# ─ único ☆
Jimin descubrió que el mundo era cruel con solo siete años, después de que sus padres abandonaran a su perrito en la calle en medio de la lluvia con la excusa barata de que ya no tenían qué darle de comer y que encontraría una buena vida sin ellos.
Era un niño y se puso a llorar en todo el viaje, lloró por días, pero nunca regresaron.
¿Por qué ellos podían olvidar tan rápido a un ser que, hace unos días, amaban con toda el alma? ¿O es que nunca lo habían amado? El pequeño se negaba a creer aquello. ¿También harían lo mismo con él? Esa pregunta no lo dejaba dormir por las noches.
Bueno... Eso y algo más..
Su papá nunca lo dejaba dormir porque quería jugar a las "caricias secretas" y a Jimin no le gustaba, pero si se negaba, el hombre se ponía a sollozar diciendo que no lo amaba y el bello niño no soportaba cuando alguien se sentía triste.
Más tarde, descubrió que no era normal que los papis y los hijos jugasen de ese modo al contárselo a su profesora de primaria.
Y nunca más volvió a verlo. Lo poco que recuerda de ese día es a su mamá pidiendo dinero por todos lados para contratar a un abogado y sacar a su marido de la cárcel.
No lo consiguió y su amada mami desapareció en ese mismo instante de su vida porque una señora mucho mayor que decía ser una "asistenta social" se lo llevó.
Nunca pudo olvidar la mirada que le dedicó su mamá al despedirse, aun le causa pesadillas por las noches y tampoco se olvidó de las palabras que le dijo. Su corazoncito se encoge al recordar.
" ― Por tu culpa, nuestra familia se ha destruido. Estás podrido, Jimin. ― afirmó, la mujer. "
Jimin también lo sabía; él estaba podrido.
☆ ☆ ☆
Hoseok bramó, mostrando sus pequeños colmillos postizos. Estaban jugando "¿Lobo está?" y a él, lamentablemente, le tocó ser el malvado lobo.
Sus amiguitos asustados corrían por todos lados.
Menos un niño, quien tenía la mirada perdida, como usualmente la tenía desde su llegada. No era nada fuera de lo común; la mayoría de ellos estaban así al inicio y después, se acostumbraban a su estadía. Algunos solían preguntar dónde estaban sus papás, en cambio, otros simplemente no lo hacían y parecían ser felices al estar lejos de ellos.
Sin embargo, al final del día, eran niños y amaban jugar.
El mayor de todos era Hoseok y por ello, sentía que debía protegerlos a toda costa. Tenía ocho añitos y todavía mojaba la cama, pero... de todas maneras, podía combatir con los malos.
― ¡Te atrapé! ― se carcajeó como todo un villano porque estaba muy metido en su papel, pero no pareció surgir el efecto deseado, el niño no sonrió, solamente lo ignoró y siguió sumido en sus pensamientos.
Oh, quizás el niño no lo escuchó. Era muy común que no lo hicieran.
― Creo que no me escuchaste.. ¡Te atrapé y te voy a devorar! ― avisó, mostrándole nuevamente sus aterradores colmillos y el más pequeño lo empujó fuertemente.
― ¡Déjame en paz! No eres un lobo, sino un niño y además tus colmillos son muy feos. ― soltó, causando que Hoseok hiciera una mueca de tristeza.
Uno de sus amigos se acercó al verlo decaído. Sabía que el mayor era muy sensible cuando le levantaban la voz, siempre se echaba a llorar porque no soportaba los gritos (Taehyung también, pero no podía decirlo porque era un superhéroe). Sin embargo, esta vez él no dijo nada, solamente se quedó mirando a la dirección del otro niño que se fue.
― Es un niño bobo, no le prestes atención. Sigamos jugando. ― animó.
― Sí, sí lo es, pero... él estaba triste. ― reconoció el mayor y Taehyung levantó una ceja, no entendiendo a dónde quería llegar ― Tenía la misma expresión que tuve al llegar aquí.
― ¿Quieres ayudarlo? ― preguntó con curiosidad y se sorprendió al verlo asentir ― ¡Pero- Hobi no lo conocemos! ¡No podemos hacernos su amigo solamente porque sí! Y... no me agrada, no es bonito. No lo quiero en nuestro grupo. ― se cerró, no esperando que el mayor le diera un sopetón fuerte, causando que TaeTae hiciera un puchero entristecido.
― ¡Seremos sus amigos! ― sentenció, antes de volver a jugar y volver a actuar en su papel de villano ― ¡Muajaja! ¡El lobo está aquí y los voy a devorar a todos!
☆ ☆ ☆
Jimin no se sintió bonito esa mañana.
Tan pronto como despertó, observó su feo rostro y comenzó a llorar desconsoladamente porque no entendía el porqué se veía tan... asqueroso.
Él trataba de ser bonito, pero por más que lo intentara, no lo era.
Estaba desayunando tranquilamente y se espantó cuando alguien se sentó al frente suyo. Era el niño raro con sonrisa bonita. El menor debía reconocer aquello.
― ¡Hola! ¡Soy Hoseok, el lobo! Es decir, no soy un lobo... Pero no conocimos de esa manera y.. mmm.. ¿se entiende? ― se presentó de una forma de extraña.
Lo miraba intensamente, incomodándolo. Seguramente, esperando una respuesta.
Pero él no dijo nada, ni tampoco lo haría. '
No quería tener amigos en ese lugar porque esperaba que, muy pronto, volviese a su casa y sus papis lo estuviesen esperando con los brazos abiertos. Ojalá y pudiesen perdonarlo por el terrible error que cometió. Los quería ver, nuevamente.
― Yo... vine porque quería que fuéramos amigos. ― se ofreció, volviendo a sonreírle.
― No quiero. Vete. ― respondió cortante.
― ¿Por qué no quieres? ― chilló el mayor ― Soy buen amigo. Compartiré todas mis comidas y juguetes contigo, además cuando juguemos las chapaditas o escondidas, te dejaré ganar. ― eso fue un intento pobre de convencerlo.
― No quiero ser tu amigo. ― repitió y siguió desayunando.
― ¡No me importa! ¡Ni quién quiera ser tu amigo! ― sus ojitos estaban cristalizados cuando lo dijo, pero Jimin le restó importancia ― Mmmm... ¿de verdad no quieres que seamos amigos?
― Nopi.
― ¡Bueno, tampoco quería! ― se marchó.
Y volvió el próximo día en el desayuno, esta vez se sentó a su lado, tratando de ignorar a Jimin de la misma manera que él hacía.
Sin embargo, una de las cosas que caracterizaba a Hoseok era su parloteo incesante. Siempre fue muy carismático y le dificultaba quedarse callado o quieto, por ello conseguía amigos en cualquier lugar que iba.
Su lengua cobró vida propia y comenzó a intentar entablar una conversación con el niño.
― ¿Cuál es tu fruta favorita? Yo amo las fresas.
― Yo las odio. ― seguía sin mirarle, mientras comía su pan con queso.
― Yo también.... ― Hoseok no sabía qué decir. Lo único que tenía en claro es que quería que se llevasen mejor ― ¿Y cuál es tu videojuego favorito? A mí, el mismo que el tuyo.
― No juego videojuegos.
― ¡Oh! Yo tampoco.
Jimin sonrió. No fue ancha, ni fue tan corta. Fue la medida exacta para que el corazón de un pequeñito latiera con fuerza, sin saber lo que le sucedía, pero de lo único que estaba seguro es que él era muy bonito. Quizás el ser más bello que había pisado esta tierra, por más cursi que sonara aquello en la mente del pequeño Hoseok.
Y así pasaron muchos más desayunos, exactamente, dos meses después de su primera charla.
Hoseok consiguió su propósito: volverse amigo de Jimin.
El pequeño le contó sobre su perro abandonado, "las caricias secretas de su papi" y de que él desunió a su familia en medio de lágrimas un día. El mayor lo apretujó entre sus brazos y trató de refugiarlo, ojalá y pudiese encerrarlo en una cajita de cristal para que no le causase ningún daño. Y él también le contó sobre el porqué estaba aquí.
Le dijo sobre los golpes de su mami cuando no hacía las cosas bien, de su hermanito muerto y de un papi que le invitaba una extraña bebida cuando iniciaban sus partidos. Para él, el lugar donde se encontraban era mucho mejor de dónde estaba y no quería volver a verlos jamás.
Oh... Y también, le confesó un secreto.
― Jiminnie, ¿te puedo decir algo? ― dijo con las mejillas rosaditas ― No te enfades, ¿sí? Intenté contárselo a la señorita Yunah, pero ella me dijo que yo era un niño malo por pensar así de ti.
― ¿De mí? ― ahora era Jimin, quien se sentía nervioso y tenía las puntitas de las orejas rojitas. El mayor asintió ― Tú puedes decirme lo que sea, Hobi. ― sonrió de lado.
― Eres el niño más lindo del mundo y me gustas muchísimo. ― admitió, sonrojado y con sus manitas temblando, esperando una respuesta de parte del menor.
Pero no se esperó ver sus lágrimas. Hoseok sintió que había dicho algo muy malo, quizás tuvo que quedarse callado como dijo la señora Yunah.
― ¿Tú crees que soy bonito, Hoseok? Gracias, pero no lo soy, estoy podrido. ― comenzó a sollozar el más pequeño. No quería perderlo, él sabía que hacía daño a los demás y que Hobi era una bonita ilusión, la única persona que lo hacía sonreír.
Todas las personas que le decían lo bonito que era desaparecían de su vida.
Y lo que hizo Hobi lo dejó sin palabras.
Presionó sus labios contra los suyos en un tierno beso. Fue un simple contacto, separándose inmediatamente y dejando un silencio nada incómodo entre los niños.
― Jimin, no estás podrido. Eres muy bonito, te prometo que no te dejaré solo nunca y cuando salgamos aquí, nos iremos juntos y rescataremos a tu perrito. ― prometió, sonriéndole.
☆ ☆ ☆
Las personas suspiraban al ver su atractivo rostro en las revistas más populares de Corea; sin embargo, suspiraban decepcionados al saber que el guapo y famoso modelo, Park Jimin estaba en un matrimonio feliz de tres largos años con el aclamado actor, Jung Hoseok.
Ambos se encontraban en sus vacaciones, acompañados de su hermoso y noble perro Mickey, a quien adoptaron recientemente de las calles. Porque, después del fallecimiento de Ddosun, con quien Jimin logró reencontrarse y vivieron felices el poco tiempo que le quedaba de vida, los dos se dieron cuenta que necesitaban seguir adelante y guardar el recuerdo con mucho cariño de aquel compañero fiel que lo estuvo esperando todo este tiempo.
Jung Hoseok jugueteaba con Mickey, mientras Jimin los miraba desde la puerta.
― ¡Dios, Jimin me asustaste! ― exclamó riendo y Mickey lo miró confundido. Jimin no comentó nada, acercándose a darle un beso a su esposo repentinamente ― ¡Guau! ¿Por qué tanto amor, querido? ― decidió quedarse callado al recibir más muestras de amor por todo su rostro.
― Te amo, Hobi. Realmente, te amo. ― Jimin sonrió, lleno de felicidad, provocando que el mayor lo abrazara fuertemente y Mickey moviera la cola, alegremente.
― ¿Por qué estás tan sensible, amor?
― Encontré una foto nuestra en el orfanato y recordé toda nuestra historia. ― confesó, robándole uno que otro beso, mientras lo decía ― Cumpliste tu promesa.
― Cumplí mi promesa. ― reafirmó, acariciando su mejilla y mostrándole una bella sonrisa.
Y mientras ellos se amaban, Ddosun les sonreía y les deseaba lo mejor, mientras los veía porque un animalito jamás deja a sus dueños y siempre termina volviendo de diferentes formas.
De la misma manera, ellos siempre se encontrarían porque su destino era estar juntos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro