1🐺
Mark culpaba a los recientes eventos ocurridos en su vida de su situación actual, debió hacerle caso a su hermano y no venir a trabajar.
Por desgracia su trabajo no era rellenando papeles donde podías desecharlo si te equivocabas, Mark arriesgaba el pellejo en el suyo y si no estaba al cien por ciento podían pasar cosas como estas.
Cerró los ojos con fuerza tratando de enfocar su visión, para cuando los abrió vio la oscuridad a su alrededor, era un almacén húmedo, uno en el que se encontraba esposado a una silla.
Por favor, no podía ser en serio, el cambia-formas al que cazaba no era nada del otro mundo, ¿Cómo se dejó capturar?
—Es bueno que hayas despertado Mark Lynn-Storm, estoy seguro de que tus padres darán mucho por ti.
Bueno, esto era un capítulo atípico de su vida, por lo general nunca lograban capturarlo o hacerle daño, que este lobo inferior lo hiciera decía mucho de su psiquis.
No le fue bien en estos días, aún estaba preocupado por su padre, su condición lo puso nervioso y distraído, Ritz ya no estaba en peligro, pero su cabeza no se alejaba de ese escenario. Mark seguía reproduciendo una y otra vez su estado, las palabras de consuelo de Dian y mucho después haber matado al mago que lo envenenó.
Estaba bien, pero su cabeza no podía comprenderlo. Dian fue por él a la mansión, estuvo ahí para él, pero aún no sabía el por qué.
—No tendremos que llegar a eso, si me sueltas podemos llegar a un acuerdo —el chico de cabello rubio sucio mostró una sonrisa irónica, sus colmillos puntiagudos se dejaron ver.
—No llegaré a un acuerdo contigo, no tienes nada que ofrecerme.
—Si tengo, puedo ofrecerte una muerte rápida y sin dolor —el cambia-formas se carcajeó.
—Eres tú quien está atado a una silla.
—No por mucho —gruñó jalando las esposas, la plata picaba sobre su piel.
—No debiste venir solo a buscarme.
—No eres tan peligroso como crees que eres, sólo eres un sucio asesino, ni siquiera te metes con los de tu propia especie, matar humanos te hace patético —el lobo resopló.
—¿Y qué eres tú estando apresado por este ser patético?
Mark gruñó sin tener un argumento y comenzó a tratar de romper las cadenas con las garras. Al ser hijo de Orión tenía un poco de resistencia a la plata, se alegraba de ello.
El lobo frente a él abrió los ojos en grande y miró hacia la puerta metálica, Mark olfateó y tuvo que morderse el labio para no gemir, no caería en eso otra vez.
La puerta se abrió con un golpe estridente y el lobo castaño se ubicó detrás suyo, colocó las garras en su cuello mirando al recién llegado.
Se veía mejor que nunca, con botas de combate, un pantalón que, aunque no era ceñido estaba lo bastante cerca y camisa verde esmeralda. Dian lo miró fijamente sin importarle demasiado que era un rehén.
—Vine por ti, Mark —dijo, Mark gimió viéndolo, el pelo negro estaba lo bastante largo como para poder recogerlo en una pequeña coleta y sus ojos castaños brillaban.
Mark lo amaba y a la misma vez le odiaba con toda su alma.
—No necesito tu ayuda, me las estoy arreglando bien sin ti —el lobo a su espalda lo agarró del pelo y pegó aún más las garras a su cuello.
—Cállense, aún sigo aquí, no me sigan subestimando —Dian arqueó una ceja y sonrió.
—Veo que estás cómodo.
—Demasiado —resopló, Dian negó.
—¿Por qué no puedes simplemente dejar que te ayude?
—No quiero nada de ti —el cambia-formas comenzó a desesperarse, una de sus garras se encajó dejando caer un hilillo de sangre por su cuello, podía sentirla acumulándose en el hueco entre sus clavículas.
—Cállense.
—Espera tu turno —dijo Dian en su dirección, luego lo miró con ojos dorados—. Eres tan orgulloso.
—Vete al infierno —gruñó rompiendo las esposas y partiéndole el brazo al cambia-formas, el hombre gritó luego del crujido y Mark se alejó al ver a Dian sacar su cuchillo de plata.
—Yo tampoco quería venir —murmuró apuñalando al lobo, los gritos cesaron en unos momentos.
—Entonces, ¿qué haces aquí?
—Tenemos un objetivo en común —Mark hizo una mueca y un gesto de limpiarse los oídos.
—Espera, iré a lavarme los oídos porque creo que escuché que trabajaríamos juntos.
—Escuchaste bien —dijo con una voz tan plana que lo hizo enojar.
—¿A órdenes de quién?
—De tu padre, no soy tan independiente.
—Le dije que nunca trabajaría con compañía —Dian se encogió de hombros importándole poco.
—Sólo es un trabajo.
—No te quiero cerca de mí.
—¿De verdad? —preguntó acorralándolo contra una pared, Mark se paralizó—. Cuando eras un cachorro pedías lo contrario.
—Fuiste tú quien me lo dijo —dijo empujándolo, Dian se alejó y resopló.
—Iremos a cazar al mago que escapó y no me digas que no, es una orden directa de Orión, no me apetece irle a la contraria.
—Cobarde.
—No es rentable decirle que no al jefe —Mark achicó los ojos.
—Espérame en tu auto —Dian se cruzó de brazos y lo miró altanero, en serio, Mark comenzaba a odiarlo mucho más de lo que era posible.
—No, no dejaré que te vayas sin mí.
—¿Por qué carajo quieres estar tan cerca de mi ahora?
—Porque tenemos trabajo.
—Pues no te preocupes, iremos de vuelta a la manada y encontraré a otro socio —sentenció caminando hacia su auto, Dian lo siguió tratando de hablar con él.
—Mark.
Mark se detuvo en seco, dejó salir sus colmillos y le gruñó.
—No me hables —Dian lo dejó pasar y se metió al auto sin otra palabra.
Estaba frustrado, llevaba años sin hablarle a pedido de él mismo, este hombre lo hizo dudar de sí mismo, y no le gustaba sentirse así.
Sería el camino de vuelta más largo de su vida.
……
Dian frenó y vio a Mark salir del auto, su aroma lo delataba, en verdad estaba furioso y sabía muy bien la razón. ¿Cómo no hacerlo cuando él era esa razón?
Sin embargo, se merecía el trato que estaba obteniendo. Mark lo odiaba, pero no podría odiarlo más de lo que él mismo lo hacía, la verdad no se arrepentía de nada. Mantenerlo lejos fue una necesidad si lo quería a salvo.
Dian respiró profundamente dejando ir sus pensamientos, no podía recordarlo, no ahora que estaba mejorando.
No cuando podría recuperar a Mark.
Pero, ¿eso era cierto? Dian estaba al tanto del daño que le hizo a su compañero, lo negó todos estos años, incluso llegó a decir que no era su compañero o sentía algo por él, Mark nunca le perdonaría. Pero incluso si lo hacía tendrían mucho camino por delante, Mark aún no sabía practicante nada sobre él, más bien, sabía sólo lo que él le dejó saber.
Mark regresó caminando con paso enojado, se veía realmente bien como quiera que estuviese, la camisa que llevaba era un poco holgada pero aún así dejaba entrever sus músculos, el jean rasgado abrazaba fuertemente sus muslos, como si hubiese sido hecho especialmente para él, las botas de moto forradas de hebillas resonaban contra el asfalto. Su rostro no podía ser peor, una máscara de enfado a tal punto que sus ojos seguían dorados, pero no dejaba de verse absolutamente perfecto.
Dian sólo podía fantasear con tenerlo en su cama, su cabello dorado contra la almohada y sus ojos grises rogándole por más.
—¿Me escuchaste? ¡Maldita sea!
—¿Qué?
—No tengo más remedio que ir contigo, pero haremos este trabajo en tiempo record, no quiero estar más tiempo del necesario a tu lado —sus palabras dolieron, pero no era nada que no le hubiese dicho antes a Mark, sólo era una remuneración por su mal comportamiento.
—Mark, no muerdo, a menos que quieras —Mark lo fulminó con la mirada y se sentó junto a él.
—Ahórrate tus chistes y empieza a conducir.
Dian obedeció y pisó el acelerador, treinta minutos después la historia fue la misma, nada de charla y el aroma de Mark se acrecentaba a cada minuto.
Apestaba a ira y miedo, Dian decidió ir a por la emoción que más conocía.
—No tienes que estar tan enojado —Mark cerró los ojos, pero cuando volvió a abrirlos no estaba mejor, parecía más rabioso.
—Lo estoy, porque tengo que estar días o quizás semanas a tu lado.
—Haré que mi compañía sea agradable.
Mark resopló con burla.
—No quiero nada agradable de tu parte, sólo ignórame cómo mismo lo hiciste los últimos años.
—¿No podemos empezar de cero? —Dian supo que había metido la pata en el momento en que sus colmillos se alargaron.
—¿Perdón? ¿Empezar de cero? Olvídalo, tío —dijo recalcando la última palabra, Mark aún no había olvidado lo que le dijo en su cumpleaños número veinte.
Mark, soy tu tío, eso no puede pasar.
Dian podría querer arrepentirse de sus palabras, querer traerlas de vuelta, nunca haberlas dicho pero la verdad no se lamentaba de ello.
—Sé que estás enojado, por supuesto que lo estás, pero…
—Pero nada, no quiero escucharte, no somos compañeros ni nada por el estilo ¿verdad? Dejémoslo así.
Dian tenía que trabajar con ello, sabía que esto sería difícil, más bien sería un reto, pero tenía que lidiar con sus propios estragos.
— Está bien ¿Hablaste con Ritz?
— Si, dice que está mejor que la última vez que le vi, al parecer puede ver algunos matices y siluetas, dios, pensé que se quedaría ciego.
— Tus padres son fuertes.
— Lo sé.
— Ritz fue secuestrado cuando apenas tenía un mes de embarazo, tú y tu hermano también son fuertes — Mark ladeó la cabeza para mirarle, se veía más receloso que curioso, pero al menos le seguiría la conversación.
— ¿Por qué me dices eso?
— Porque sé que te hice daño y lo siento, pero...
— Un lo siento no borra lo que pasó Dian.
— ¿Crees que no lo sé? — gruñó.
— Dímelo tu ¿Qué es lo que quieres lograr disculpándote? ¿Cambiará algo? — Dian se mordió el labio, Mark sonrió — Me lo temía.
— Mira, las cosas tienen un motivo.
— Dian, me dijiste hace siete años que no querías saber nada mas de mí, lo respeté, ¿sabes por qué? — negó una vez que se dio cuenta de que Mark esperaba una respuesta de él — Porque no quería seguir haciéndome daño. Mi lobo puede ser defectuoso o algo parecido pero cada vez que lo decías dolía, era como si me estuvieras desgarrando una parte del alma directamente, por eso lo hice, así que, por favor, respeta eso y deja de poner el dedo en la llaga, aun duele — Dian empezó a hablar dispuesto a decirle todo, a explicarle lo que había sucedido, el por qué lo había alejado.
— Mark, tu lobo no es…
— Detente, pasaremos la noche aquí — Dian achicó los ojos ante la vista de una casa, no un motel o algo parecido, de todas formas, Mark bajó y cerró la puerta con fuerza, Dian no tuvo más remedio que seguirle — En la mañana podemos pensar que haremos, pero ahora solo necesito estar lejos de ti, aunque sea por lo menos unas horas.
— Mark — como por quinta vez en el día se vio interrumpido.
— Déjalo por hoy, estoy agotado — Mark tocó y casi al instante fue recibido por una bonita omega, su piel pálida contrastaba con el negro de su cabello y sus ojos marrones la hacían parecerse a alguien. Dian se mordió el labio cuando reconoció que se parecía a él, solo que en una versión omega y femenina muy pequeña.
— ¿Mark?
— Hola Cassy, siento pasar sin preguntar, necesito asilo esta noche — ella sonrió lo que la hizo parecer más brillante.
— Está bien, pero ¿Quién es tu amigo?
— Oh, sí lo siento, Cassandra él es mi tío Dian — Dian se repetía una y otra vez que esto es lo que se había buscado, pero de todas formas su cabeza coreaba una y otra vez que no era justo — Dian, ella es Cassandra Summers mi novia.
Dian no podía decir que estaba bien, se había sentido justo como Mark lo había descrito anteriormente solo que lo que se estaba desgarrando ahora mismo no era solo una parte de su alma, también su corazón.
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