la isla. Después de debatirlo por unos días, y con la excusa de que puede ser algo positivo para el flechazo de Noah, hemos acordado que asistiremos en compañía de Isaac y Zoe. Esta última al enterarse de que el requisito para entrar era ir caracterizado, insistió e insistió en que debíamos ir de compras los cuatro. Isaac y yo pusimos un poco de resistencia, pero parece ser que no fue la suficiente, ya que llevamos dos horas atorados en el centro comercial.

Aunque, en realidad, parece ser que los únicos que se están dedicando de lleno a la tarea de encontrar el vestuario ideal son la pareja rubia. Isaac y yo compramos un par de cafés al momento de llegar y desde entonces solamente le hemos dado uno que otro vistazo a la ropa en silencio.

—¡Uh! ¿Y qué te parece este otro? —La rubia apunta unos disfraces de Los Picapiedra que, a decir verdad, no son nada bonitos. Parece que su acompañante concuerda conmigo por la expresión que pone en su rostro.

Zoe suspira resignada antes de tomar a Noah de la muñeca y arrastrarlo a alguna otra parte del lugar.

Bebo el último trago de mi café y deposito el envase vacío en un bote de basura. Suelto un suspiro antes de adentrarme nuevamente a la tienda con la esperanza de encontrar algo decente que usar.

Estoy pasando mis dedos por la tela de uno de los vestuarios que están colgados en las perchas cuando una voz a mis espaldas ocasiona que pegue un brinco.

—¿Has encontrado algo?

Con una mano en el pecho, doy media vuelta y observo de mala manera al causante de que mi corazón esté latiendo a mil por hora.

—No. ¿Y tú?

Isaac niega con la cabeza.

—Podrías usar una de esas pelucas blancas con un sinfín de rizos y...

Al ver a dónde planeo llegar, me corta:

—Ya lo he hecho.

—Ni siquiera me dejaste terminar —me quejo.

—Puedo adivinar. Ibas a sugerir que me vistiera como el autor de Philosophiæ naturalis principia mathematica.

Inmediatamente enarco una ceja.

—¿Perdona?

Parece ser que mi expresión de absoluta confusión le parece graciosa, ya que sus labios se curvan hacia arriba.

—Isaac Newton.

—Vale, en ese caso hubieras usado como referencia que le cayó una manzana en la cabeza y así fue como dio con la teoría de la gravitación universal en lugar de ese juego de palabras.

Algo parecido a una risa contenida escapa de las profundidades de su garganta antes de que niegue con la cabeza, divertido.

—Espera —comento cuando analizo por completo sus palabras—, ¿ya te has disfrazado de Newton?

El castaño menea su cabeza con algo de vergüenza, afirmando con este gesto. Me es imposible no soltar una carcajada al imaginarlo de esa manera.

—¡Ey! A los ocho años parecía una buena idea —se defiende de brazos cruzados.

—¡Dios! ¡Qué cosa tan adorable!

Rueda los ojos y suelta un bufido.

—En fin, ni loco vuelvo a cometer aquella atrocidad. Fue denigrante.

—Vamos, no creo que haya sido tan malo.

Por la forma en que me observa, parece ser que estoy equivocada.

—¿Segura de que hablamos del mismo personaje? Porque, con todo el respeto que se merece el padre de la física moderna, el tipo no era atractivo.

Inconscientemente recorro las facciones de Isaac, hasta que me percato de mi acto e inmediatamente desvío la mirada. En ese momento, un chillido que se ha vuelto bastante familiar en las últimas horas resuena en el interior de la tienda. Isaac y yo nos observamos de manera cómplice antes de acercarnos hacia la procedencia de la voz.

—¿Y qué me dices de estos?

Me es inevitable no soltar una risita al ver la idea de disfraz que tiene Zoe en la cabeza. Pobre Noah, creo que ya se encuentra al borde del colapso.

—¡Chicos! Qué bueno que los encuentro —exclama ella al vernos—. ¿Qué opinan? ¿Apoco no son lindos? —Levanta con orgullo un conjunto de ropa de Barbie y otro de Ken inspirados en la película Toy Story 3.

El rubio mira este último con horror y articula un «Ni de chiste» cuando Zoe no tiene la mirada fija en él, por lo que tengo que morder mi labio inferior para no reír.

—Sin duda son lindos —comento al cabo de unos segundos en los que Isaac no opina nada, fijando mis ojos en los de la chica para evitar la mirada de Noah, quien parece querer clavarme pequeños alfileres con los ojos.

—¿Verdad que sí? —chilla emocionada—. ¿Ves? —enuncia dirigiéndose al muchacho junto a ella—, te dije que eran una buena opción.

Noah busca a su compañero de piso con la mirada en busca de algo de ayuda, por lo que él se aclara la garganta y hace su mayor esfuerzo para no esbozar una mueca.

—Bueno, yo creo que quizá podrían encontrar algo mejor.

Inmediatamente Zoe hace un mohín.

—¡Pero si llevamos más de dos horas buscando y no hemos encontrado nada que nos agrade! —se queja.

—Zoe, la verdad estoy de acuerdo con Isaac —habla Noah por fin, ganándose la atención de la rubia—. Creo que lo mejor sería buscar algo con lo que ambos nos sintiéramos a gusto.

Doy pequeñas palmaditas en mi cabeza al saber que la actitud que está teniendo Noah es la más adecuada. Por más que le guste esta chica, da a conocer su punto de vista también, a pesar de que no coincida con el de ella. El orgullo crece aún más en mi interior cuando Zoe asiente con la cabeza, cediendo sin hacer ningún capricho. A eso le llamo madurez.

—Bien. Elige algunas opciones mientras voy al baño, ¿sí?

Noah sonríe más que satisfecho antes de acceder.

Una vez que me he quedado sola junto con los dos chicos en la tienda, el rubio me lanza una mirada de recelo.

—¡Se supone que debes de estar de mi lado!

—¡Zoe parecía realmente ilusionada ante la idea de que ambos llegaran a la fiesta vestidos de muñecos de plástico! —La mofa se cuela en mi voz.

—¡Sabes que es una idea terrible! —alega con desesperación—. Incluso los disfraces de Los Picapiedras no me parecen tan mala idea ahora.

Abro mi boca con exageración.

—¿Tanto así es tu repudio contra una de las mejores parejas que han existido en Pixar?

Noah chasquea la lengua.

—Ni tú te crees eso —protesta, pero cuando está por agregar algo más, se ve interrumpido por un carraspeo algo conocido.

—Si no les molesta, he visto un disfraz al fondo de la tienda y quisiera acercarme a verlo mejor.

No estoy segura si Isaac solo lo está poniendo como excusa para librarse de la discusión o si en realidad ha visto algo que por fin le llame la atención, pero solamente basta con que Noah pronuncie un «Adelante, hombre» para que el chico salga disparado en dirección contraria a donde estamos.

—Vale, lo siento —termino cediendo.

—No importa, solo ayúdame a encontrar alguna otra propuesta mejor antes de que ella vuelva.

Hago un saludo militar antes de ponernos en marcha.

—¿Caperucita y el lobo? —sugiero caminando detrás de él.

—No.

—¿Mimos?

—No.

—¡Uh! Zombies.

—No.

—¿El Guasón y Harley Quinn?

—No.

—¿Emperadores egipcios?

—No.

—John Lennon y Yoko Ono.

Finalmente se voltea hacia mí y arruga su nariz.

—Supondré que ese último no lo decías en serio.

—Pues no me estás dejando muchas otras opciones —le refuto—. A este paso terminarán vestidos de mantequilla de maní y jalea.

Arruga la nariz nuevamente antes de suspirar con cierto aire de rendición.

—Ah, ah —lo recrimino—. Arriba esos ánimos.

—No quiero llegar a esa fiesta vestido de mantequilla de maní, Roxana.

—¿Y qué opinas de la jalea? Siempre está la opción de que Zoe sea la mantequi... —al notar la mirada que me está dando, me callo abruptamente—. Vaaaale, solo estaba bromeando.

—Pues últimamente tus chistes...

—¿Ya encontraron algo?

Ambos pegamos un brinco en nuestros lugares cuando la voz de Zoe se filtra en nuestros oídos.

—La verdad es que... —inicia él.

—Creemos que estos pueden ser una gran opción. —Antes de darme cuenta, agarro el primer par de trajes que mis manos encuentran y se los enseño a la chica.

Zoe observa meticulosamente ambos disfraces y pasa una de sus manos por la tela azul metálica.

—¿Capitana Marvel y Capitán América? —inquiere con una ceja levantada, pero no estoy segura de si le agrada la idea o la aborrece.

Antes de darle una respuesta, volteo a ver al chico a mi lado, quien, para mi sorpresa, hace un ademán de finalmente estar de acuerdo.

—Sí, sí. —Trago con fuerza—. Nos pareció algo bastante original, además de que los disfraces están muy monos.

Muerdo mi labio inferior y rezo para mis adentros para que le agrade la idea. Es el primer vestuario con el que Noah no hace ninguna mueca.

—¡Me encanta! —chilla finalmente, pegando pequeños saltitos en su lugar—. Sin duda el traje debe de quedarte bastante bien. —Barre con la mirada al chico frente a ella, quien lucha porque el calor no se note en su rostro. Sí, sin duda acaba de coquetear con él—. Venga, vamos a probárnoslos.

Zoe agarra a Noah de la mano y lo jala en dirección a los vestidores de la tienda. Antes de que desaparezcan de mi vista, mi rubio amigo se voltea hacia mí con una gran sonrisa en el rostro y los ojos bien abiertos de la emoción. Articulo un «De nada» y le guiño un ojo para que segundos después los dos se pierdan finalmente entre los pasillos.

Bien, parece que no he fracasado como cupido, después de todo.

Aprovechando el momento de soledad que se me presenta, finalmente me mentalizo a que es ahora o nunca cuando tengo que elegir mi propio vestuario. No falta mucho para que las tiendas empiecen a cerrar, y ahora que parece ser que todos han encontrado un disfraz a excepción mía, detestaría el hecho de tener a los tres esperando a que yo logre decidirme; no soy de esas personas que pueden trabajar bajo presión.

Al cabo de unos minutos sin obtener resultados, finalmente veo algo que llama mi atención. Me acerco hasta el perchero donde cuelga un sencillo pero bonito disfraz de pirata y tomo la prenda entre mis manos. Es suave debido a las partes donde tiene terciopelo, y estoy segura de que si no fuera por el corsé, sería completamente cómodo.

Doy un par de miradas furtivas a mi alrededor antes de escabullirme con el mayor sigilo posible hasta un probador. Una vez que el conjunto cubre mi cuerpo, me observo desde distintos ángulos y sonrío convencida. Con el atuendo en mano abandono el vestidor y me acerco hasta la caja para pagarlo, o al menos eso intento, ya que me veo interceptada en el camino por una pareja rubia muy animada.

—¡Los trajes son espectaculares! —promete la chica con una sonrisa de oreja a oreja.

Busco la aprobación de Noah con una mirada significativa, a lo que él asiente, estando en concordancia.

—Oh, ¿tú ya has encontrado algo también? —inquiere ella, pero antes de que pueda siquiera contestar, ya está sujetando mi traje en el aire—. ¡Está divino! Sin duda debes de verte muy guapa en él.

La naturalidad con la que lo dice provoca que mi rostro se caliente un poco.

—Gracias —me obligo a murmurar.

—¿E Isaac? —cuestiona Noah, como si yo debería de saber eso.

Me encojo de hombros.

—No lo he visto desde que se marchó hace algunos minutos.

—¿No es ese chico de ahí, en el mostrador para pagar? —sugiere Zoe, estirando un poco su cuello para ver a través de mi cuerpo.

En efecto, Isaac ya se encuentra desembolsando el dinero equivalente a lo que sea que haya comprado.

—¿Lista para irnos? —inquiere Noah, a lo que yo asiento, y entonces los tres nos encaminamos hacia la caja.

Mientras nos están cobrando nuestras compras, Noah palmea amistosamente el hombro derecho de Isaac y le pregunta:

—¿Al final por cuál te has decidido?

En respuesta, Isaac saca de la bolsa que le han entregado de parte de la tienda un... ¿Casco?

—Astronauta, ¿eh? —intuye el rubio—. Un poco predecible para alguien que tiene una maestría en Astronomía, si me permites opinar —bromea.

Mis ojos se abren de golpe.

—¿Tienes una maestría en Astronomía? —Las palabras salen de mi boca sin permiso.

Isaac asiente con la cabeza, sin darle mucha importancia.

—¿Y qué has estudiado, entonces?

Antes de que pueda contestar, Noah susurra un «adivina» con cierto tono juguetón.

De inmediato sé la respuesta.

—Física, sin duda física.

Cuando en el rostro de Isaac se crea una mezcla de orgullo y cohibición, estoy segura de dos cosas: Uno, he dado justo en el blanco y dos, quizá no exageraba al decir que este tipo es un auténtico genio.

.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .

Disfruto mucho escribir sobre este grupo de amigos y sus personalidades tan variadas, creo que cada uno aporta cualidades únicas al clan y se complementan de cierta manera retorcida (en un buen sentido).

Mañana mismo estaré subiendo el capítulo de la fiesta.

Dato curioso que nadie preguntó pero considero relevante mencionar: Tengo una pequeña afición por la astronomía.

No olvides dejar tu valioso voto :)

Abrazos literarios,
–ℳau♡

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