Cap. 15: Chantaje emocional
Noah:
Olvidaste tu bolso ayer en Eco's.
Descuida, nosotros lo rescatamos ;)
9:08 A.M.
Suelto un suspiro de alivio al terminar de leer el mensaje y dejo de rebuscar el dichoso bolso por toda mi habitación.
Roxana:
¡Dios! Creí que lo había perdido.
¡Gracias! Ya bajo por él.
9:10 A.M.
Noah:
En realidad, está en mi departamento.
Isaac fue quien se percató de que lo habías dejado.
Hubo una pequeña confusión
y no lo he traído conmigo.
¿Crees poder pasar por él más tarde?
Sino, puedo traerlo mañana.
9:11 A.M.
Roxana:
Dejé el cargador del móvil adentro,
así que no puedo esperar demasiado.
¿Está bien si voy por él en la noche?
9:11 A.M.
Noah:
Claro. El restaurante hoy está tranquilo,
así que no debo de salir muy tarde de aquí.
Aun así, Isaac deberá llegar a casa en un
par de horas, por si prefieres ir antes.
Ya te mando la dirección.
9:12 A.M.
Roxana:
Prefiero esperar a que hayas
salido tú, pero gracias.
Nos vemos al rato :)
9:14 A.M.
Tal y como acordamos, alrededor de las diez de la noche Noah vuelve a mandarme un mensaje para informarme que ya se encuentra en su domicilio y que puedo ir a recoger mis pertenencias cuando quiera, así que abandono mi habitación y me pongo en marcha hacia la dirección que me ha enviado horas atrás.
Afortunadamente, su piso no queda muy lejos del hotel, así que no demoro demasiado en llegar. Tras corroborar que me encuentro en el lugar indicado, abandono mi vehículo y me encamino hacia la puerta de entrada para tomar el elevador y subir a la segunda planta. Una vez que me encuentro ahí, camino hasta la puerta indicada y golpeo la misma tres veces antes de que la voz de Noah avisándome que ya se acerca a abrirme resuene desde adentro.
Para mi sorpresa, no es él quien abre la puerta segundos después.
—Ey. —Isaac aplana los labios en un intento fallido de sonreír.
—Hola. —Me obligo a no sonar tan cortante como aparento.
—Pasa, por favor, y disculpa el desorden, es culpa de Noah —murmura esa última frase.
—¡Ey! No me andes difamando —se queja el rubio atravesando el pasillo.
—No es difamación porque lo que digo no es mentira —refuta su amigo, provocando que Noah haga ese chasquido de lengua tan suyo.
Soltando una risa casi inaudible, Isaac se deja caer deliberadamente en el sillón y reanuda algún programa en la televisión.
—Tu bolso debe estar... —Noah recorre la estancia con la mirada hasta detenerse en un punto específico— ahí, en esa mesa. —Señala con la cabeza el mueble donde, efectivamente, se encuentra mi bolso.
Agradecida, le sonrío antes de tomarlo y asegurarme de que todas mis pertenencias se encuentren dentro.
—Debería estar todo —expone Isaac de repente, sobresaltándome—. Me di cuenta de que lo habías dejado colgado en el respaldo de tu silla apenas unos minutos después de que te fueras, así que supuestamente nadie debe haber tenido oportunidad de tomar algo de su interior. Aun así, si hay algo extraviado házmelo saber. Conozco al dueño del lugar y puedo arreglármelas con él en caso de que...
—No es necesario —lo corto con sutileza—. Parece ser que no falta nada, pero gracias. Y también por guardarlo.
Isaac da un ligero asentimiento con la cabeza.
—No fue nada.
—Lamento haberlo olvidado en la mañana y hacerte venir hasta aquí —acota Noah—. Isaac lo había dejado pendiendo de la manilla de la puerta antes de irse, con la esperanza de que yo lo viera al irme al trabajo, pero claramente no fue así.
—No pasa nada —aseguro con una sonrisa—. Gracias, chicos.
Noah sonríe abiertamente e Isaac trata de imitar su gesto sin ser tan demostrativo, además de que no es capaz de despegar sus ojos de la pantalla. Noah, al percatarse de eso, se sobresalta.
—¡Eh! ¡Dijiste que ibas a esperarme mientras hacía la cena! —le reprocha mientras se acerca amenazadoramente con una espátula de cocina en la mano. Inmediatamente Isaac pausa lo que sea que esté reproduciéndose en la televisión y eleva ambas manos en señal de inocencia.
—Vale, lo siento.
—¿No han cenado aún? —inquiero con extrañeza debido a la hora.
—Los sábados es mi turno de cocinar —explica Noah mientras señala el delantal que cubre su torso. Supongo que, al llegar del trabajo por la noche, suelen alimentarse algo tarde—. ¿Quieres acompañarnos? Puedo cocinar para los tres.
Mis ojos se abren ligeramente ante su propuesta, pero me apresuro a negar con la cabeza debido a que no quiero molestar.
—Oh, no, no. Gracias, pero será mejor que me vaya —me excuso torpemente.
—¿Tienes algún plan para esta noche? —inquiere Noah, tal vez algo esperanzado en que vaya a salir y «disfrutar mi juventud al máximo» como suele decir en algunas ocasiones.
Niego con la cabeza. Él abre la boca, indignado.
—¿Entonces? ¿Estás rechazando nuestra invitación solo porque sí?
A pesar de que estoy consciente de que está jugando —o al menos eso espero— me es imposible no sentirme un poco mal.
—No es eso, pero...
—Déjala, Noah —interviene Isaac de un momento a otro—. Es claro que quiere marcharse porque no le terminamos de caer bien y prefiere pasarlo sola antes de compartir un momento con nosotros.
Mis labios se separan, atónitos, al divisar la manera en que las comisuras de sus labios se curvan delatadoramente.
Este chico se está metiendo conmigo, y lo peor es que yo caigo redondamente.
—¿Qué? ¡Por supuesto que no!
—Oh, ya veo —añade Noah con un falso puchero en los labios—. Suponía que te caía un poco mal, pero al menos antes lograbas disimularlo mejor.
—¡Basta! Saben que es mentira —intento defenderme, pero estos dos no parecen querer dar el brazo a torcer.
—No, no. Entendemos que te parezcamos los seres más detestables de este plane...
—¡Vale! Me quedaré a cenar —suelto por fin. De inmediato ambos rostros se iluminan.
—Genial —comenta Noah—. Terminaré de preparar todo.
—Eso tiene nombre y se le llama chantaje emocional, ¿sabían? —menciono con los brazos cruzados.
—No tengo idea de qué hablas.
Suelto un pequeño bufido antes de girarme hacia Noah.
—Bien, pero déjame ayudarte.
De inmediato pone una mueca de horror.
—Ah, ah. Ve a sentarte —ordena—, ya casi está todo listo.
—Pero...
—Pero nada —me corta—. Anda, convivan como personas normales. —Esto parece ser que no va dirigido solamente hacia mí, ya que Isaac le da una mirada rápida por encima del hombro.
Dejo salir un gruñido antes de dar media vuelta y acercarme al sillón. Inmediatamente el castaño se recorre hasta un extremo, dejando un espacio considerable para que entremos Noah y yo. Me dejo caer a un lado de él, manteniendo cierta distancia entre ambos cuerpos.
—¿Qué están viendo? —me animo a preguntar.
—The Flash.
—¡Oh! —Mi voz adquiere algo de emoción—. Recuerdo haberla empezado hace unos años, pero me parece que nunca la terminé.
Eso parece llamar su atención.
—¿De verdad? —Asiento en respuesta—. ¿Sabes en qué capítulo te quedaste?
Me lo pienso por unos segundos, pero termino por hacer un mohín con la boca y menear mi cabeza de manera negativa.
—¿Temporada? —vuelve a intentarlo.
—¿La tres...? No estoy segura —admito—. Lo último que recuerdo fue que Barry viajó al pasado para evitar la muerte de su madre.
—Ah, entonces debes de haberte quedado al final de la segunda temporada —sugiere Isaac, pensativo.
—¿Y cuántas son?
—Siete.
—¿Siete? Vaya, me he quedado realmente atrás —bromeo entre risas—. ¿Y cuál están viendo ustedes?
—El final de la tercera. Nos han de quedar unos cinco capítulos, más o menos.
Eso me alivia un poco.
—Bueno, supongo que entonces no estoy tan mal.
—Hazle un resumen de lo que aún no sabe, hombre —propone Noah—. Todavía tienen unos minutos antes de que la cena esté lista.
—¿Te parece bien? —me pregunta él, a lo que yo asiento. Entonces empieza a darme toda una explicación sobre los viajes en el tiempo, los universos paralelos, las líneas temporales y algunos otros conceptos algo complejos que resbalan de su boca con una facilidad alucinante, incluso hipnótica. He de admitir que me cuesta un poco seguirle el hilo durante gran parte de la conversación, pero no me atrevo a interrumpirlo.
—A que es bueno en estas cosas, ¿eh? —declara Noah llegando a un lado nuestro y dejándose caer en el otro extremo del sillón, atrapándome en el medio de ambos. Nos reparte los platos que ha traído de la cocina y coloca sobre la mesa un tazón repleto de rollitos rellenos de salchicha—. Buen provecho, y creo que hablo por los dos al decir que nos alegra que hayas decidido quedarte, Roxana.
Aquel sencillo gesto de hospitalidad me roba una sonrisa.
Isaac es quien se encarga de darle play nuevamente a la serie mientras Noah y yo nos servimos los primeros rollitos en nuestros platos. Disfrutamos del programa en silencio, a excepción de cuando Noah se encarga de soltar algún comentario gracioso, a la vez que devoramos los deliciosos bocadillos sin pudor alguno; tres capítulos después he perdido la cuenta del número de rollitos que llevo ingeridos y también la noción del tiempo.
He de admitir que la estoy pasando mejor de lo que esperaba. Al principio, temía quedarme porque tenía una ligera punzada de incomodidad al sentir que estaba invadiendo su espacio y que en realidad no debería estar aquí, y tenía miedo que al quedarme más tiempo, aquella sensación fuera a crecer, pero en realidad ocurrió todo lo contrario. Capítulo a capítulo fui sintiéndome mucho más a gusto de lo que imaginé que estaría jamás rodeada de dos chicos en su departamento; creo que en gran parte se debe a que no había una sola pizca de morbo en aquel momento, solo éramos tres amigos —si es que Isaac y yo podíamos encajar en ese término— disfrutando de un buen momento mientras hacemos algo tan trivial como ver la televisión.
—No puedo creer que haya muerto —vocifero cuando el penúltimo episodio de la temporada se acaba—. En realidad, no puedo creer que hayamos estado tres horas seguidas viendo esto sin siquiera levantarnos por un vaso de agua. ¡Pero miren nada más lo tarde que es!
—¿Quieres agua?
Frunzo mi ceño ante la repentina voz de Isaac.
—No, solo era una expre...
—Ya lo traigo —asegura antes de ponerse de pie y encaminarse hacia la cocina.
Suelto un suspiro sonoro y me yergo sobre mi lugar, estirando un poco mis brazos entumidos.
—Creo que lo mejor será que me vaya.
Ambos chicos voltean sus rostros hacia mí.
—¿Ahora? ¡Pero si solamente falta un capítulo! —espeta Noah—. ¿De verdad planeas vivir con todo ese suspenso?
Isaac se acerca de regreso a nosotros y me tiende un vaso lleno de agua antes de volver a tomar asiento en uno de los extremos del sillón.
—Estoy de acuerdo con Noah —acota—. Anda, solo uno último.
Su repentina emoción me causa cierta gracia, ya que la primera impresión que tuve de él no estaba relacionada con que fuera un tipo de lo más animado. Es serio, en realidad; bastante serio. Centrado, tal vez.
—Son casi la una de la mañana —expongo tras darle una mirada al reloj.
—Lo sabemos —afirma el rubio.
Lo debato unos segundos dentro de mi cabeza antes de darme por vencida.
—Vale, veamos el último capítulo.
Las comisuras de los dos se elevan automáticamente y vuelven a acomodarse en sus lugares, para después reanudar el capítulo que nos falta por ver.
. . . . . . . . . . . . . .
Como siempre, nada aquí sucede por casualidad. Esta serie en específico será relevante para varios aspectos. ¿Alguna idea de con qué se pueda relacionar?
Por otro lado, tengo buenas noticias.
Últimamente he estado escribiendo con gran facilidad, así que empezaré a actualizar dos veces por semana. El primer capítulo lo estaré publicando entre los días miércoles y jueves, y la otra actualización seguirá siendo como hasta ahora, los días viernes.
Así que sí, espera un nuevo capítulo para mañana.
No olvides dejar tu valioso voto :)
Abrazos literarios,
–ℳau♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro