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ʚ🌼ɞ Capitulo 15.





Dos semanas habían pasado desde que se reunió con Akira. A partir de ese día, comenzó a recibir un regalo cada día, sin falta, al principio comenzó con pequeñas cajas de chocolate, ahora le tocó el turno a las flores.

Para su suerte, Riku no estaba presente cuando el repartidor llegaba a dejarle los regalos. Él no tenía nada que ocultar, pero sin duda no le apetecía contarle las cosas que aquel hombre de ojos miel le dijo.

-¿No irás a la oficina? -Yusei preguntó mientras olía el panqueque que Riku le preparó.

Se había sentido afortunado de no tener náuseas los primeros meses, pero al parecer cuando se confiaba de que algo iba a ir a su favor, las cosas se tornaban en su contra. Hace una semana comenzaron las náuseas matutinas y las aborrecía, no le permitían disfrutar su desayuno.

Riku comenzó a cocinar más suave, sin tantos olores o sabores muy fuertes. Pero tampoco le gustaba eso, él quería sentir los sabores con propiedad.

-No estoy enfermo como para comer esto, parece papel mojado -Yusei hizo un pequeño berrinche mientras masticaba. -Puedes traerme algo dulce para acompañarlo.

-No estás enfermo pero estás muy embarazado. -Riku colocó la miel frente a él.

Su aspecto físico también había cambiado radicalmente, el plano estómago que lo acompañó durante esos meses había cambiado por uno más redondeado.

-Y no iré a trabajar hoy, creí haberte dicho que me quedaría para pintar la habitación del bebé- Riku respondió su pregunta mientras llevaba un pedazo de naranja a su boca.

-Lo había olvidado -Yusei admitió.

Ellos terminaron de desayunar tranquilamente, hablaron de que la hermana de riku probablemente viniera a cenar esa noche y se estaban planteando si ya era momento de decírselo.

-Al final, ¿querrás ese tono de verde? -Riku le tendió la carta de colores nuevamente. -Sí sólo pintamos una pared de color y la demás blancas, quedará bien.

-Podemos complementarlo con los muebles. -Yusei propuso.

-Sí, por supuesto. Ve a cambiarte, te dejé un overol descartable en nuestra habitación y colócate la mascarilla.

-¿Y tú no te pondrás uno?

-Estoy acostumbrado a mancharme con pintura. -Riku rió.

Yusei se sintió estafado cuando aquella prenda cubrió todo su cuerpo, no podía creer que riku lo haya convencido de ponerse algo así. Refunfuñando caminó nuevamente a la habitación donde el castaño lo esperaba.

No le sorprendió para nada que este comenzara a reír como una hiena loca, esperó con el ceño fruncido hasta que las lágrimas dejaran de salir.

-Parezco un maldito Michelin

-Te ves adorable.

-Cierra la boca.

Riku con la excusa de que él no podía hacer mucho esfuerzo comenzó a hacer la mayor parte del trabajo.

-Sí me hiciste poner esta mierda por lo menos déjame hacer algo. -Yusei  corrió de mala gana el cuerpo de Riku y comenzó a pintar las paredes de la habitación.

Ellos estuvieron alrededor de dos horas pintando cuando el timbre resonó por toda la casa.

-No iré a abrir vistiendo de esta manera.ñ- El pálido negó

—No te ves mal —riku rió.

Recordando los últimos sucesos, decidió que lo mejor era que fuera él y no riku.

-Iré yo. -Dijo rápidamente, le importaba poco que lo vieran como un raro Michelín descartable, prefería eso a tener que hablar.

-Oye, ve despacio. -Riku lo comenzó a seguir intentando alcanzarlo. -Ten cuidado, puedes caerte.

Hizo oídos sordos a las advertencia de riku hasta que llegó a la puerta de su hogar, con cuidado de no pintar las paredes o la puerta, abrió la misma para encontrarse con un enorme ramo de girasoles. Lo recibió rápidamente, firmó el papel que confirmaba su llegada y trató de poder escapar de dicha situación.

-Es un ramo caro. -Riku lo miraba intrigado.

-Creo... no lo sé. -Rió nerviosamente. — Deberíamos seguir pintando.

-¿Quién lo envía?

-¿Realmente importa? -Yusei evadió la mirada del castaño para ir a buscar un florero.

-Bueno, me gustaría saber quién le manda girasoles a mi esposo.

-Fue Akira -Respondió sin mirarlo.

-¿Y por qué?

-¿Recuerdas el día que fuiste con tu hermana?

-Lo recuerdo -el castaño confirmó.

-Poco después de que te marcharas, recibí una llamada y era él, me invitó a almorzar.

-Te invitó a almorzar... -Riku repitió
sus palabras.

—Sí. Él dijo que iría Ethan...

-Y le creíste.

-Bueno, sí, no tenía razones para no hacerlo. Cuando llegamos, dijo que Ethan ya no vendría.

-Oh, no se esforzó por crear una buena excusa.

-Akira dijo que vio mis libros en internet, a lo que le respondí que básicamente me investigó. Él dijo que también te buscó y que no tenías el perfil bajo -Yusei apartó la mirada, no le hacía gracia tener esa conversación- Al parecer entró en todos los artículos que hablaban de nuestro matrimonio y los que no también. El punto es que llegó a la conclusión que ninguno era fiel y el muy descarado se atrevió a preguntar si mi bebé era realmente tuyo.

-Maldito infeliz -La mandíbula de Riku estaba tensa.

-Lo confronté y se disculpó. Luego dijo que le gustaba y pensó que si nuestro matrimonio era tan desequilibrado como parecía, tendría una oportunidad conmigo.

-Asqueroso, ese tipo es asqueroso. ¿Piensa que enviando flores caras puede obtener algo de ti? No merece nada.

-Hey, tranquilo. -Yusei tomó las manos de Riku -Akira por poco no se pone de rodillas para disculparse, ahora simplemente está tratando de quedar bien.

-Dile que no necesitas nada de sus miserias, que tu esposo puede darte la luna si lo precisas.

-Ven aquí, pequeño cavernícola -Extendió sus brazos para recibir el gran cuerpo de su contrario en un abrazo. -Él puede mandar todo lo que quiera, nadie te sacará de mi cabeza.


•🌼•




Ellos se encontraban preparando la cena cuando el timbre los alertó, al final habían decidido que la hermana de Riku viniera y que ella pudiera ver con sus ojos la noticia que le tenían.

Yusei se había comenzado a mentalizar desde la tarde que las cosas podrían salir muy bien o muy mal. Con pequeños temblores involuntarios en sus manos acarició su estómago.

-Todo estará bien. -Riku lo calmó- Va a estar encantada.

A Yusei no le importaba si él no les caía bien a los familiares de Riku, pero si Akira pudo llegar a la conclusión de que su bebé no era de su esposo, la familia de él tranquilamente podría acusarlo de lo mismo, no podría aguantar el hecho de que su bebé sea tratado despectivamente por la familia de Riku.

Lo único que deseaba es que su hijo fuera amado.

-Iré a abrir. -El castaño sonrió y depositó un pequeño beso en su frente.

Antes de ir a la sala, revisó su aspecto, esperaba no tener algún vegetal colgando de alguna de sus prendas o haberlas manchado con los jugos de las mismas.

En cuanto escuchó la puerta abrirse, el silencio que caracteriza su hogar fue reemplazado por alegres murmullos y suaves risas, aquello logró que su tenso cuerpo se relajara considerablemente. Cierta parte de él esperaba que la hermana de Riku se impusiera en su hogar, dejando ver su desagrado.

Tomó un último respiro antes de dirigirse a donde se encontraba su invitada. Debido a su estómago tomó la decisión de comenzar a usar ropa un poco más holgada, los suéteres, cardigans y hoodies ahora eran de sus prendas favoritas para poder disimular un poco su situación.

Decidido a no sentirse incómodo o intimidado en su propia casa, levantó su rostro con orgullo y juntó el coraje que necesitaba para enfrentarse a lo que sea que se le atravesara. Ya sea bueno o malo.

Cuando Yusei la conoció hace algunos años era una adolescente rebosante de energía y carisma, ahora, que la veía en su sala podía decir que aquel brillo natural que emanaba seguía estando allí, un poco más tenue, pero Yusei asumía que era debido a que cuando uno crece pierde la inocencia y enfrenta el mundo, cruel y oscuro.

Se sintió levemente cegado por la brillante sonrisa que se le regaló, era como la de riku, grande y encantadora. Por supuesto, no era la única característica que compartían, el cabello castaño claro y un lunar arriba de su labio.

-Yusei...-Ella le sonrió dulcemente, sus ojos estaban enfocados en su rostro. —Es un placer volver a verte después de tantos años.

Devolviendo la sonrisa y sintiéndose cada vez más aliviado, respondió -El placer es mío, Hye.

Ella dio unos pequeños pasos para acercarse hasta que posó, curiosa, la mirada en su abultado estómago. Yusei pudo ver la duda cruzar su rostro, como si en su interior se debatiera sobre sí decir algo o quedarse callada.

-Sorpresa...-Riku habló, alegremente, confirmando los pensamientos de su hermana -Serás tía.

Los regordetes y bien maquillados labios de la mujer se abrieron con asombro. Hye miró nuevamente su estómago, luego a su cara y finalmente a su hermano.

-Dime que no es una broma. -Su cuerpo daba pequeños saltitos en el lugar, conteniendo las emociones hasta que su hermano lo dijera nuevamente. -Yusei dime que no es una broma.

-No lo es. -Rió nerviosamente, agradecido con Riku cuando se acercó y lo envolvió en sus brazos.

-¡No lo puedo creer! -Ella chilló, dejando salir aquella explosión de emociones que contenía. Yisei por su parte quedó helado cuando la vio arrodillarse en el piso para quedar a la altura de su barriga, jamás creyó que Hye hiciera aquello, primero porque su ropa era indudablemente cara y verla en el piso sin preocupaciones era simplemente raro. -¿Puedo tocar?

-Claro.

El calor de las manos de Hye traspasó la tela del suéter, lejos de sentirse incómodo, se sintió bien y agradable.

-Hola, ternurita. Te habla tu tía, espero conocerte muy, muy, muy pronto. — Ella acarició suavemente su estómago para luego ponerse de pie y felicitarlo. - Estoy muy contenta por ustedes, chicos. Riku tu sabes que siempre puedes contar conmigo y quiero hacerte saber, Yusei, que tú también puedes contar conmigo para lo que sea, incluso si es abofetear a mi hermano.

-Lo tendré en cuenta. -Yusei rió, sintiéndose aliviado de contar con el apoyo de Hye. Ahora por lo menos tenía la seguridad que su bebe tendría el amor de su tía.
















¿Demasiada paz?  👀


















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