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3



Cuando llegaron a casa, Arturo fue directamente a bañarse y, al terminar, se vistió solo. Se subió a la cama y abrazó el libro "Le Morte d'Arthur" contra su pecho. La puerta de su habitación estaba entreabierta, permitiendo que Henry entrara suavemente.

─Hola cielo.

El niño lo miro y asintió un poco.

─Sé que estás cansado, pero es hora de la cena y necesitas comer algo. ¿Bajarías?

El niño dudó un momento, recordando las malas experiencias que había tenido con otras familias cuando se negaba a comer. Finalmente, asintió y se bajó de la cama, buscando las pantuflas recién compradas. Eran de peluche, adornadas con pequeñas coronas bordadas. Decidió llevar su libro consigo, abrazándolo con fuerza contra su cuerpo.

─Ten cuidado con la escalera, cielo.

Arturo bajó con cuidado, aferrándose al barandal mientras Henry lo acompañaba a su ritmo para evitar cualquier accidente. Si Arturo lo permitiera, Henry lo habría cargado en brazos, pero respetaba el deseo del niño de no ser tocado.

Al llegar al final de las escaleras un ladrido se escuchó y el niño se estremeció. El Beagle corrió hasta Henry y el niño se hizo hacia atrás con miedo.

─No te preocupes, cielo, no te hará daño. Su nombre es David y es un miembro de esta familia.

El niño lo miro curioso. Era la primera vez que una familia de las que le tocaba tenía un perro.

─David, Él es Arturo. Vivirá aquí ahora, así que tienes que ser su amigo y cuidarlo. ¿Está bien?

A Arturo le pareció divertido el cómo el hombre rubio decía su nombre. Por lo que se le salió una pequeña risa. Henry lo miro y verlo reír hizo que su corazón se calentara.

─¿Te divierte como digo tu nombre? ─Henry tenía ciertos problemas con R en cuanto al español, así que era normal que sonara algo gracioso, y era algo de lo que estaba consciente.

El pequeño asintió y luego el perro se acercó hasta el niño. David se puso panza arriba y el niño lo miro curioso.

─Creo que quiere que le rasques el estómago.

Arturo dejo el libro en un escalón de la escalera y rasco la barriga del animal, cosa que lo hizo regocijarse de alegría.

─Se ve que le agradas. ─Henry sonrió. ─Vamos, es hora comer, cariño vamos.

La sonrisa de Arturo desapareció al escuchar la palabra "cenar", lo que preocupó a Henry.

Caminaron hasta el comedor que estaba muy cerca de la cocina.

─Vaya, ese pijama te queda muy bien. ─Sonrió Alex al verlo y poniendo una bandeja de macarrones con queso en la mesa.

El niño intento subirse a la silla, pero no tuvo éxito, era alta para él.

─¿Me das permiso de ayudarte? Te prometo que será rápido.

Él lo pensó por un momento, pero luego acepto. Cosa que hizo feliz a Alex. Tomo al niño por debajo de los brazos y lo puso en la silla acomodándolo bien para comer.

─No estoy seguro de lo que te gusta, pero preparé macarrones con queso, pollo en salsa de limón y una ensalada. Si no te gusta, no dudes en pedirme otra cosa, lo haré rápidamente para ti. ─dijo Alex sirviendo las porciones para todos.

─Oh, iré rápido a preparar tu ensure. ─dijo Henry, levantándose para ir a la cocina..

Arturo miró el comedor, notando que había espacio para al menos ocho personas.

─¿Te parece raro que tengamos un comedor tan grande? ─preguntó Alex, notando la mirada del niño. Arturo asintió y Alex sonrió. ─Bueno, es porque tenemos mucha familia, y a veces vienen de visita.

─Listo, aquí esta. ─Henry le puso frente a el vaso de Ensure de chocolate. ─Sé que no te gustan las bebidas calientes así que le puse algo de hielo para que te sea más agradable.

Todos se sentaron a la mesa y comenzaron a comer, pero Alex y Henry miraban al niño que apenas tocaba su comida.

─Arturo, si prefieres otra cosa, puedo preparártela. ─ofreció Alex amablemente.

El niño negó rápidamente y volvió su mirada al plato.

─¿No te gusta la textura? ─preguntó Henry, recordando haber leído sobre sensibilidades alimenticias en niños autistas.

El niño negó y siguió moviendo un poco el macarrón en su plato.

─Oh, quizás no te guste el queso. Puedo hacerte otra pasta con algo diferente, de verdad. ─Alex sugirió, pero el niño volvió a negar y tomó un pequeño bocado.

El niño volvió a negar y comió un poco.

─¡Ya sé! ─dijo Henry con una sonrisa. ─He oído que en Ecuador se come arroz con casi todo. ¿Te gustaría un poco?

El niño lo miro sorprendido y desvió la mirada. Era la primera vez que no lo regañaban por una situación así.

─¿Quieres arroz, cielo? Tenemos arroz preparado, puedo calentarlo para ti. ─Alex hablo.

El niño lo miro por un momento y asintió levemente.

─Ahora vuelvo, no te preocupes.

Alex se levanto y fue hasta la cocina. En unos dos minutos Alex volvió con un bol de arroz para Arturo.

El niño los miro de forma tímida, pero ellos le sonrieron.

─Come, cariño. Es para ti. Come lo que puedas, sabemos que si es demasiado no comerás, y está bien, no nos molestaremos. En serio. ─dijo Henry suavemente.

El niño tomo un poco de arroz y comenzó a comer junto con los macarrones. Fue una combinación rara para Alex y Henry, pero no dijeron nada.

─¿Quieres hablar de algo? ─Alex pregunto y el niño lo miro dudando un poco. ─O si quieres podemos de hablarte de nosotros ¿te parece?

El niño asintió y ambos rieron.

─Bueno, sabemos que hablas español, ¿cierto? ─preguntó Henry, y Arturo asintió. ─Eso es genial. Alex también habla español, y muy bien, de hecho.

El niño lo miro asombrado.

─Soy de sangre mexicana también. ─Le hablo en español y el niño asintió. ─Mi padre es mexicano y mi madre es estadounidense. Me crie bajo ambas culturas, por lo que hablo perfecto español y perfecto inglés.

Arturo volvió a asentir y miro a Henry.

─Bueno, yo hablo inglés. Soy de Inglaterra y hablo tres idiomas. Inglés, francés y griego.

Arturo lo miró con interés y asintió, pidiendo con la mirada que continuara. Así, Henry y Alex siguieron hablando de sus vidas, mientras Arturo los escuchaba con atención. Ambos se sintieron felices de que, al menos por un momento, el niño los mirara con interés y se mostrara más abierto.

Sabían que, paso a paso, estaban ganando su confianza.

Al terminar, se dieron cuenta de que había comido la mitad de su plato. Alex y Henry no podían estar más felices; según lo que leyeron, el niño no comía mucho y que comiera la mitad del plato los hizo felices.

Llevaron al niño hacia el baño y lo ayudaron a lavarse los dientes. Una vez que estuvo listo, lo acompañaron a la habitación. Henry vio que David se subió a la cama y negó con la cabeza.

─ David, a Arturo puede que no le guste que te subas a su cama, baja.

Arturo negó y se acercó al perro. David le lamio la cara y el niño sonrió.

─¿Quieres que se quede contigo esta noche? ─Henry pregunto. El niño asintió. ─Muy bien, entonces a dormir los dos, vamos.

Alex abrió las sábanas y Arturo se metió. Henry encendió la luz de noche y vio el libro.

─¿Te parece bien si te leemos el libro? ─Alex pregunto, y el niño miro el libro por un momento, luego asintió. Alex se sentó en la cama y Henry en el sofá de a un lado.

Comenzando así el primer capítulo. Luego de un rato vieron como el niño se había quedado dormido. Ambos asintieron y dejaron el libro a un lado. Henry lo cubrió mejor con las sábanas y le sonrió antes de salir.

En el pasillo ambos se miraron.

─Estaremos bien, lo haremos bien, ¿Cierto? ─Henry pregunto temeroso.

─Lo haremos bien, estoy seguro que en algún momento, Arturo se dejará dar todo el cariño que tenemos. ─Sonrió Alex. ─Vamos a dormir. Mañana tendremos que buscar escuelas para Arturo.

─¿No lo dejaremos estudiar en casa?

─No me siento cómodo con que estudie en casa; debe convivir con más niños, aunque queramos tenerlo bajo control, él también debe ser independiente en algún momento, así que es mejor darle un trato normal.

Henry asintió y siguió a su esposo a la habitación.

─Creo que debemos comprar bolsas extras de arroz. ─Henry sonrió mientras se sacaba su reloj.

─Lo más seguro. Creo que podría comprar un libro de recetas ecuatorianas, tal vez por eso no come, puede que este acostumbrado a comer comida ecuatoriana.

─Eso seria una buena idea, cariño.

─Haremos esto, estoy seguro.

─Eso espero.

Cuando Arturo se levantó, vio en el reloj de Mickey, que estaba al lado de su cama, que eran las 6:00 de la mañana. Se levantó rápidamente y buscó en la cómoda sus cosas, suspirando aliviado al verlas ahí. El perro lo saludó moviendo la cola y él lo acarició.

Tomó una muda de ropa nueva y se metió a bañar. El niño estaba acostumbrado a ser independiente en cuanto a su aseo personal. Una vez listo, peinó un poco su cabello, pero siempre le dolía; su cabello era propenso a enredarse. Se puso un par de zapatillas, tomó su libro y salió con cuidado de la habitación. Junto a David, bajaron con precaución hasta el comedor y, con un poco de dificultad, se sentó en la silla que usó ayer.

Quería algo de agua, pero no quería hacer molestar a sus nuevos padres de acogida si tomaba algo de la cocina, por lo que espero que ambos despertaran.

Cuando Alex y Henry despertaron, eran como las 8:30 de la mañana. Alex tenía el día libre y Henry se tomaría el día para pasar tiempo con Arturo y buscar escuelas para él. Cuando ambos estuvieron cambiados, fueron por Arturo para ayudarlo a vestirse. Su sorpresa fue grande al ver la cama en un intento de estar tendida; el niño no estaba en la habitación.

─¡Arturo! ─Henry hablo asustado.

Ambos comenzaron a buscar por la habitación, pero no estaba. Ver la mochila les dio algo de tranquilidad. Bajaron a toda prisa y vieron al niño jugando con sus dedos en la mesa.

─Hola cariño. ─Henry saludo y vio a Alex suspirar aliviado. ─¿hace cuanto estas aquí? ─pregunto acercándose y poniéndose a su altura.

El niño mostro 6 dedos y ambos sudaron frio.

─¿6 de la mañana? ─Alex pregunto, y el niño asintió.

─Lamentamos habernos quedado dormidos, creímos que dormirías un poco más ─dijo Henry, pero el niño solo se encogió de hombros.

─Voy a preparar el desayuno. ¿Te gustaría algo en especial? ─preguntó Alex, y el niño negó con la cabeza. ─¿Seguro? Puedo hacer waffles, panqueques, lo que quieras ─insistió, pero el niño volvió a negar.

─ ¿O quieres tal vez cereal? ─Henry le pregunto, pero volvió a negar.

─¿Quieres comer algo? ─Pregunto Alex, pero el niño negó. ─Conozco la receta de unos chilaquiles, tal vez te gustaría. ─Pero el niño nuevamente negó.

El niño señalo unos vasos detrás de Alex.

─ ¿Quieres tomar algo? ─Pregunto.

El niño asintió y señalo el agua de David. Henry se levantó.

─¿Quieres agua cariño? ─Pregunto Henry a lo que el niño respondió asintiendo.

Alex fue rápidamente por agua para el niño, regresando con un gran vaso. Al dárselo, el niño lo bebió de prisa, lo que les hizo suponer que había estado queriendo agua desde las 6. Eso los hizo sentir mal.

─Cariño, siempre que quieras puedes ir a cocina y tomar lo que quieras. Toda la comida que hay ahí puedes comerla. ─Alex le hablo poniéndose a la altura del niño. ─Compraremos cosas que te gusten. Puedes usar lo que quieras aquí.

─Esta ahora es tu casa, cielo. Todo lo que está aquí lo puedes usar.

El niño asintió y miro el jardín donde estaban los juegos y la piscina. Ambos adultos siguieron la mirada del niño.

─¿Quieres ir? ─Henry pregunto y el niño asintió tímidamente. ─Entonces vamos, ayer no tuvimos la oportunidad de mostrártelo.

Alex ayudó al niño a bajarse de la silla y ambos lo llevaron al jardín trasero. El niño se impresionó al ver el jardín. Había algunos rosales, una piscina enorme, así como unas hamacas. El niño se acercó tímidamente a la resbaladilla y los columpios.

Henry y Alex se pusieron a la altura del niño.

─Todo lo de esta casa es para ti, esto es tuyo. Si quieres jugar aquí, no tienes que dudar en venir. Puedes jugar lo que quieras ─dijo Alex─. Solo avísanos para que podamos vigilar que no te hagas daño. Y si nos dejas, podremos jugar contigo si lo deseas. ¿De acuerdo?

El niño asintió y miró al suelo.

─Queremos que te sientas bien aquí. Si hay algo que te moleste puedes decirlo, Arturo. ─Henry le hablo.

Arturo sonrió al escuchar como Henry decía su nombre, le parecía divertido.

─Veo que te divierte como digo tu nombre. ─Henry rio un poco y el niño asintió. ─Me alegra que te divierta.

─Tengo una idea. ─Alex hablo y el niño lo miro. ─Tengo ganas de comer comida ecuatoriana ¿Por qué no vamos a comer a un restaurante? Ya que eres ecuatoriano podrías decirnos que comer ¿Qué te parece?

El niño lo pensó un poco, pero luego asintió con una leve sonrisa.

─Entonces vamos, estoy seguro que encontramos algo bueno. ─Henry hablo.

Ambos se levantaron y entraron a la casa junto con el niño.

Encontrar un restaurante ecuatoriano no fue difícil. Alex y Henry se pusieron gorras y gafas para salir. El servicio de seguridad los llevo y entraron a uno que no estaba tan lleno. Se sentaron y una señorita les dio el menú.

─Todo se ve bien. ─Henry hablo, aunque le pareció muy pesado para ser un desayuno.

─¿Qué nos recomiendas, Arturo? Tú debes saber más de esto que nosotros. ─Alex pregunto.

El niño miro la carta y señalo un platillo llamado "Triguillo". Ambos asintieron y la señorita se acercó.

─Disculpe ¿qué es el triguillo? ─Alex pregunto.

─Es plátano verde frito y des quebrado con huevo, queso, jamón y chicharrón de cerdo. Viene con un huevo frito y una taza de café.

─Suena fabuloso ─dijo Henry.─ ¿Puede traernos tres, por favor?

─Enseguida ─respondió ella, llevándose la carta.

Henry sacó de la mochila una botella de Ensure y se la dio a Arturo.
─Debes tomarla, cielo.

Arturo asintió y la abrió, bebiendo un poco. Eso hizo felices a ambos.

Alex y Henry nunca habían probado algo así antes. Estaban maravillados con el sabor, pero lo que más les gustó fue ver al niño comer con mucho gusto. Alex estaba decidido a aprender a cocinar ese plato; parecía ser uno de los favoritos de Arturo.

─Arturo, estamos pensando en buscarte una escuela ¿Quieres a acompañarnos? ─Henry pregunto y el niño solo asintió.

─Hicimos unas reservas, así que podemos juntos para que veas la escuela.

El niño asintió levemente y siguió comiendo.

La idea de que tal vez el diagnóstico de Arturo estuviera equivocado empezó a rondar la cabeza de Henry, por lo que pensó en hablar con Alex para sacar una cita con especialistas que confirmaran si Arturo realmente presentaba rasgos de TEA.

Ambos sonrieron al ver que Arturo casi había terminado su plato. Había dejado un poco, pero había comido mucho, lo que los hizo muy felices. Alex decidió que pediría a Amy que investigara sobre algún curso de cocina ecuatoriana para aprender a preparar esos platos en casa. Tal vez Arturo no tenía un problema con la comida, sino que solo extrañaba lo que estaba acostumbrado a comer.

Subieron al auto conducido por un chofer, y vieron a Arturo jugar un poco con sus dedos. Las escuelas que eligieron habían sido recomendadas por un colega de Alex que tenía una niña con rasgos de TEA.

Al llegar a una de las escuelas, vieron que era espaciosa y, sobre todo, tenía buena seguridad. Aunque Alex había dejado de ser el hijo del presidente hacía tiempo, ahora estaba impulsando su carrera para lanzarse como alcalde de Nueva York, y además era esposo de un ex príncipe. Eran figuras públicas y querían proteger a su hijo de cualquier peligro.

Al reunirse con el director, permitieron que Arturo también estuviera presente.

─Su secretaria nos llamó, señores Claremont-Díaz Fox. Si consideran que nuestra escuela es apta para su pequeño, estaremos honrados de que estudie aquí.

─Nos han dado muy buenas recomendaciones sobre esta escuela. Estamos nerviosos porque no queremos que Arturo pase por ningún peligro, pero sabemos que tienen personal capacitado para tratar con niños neurodivergentes ─dijo Alex.

─Así es. Hay niños así en nuestra escuela, pero tenemos personal capacitado para apoyarlos.

─Arturo ha estado estudiando en casa, sabemos que será difícil para él, pero consideramos que es lo mejor ─añadió Henry, mirando a Arturo.

Ambos miraron al niño que veía con atención hacia afuera, daba a un patio de juegos.

Alex y Henry consideraron la escuela apta para Arturo, por lo que en dos meses, después del verano, podría ir a la escuela.

Al llegar a casa el niño sonrió al ver al perro.

─Tú y David pueden ir a jugar al patio si lo deseas. ─Alex le hablo y el niño asintió mientras se alejaba de ellos para ir a el patio.

─Alex, me gustaría llevar a Arturo con más especialistas. Quiero saber que tan fuertes son sus rasgos de TEA. ─Henry hablo.

─No veo porque no, solo tendríamos que hablar con Alisson para decirle que queremos que Arturo sea tratado ahora por un especialista particular.

─Si no te molesta, llamare a mi terapeuta. Estoy seguro que tiene el número de algún psicólogo infantil. ─Henry sonrió.

─No veo porque no, cariño, Arturo necesita cuidado y si nosotros podemos dárselos, entonces no veo el porque no hacerlo.

Henry suspiro sonriendo y vio a David y Arturo jugar en el césped.

─Quiero que se quede, Alex. En serio quiero que Arturo pueda adaptarse y quedarse con nosotros.

─Estoy seguro que lo hara, cielo. Solo hay que darle tiempo.

Arturo se comienza a adaptar a Alex y Henry.

Muchas gracias por leer. 

Les amo.

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