Fan Fic DESCARTADO
Ok FURROS, Bros, Panas, Pros y Papus.
Como dije en la página anterior sobre Fics. Yo intente traducir un Fic de Villain Deku, pero otro escritor se me adelanto. Así que yo comencé a redactar mi propia historia:
Villain Deku: Espinas de Locura
El titulo era bueno, pero nada más escribí el capítulo 1, que están por leer. O mejor dicho es un capitulo a medias, porque ni siquiera lo termine, basta decir que: Perdí el interés.
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Villain Deku
Espinas de Locura
1
Pese a estar acostumbrado a temperaturas gélidas, Todoroki Shoto sintió un escalofrió, cuando se detuvo ante el cadáver de Recovery Girl, cruelmente atravesado por espinas carmesíes que aun goteaban su sangre.
A un par de pasos, estaban los cadáveres cubiertos de espinas rojas de Cementos y Midnight. Miro a su alrededor, la enfermería estaba destruida.
—No puede ser... —Murmuro el chico mientras se sujetaba el muñón, a la altura del pecho donde unas horas atrás había un brazo, con el cual infinidad de veces, había usado su poder sobre el hielo.
Había tenido que rasgar las mangas de su camisa y emplear su cinturón para detener la hemorragia, pero en el proceso su torniquete estaba ya empapado en su propia sangre y estaba comenzando a sentir la perdida de esta.
Se giró de un salto, con un gruñido al oír pasos acercarse y entre el polvo y el humo, distinguió una silueta aproximándose.
— ¿QUIÉN ES? –Grito una voz que reconoció en el acto.
— ¿Bakugo?
— ¡Mitad y mitad! —Grito Katsuki Bakugo acercándose cargando a una agonizante Yaoyorozu Momo en brazos. —Tu brazo... —Agrego notando la palidez del chico inexpresivo, y que Shoto parecía temblar, como si ya no le quedaran fuerzas.
Shoto miro a Yaoyorozu y sorprendido se percató de un brazo roto toscamente vendado y diversas heridas en el cuerpo de la chica, tenía el ojo izquierdo cerrado y un parche improvisado sobre su ojo derecho.
—Aoyama y Sero fueron a ayudarte ¿Que paso con ellos?
Bakugo escupió a un lado, Shoto lo miro atentamente, Katzuki Bakugo tenía una herida en la mejilla que aun sangraba, su pecho musculoso estaba desnudo pues había usado su camisa para improvisar el vendaje de su compañera y eran visibles diversas quemaduras y heridas en su cuerpo.
—Muertos... Vi sus cadáveres cuando la cafetería colapso; perdí de vista a Kirishima o estaría aquí haciendo su escandalo... Me separe de ese cuervo y mientras buscaba supervivientes, y la encontré a ella. —Respondió Bakugo dejando a la joven en el suelo con una inesperada gentileza por parte del agresivo chico de la clase 1-A. Gruño apenas distinguió los cadáveres de los tres héroes. —Maldita sea, esperaba que pudiéramos... —No termino su frase cuando los dos jóvenes escucharon unos gritos no muy lejanos.
—Los niños... —Murmuro Shoto.
—Quédate aquí —Ordeno Bakugo —Busca algo con que curarla a ella, y a ti mismo y después váyanse. —Dijo mientras señalaba una silla de ruedas entre los restos de la enfermería. —Debe haber algo como alcohol o algo con que puedas curar tus heridas.
— ¿Y tú qué es lo que harás? —Pregunto el chico de cabello bicolor, pese a que creía saber la respuesta.
Bakugo sonrió de forma arrogante, confiada y siniestra a la vez. Antes de decir algo se oyeron más gritos y sin responder, Bakugo le dio la espalda y comenzó a correr guiándose por los sonidos.
Todoroki dudo un instante en seguirlo o no pero se detuvo cuando Yaoyorozu tosió un par de veces. La miro y después busco entre los escombros hasta que logro sacar un maletín de primeros auxilios. Tomo temblando un par de inyecciones y después un pequeño frasco hermético "Penicilina" leyó en silencio.
—Tengo que darme prisa... —Murmuro.
Bakugo maldecía por lo bajo mientras corría. No giro la mirada ante los cadáveres de los estudiantes de la academia y de los maestros y sus visitantes.
Solo se detuvo para mirar un instante el cuerpo de Ochako Uraraka atravesada por las espinas mientras abrazaba a una chica que no reconoció, como si en su último momento hubiera sacrificado su vida para proteger a esa chica con su cuerpo. Pero había sido en vano, ambas chicas estaban muertas.
—No... por favor... ¡NO! —Era la voz de un niño.
El joven salto impulsándose por una serie de explosiones para impulsarse y llegar a los restos del anfiteatro.
—¡¡¡DEKU!!! —Grito a todo pulmón mientras alzaba su diestra hacia la silueta de un joven de cabello verdinegro crespo. —¡¡MUERE!! —Agrego un instante después mientras quitaba el anillo de su guante y una explosión en cadena salía disparada de esté hacia su objetivo.
Aterrizo a cuatro patas, usando también sus manos para no golpearse en el piso y casi al instante se percató de que algo andaba mal. Salto hacia su derecha por instinto y de este modo esquivo un arbusto rojo de largas ramas cubiertas de espinas.
Evitando así que esas mortíferas espinas le atravesaran el cuerpo, volvió a saltar tres veces más para alejarse de los arbustos que emergían del suelo. —En una ocasión casi a sus pies— Hasta que estos inesperadamente, dejaron de crecer.
Giro la mirada hacia el escenario mientras veía estupefacto como sus explosiones habían sido "atrapadas" por espinas blancas como huesos.
Plat, plat, plat.
Eran aplausos y en el escenario, Midoriya Izuku hizo una reverencia burlona. Alto, delgado pero con algo de firmeza.
El joven peliverde había cambiado mucho, su cabello era más largo hasta sus hombros, su piel clara a tonalidad melocotón ahora era pálida; marmórea. Su ojo izquierdo era dorado y parecía que de su pupila emergiera una especie de brillo; mientras que el otro era verde oscuro, casi negro. Sus ropas consistían en una camisa blanca de mangas largas con volantes, una carvatta blanca sujeta con una gema azul claro, un chaleco sin mangas azul celeste, pantalón y zapatos negros.
Bakugo miro horrorizado por lo menos a tres niños y una niña, atados por vides de espinas negras a una pared, colgados a casi un metro del suelo, sangrando poco pero evidentemente sufriendo, puesto que ninguno dejaba de llorar en silencio, los cuatro estaban amordazados.
—Ah, Katsuki, mi querido amigo de la infancia. —Dijo Midoriya abriendo los brazos como si estuviera muy alegre. –No me esperaba que vinieras por mí, yo quería jugar al escondite y buscarte. —Pese a su rostro inocente y tierno, su sonrisa era siniestra.
— ¿Cómo...?
— ¿Te refieres a tus explosiones? —Midoriya señalo el espino blanco. —Mi Quirk: «Espinas del Suplicio», es... ¿Cómo decirlo...? —Dudo un instante sentándose en un escalón tranquilamente ignorando a los niños y al propio Bakugo. —Digamos que es el más indicado para enfrentarme a todo tipo de civiles, héroes, vigilantes, antihéroes y obviamente villanos.
—Tú no tenías un Quirk...
—Cierto. —Afirmo Midoriya sonriendo de nuevo. —No lo tenía... —Movió la mano y de entre sus dedos, desde su propia carne; comenzaron a crecer tres tipos de ramas cubiertas de espinas. Bakugo las miro intrigado y sorprendido mientras respiraba fuertemente y sentía su sudor cubrir su cuerpo. —Mis espinas rojas, las «Espinas de Job», son excesivamente filosas; cortan y queman a aquel incauto que toquen. Incluso un ligero rasguño duele como la picadura de un escorpión. —Explico mientras se ponía de pie y caminaba hacia el escenario para tomar una cortina.
»Las blancas, las «Espinas de Lazarus», comparado a las espinas rojas; provocan poco dolor en una persona como las espinas comunes de alguna planta, pero lo que las hace valiosas es que son capaces de "encajarse" en lo inmaterial, etéreo e intangible.
— ¿Inmaterial?
—Sí, querido amigo. —Respondió Midoriya apartando la cortina. Bakugo bufo sobresaltado. Togata Mirio, el llamado "Chico Invencible" estaba en el suelo, su cuerpo estaba atravesado por las espinas tanto rojas como blancas mientras estiraba un brazo como si hubiera querido dar un puñetazo, pero el espino blanco estaba enroscado alrededor de su puño, su brazo y su cuerpo.
Bakugo desde donde estaba alcanzo a distinguir la mirada de incredulidad del musculoso muchacho y como aun su cuerpo daba sus últimos estertores de vida.
—Lemillion... No, no puede ser...
—Sí, Katsuki, si es posible. —Contradijo Midoriya en voz tranquila y amable. —Mis espinas blancas, son capaces de atrapar los elementos y objetos que no tienen una forma física pese a existir, como el aire, el fuego, el humo, las sombras, el sonido... las explosiones. —Agrego como quien no quiere tal cosa. —Cómo puedes ver, son las más indicadas para enfrentar la permeabilidad de Mirio, tus explosiones, a Jiro, a Todoroki y a Tokoyami... ah, casi olvido a Aoyama... Por favor no le digas que casi me olvido de él o se va a enojar conmigo. —Agrego con una sonrisa burlona. Era obvio que Aoyama estaba muerto.
—¡¡MALDITO SEAS!! —Grito lanzando con ambas manos diferentes explosiones corriendo hacia ese joven de apariencia tierna e infantil quien solo sonrió alzando sus manos.
Bakugo vio como de las palmas de Midoriya creían las espinas blancas que detenían sus explosiones pero no por ello estaba dispuesto a rendirse.
—Sus espinas deben tener un límite... —Pensó saltando, impulsándose con una explosión que le impulso hacia su némesis, y alzo el puño preparándose para atacar pero su enemigo contraataco con un movimiento cobarde.
El puño de Bakugo dio de lleno produciendo una fuerte explosión.
En el cuerpo de uno de los niños, a quienes tenía intención de rescatar.
El pequeño no mayor a los 4 o 5 años solo jadeo y cayó al suelo con un fuerte sonido sordo, para ya no moverse. Ni siquiera emitió algún grito más allá de toser sangre un par de veces.
—Vaya... —Dijo Midoriya con sarcasmo. —No has cambiado nada, "Kacchan" ¿Aun te diviertes por levantarle la mano a un niño?
Bakugo no respondió pues cometió en un instante dos errores. El primero bajar la guardia por la sorpresa y el segundo quedarse quieto, pues antes de reaccionar sus piernas y muñecas fueron rodeados por vides de espinas negras; con un tirón sorpresivo sus guantes en forma de granadas de mano se separaron de sus antebrazos y rodaron lejos de su alcance para después enroscarse a sus muñecas con mucha fuerza y se incrustaron cruelmente en su carne y estiraron ambos brazos todo lo largos que eran capturándolo.
Lucho y sintió dolorosamente como las vides espinosas se enroscaban alrededor de sus dedos y sus manos.
Bakugo grito por dolor, solo su cabeza estaba libre de ataduras y mientras más luchaba por liberarse más sentía las espinas encajarse más profundamente en su cuerpo. Volvió a gritar sintiendo el aire dejar sus pulmones y como las vides le apretaban de nuevo, esta vez enroscándose en su torso desnudo.
— ¡¡De... Detente...!! —Grito cuando oyó no uno sino varios chasquidos e involuntariamente sus ojos se llenaron de lágrimas, no de tristeza sino de agonía.
Giro la mirada para ver que los dedos de ambas manos estaban rotos.
— ¿Qué dices? No te oigo con tanto grito. –Dijo su enemigo burlón.
Bakugo gruño sintiendo las lágrimas de dolor correr por sus mejillas. Jamás se había sentido tan humillado como en esos instantes. La vid que rodeaba su torso se deslizo por su pecho y comenzó a enroscarse lentamente en su cuello.
Gruño sintiendo el roce de las espías curvas en su piel desnuda y como Midoriya apretaba un poco la mano para acto seguido las vides comenzaran a apretar su cuerpo. Tosió un par de veces sintiendo que su respiración comenzaba a fallar y como su cuerpo pedía a gritos que parara ese dolor tan atroz.
—Po... ¡¡POR FAVOR, DETENTE!! —Grito con su último aliento. El joven sabía que hubiera podido deshacerse fácilmente de esas vides con sus explosiones, pero las heridas impedían esto, puesto que lo que usaba para crear sus explosiones era su sudor, no su sangre y dadas las heridas en todo su cuerpo su sudor técnicamente había sido diluido por esta.
—... Bueno, ya que dijiste "por favor"...
Las vides dejaron de apretar al joven quien cayó de rodillas pero no por eso lo soltaron. Katsuki Bakugo desde niño era orgulloso, no se inclinaba ante nadie de buena gana, jamás se había disculpado cuando creía tener razón. Era él quien podía intimidar a quien le buscara pelea, pero esta vez, su orgullo y dignidad habían quedado destrozados.
—Casi olvido explicarte la utilidad de mis terceras espinas. —Dijo Midoriya acercándose a Bakugo y deteniéndose a solo un mísero metro de distancia, e inclinándose para estar a su altura de su rostro —Las «Espinas de Judas», son las únicas que puedo controlar, como si fueran mis propias manos. Y por fatídico que sueñe, dada su forma semi-curva en forma de cierra, se incrustan muy profundamente entre más luches contra ellas... ah perdón, creo eso ya lo averiguaste...
Bakugo levanto la mirada temblando. Había recibido todo tipo de golpes y ataques antes pero nada de ese modo tan cruento. Sus ojos rojos miraron los ojos verde y dorado de Midoriya y se desviaron al niño a su derecha.
Al pequeño, que Midoriya había usado como escudo humano.
Izuku siguió la mirada de su víctima y sonriendo se acercó a él y se inclinó a su lado. Ni siquiera reacciono cuando la mano de Mirodiya le toco como tomándole la temperatura.
—Sale sangre de sus oídos, oh, "Kacchan" creo que tu explosión lo ha dejado sordo... —Dijo con fingida amabilidad —Y tiene dos no... cuatro costillas fracturadas... Creo que un trozo de costilla perforo su pulmón, oh se desmayó por dolor, pobrecillo...
»Pero siempre fuiste así... Desde el prescolar, no dudabas en buscar pleito, ni en provocar otros. ¿Cuántas veces varias mujeres acompañadas de sus hijos, iban a reclamarle a tu madre porque golpeaste y humillaste a sus hijos? Niños que incluso eran más jóvenes que tu...
Las vides de espinas nagras rodeaban la cintura del niño, usándolas como otro brazo, Izuku no sintió culpa alguna al usar a un rehén como escudo ante el ataque de Bakugo, aun inclinado sobre él, le quito las vides lo alzo cargándolo en brazos con un gesto amable. Camino unos pasos y dejo al niño frente a Bakugo para después caminar hacia el escenario.
— ¿Dónde la deje? La traía conmigo pero se me cayó cuando Lemillion... —Murmuro distraídamente y un instante después comenzó a tararear "De puntillas entre los tulipanes" mientras buscaba entre algunas cosas al lado del cadáver de Mirio. —Ah, disculpa Togata. —Agrego sonriendo al pisar el cuerpo del joven héroe asesinado; para después sacar de entre las cajas una espada y un par de dagas que enfundo en su cinturón.
Aun tarareando se acercó y tomo el arma entre ambas manos alzándola.
— ¡No te atrevas! –Grito Bakugo. Pero Midoriya lo ignoro mientras su rostro inocente e infantil era surcado por una sonrisa maligna y sus ojos destellaban con crueldad. —¡¡¡IZUKU, NO!!!
La cabeza del niño inconsciente rodo por el suelo salpicando su sangre a ambos.
Bakugo no pudo evitarlo, sintió la bilis subir por su garganta y vomito un par de veces antes de apartar la vista ante los signos de vida del cuerpo decapitado: saltos involuntarios, forcejeos y convulsiones. Alzo la mirada para ver la expresión de terror de los otros niños atados con la vid en la pared.
— ¿CÓMO PUDISTE?¡¡¡ES UN NIÑO!!!
— ¿No me viste? —Pregunto Midoriya con una inocente mirada de confusión. —Solo alce la espada, la sujete con ambas manos y...
— ¡¡¡HIJO DE TUS MIL PUTAS!!! —Grito — ¡TÚ NO ERES EL IZUKU QUE CONOZCO! ¡ERA UN IDIOTA, UNA MOLESTIA, PERO ERA UN CHICO AMABLE Y TÍMIDO! ALGUIEN QUE NO DUDABA EN ACONSEJAR Y AYUDAR A UNA PERSONA PESE A QUE LE TACHARAN DE ENTROMETIDO. —Tomo aire mirando a Midoriya —ÉL HUBIERA PREFERIDO HERIRSE A SÍ MISMO ANTES DE LASTIMAR A ALGUIEN. ¡JAMÁS LE HUBIERA HECHO DAÑO A UN NIÑO!
Intento ponerse de pie, saltar y derribar de una tacleada a ese chico que conocía técnicamente, desde que sabía gatear. Quería golpearlo pese a que sus manos estaban destrozadas. Pero las espinas seguían sujetándolo y lo único que logro con dos forcejeos es que estas se enroscaran con fuerza para someterlo.
Midoriya le miro con desprecio solo un instante.
—Katsuki... jamás me imagine que... dijeras tales cursilerías...
— ¿Cursilerías? ¿Tú me hablas a mí de cursilerías? –Replico respirando hondo pero ya sin intentar forzar a romper las vides. Izuku solo sonrió pero no le respondió. Solo después de un momento el aprendiz de héroe hablo más calmadamente. — ¿Por qué haces esto? —Pregunto.
—Simplemente, quería saber que se siente humillar y menospreciar a los... Débiles... —La mirada de Midoriya era fría. Bakugo podía contar con los dedos de una mano las ocasiones en que Deku se había enojado en su presencia, pero jamás había tenido esa expresión antes.
Sus ojos eran vacíos y sin vida, no había piedad o la alegría que anterior mente destellaban, eran como dos agujeros negros, no solo le helo el corazón sino que por primera vez, Bakugo sintió miedo hacia aquel chico a quien había humillado infinidad de veces en el pasado.
—Lo siento... —Murmuro mientras bajaba la mirada.
— ¿Eh?
— ¡Lamento haber sido un cretino! ¡Siento haber sido un mal amigo, presumido y vanidoso que te humillo en nuestra niñez!
Terminando de hablar no dijo nada, miro a su enemigo, Midoriya le miro de forma rara, y de forma inesperada, soltó su espada, dio un paso al frente y para sorpresa de Bakugo, Midoriya le abrazo, como si fuese su hermano.
—Kacchan... mi querido amigo, yo... Te perdono. —Dijo en un susurro sin soltarse aun. —Perdono todos tus años de insultos. Perdono tus humillaciones y todas las veces que me golpeaste, empujaste y te reíste de mí. —Su tono comenzó a volverse cada vez más frío pese a sus dulces palabras Bakugo sintió en el abrazo de Midoriya no había perdón o calidez, sino una inmensa crueldad que le tomaron por sorpresa mientras el chico peliverde se separaba y sonreía con una macabra dulzura.
Miro a los niños aun atados con las espinas negras a la pared y movió la mano hacia la niña.
Tenía cabello color arena con flores. Bakugo la reconoció, era uno de los niños que "apaciguo" en ese examen en compañía de Todoroki y los estudiantes de otras academias en las lecciones suplementarias de la licencia provisional.
Las vides espinadas la tomaron por la cintura a la niña y lentamente la alzaron para después acercarla a Midoriya.
La pequeña asustada trato de resistirse, las lágrimas corrían por su rostro estaba asustada e intimidada hizo su cabeza hacia atrás para apartarse del joven villano cuando este, inesperadamente poso su mano en su cabeza en un gesto amable.
—Je. Haces bien en tenerme miedo, pequeña. Pero, créeme si obedeces mis indicaciones, te dejare en libertad. —Dijo mientras le quitaba la mordaza y con un inesperado gesto amable, seco las lágrimas de la niña mientras le sonreía, como un muchacho que se dispone a decirle palabras de consuelo a su hermana pequeña.
—Mis papás me han dicho que no hable ni me acerque con extraños. –Respondió la pequeña. Midoriya sonrió acariciando la cabeza de ella.
—Tus papás son muy sabios, pequeña. Es peligroso hablar con una persona a quien no conoces. Bueno, mi nombre es Izuku Midoriya, pero puedes llamarme: "Hereje" porque eso es precisamente lo que soy. Este chico de acá —Señalo a Bakugo —Se llama Katsui Bakugo pero sus amigos le llamamos "Kacchan". Ahora dime, ¿Cuál es tu nombre?
La niña no contesto, algunas lágrimas empañaron sus ojos de nuevo. Y solo después de un momento, Izuku saco de un bolillo de su chaleco un pañuelo y gentilmente seco las lágrimas de la pequeña.
El rostro del villano tenía una expresión bondadosa al hablar.
–Pequeña, cuando una persona te hace una respuesta, debes responder. —Sonrió cerrando los ojos al hacerlo. —Dejar a una persona esperando una respuesta, no es correcto. Puedo pensar que no tienes modales. Así que te preguntare de nuevo y me debes responder, o me voy a enojar... —Al abrir los ojos, su expresión aunque seguía siendo amable, su mirada era amenazadora. —Así que dime, pequeña ¿Cuál es tu nombre?
–Hana...
–Hana significa "Flor" tienes un bonito nombre, y viéndote de cercas, estoy seguro de que cuando seas mayor vas a ser una joven muy hermosa.
La pequeña no le respondió pero era obvio que estaba confundida, más aun cuando Midoriya le quito las vides y la levanto, cargándola con un brazo.
—Bien Hana...
—T... tu... —Interrumpió la niña
— ¡No me interrumpas! —Le regaño Midoriya mientras alzaba la otra mano y una rama de espinas rojas creció en su palma. —Me enoja que me interrumpan, y créeme, Hana, no queras verme enojado...
— ¿Cómo te atreves a amenazar a una niña? —Le grito Bakugo, pero Midoriya lo ignoro. Los ojos de Hana se llenaron de lágrimas y no hablo mientras las espinas desaparecían.
—Hana, mírame... —Ordeno mientras la dejaba en el suelo y desenfundaba una de las dagas de su cinturón. Los ojos azules de la niña destellaron de miedo. —Ya te lo he dicho. No voy a lastimarte si haces lo que te digo.
—Si hago eso que quieres.... ¿Voy a ver a mis papás?
—Sí, pequeña. Tienes mi palabra de que quedaras libre.
—Y qué pasa con Tarô, y Kenta ¿Los vas a liberar?
Midoriya miro a los otros dos niños aun en la pared. Después miro a Hana y le sonrió de forma amable.
—Si. Te juro por las estrellas; que no les hare ningún daño a ti y tus amigos.
La niña lo miro y cuando quiso dar un paso, su pie resbalo, bajo la mirada para ver asustada que estuvo a punto de caer al piso dada la sangre del niño que Izuku unos momentos atrás había decapitado.
Retrocedió intimidada y antes de hacer algo, la mano de Midoriya se puso en su hombro y la sujeto con firmeza, su expresión un momento atrás era amable pero ahora era seria e intimidante.
—¡¡Déjala en paz!! —Grito Bakugo pero Midoriya no se molestó ni en voltear la mirada.
—T...tú mataste a Rikichi...
—No, él lo mato. —Contradijo el chico peliverde aun sujetando a la niña mientras señalaba a Bakugo. —Fue su puño y su explosión quien dejo sordo a ese niño, quien le rompió las costillas y le perforo un pulmón. El sangrado interno iba a matar a ese niño en cuestión de unos minutos. —Dijo tranquilamente —Yo, simplemente me apiade de él y puse fin a su sufrimiento.
—Yo... —La niña comenzó a llorar de nuevo. Midoriya forzó una sonrisa que parecía amable, incluso cariñosa, pero para Bakugo era más una sonrisa siniestra y cruel.
—Mira, tus amigos ya casi están libres. —Dijo haciendo que la niña girara sobre sus pies, casi derribándola para que viera como las vides bajaba suavemente a los otros dos niños y como estas se soltaban de sus manos y pies, quedando literalmente libres.
Pero Bakugo noto que las vides aunque ya no aprisionaban a los niños permanecían cercas de ellos. Desvió la mirada cuando creyó oír algo a sus espaldas; pero volvió a dirigir su mirada a Midoriya ante las palabras de la niña.
— ¿Qué quieres que haga?
Izuku volvió a sonreír y con su mano, la poso en el abdomen de Bakugo.
—Aquí –señalo con su índice, en el abdomen. —Lo único que tienes que hacer —Dijo sonriendo. —Es hundir esta daga en Kacchan, en este lugar en específico.
— ¿Qué?
— ¿Ah?
—Haz eso y puedes irte. —Dijo Midoriya mientras ponía su daga en manos de Hana. —Atraviésale el estómago, los ácidos estomacales caerán sobre sus órganos y ellos harán el resto.
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