4🐺
Mark tuvo ganas de morder a Dian cuando le dijo al gerente del motel que sólo era una mascota, él se echó a reír mirándolo y se veía tan bien haciendo eso. Hacía años que no lo veía sonreír, o siquiera estar cómodo a su lado. Dian estaba feliz y eso inconscientemente lo hacía feliz a pesar de que no lo quisiera.
Caminó hacia la habitación, apenas le abrieron la puerta corrió hacia la cama.
—Alto —el gruñido lo hizo detener su salto y miró a Dian, si pudiera le hubiese arqueado una ceja—. Tienes que darte un baño antes de subir.
Mark resopló, se tardarían horas en eso, mucho más secando su pelo, pero de todas formas desfiló hacia el baño. Dian lo siguió, dejó la chaqueta en un aparador y apuntó a la bañera, Mark se metió y lo miró con atención.
Esperaba más.
—¿Qué? ¿Esperas que me lo quite todo? —ladeó la cabeza—. No puede ser en serio.
Mark lo miró aburridamente, por lo que Dian cedió con un suspiro.
—Bien, me quedaré en ropa interior —murmuró sacándose la camisa.
Mark babeó con la vista de su torso con cicatrices, heridas de cuchillo permanecían sobre su piel, Mark lo único que sabía es que ocurrió durante la guerra, pero nadie hablaba de ello. Dian lo miró después de quedarse en ropa interior.
Probablemente ir mas allá de eso sería demasiado raro.
Mark resopló ante el pensamiento.
—Sólo hazme espacio ahí dentro.
Mark se movió quedando directamente bajo la ducha, gimió cuando el agua caliente comenzó a mojarlo, Dian se encargó de lavarlo exhaustivamente y luego de terminar lo frotó con una toalla, pero gracias a la gran cantidad de pelo no sirvió de mucho.
—Espérame fuera, me daré un baño rápido, y por favor, no subas a la cama —Mark salió y caminó hasta el cuarto, como se le indicó se sentó a esperar por Dian, el agua goteaba hasta el suelo—. Chico, ve a la silla.
Mark lo miró y jadeó, su compañero en toalla era un espectáculo que nadie querría perderse, Dian venía secando su pelo largo con una toalla pequeña, era definitivamente sexy.
Joder, y él estaba en su forma de cuatro patas, desgraciadamente no en el buen sentido, sino literalmente, no podía hacer absolutamente nada.
—Compré un secador de pelo de camino acá, me imaginé que esto pasaría —Mark subió a la silla y se dejó secar, no era muy cómodo no poder responderle—. Estuve pensando en cómo sacarlo, pero no se me ocurre una forma de sacarnos de esta sin incluir a tu padre. ¿Alguna razón por la que no quieras que llame? Cierto, no puedes responderme.
Mark deseaba poder poner los ojos en blanco.
—Creo que tendremos un problema de comunicación aquí. Ya terminé —Mark corrió directo hacia la cama y dio un brinco, Dian se carcajeó, luego de secarse el pelo y ponerse ropa interior nueva se acostó a su lado.
—Podría decirte ahora mismo el porqué de todo, pero no sería demasiado justo —Mark se acercó y lo miró fijamente—. Pero te juro que no quería mantenerte lejos, te quiero más de lo que puedes imaginar.
Mark decidió creerle y se acurrucó a su lado para finalmente ir a dormir, Dian se giró de lado y colocó un brazo encima.
Mark durmió mejor de lo que había dormido en años.
……
Mark despertó en cuanto el primer rayo de sol se coló por el cristal de una ventana mal cubierta, Dian aún estaba abrazándolo, así que salió de sus brazos, se sacudió y Dian se colocó bocarriba, parecía molesto por la interrupción, aunque aún dormía.
Mark se paró en todas sus patas y lo miró de cerca, la mancha rosácea en su pecho lo hizo achicar los ojos, el collar de plata alrededor de su cuello le hizo daño. Se sentía feliz y al mismo tiempo absolutamente triste, la tristeza estaba ahí por lastimarlo, pero la felicidad era otra historia, Dian no dejó de abrazarlo, aunque la plata lo quemase, eso demostraba que lo de anoche podía ser cierto.
Probablemente su compañero no estaba mintiendo cuando dijo que lo quería.
—Mark —gimió Dian abriendo los ojos, Mark ladeó la cabeza prestándole atención—. ¿Qué pasa contigo? Aún es muy temprano —Mark colocó una pata sobre su pecho, muy cerca de la quemadura—. No duele, se curará en unas horas.
Dian se levantó y perdió en el baño, Mark se quedó pensando en una forma de deshacerse del molesto collar. Llamar a su padre estaba fuera de la discusión, no era un cachorro que iba a pedirle ayuda a sus padres cada vez que algo salía mal.
Dian salió del baño sacándolo de sus pensamientos y le sonrió, la baba volvió a acumularse en su boca.
—Abriré la puerta para ti —Mark se bajó de la cama y caminó hacia allí—. Espera un segundo, ¿desde cuándo no comes? Anoche no comimos ahora que lo recuerdo.
Mark lo miró sin saber cómo responderle, llevaba sin comer tres días.
—¿No has comido o bebido nada en estos tres días? —Mark se sentó como respuesta—. Vale, tenemos que mejorar esta comunicación, pero sal mientras busco el desayuno.
Mark salió y olisqueó un par de árboles cercanos, no se atrevió a ir más lejos por miedo a que la gente le confundiera con un animal salvaje, contrario a lo que Dian dijo no parecía un perro en absoluto, era más del doble de esos chuchos descerebrados.
Dian lo llamó con un chiflido y él fue corriendo hacia su cena, Mark no pudo sentirse más ofendido al ver dos cacharros para perro, se sentó mirándolo con altanería.
Dian puso los ojos en blanco.
—Es sólo por hoy, no seas arrogante. ¿Qué querías? —Mark olvidó la ofensa en cuanto su bistec cayó, ni siquiera duró cinco minutos—. Wow, creo que hice bien al comprar otro —Mark le dio un beso baboso en la mejilla que lo hizo sonreír—. Espero que podamos resolver todo esto.
Mark sabía que no estaba hablando sólo del problema con el collar, también se refería su relación.
Por supuesto, él también quería lo mismo, estaba cansado de estar lejos de su compañero.
……
Dian estaba perdiendo la cabeza, lo había intentado todo con ese maldito collar, bueno, no todo, aún le quedaban dos opciones disponibles. La primera era una sierra, pero era demasiado peligroso con el cuello de Mark tan cerca, Dian no se arriesgaría. La segunda era Orión.
Mark se negaba rotundamente a ir con él y ni siquiera sabía el motivo, de verdad esperaba que no fuese por orgullo, o en serio a ese lobo le iría muy mal. Mark lo miró desde la cama con sus ojos de “¿Qué miras?” al menos eso es lo que podía entender.
—¿Por qué no quieres ir con tu padre? A estas alturas no tendrías ese collar.
Mark lo miró aburrido, como si fuese una simple hormiga en su camino.
—Jovencito, no me mires así, trato de encontrar una solución.
Mark bajó de la cama y caminó hacia él, sin dejar de mirarlo como un cachorro.
—Eres un tramposo, sabes que no puedo resistirme a esa mirada.
Mark frotó la cabeza por su pierna.
—¿Tienes sed? Espera, voy a traerte agua —Mark no lo siguió cuando fue al baño para rellenar la tártara y eso lo relajó, machacó las píldoras en su bolsillo y mezcló el polvillo con el agua.
Al menos esperaba que Mark no se diese cuenta demasiado rápido.
Regresó con él y colocó la vasija en el suelo, Mark tomó toda el agua, estaba sediento. Dian lo dejó sin tomar agua a propósito, realmente necesitaba llegar a la manada.
Mark dejó su plato y volvió a la cama, su mirada era intensa pero luego de media hora sus ojos comenzaron a cerrarse. Dian caminó lentamente y lo tomó en sus brazos, el lobo no despertó.
Luego de meterlo en la parte trasera de su auto y asegurarlo comenzó a conducir.
Mark lo mataría en cuanto se diera cuenta de esto.
—¿Qué pasa con él? —le preguntó Orión en cuanto se asomó al auto.
—¿Tú qué crees? Este hijo tuyo es demasiado arrogante —Orión ladeó la cabeza y sonrió de medio lado.
—¿No quería venir?
—Se resistió tanto que no me quedó más remedio que drogarlo —Orión frunció el ceño mirando a su hijo.
—Mmm… deben ser los genes de Ritz, no hicieron un buen trabajo.
—¿Los de Ritz o los tuyos? —murmuró, Orión torció los ojos.
—Como sea, tráelo.
Dian tomó a Mark en sus brazos y lo subió a la casa principal de la manada, era grande, lo bastante grande para albergar a siete Alfas al mismo tiempo sin que quisieran arrancarse la cabeza, también ayudaba que fueran familia, no de sangre, pero familia, al fin y al cabo.
El lobo gris-rojizo se removió en cuanto lo dejó en el sofá, pero no abrió los ojos, Dian le acarició la cabeza y no pudo evitar sentirse orgulloso de él. Este cambia-formas era su pareja, un lobo sano y fuerte que a pesar de su rechazo seguía luchando.
—Vaya, los humanos progresan —murmuró Orión tocando el collar, sus dedos ni siquiera se veían afectados por la plata.
—¿Puedes romperlo?
—Por supuesto, esta cosa no es ningún impedimento para mí —murmuró tomándolo con ambas manos, Orión no hizo mucha fuerza para romperlo. Definitivamente estaba a un nivel distinto. Orión lo miró luego de desechar el collar—. ¿Por qué no lo llevas a su habitación y vuelves aquí? Necesitamos hablar.
Dian suspiró y tomó a Mark, le esperaba una conversación que no quería tener en un futuro próximo, pero ya no había vuelta atrás.
—Siéntate —ordenó Orión apuntando frente a él, Dian tragó y se sentó.
—¿Qué pasa?
—Necesito que me cuentes cuáles son tus planes.
—¿A qué te refieres?
—Debo saber qué piensas hacer respecto a tu compañero —Dian se encogió de hombros.
—Le contaré todo, ya sabe que somos compañeros.
—No le dijiste que yo y su padre sabíamos, ¿verdad? — murmuró Orión dejando salir un poco de miedo en su tono, los miembros de su familia eran los únicos que podían hacer que el Rey lobo reaccionara de esta forma.
Dian nunca lo había visto afectado por nada más.
—No.
Orión dejó salir un suspiro de alivio, ojalá él pudiese tomar algo de eso.
—Ahora me siento más aliviado, si Mark lo supiera nos odiaría.
—Fue por su bien —gruñó, Orión negó.
—A veces no siempre se interpreta de la misma forma, independientemente de que lo hacíamos por su bien, Mark resultó herido, obtuvo el rechazo de su compañero y nosotros nos hicimos los tontos.
—Esto no los hace malos padres.
—Creo que sí — dijo con un suspiro, Dian arrugó la frente y resopló.
—¿Hubieses estado más tranquilo si le hacía otro tipo de daño, si lo mataba?
—Por supuesto que no, pero ¿estás seguro de que estás listo?
—Para nada —dejó salir—. Mi condición mental es buena pero no está del todo bien, supuestamente nunca más lo estará, estoy lo mejor que puedo estar.
—Asegúrate de que lo entiende todo.
—Lo haré, ahora necesito ver a alguien, vendré en un rato para hablar con él.
—Está bien, prepárate para esa conversación.
Dian se retiró y caminó por la manada, estaba nervioso por la reacción que conseguiría, aún más por tener que explicarlo todo. Nunca fue bueno con las palabras, mucho menos cuando se trataba de contar sobre esta parte de su pasado.
—¿Dian?
—Jaqueline. ¿Cómo estás? — preguntó un poco incómodo, no veía a esta Omega desde hace muchos años y verla ahora era un poco perturbador.
—Estoy mal sin ti —murmuró atrayéndolo.
Dian abrió los ojos en grande cuando sintió el toque sobre sus labios, el creyón estaba dejando un ligero sabor a fresa, luego vio a su compañero más atrás mirándolo en shock.
Oh joder, ¿es que alguna vez habría algo fácil en su vida?
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