6🐺
Mark se frotó la frente, sentía como si estuviese de resaca, y esto había sucedido los últimos cinco días en los que se negó a ver a todos.
No quería ver a Dian, tampoco a Preston y mucho menos a sus padres, sentía que lo habían traicionado después de lo que se había enterado.
Los odiaba ahora mismo.
Alguien tocó la puerta y está vez decidió abrir, ya había tenido suficiente lejos de los demás, no podía seguir ignorando a su manada.
Los necesitaba con él aunque le habían hecho daño.
—Mark —suspiró al ver a Dian, se veía como un cachorro regañado.
—Entra.
Dian obedeció mientras él fue a buscar ropa, necesitaba tomar un baño y vestirse de una vez, sólo llevaba ropa interior.
Mark aún estaba enojado, pero llevaba tanto tiempo lejos de Dian que no podía evitar quererlo cerca, Dian se acercó y colocó una mano en su mejilla, algunos mechones de pelo caían por su rostro, su compañero no podía ser más hermoso y no importa qué, era perfecto para él.
—Aún no te perdono —dijo, Dian suspiró, pero luego le dió una pequeña sonrisa.
—Lo sé, pero estaré aquí para cuando puedas hacerlo, sé que te hice daño y lo siento, no encontré otra forma, Mark.
—Eso tardará.
—Esperaré lo que sea — murmuró mirándolo con ojos dorados, Mark abrió la boca para contestar justo en el momento en que su puerta fue azotada con fuerza, el llavín se hizo añicos.
Como siempre, Orión carecía de límite alguno, ya le extrañaba que no lo hiciera antes.
—Mark, que bueno ver qué empiezas a hablar con los demás, creo que ya puedes ir y disculparte con tu padre —gruñó, Mark lo fulminó con la mirada.
—No puedes entrar de esta forma.
Orión achicó los ojos.
—Si puedo, de hecho, acabo de hacerlo.
—¡Papá!
—¿Qué? —Mark mordió su labio inferior.
—Tienes que esperar a que te abra la puerta, pude estar desnudo o haciendo cosas indebidas.
Orión torció los ojos como si eso fuese lo más estúpido del mundo.
—Sinceramente no me importa si estás desnudo o follando, me da igual, ese es tu problema, sin embargo, Ritz es mi maldito problema y ahora tienes que ir a arreglarlo.
—¿Qué quieres que haga exactamente?
—Que vayas a disculparte con tu padre.
—No tengo razón alguna para disculparme.
Mark se congeló cuando su padre le lanzó una mirada amenazante de ojos dorados.
—¿No la tienes? Lo dejé pasar, te dí un poco de espacio porque Ritz dijo que lo hiciera, pero ya me cansé, ¿Preston el favorito, en qué carajo estabas pensando al decir eso?
—¡Es cierto! Lo favorecen mucho más que a mí.
—Chiquillo malcriado —gruñó Orión cogiéndolo del mentón, Mark fue obligado a mirarlo—. A veces olvido que eres sólo un cachorro, pero en momentos como estos no puedo evitar recordarlo, ¿a quién crees que eligió Ritz para llevar su anillo de bodas?
—¿Qué? —balbuceó, sabía que sus padres decidieron tener una boda humana, con alianzas incluidas, anillos que hoy por hoy llevaban colgados en las cadenas con su identificación para que no entorpecieran el cambio, pero no tenía ni idea de que él había llevado el anillo de su padre.
—Preston es el único que podría quejarse por favoritismo, tú fuiste el mayor y con quien Ritz creó un vínculo tan fuerte que a veces ni me dejaba cargarte.
—¿De qué estás hablando?
Orión se peinó el cabello rubio hacia atrás.
—Mira, esto de las charlas no es lo mío, sí, admito que separarlos fue una idea terrible, pero fue lo único que se nos ocurrió en ese momento...
—Papá...
—Deja que termine —Mark mordió su labio inferior—. Entiendo tu enojo, créeme que lo hago, pero queríamos mantenerte a salvo y no me arrepiento de mi decisión, por mucho que duela ahora, estás vivo gracias a eso.
—Aún así...
—Ódiame todo lo que quieras, pero no a Ritz, los tres odiamos la decisión, sin embargo, prefiero tenerte odiándome que no tenerte en absoluto, odiar a tu papá no es una opción, así que ya sabes que hacer —dijo antes de salir, Mark maldijo.
—¡Joder! Mi padre está realmente enojado, cuando se trata de Ritz se pone histérico.
—Cuando se trata de ustedes también, tenías que haberlo visto cuando se dio cuenta de que éramos compañeros —dijo Dian con una sonrisa, Mark lo miró asustado.
—¿Te hizo daño?
—Por supuesto que no, me advirtió que para ponerte un dedo encima tenías que tener al menos veinte años, que debía cuidarte como a mi propia vida, y en el caso de que te hiciera daño él me lo haría pagar.
—Nunca pensé que fuese tan sobreprotector —murmuró.
—Sin embargo, lo es.
—Supongo que debo ir con papá, ¿de verdad llevé yo su alianza?
—Sí, te veías realmente tierno, mucho más cuando te revolcaste en el pastel de bodas junto a Preston —Mark se echó a reír.
—Mi abuela aún sigue recordándonos eso, es injusto que sepas todo sobre mi vida y yo no sepa casi nada sobre ti.
Dian negó con una sonrisa, Mark no podría decir nunca cuanto lo amaba.
—Mi vida no es interesante.
—Para mí lo es.
—Te contaré lo que quieras más tarde —dijo su compañero besándole la mejilla.
—Vale, voy a darme una ducha.
Mark se bañó lo más rápido que pudo y escogió cualquier ropa al azar, dejó a Dian esperándolo y caminó hacia la habitación de sus padres. A diferencia de siempre, Ritz estaba de pie y deslizando la punta de los dedos por los libros del estante, Mark se detuvo y lo miró.
Ritz volteó la cabeza dejándole ver el color gris de sus ojos, el color que había heredado Mark, el dorado se había extinguido completamente y él no tenía idea de este suceso.
—¿Ya puedes ver?
—Sí, ya está completamente solucionado.
—¿Cómo? —Ritz se encogió de hombros.
—El poder de tu padre.
—Pero… —dijo dispuesto a seguir preguntando, luego negó—. No seguiré preguntando sobre eso, vine a disculparme —Ritz le dio media sonrisa.
—No tienes porqué hacerlo.
—Dije que Preston era el favorito y estuvo mal, lo siento si herí tus sentimientos —Ritz pellizcó sus cachetes como si fuese un niño y sonrió.
—Eres tan lindo cuando te disculpas, te pareces tanto a tu padre.
—¡Pá! —gruñó separándose.
—Escucha, está bien que nos guardes rencor, no estuvo bien lo que hicimos y tarde o temprano íbamos a tener que lidiar con las consecuencias.
—Papá...
—Cachorro, siento haber estado de acuerdo con la decisión, siento hacerte daño y también lo siento por haber ignorado tu dolor, pero te amo y eso no va a cambiar.
Mark lloriqueó y enseguida recibió un abrazo de su padre, el aroma de Ritz lo envolvió relajándolo por completo, cómo cuando era un pequeño cachorro.
—Perdón, cachorro.
Mark lo apretó.
—Lo siento, papá —Ritz se echó a reír ligeramente y le besó la sien.
—Asunto olvidado.
—¿Así de fácil? —Ritz lo sacó de su escondite y le acarició las mejillas.
—¿Por qué sería más difícil?
—Mi padre estaría lanzándome miradas fulminantes por una semana entera —dejó salir un bufido.
—Orión es un tonto orgulloso y nosotros fuimos los culpables aquí.
—Que no te escuche hablando así.
—Será un secreto entre nosotros —Mark miró al suelo.
—De verdad lo siento, estaba enojado.
—Ven aquí — ordenó haciéndole señas, Mark se acercó, Ritz cogió una de sus manos y la colocó sobre su abdomen, Mark lo miró extrañado.
—¿Qué haces?
—Cierra los ojos y utiliza un poco de tu poder —Mark lo hizo y enseguida se dio cuenta de lo que quería que supiera, su poder no era fuerte como el de Orión, pero aún así podía establecer una pequeña conexión, en este caso eran tres.
—Esto es increíble, ¿cuánto tiempo tienes?
—Tres semanas, eres el primero en saberlo —Mark miró su abdomen.
—¿Puedes saber qué serán?
—Aún no, pero pronto —dijo acariciándose.
—¿Cuándo lo dirás?
—Esta noche, supongo que te irás.
—No puedo seguir ignorando el trabajo —Ritz agarró su hombro.
—Cachorro, no somos tus enemigos, eso incluye a Dian, comprendo el motivo por el que estás enojado, por supuesto que tienes que estar enojado, pero no seas demasiado inflexible, es tu felicidad de la que estamos hablando.
Ritz le besó la mejilla, Mark suspiró.
—Está bien, felicidades por mis hermanos y no te preocupes, vendré en unos días, por nada del mundo te perderé con una gran panza
—Oh, joder, tú y tu hermano piensan en las mismas tonterías, ya vete —gruñó tirándole un almohadón, Mark lo tiró de vuelta a la cama y sonrió.
—Te quiero.
—Yo igual, ya vete.
Mark se retiró más feliz de cómo había entrado.
……
Dian miró a Mark mientras conducía, el cachorro se veía bien, evidentemente hablar con Ritz fue bueno, diría que más que bueno al ver la sonrisa de su compañero.
Dian se detuvo para poder descansar en un motel, llevaba siete horas conduciendo y ya era muy de noche, por supuesto, justo como Mark había dicho, seguía enojado con él, por lo que no intercambió ni una palabra durante el camino. Dian tenía sueño, pero era más el agotamiento mental el que sentía.
—Dormiremos aquí hasta el amanecer —Mark lo miró extrañado.
—Puedo conducir yo.
—No, no sabemos cuándo podremos dormir una vez lleguemos a nuestro destino — Mark torció los ojos.
—¿De verdad crees que será tan difícil cazar a un simple mago?
—Mark, no subestimes a tus enemigos, ese mago se las ingenió para casi matar a tu padre y al compañero de Preston.
—Lo sé, por eso, una vez que lo atrape lo haré pedazos.
Dian lo miró y negó, no podían hacer una cosa como esa, darle unos golpes hasta dejarlo inconsciente quizás, pero la decisión de su vida corría por cuenta del nuevo concejo.
—No puedes, hay que juzgarlo según las normas de los magos.
—Si lo atrapo yo primero no llegará al juzgado mágico —Dian lo dejó por incorregible.
—Entonces iremos a dormir —sentenció saliendo del auto, caminaron unos cinco minutos y pidieron una habitación, por supuesto, con dos camas muy separadas a pedido de Mark.
Dian torció los ojos y entró.
—Eres exagerado, no haré nada que tu no quieras.
—Ese es el problema —Dian se quedó en blanco por un momento antes de entenderlo, carraspeó.
—Por tu humor deduzco que hiciste las pases con tu padre —Mark se quitó la cazadora que traía y la tiró a un asiento, sus zapatos también quedaron descartados, luego se tiró a la cama.
—Ritz no es como Orión, llegamos a un acuerdo —Dian se puso cómodo y se sentó en una esquina de la cama de Mark.
—Sigo pensando que es demasiado bueno con ustedes.
—Shshsh, mi padre es perfecto así como es, eso mantiene a Orión a raya.
—¿Por eso estás tan feliz? —cuestionó arqueando una ceja, Mark se sentó y sonrió de forma radiante.
—Tendré tres hermanos.
—¿Qué? —preguntó sin saber si había escuchado bien.
—Papá está en cinta.
—Dios, mío, nunca podré acostumbrarme a lo raro que es eso.
—¿Por qué?
—Ritz es un Alfa, eso nunca dejará de ser raro, sólo Omegas pueden concebir.
—Yo estoy aquí por ese Alfa.
—Y estoy contento de ello, pero no deja de ser raro —Mark mordió su labio inferior y lo miró con ojos dorados, Dian se puso tenso.
—Dime, ¿cómo te sentiste al saber que tendrías un compañero Alfa?
—¿Por qué preguntas algo así?
—¿Contestarás? —Dian suspiró y se rindió a él.
—Estaba confundido —dijo, Mark no perdió la calma al escucharlo, pero sus manos se hicieron puños a los lados, Dian siguió su explicación—. Cuando aquello no había escuchado nunca sobre dos Alfas emparejados a excepción de tus padres y ellos son especiales, lo sabes, estaba aterrado por lo que podría significar.
—¿Pero? —preguntó un Mark temeroso.
Dian no podía creer a veces que este muchacho era el mejor cazador de la manada, el frío e impenetrable Mark, a quien todos los cachorros de la manada veían con ojos brillosos e incluso se escondían al pasar.
—Pero recién habías cumplido los tres años y medio y comenzaste a notarme, me regalaste una flor el día de mi cumpleaños, habíamos acabado de llegar del campo de batalla, estaba cubierto de barro y sangre, nada de eso te importó, extendiste tu mano con una pequeña flor azul y dijiste que era para mí, todo el miedo se desvaneció en un instante —Mark se carcajeó.
—¿Te van las flores, Dian?
—No bromees —gruñó, Mark estiró su brazo y acarició su mejilla, su mano estaba caliente como las de todos los cambia-formas, pero Dian la sentía diferente sobre su piel.
—No puedo darte hijos, ni tú a mi, ¿no te molesta? —preguntó en un susurro, Dian cerró los ojos y colocó una mano sobre la suya.
—Podemos utilizar mecanismos humanos para eso, ya sabes, adoptar, alquilar el vientre de alguna loba en nuestra manada, hay muchas formas si quieres cachorros —Mark pestañeó.
—No estamos hablando de esto ahora mismo, sigo enojado, pero… quiero un cachorro que se parezca a ti —admitió con un leve sonrojo, Dian sonrió y besó sus labios, un beso casto que Mark recibió sin protestas.
—Tendremos uno que se parezca a mí y otro parecido a ti.
—Ve a dormir —gruñó Mark empujándolo hacia atrás—. Ni siquiera hemos tenido sexo y estamos hablando sobre cachorros.
—Podemos arreglar eso ahora mismo.
Dian lo agarró de las muñecas e hizo que cayera al colchón, Mark lo miró con los ojos dorados y colmillos alargados, evidentemente no le había hecho mucha gracia la broma.
—No seas atrevido, ve a dormir —Mark lo empujó con fuerza deshaciéndose de él, Dian se fue a dormir luego de darle una mirada decepcionada.
Sólo quedaba terminar este molesto trabajo que había utilizado para acercarse a él, hacer que de alguna manera Mark lo perdonara por ser un egoísta de mierda y su historia de amor podría continuar sin problema alguno.
Quizás era demasiado pretensioso al pensar en ello.
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