7🐺
Mark abrió los ojos y pateó a la persona que lo abrazaba, él se fue a dormir solo, ¿cómo es que había amanecido acompañado? El hombre en el suelo se frotó la parte posterior de la cabeza, el pelo negro era un bello desastre. Mark miró a Dian lo peor que pudo antes de ponerse en pie.
—¿Qué crees que haces? —gruñó, Dian lo miró aburridamente y también se puso de pie.
—Dormía.
—Jajá, te crees gracioso, estabas durmiendo conmigo —señaló, Dian se encogió de hombros.
—¿Y qué? Sólo es dormir, no hice nada extraño.
—No te permití dormir conmigo anoche, te mandé a tu cama.
—Pequeños detalles, si tu no vas, me daré un baño primero —dijo caminando hacia allí, Mark lo miró como un tonto antes de susurrar un “Adelante” entre dientes.
Mark se sentó en la cama, tomó su teléfono y marcó el número de su hermano, Preston contestó luego de tres timbres.
—¿Qué pasa?
—Dime que tuvieron un gran revuelo anoche —Preston suspiró.
—Debí suponer que ya lo sabías —del otro lado del teléfono se escucharon carcajadas—. Nuestro padre casi se desmaya cuando lo dijo, se puso tan pálido que me asusté por un momento.
—¿En serio? Debí quedarme.
—¿Estás listo para tres cachorros que te consideraran ídolos?
—Puedes apostarlo, siempre quise hacerte creer que era un Dios, desgraciadamente teníamos la misma edad —Preston se echó a reír, luego habló seriamente.
—¿Por qué soy el único que no sabe quién es tu compañero?
—¿Quiénes saben?
—Nuestros padres, incluso Erwan lo sabe.
—No le dije a nadie, si ellos lo saben es por sus propios medios.
—Al parecer no soy muy inteligente, ¿no me lo dirás de todas formas? —Mark se rindió, ya no cumplía ningún objetivo escondiéndolo.
—Es Dian —Preston sonó confundido desde el otro lado.
—¿Qué? ¿Dian, nuestro tío?
—No es nuestro tío, sólo le decíamos así de pequeños —dijo viendo a Dian salir del baño con una toalla a la cintura, se estaba haciendo costumbre verlo semidesnudo y no hacer nada a favor de ello.
—Habla por ti, aún le decía así, ahora es mi cuñado.
—Sólo dile Dian —Dian se sentó frente a él y lo miró con curiosidad, al ser cambia-formas podía escuchar perfectamente a Preston del otro lado.
—No sé porqué me sorprendo, tú y él siempre tuvieron una relación extraña.
—Aún la tenemos —afirmó, Dian sonrió de medio lado.
—¿No están juntos aún?
—No, aún no, sigo enojado con él —murmuró, Mark se erizó cuando los ojos de Dian se tornaron de dorado.
—Ya sabrás que haces, tengo que irme, llama si necesitas algo.
—Lo haré, gracias —Mark dejó el teléfono y miró a Dian, ahora parecía una mala idea haber hablado demasiado evidentemente se metió en problemas.
—Así que sigues enojado.
—Sí —Dian entrecerró los ojos.
—¿Y qué tengo que hacer para que se te pase dicho enojo?
—Nada, iré a…
Mark no pudo levantarse cuando tuvo a Dian encima, a pesar de tener más poder que la mayoría de cambia-formas a su edad, Mark no pudo verlo cuando se movió, Dian seguía teniendo el doble de su edad después de todo y sabía como usarlo a su favor una vez levantó sus muñecas por encima de la cabeza.
—No irás —alegó deslizando una mano por su pecho.
—¿Qué haces?
—No puedo dejarte ir tan fácil, necesito hacer que me perdones —Dian levantó su camisa.
—Te dije que…agh!!! ¡Dian!
Dian sonrió y miró la reacción de su entrepierna después de morderle un pezón, indudablemente el pequeño toque lo encendió, Mark llevaba casi aproximadamente un año sin acostarse con nadie, hasta una maldita rama podría inducir esa reacción, esto no quería decir nada.
—¿Qué pasa?
La pregunta parecía ser muy inocente, pero no lo fue una vez Dian empezó a desabrochar su pantalón, su puñetero cuerpo traicionero se tensó rogado por su toque, Dian acarició su erección por encima del bóxer y aun así se sintió como el toque directo de su mano, Mark tembló y dejó salir un gemido vergonzoso.
—No sigas tocándome.
—¿Por qué no? Creo que te gusta —Dian bajó su ropa interior y sonrió tocando la punta goteante de su pene, Mark tomó varias bocanadas de aire tratando de calmarse, está de más decir que no funcionó.
—¿Por qué haces esto?
—Tuve que esperar veintiocho años para por fin tocarte de esta forma, lo siento, pero… no puedo aguantar un minuto más —Dian acarició su polla, arriba y abajo lentamente, Mark cerró los ojos y gruñó.
—Suéltame.
—Mark —Dian mordió su labio inferior mientras lo miraba, uno de los colmillos perforó su labio y Mark no podía dejar de mirar.
—Suéltame.
—Está bien, lo siento… —fue murmurando, Dian fue alejando su mano viéndolo con recelo, su otra mano lo dejó libre, Mark lo jaló hacia él.
—¿A dónde crees que vas?
—Dijiste que…
—Pedí que me soltaras porque yo también muero por tocarte —murmuró quitando su toalla, Dian suspiró aliviado y luego lo besó, este era su tercer beso cin su compañero y era muchísimo mejor que los anteriores.
Mark lo tomó del pelo húmedo y mordió en la herida que Dian se hizo segundos antes, la sangre de su compañero brotó y eso lo hizo gemir. Amaba a este hombre y ya no se veía ni un minuto más resistiéndose a él.
Dian acarició su polla y Mark aprovechó para abrir su pantalón y acariciarlo también, Dian jadeó y lo miró, su lobo estaba muy cerca de la superficie.
Dian se detuvo de repente y Mark achicó los ojos, su compañero le sonrió y le sacó toda la ropa sin trabajo alguno, en ocasiones, sólo rompía la tela.
—No sabes cuantas veces soñé en tenerte entre mis brazos.
……
Mark nunca lo sabría, pero él único que lo mantuvo con vida esas tres semanas de cautiverio fue él. Mientras lo torturaban Dian no podía hacer mucho más que gritar de dolor, las armas comunes no hacían mucho daño y eran incapaces de dañarlo permanentemente, pero una vez descubrieron la plata fue distinto.
Dian fue dañado persistentemente mientras le preguntaban la localización de su manada, los humanos traicioneros nunca lo entenderían, pero ni siquiera con riesgo de muerte Dian diría una palabra, su familia estaba ahí, su pequeño compañero indefenso estaba ahí.
Mark tenía cuatro años, pero esperar veinte años no era nada para un cambiaformas, una vez creciera sería el hombre más apuesto de todos.
Ahora mismo se conformaba con verlo una vez más, sólo quería comprobar que estaba bien.
Eso lo mantuvo vivo todo el tiempo, las ganas de estar ahí para Mark en el futuro.
Dian acarició ambas erecciones con una mano, la fricción fue la adecuada para hacerlos gemir y moverse más rápido, Mark lo besó profundamente y chupó su labio inferior, ninguno de los dos pudo soportar mucho más y terminaron corriéndose, el abdomen y pecho de Mark fue manchado, Dian agradeció que no pareciera enojado por ello.
Se veía como un lobo muy satisfecho.
Dian bajó a su abdomen y lamió el líquido derramado, Mark intentó alejarlo, pero no pudo, finalmente dejó caer la cabeza en la almohada y esperó a que terminara, Dian lamió su clavícula, de alguna manera una gota terminó ahí, luego miró a su compañero.
Mark lo miró con los ojos dorados y brillantes.
—¿Cómo pudiste hacer eso?
—Debía probar que tan perfecto era nuestro sabor mezclado —Mark hizo una mueca.
—¡Ugh! Eso es desagradable.
—¿No tienes curiosidad? —preguntó Dian saboreándose, los ojos de Mark se oscurecieron mirando hacia su boca.
—Ya se acabó, no tengo nada que lamer.
—Eso no es del todo correcto —dijo Dian besándolo, Mark recorrió su boca sin pudor alguno y luego se alejó jadeando, sus mejillas estaban muy rojas.
—Debemos irnos o no terminaremos nunca.
—¿No podemos tomarnos un día libre? —Mark hizo una mueca.
—Dian, eres mayor para estas cosas.
—Vale, pero no vuelvas a decirme viejo —gruñó poniéndose de pie y agarrando la toalla, Dian miró a su compañero de arriba abajo —. Bañémonos juntos, volví a ensuciarme.
Mark achicó los ojos mirándolo con perspicacia.
—No.
—No haré nada.
Mark torció los ojos.
—Recoge tus cosas, iremos por el bosque.
—¿Caminaremos?
—Estamos cerca —Dian entrecerró los ojos.
—¿De verdad lo estás rastreando bien?
—Soy el mejor rastreador de la manada, una vez tengo un aroma es difícil equivocarme.
—Vale, iré recogiendo, no entiendo como un mago sería lo suficientemente necio como para meterse en nuestro territorio, todos saben que son renuentes al esfuerzo físico, esconderse en un bosque es estúpido.
—No lo sé, ese mago será estúpido —dijo Mark perdiéndose en el baño.
Tres horas más tarde los dos caminaban bosque adentro, una neblina extraña los rodeó, pero ninguno habló de ello, Mark parecía muy seguro de a dónde iba hasta que se detuvo abruptamente y lo miró.
—Deberíamos esperar aquí hasta que la neblina se disperse —dijo Mark señalando un árbol frente a ellos.
—Está bien —Dian dejó la mochila en el suelo y se sentó sobre la tierra, Mark hizo lo mismo y recostó su espalda al roble.
—¿Qué pasó con los humanos que te hicieron daño?
Dian se puso rígido y lo miró.
—No sé, creo que tu padre los mató a todos —Mark lo miró con incredulidad.
—¿No hiciste nada?
—No, ¿sabes lo primero que hice cuando me soltaron?
—¿Cómo lo sabría?
Dian sonrió ante su mirada desconcertada, esa noche Orión fue el primero en entrar en la guarida con su forma lobuna, una vez despejado todo arrancó la plata que lo retenía y entró Ritz agarrando de la mano a un pequeño Mark, el cachorro corrió hacia él y demandó un abrazo, Dian terminó de hacerse pedazos.
—Te tomé en mis brazos, lloraste conmigo hasta quedarte dormido, Ritz no se atrevió a sacarte de mis brazos en toda la noche —Mark se carcajeó.
—¿Me reclamaste con cuatro años?
Dian negó.
—Supongo que me veía tan mal que si pensaba en sacarte de mis brazos me vendría abajo —Mark sonrió de forma que lo hizo acordarse cuando tenía cuatro años.
—Desde pequeño amo tu compañía.
—Lo sé, a veces escapabas de tus padres para ir conmigo.
—¿Qué?
—Oh, tampoco recuerdas eso, tienes una memoria bastante selectiva, sí recordaste que te daría un beso cuando dejaras de ser cachorro —Mark hizo un puchero.
—Aún debes disculparte por arruinar mi primer beso.
—Ya lo hice.
—Debes hacerlo de nuevo —Dian torció los ojos, pero de todas formas gateó hacia donde estaba, Mark recostó la cabeza al tronco y lo miró.
—¿Aún no estoy perdonado?
—No, esfuérzate por mi perdón —Dian sonrió de medio lado, el perdón a estás alturas sólo era una excusa para poder hacer lo que querían.
Dian besó sus labios y saboreó hasta que su aliento se hizo necesario, Mark tenía los ojos dorados y las mejillas rojas cuando se alejó, los labios estaban igual de rojos mientras pasaba la lengua por ellos.
Dian se alejó antes de caer presa de sus instintos, su lobo aullaba por reclamar a su compañero y eso no era muy buena idea en medio del bosque.
—Debo decirte algo —dijo Mark jadeando.
—¿Si? —murmuró.
Dian esperaba que Mark le dijera que lo amaba, que quería estar toda la vida junto a él, pero no lo que salió de su boca.
—Caí directamente en la trampa de ese puñetero mago, ya no puedo rastrearlo y estamos perdidos en una neblina mágica, me temo que estaremos aquí por unos días.
Dian gruñó y comprendió porqué Mark insistió en besarlo, el chico lo relajó lo suficiente como para evitar que se enojara.
Debió hacerle caso a Ritz cuando le dijo que no lo subestimara.
Su compañero era definitivamente demasiado inteligente para su bien.
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