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8🐺

Orión se agarró del borde de la mesa para no caer por el repentino mareo, su cuerpo se tambaleó una vez más y Ritz lo miró desde el sofá.

Ahora era él quien lo ignoraba, no necesitaba a ese Alfa en sus asuntos.

Suspiró profundamente y por fin se calmó lo suficiente como para ponerse de pie sin ayuda, últimamente podía escuchar pensamientos, no los de Ritz, y eso lo tenía un poco asustado, se suponía que estaba a kilómetros del primer signo de civilización.

— ¿Estás bien? — preguntó Ritz poniéndose de pie, casi llevaban más de dos semanas conviviendo y podía jurar que la tensión sexual se notaba a millas de distancia.

Gimió cuando sintió la rigidez de Milo a través de la conexión con los cachorros, miró a su compañero.

— Necesitamos llegar a la manada — Ritz agarró las llaves que le lanzó y obedeció sentándose frente al volante sin muchas preguntas, sólo a mitad de camino lo miró.

— ¿Qué pasa?

— Mis sobrinos van a nacer — dijo con una sonrisa de medio lado, Ritz lo miró con pánico.

— ¿Hoy?

— En estos días, al menos — murmuró.

— ¿Cómo lo sabes?

— Comparto una conexión con ellos — Ritz apretó con fuerza el volante, Orión estaba seguro de que le molestaba todo lo que involucrara a su persona.

— ¿Con cachorros? ¿No es peligroso?

— Sé lo que piensas de mi — suspiró — Pero no, no es peligroso, es una simple conexión mental que comparto con muchas personas.

Ritz se mordió el labio y lo miró por un momento.

— No lo dije por eso, Orión, lo siento, estoy hecho un maldito imbécil últimamente, todo este tiempo, yo... — Ritz mordió su labio inferior sin poder terminar la oración, Orión sonrió y se encogió de hombros.

— Está bien, yo me lo busqué, soy el culpable de todo, ambos sabemos eso.

Ritz tragó.

— ¿No es cansado tener tantas conexiones?

— No, es lo que me mantiene cuerdo — asintió.

— Tienes una conexión conmigo. ¿Cierto?

— No, compartimos un lazo, mi lobo lo puso en ti sin que me diera cuenta, pero si quieres puedo romperlo — Ritz lo miró, esta vez con pánico.

— No, no quiero sentirlo de nuevo, así que, por favor, no lo hagas.

Orión suspiró, Ritz sintió el dolor de un lazo roto, Orión pasó por algo parecido, pero como no era su pareja real suponía que era algo peor, lo dejó pasar.

— Como quieras.

— No sé cómo pasó, pero de alguna manera te quiero — Orión bufó y lo miró con una sonrisa sardónica.

— Sí, acostarte conmigo, y a veces salir corriendo, te escuché — los nudillos en el volante se tornaron más que blancos.

— Pero siento más que eso, por eso creo que deberíamos hablar.

— ¿Para qué? No creo que estemos preparados para esto — murmuró.

— Estuve huyendo porque no quiero sentir nada por ti, eso sería traicionar a mi Omega.

— Ritz, si hubieses muerto tú y no ella ¿pensarías lo mismo? ¿Qué ella estaría traicionándote conmigo? — la cara de Ritz le dio la respuesta que esperaba — Eso pensaba.

— Hablemos luego, por favor — pidió casi con un gemido.

— Está bien, hablaremos.

No existió más conversación hasta llegar, Orión apenas llegó se encontró a Milo retorciéndose de dolor en el sofá, Marcus estaba exasperado y le veía sin saber qué hacer.

Al parecer la cesárea estaba programada en dos días, por lo que tendrían que esperar. Marcus estaba tan tocado que lo saludó normalmente sin recordar que estaba enojado con él, Orión lo confortó con un abrazo.

— ¿Cómo está? — murmuró, Milo le gruñó desde el sofá.

— Como los mil demonios, no le preguntes a él, pregúntame a mí — Orión sonrió y fue hasta allá con Ritz, él se sentó a un lado mirándolo, pero no interviniendo.

Milo estaba de lado en el sofá, con la mandíbula apretada a más no poder, Orión suspiró.

— ¿Quieres que te ayude con eso?

— No me digas que vas a tomar mi mano y decirme que respire profundamente porque estoy a punto de matar a Marcus — Marcus se sentó en el otro asiento haciendo una mueca, Orión sonrió, levantó la cabeza del omega y la puso en sus piernas luego de sentarse.

— No lo haré — murmuró tocando su frente húmeda, Milo dejó salir un suspiro de felicidad y miró a su alfa.

— Deberías aprender a hacer eso — murmuró cerrando los ojos, en cuestiones de segundos se quedó completamente dormido.

— Dios mío, gracias, hemos tenido unos días de pesadilla — gimió dejando caer la cabeza en el asiento, Orión miró Ritz, él mostró una pequeña sonrisa.

— ¿Milo está bien? — corrió Trisha desde la puerta, Orión olfateó, al parecer la familia faltante fue a buscar un remedio para los dolores.

Trisha corrió y se puso de rodillas viendo a su hijo, ella suspiró cuando lo vio durmiendo.

— Retiré un poco de dolor y lo puse a dormir — dijo dándole un asentimiento, para su sorpresa ella se puso de pie y le peinó el pelo hacia atrás como si fuera su madre.

— Gracias — murmuró.

Orión miró a otra parte y reconoció a los otros dos Alfas de la familia, todos parecían cansados, no tanto como Milo, pero parecían a punto de desmayarse.

— ¿Por qué no van a dormir un rato? Nosotros podemos cuidar de Milo, se ven bastante mal — Glen lo miró con esperanza renovada, su hijo como si fuera un mártir.

— ¿Estás seguro?

— Si a Marcus no le molesta a mí tampoco — dijo mirándole, Marcus era el alfa de Milo y el padre de los cachorros, debía querer estar a su lado todo el tiempo. Marcus se puso de pie, lo peinó hacia atrás y dejó un beso sobre su frente, justo lo que él le hacía cuando era un niño.

— Dios, no me molesta, sabes que te amo, gracias.

— Cursi — rió, luego recibió un golpe en la cabeza.

— Calla — murmuró tirándose a dormir en el otro sofá, el resto de la familia fue a sus respectivas habitaciones, a Orión le gustaba esta familia, confiaban en él.

Luego le dio un vistazo a Ritz y también le gustó lo que vio, sólo esperaba hacerlo cambiar de idea respecto a él.

……

Resultó que los cachorros fueron justo lo que Orión dijo que serían, nadie se sorprendió de ello, dos chicos, uno Alfa, otro Omega y una chica Alfa.

Ritz sonrió viendo a Orión con la chica Alfa, era una mezcla increíble de sus padres, tenía los ojos verdes de Milo y el pelo rubio de Marcus, Orión se veía feliz y le hablaba de cosas sin importancia.

Lástima que fuese un alfa y no podría darle cachorros nunca, le encantaría tener un par de cachorros con ese alfa si esa era la imagen que vería.

El pensamiento lo paralizó y Orión se giró con la sorpresa escrita en su cara, lo escuchó, eso lo hizo sonrojar y salir de ahí.

Mierda ¿de dónde salió ese pensamiento, darle cachorros? Ni siquiera estaba de acuerdo aun con que fueran compañeros ¿ahora pensaba en ser un omega?

Joder, le gustaba ser un alfa.

— Estas pensando demasiado fuerte — murmuró Orión abrazándolo por la espalda, eso era el mayor contacto que habían tenido desde lo que había pasado en la habitación.

— Lo siento — sabía que su cara estaba roja de vergüenza. Orión besó un lado de su cabeza.

— Deberíamos hablar — Ritz se mordió los labios, ahora mismo no quería hacerlo, el pensamiento era demasiado reciente.

— Lo haremos cuando nos vayamos de aquí — Orión suspiró en su oído.

— También me gustaría tener cachorros contigo.

Ritz se puso más rojo aun, no podía creerlo, Orión sonrió y se fue de vuelta con los niños mientras él se quedaba esperando ahí por algo, no sabía que, hasta que Cecil se presentó delante de él. Ritz la abrazó con toda la fuerza que podía sin aplastarla, ella le acarició la espalda brindándole confort, solo dios sabía que le hacía falta luego de esa revelación.

— ¿Por qué no vamos a mi casa? — pidió guiándolo por un camino empedrado hasta detenerse en una pequeña casa, era bonita.

— ¿No quieres ir de vuelta con tu manada? — por dentro era aún más bonita y perfecta para ella.

— Tu eres mi manada, Ritz — ella se sentó en el sofá y Ritz se arrodilló frente a ella.

— Lo siento — murmuró con la voz rota. Cecil lo agarró del mentón y le sonrió afligida.

— ¿Cuándo dejarás de culparte por eso?

— Pero yo… — ella negó.

— Lía y yo tuvimos la culpa, fuimos las que le dijimos a la persona equivocada que eran pareja, ustedes dos no son culpables, es hora de que te perdones a ti mismo.

— No quiero olvidarme de ella — gimoteó, Cecil le acarició la mejilla.

— Y no lo harás, lo sé, pero debes superarla.

— Pero…

— Nada de peros, Ritz — gruñó — Escucha, Orión también era su pareja, ¿crees que se enojará si le cuentas de ella?

— No lo sé

— Sabes que Lía te amaba, el día que vio a Orión se preocupó por tu reacción — Ritz entró en pánico.

— ¿Qué, por qué?

— No quería que pensaras que había dejado de amarte — se mordió los labios evitando derramar lágrimas.

— Nunca lo hubiese pensado, sé que me amaba.

— Y estaba segura de que tú también amarías a Orión.

— ¿Por qué no me dijo?

— No sabíamos quién era Orión, y ella estaba asustada, por ti, por ambos — dijo, Ritz sollozó apoyando la cabeza en las piernas de Cecil.

— Dios.

— Llora todo lo que quieras — dijo acariciándole el pelo — Pero una vez salgas por esa puerta piensa en tu felicidad otra vez, por favor.

Y Ritz lloró durante horas, como no lo había hecho con la muerte de Lía, todo vino a él de una sola vez. Cecil se quedó acariciándole la cabeza todo el tiempo.

……

Ritz se restregó los ojos y entró a la casa del Alfa, los tres bebés lloraban con una furia que no había escuchado en su vida, Marcus y Orión se balanceaban de aquí para allá con dos de ellos y Milo parecía tener problemas en el sofá con el chico Alfa, se parecía más a él que a Marcus, era una copia exacta suya.

Milo le sonrió en cuanto lo vio.

— Ritz ¿puedes tenerlo un momento? — Ritz realmente no sabía cómo confiaba en él después de lo que le hizo a su Alfa, pero de todas formas lo tomó en brazos.

Milo dio un suspiro de alivio y el pequeño dejó de llorar, Ritz pestañeó mirándolo, Marcus y Orión lo miraron con esperanza.

— ¿Puedes hacer eso con estos dos? — preguntó Marcus con un gemido torturado.

— No hice nada — dijo mirando al chico, una de sus manos lo jaló del pelo, al parecer encontró algo entretenido su pelo.

Marcus se acercó a él, Ritz miró con atención cuando el niño se calló mirándolo, en serio, algo estaba pasando. Orión sonrió y también se acercó, la pequeña alfa hizo lo mismo estirando sus pequeños brazos hacia él, Ritz se sonrojó.

¿Qué carajos pasaba con él?

— Es tu aroma, al parecer les resulta agradable — respondió Orión con una sonrisa, los tres se quedaron dormidos con su aroma y fueron ubicados en la cuna.

Ritz suspiró y subió a su habitación prestada, a punto de entrar Orión lo giró y plantó un suave beso en sus labios, no fue nada profundo, sólo un leve roce.

— Déjame dormir contigo, por favor — pidió acariciándole el pelo.

— ¿Sólo dormir? — Orión asintió y Ritz se rindió abriendo la puerta.

Ambos se quedaron en ropa interior y se metieron entre las sábanas, Orión lo abrazó por la espalda aspirando su olor.

— Los entiendo perfectamente, tu olor también me gusta — Ritz gruñó.

— A dormir.

Orión sonrió escondiendo la cabeza en su cuello y abrazándolo con más fuerza.

Ritz se quedó ahí por un buen tiempo sólo escuchando la lenta respiración y los latidos de su corazón. Mañana tendrían que hablar, ver la posición en la que estaban, porque no pensaba que sería algo fácil entre ellos.

¿Dos alfas?

¡Dios!  Sería una carnicería, pero no podía negar la conexión, tampoco el hecho de que este Alfa no estaba tan loco como pensaba, solo falto de afecto igual que él, pero todo eso podía esperar ahora.

Mañana sería el gran día.

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