🐺Prólogo🐺
Un gemido salió de lo más profundo de su garganta viendo a ese Alfa, su parecido con Marcus era increíble a no ser por los ojos dorados permanentes. El pelo rubio caía sobre sus hombros de una forma agraciada haciéndolo parecer más un león salvaje que un lobo a punto de hacerlo su presa, se veía absolutamente atractivo.
Lástima que estuviese acechándolo.
Orión lo tomó del pelo haciéndolo gruñir enojado, sin embargo, la ira no era su amiga en esta situación.
Ritz sabía que hacer enojar a este lobo no era algo inteligente por decir poco, le vio destrozar a un alfa del doble de su edad sin ningún esfuerzo.
Nada le impedía hacer lo mismo con él, probablemente ni siquiera le llegase al pecho en su forma lobuna.
— Escuché que fuiste tú quien se divirtió con mi hermano.
Ritz no lo llamaría divertido, si bien nunca quiso relacionarse con Marcus tampoco disfrutaba hacer el trabajo, pero no dijo nada, como decían, el pez muere por la boca, en este caso el lobo.
— Te pedí exclusivamente para poder hacerte pagar por eso.
Ritz lo fulminó con la mirada haciéndole presión a las esposas de plata en su espalda, mientras siguieran ahí poco podía hacer, la plata era dañina hasta el punto en que sus muñecas escocían y sangraban donde el metal presionaba.
— Solo mátame de una vez — Orión se colocó a su espalda, el aliento cálido chocó contra su cuello haciéndolo cerrar los ojos y estremecerse.
Ritz culpó al miedo de la reacción de su cuerpo a este Alfa, estaba aterrado de lo que podría hacer Orión con él.
— Matarte sería demasiado fácil, además, te sacaría de tu sufrimiento ¿verdad? — murmuró sardónico.
Ritz se mordió el labio para evitar decir una barbaridad y acabar en una situación peor de lo que ya estaba.
Estuvo los últimos cuarenta años trabajando para el concejo, haciendo los peores trabajos de estos lobos sádicos cuando ellos mismos asesinaron a su Omega, eso no se lo perdonaría jamás.
Ya cargaba con una cruz peor de la que Orión o cualquiera podría imaginar.
— Vete al infierno — Orión lo cogió del cuello y lo acorraló contra una pared.
Ritz enseñó los colmillos lleno de ira.
— Cuidado lobo, esa actitud me enciende aún más — Ritz gruñó, tenía que ser una broma.
— Estás loco.
Orión sonrió importándole poco su opinión, era una sonrisa tan retorcida que Ritz tuvo que obligarse a resistir su mirada o terminaría temblando como una hoja.
— Oh sí, no es la primera vez que escucho algo así, pero ¿sabes qué? — Ritz achicó los ojos como reto.
Orión lo captó y con una sonrisa se acercó a su oído para susurrarlo, cada palabra recorrió su piel como una onda de energía estática dejando piel sensible y nervios de punta a su paso.
— Me gusta cazar a mis presas, no que alguien las sirva para mí.
— Suéltame — para su sorpresa Orión se alejó dándole el espacio que demandó.
— ¿Qué tanto aprecias tu vida? — preguntó con una sonrisa ladina.
Ritz apretó la mandíbula, quería vivir, no por él sino por alguien más, pero ahora mismo no creía que valiese la pena seguir después de que el Alfa que podía ayudarlo muriese dejando atrás una promesa incompleta y muchos años de sufrimiento malgastados.
— Hay algo por lo cual quieres vivir, lo sé, se nota en tu mirada.
— ¿Qué es lo que quieres?
Orión le agarró el pelo y jaló, con su nariz le recorrió el cuello descubierto aspirando su aroma.
Ritz gimió.
— No quiero, necesito que corras, muy lejos si es posible, que no me dejes alcanzarte Ritz.
Ritz se quedó en blanco cuando la cadena de las esposas se rompió y vio solo una garra extendida de Orión.
No era posible que hiciera eso ¿Qué tan fuerte era este Alfa?
Luego, con dos uñas más rompió el aro grueso alrededor de sus muñecas, liberándolo sin esfuerzo alguno.
¿Tenía siquiera una oportunidad contra este lobo?
Ritz no lo sabía, pero pronto lo averiguaría.
Cambió a su forma lobuna, Orión lo miró con una sonrisa viendo su forma animal, muchísima más pequeña que la de él y el pelaje rojizo puesto que tenía ascendencia de zorro.
Ritz le gruñó lanzándole un reto antes de salir por la ventana, lo más rápido que sus patas podían.
Orión sólo se quedó mirándole desde la ventana con una sonrisa enorme mostrándole sus colmillos, parecía divertido con el sufrimiento de Ritz.
Ritz sólo esperaba que terminara pronto de una manera u otra.
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