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5🐺

¡Ugh!

Mark sabía que era un completo estúpido al creerle a ese maldito Alfa.

¿Qué lo quería?

¡Mentira! Esas no eran más que mentiras, ayer le había dicho cosas muy bonitas, pero eso no significaba que fuesen ciertas. Acababa de demostrar lo mucho que le quería al besar a esa Omega.

Mark nunca podría competir contra ella, él era un Alfa, uno robusto como todos, no una Omega bonita, pequeña y con curvas que llamasen la atención. Se fue en cuento los vio, si querían privacidad los dejaría solos. Se secó las estúpidas lágrimas que salían de sus ojos con el dorso de su mano y regresó a su habitación.

Era ridículo ponerse a llorar por esa estúpida escena, miró atrás cuando su puerta se abrió y dejó pasar al Alfa por el que estaba llorando ahora mismo.

Mark lo fulminó con la mirada y le ordenó que se fuera, pero Dian lo ignoró.  

—Lo que acabas de ver no es lo que parece.

¿Tenía que creerse esa frase tan cliché? Estaba desgastada y solía utilizarse cuando realmente era lo que parecía.

—¡Vete! —ordenó con la voz más gélida que pudo alcanzar, Dian mordió sus labios, los que acababan de ser besados por esa Omega.

—Eres mi compañero, Mark.

—Eso no quiere decir que estás obligado a jurarme lealtad o algo por el estilo, el destino también se equivoca, se equivocó dándote a un Alfa de pareja —gruñó enojado, Dian negó.

—El destino no se equivocó en nada, me gustas tal y como eres, no cambiaría nada de ti.

—Ja.

—Tuve una razón por la que me alejé de ti.

—No quiero escucharla —Dian se acercó y lo abrazó con fuerza, su rostro quedó directamente sobre su cuello y Mark no pudo alejarse no importa lo mucho que luchara—. Suéltame.

—Lo haré cuando termine de explicártelo.

—Dije que…

—Shsh, quédate quieto y escucha, esto no es fácil para mí —murmuró, Mark colocó sus puños en su pecho e hizo presión.

—No quiero seguir escuchando mentiras.

—Cuando los humanos descubrieron que había criaturas sobrenaturales que eran más fuertes que ellos se asustaron —Mark resopló.

—Sé la historia de la guerra, no quiero escucharla otra vez.

—Esta es mi versión de la guerra —Mark se calló y se quedó quieto con la cabeza escondida, el agarre de Dian era más fuerte de lo necesario, pero no se quejó—. Defendí nuestros derechos junto a tus padres, estábamos rodeados de humanos que a pesar de no saber nuestra debilidad hacían mucho daño —Mark puso sus brazos alrededor de su cintura ante ese tono—. Y sin darme cuenta me alejé de tus padres.

Dian se puso rígido y su agarre se apretó más, Mark mojó sus labios antes de atreverse a preguntar.

—¿Y?

—Los humanos me hicieron su prisionero para investigar formas de acabar con nosotros. Está de más señalar que las encontraron —Mark perdió todo el aire en sus pulmones y tuvo miedo de escuchar lo que seguía, pero se obligó a hablar.

—Entonces, las cicatrices…

—Cada una de ellas fueron echas por esos humanos —dijo, Mark no podía ver su rostro, Dian estaba sufriendo con esto y se había asegurado de que no pudiese verlo.

—No —lloriqueó encajando las uñas en su espalda, Dian continuó con la voz un poco quebrada.

—Fueron dos semanas y cuatro días, luego tus padres me rescataron, pero…

—¿Cómo? Mi padre no era tan poderoso como ahora —Dian se carcajeó con un recuerdo, Mark quería que lo compartiera con él, quería saber todo sobre su compañero.

—Es cierto, pero no fue Orión quien me encontró.

—¿Quién fue?

—Fuiste tú, los guiaste hasta mí.

—No lo recuerdo —dijo arqueando una ceja.

—Tenías cuatro años, Mark, es normal que no lo recuerdes —Dian por fin aflojó su agarre y Mark pudo mirarlo, sus ojos parecían un poco irritados, aun así, esta historia no tenía nada que ver con lo que pasaba aquí.

—Comprendo todo lo que has dicho, pero no tiene relación con…

—La tiene —sentenció colocando una mano en su mejilla—. Luego del rescate no fui el mismo.

—¿A qué te refieres?

—Cuando los humanos experimentan eventos angustiantes se produce un evento llamado trastorno por estrés postraumático ¿has escuchado sobre eso?

—Sí, pero pensé que los cambia-formas no lo experimentaban.

—Pues sí que lo experimentan, lo malo es que es mucho peor en nosotros —Mark tragó.

— ¿Qué tan malo?

—No controlamos el cambio, los instintos de lobo toman el mando en ocasiones.

—¿Lo tienes aún?

—Lo tendré siempre —Mark lo fulminó con la mirada.

—¿Pretendías estar lejos para siempre?

—No, sólo hasta que controlara esto un poco.

—¿Por qué hacerlo solo? Yo podría haber ayudado.

—Casi mato a mi última compañera de cama.

Mark cerró los ojos y se alejó, necesitaba pensar en todo esto, digerirlo, no podía negar que su compañero quiso protegerle, pero estaba seguro de que lo había hecho de la forma equivocada.

……

Dian se mordió el labio cuando Mark se alejó de su toque, el cachorro sólo se sentó en su cama y escondió la cabeza en sus manos. Estaba evidentemente preocupado y lo peor es que no sabía la razón con exactitud.

Bueno, escuchar que tu compañero podría matarte no era muy prometedor que digamos, pero Dian no estaba dispuesto a mentir. No mentiría cuando se trataba de algo tan delicado como esto. Una vez Mark levantó su mirada y lo miró sus ojos eran completamente dorados y sus colmillos podían verse.

—Está bien que no quieras estar conmigo —Mark apretó la mandíbula y achicó los ojos.

—Dian, te odio desde los veinte, sin embargo, eso no borró nunca lo que siento por ti. ¿Sabes cómo me haces sentir diciéndome todo esto? —gruñó tomándolo del cuello de su camisa, Dian suspiró.

—No.

—Pues te lo diré, me hace sentir un inútil, alguien en quien su compañero no confía en absoluto —Mark lo empujó haciendo que se golpeara con la pared.

—Mark...

—En mi cumpleaños número veinte pudiste habérmelo dicho, explicármelo, sin embargo, escogiste engañarme, decirme que estaba equivocado, que no eras mi compañero —Dian se mordió el labio y se peinó hacia atrás antes de decir algo que ya no creía que fuese cierto.

—Lo hice por tu bien.

—No, si hubiese sido por mi bien me lo habrías explicado. Estoy seguro de que haber tenido a tu compañero apoyándote haría las cosas más fáciles.

—No quería arriesgarme.

—Eres un egoísta, eso es lo que eres, elegiste por los dos.

—Mark, ponte en mi lugar por un momento —pidió exasperado, Mark lo señaló con un dedo.

—¡Ponte tú en el mío!  Estuve todo este tiempo hecho un desastre.

—Mejor así que muerto —replicó, los ojos de Mark parecieron encenderse aún más.

—No lo repitas.

—¿Esto quiere decir que no me perdonas?

—No.

—Lo siento, siento que tengas un compañero tan débil como yo, sé que no te merezco, pero yo también sufrí con mi decisión —Mark resopló.

—¿No eres muy descarado? Tirarme a un lado para protegerme, luego venir después de años y contarme todo esto, ¿para qué? ¿quieres que haga como si nada? ¿Qué te perdone sin más?

—Sabía que no me perdonarás tan fácil, lo sé, me lo merezco, pero es difícil vivirlo, en algún punto pensé que lo entenderías.

—Siempre quise un compañero que contara conmigo —Dian colocó una mano sobre su rostro y parpadeó tratando de despejar sus ojos, sin embargo, las lágrimas seguían acumulándose.

—Necesito salir.

—Bien, huye como siempre.

Dian salió de la habitación y caminó hasta el cuarto de los padres de Mark, como esperó, Orión no estaba allí, sólo Ritz. Dian se sintió un poco mal por despertarlo.

Ritz se sentó y apoyó la espalda en la madera de la cama, sus ojos dorados quedaron sobre él, al menos no era el mismo dorado apagado de la primera vez.

—Dian, es una sorpresa tenerte aquí —se sentó contra la pared y dejó salir un sollozo, Ritz no dijo nada, no podía verlo aún, pero podía escucharlo perfectamente —. Supongo que ya hablaste con Mark.

—Fue tan bien como esperaba — murmuró con ironía, Ritz suspiró.

—¿Cómo lo tomó?

—Lo tomó de la manera equivocada, dijo que era un egoísta que podía haber confiado en él.

Ritz suspiró.

—Si lo piensas no está equivocado.

—¿De qué parte estás? —preguntó alzando la cabeza—. También estuviste de acuerdo con esta decisión.

Ritz hizo una mueca.

—Dian, ninguno está equivocado, queríamos protegerlo, Mark lo está pensando desde su perspectiva. Ahora mismo está preguntándose la razón por la que no se lo dijiste, ¿fue falta de confianza, poca fe en él, inmadurez?

—Se lo expliqué —gruñó—. Sólo hice que ese chico me odiara aún más.

—No te odia, su cabeza es un caos ahora mismo, está enojado y confundido, sólo deja que lo piense un poco más. Por favor, tranquilízate, no queremos que tu estado mental se deteriore, recuerda lo que pasa cuando eso ocurre.

—Soy un lobo roto, tu hijo no me querrá a su lado, puede tener lo que quiera.

—Roto o no, eres su compañero, mi hijo sólo está enojado, te quiere desde cachorro, ¿crees que todo eso ha desaparecido de un día para otro?

—No fue de un día para otro, llevó años haciéndole esto —murmuró, la puerta se abrió de par en par y apareció un Mark muy irritado.

—Papá —gruñó hacia Ritz, Ritz suspiró.

—Mark.

—Esto explica muchas cosas —replicó mirando hacia Dian, Dian mordió su labio inferior.

—¿Eso crees? —Mark volvió a mirar a su padre.

—Siempre lo supieron, sólo ignoraron todo lo que pasaba conmigo, evidentemente Preston sí que es el favorito —Ritz arrugó la frente.

—Mark. ¿Qué tonterías estas diciendo? Los quiero a ambos.

—Entonces, ¿por qué permitiste que me hiciera esto? Acabaron con mi vida, espero que estén a gusto —Mark se retiró como mismo había llegado.

—Mark.

—Joder, no debí venir aquí.

—Es igual, le dijiste que fue él quien te encontró ¿no? Por supuesto que sabría, un cachorro no comparte muchas conexiones a parte de sus padres, que te encontrara quería decir que eran compañeros, nosotros lo supimos en ese instante y él lo sabe. Dian, no subestimes la inteligencia de Mark —explicó Ritz, Dian no sabía cómo podía mantener la calma después de que su hijo se fuese de esa forma.

—No lo hago, Orión va a matarme —Ritz sonrió.

—Puede ser.

—Oh, mierda.

—No te preocupes por él y ve con mi cachorro.

Dian obedeció y fue al cuarto de Mark, la ducha resonaba en el interior, Dian caminó hacia allí y lo vio bajo el agua completamente vestido, una de sus manos apoyada en la pared, su cabeza contra ella.

Dian caminó hacia él y lo abrazó por la espalda, Mark se contrajo, pero no luchó por alejarse, el agua siguió corriendo empapando su ropa, pero lo mejor fue que pudo sostener a su compañero todo el tiempo que necesitaba.

Mark entendía, por supuesto que lo hacía. Dian sólo debía darle tiempo.

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