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FIRST TIME

Advertencia ⚠️

Presencia de smut explícito

— ¡¿Qué?! Es broma... ¿Verdad?

La seriedad en su tono de voz al hacerle esa última pregunta y la expresión insólita que tiñen las facciones del bicolor la hacen encogerse sobre sí misma con un deje de vergüenza pintado en sus mejillas; se arrepiente en parte de lo que acaba de confesar de manera tan natural sin siquiera pararse a pensar si aquello es, o no, tan normal como ella creía. Jamás se lo ha confesado a nadie con anterioridad o cuestionado a sí misma y tal parece, por el impacto que se ve reflejado en los ojos de su actual novio, que su situación no es para nada aceptable. En realidad, puede ver el reproche silencioso en esa mirada que tanto le encanta y, en parte, desea haberse guardado su confesión debido a que ahora se siente algo tonta por haber normalizado y aceptado sin más su situación.

— No... — responde con suavidad, creando una sonrisa carente de gracia con la única intención de alivianar ese ambiente que parece haberse vuelto más pesado de lo que debería ser o, al menos, Momo lo percibe de esa forma.

Hanemiya no corresponde a su gesto, ni de cerca, y eso solo consigue que la incomodidad aumente. Le hubiera gustado una sonrisa de su parte. Un gesto que no le recordara lo tonta que podía llegar a ser en algunas ocasiones porque aquello, podría haber ayudado a menguar un poco la sensación de molestia que tiene en el pecho.

— Momo... De verdad me estás diciendo que tras dos años de noviazgo y de tener relaciones sexuales con tu ex novio... ¿Jamás has tenido un orgasmo? ¿Nunca en tu vida? — recalca lo último, sin poder dejar a un lado esa pincelada de enfado que decora su voz de manera inconsciente.

Luciendo perdida, sintiéndose como una niña de diez años siendo regañada por romper el jarrón más caro de la casa, termina por sacudir su cabeza de arriba a abajo en un gesto afirmativo que no puede evitar parecerle adorable al joven de veintidós años. Porque en sí, ella le parece el ser más adorable sobre la faz de la Tierra y desea protegerla, cuidarla y, al mismo tiempo, quiere que también sea capaz de disfrutar. No solo de lo carnal, sino que también de esas pequeñas cosas que provee la vida y que son capaces de crear las más sinceras sonrisas por su mera simplicidad.

— Mierda... — es la única palabra que logra escapar de sus labios ante la impactante noticia.

Se estremece de rabia, no a causa de ella. Ella no es el problema o, al menos, no en la cabeza de Hanemiya. Está enojado con el idiota egoísta que solo supo recibir de ese hermoso ser y jamás proveer. Nunca se preocupó por su disfrute y le fastidia profundamente que su chica se lo haya comentado con la misma naturalidad con la que se habla del clima. Como si no importara en lo más mínimo que ella jamás haya disfrutado del sexo como se debe.

«Hijo de perra...» Piensa Kazutora con el ceño levemente fruncido, apoyándose contra el respaldo de la cama y fijando su mirada en un punto vacío en el techo de su habitación.

— ¿Y jamás te has masturbado?

La ve negar por el rabillo del ojo.

— Nunca he sentido la necesidad de hacerlo... ¿Está mal eso? — interroga con unos ojos que derriten el corazón de Kazutora como chocolate caliente.

— No... No sé... — Se rasca detrás de la nuca, pensativo. Es la primera vez que se inmiscuye en ese tipo de conversaciones y no está seguro de qué debería decir porque le molestaría arruinarlo. A pesar de haber tenido sexo un par de veces en su vida, no tiene la confianza suficiente como para declarar qué está bien o no respecto a la satisfacción sexual de alguien más que no sea la de él mismo. Sabe lo que a él le gusta, pero no puede asegurar que a todo el mundo también le vaya su onda. Se le hace muy presuntuoso pensar de esa forma, por lo que prefiere limitarse a decir solo aquello que le parece sensato. — Digo, como alguien que se acaba de tirar una paja la noche anterior y lo suele hacer de vez en cuando... Se me hace un poco extraño el saber que no lo hagas. Aunque supongo que eso ya va más por tu necesidad y tal... Pero sería bueno para que... Ya sabes... Sepas lo que te gusta y cómo te gusta. Conocerte — aclara al final, encontrando la palabra correcta para definir su parloteo de manera más clara y concisa.

— Ooh... — suelta Momo mientras asiente, sumiéndose en sus propios pensamientos. — Kazu... — Lo llama tras un lapso de silencio, en el que Hanemiya solo se dedicó a pensar en lo bien que se sentiría golpear al bastardo de su ex. Si de por sí no le agradaba en lo absoluto por lo déspota que es, ahora siente que lo odia.

— ¿Sí?

— ¿Me provocarías mi primer orgasmo?

Fija sus pupilas en las de él, con una intensidad que arrasa con la paz interior del contrario.

Un ligero temblor, causado por la repentina emoción, lo sacude. Desde que comenzaron a salir no han llegado a nada más que uno u otro beso subido de tono además de caricias superficiales que, en muchas ocasiones, lo dejaban con una erección de la que se termina encargando por sí mismo en el baño cuando estaba solo. Y quiere gritar que sí. Que estaría encantado de provocarle todos los orgasmos que ella quisiera con tal de hacerla feliz. Que no le molestaría en lo absoluto pasar toda la noche entre sus piernas mientras pueda escucharle gimiendo su nombre. Sin embargo, también quiere ser un caballero en toda regla —o todo lo que le permite su personalidad semi impulsiva—, por lo que termina ahogando su respuesta en medio de su garganta para cambiarla por otra que le parece adecuada a la situación.

— ¿Se-segura que quieres eso? Antes podrías intentar mastur...

— Quiero que tú me toques, Kazu — lo interrumpe con seguridad, sin ninguna vergüenza y recuperando esa confianza que hace minutos atrás había perdido con su propia confesión. — Me gusta cuando me tocas — le confiesa, provocando un adorable sonrojo en el rostro de Hanemiya e inflando su ego de paso.

La ve levantarse de su lugar y gatear hasta su encuentro, rompiendo la poca distancia que los separaba para buscar su lugar sobre el regazo masculino.

— No lo haces para nada fácil eso de intentar ser un caballero, corazón...

— Ahora mismo, no necesito que seas un caballero — le susurra antes de lanzarse a sus labios en un beso demandante que le cuesta la nada misma al chico corresponder.

Es solo cosa de tiempo para que Kazutora sea quien tome el timón del barco y marque el ritmo, abriéndose paso con su lengua al interior de la boca de su chica mientras que sus manos viajan a la cintura y nuca ajenas en un agarre férreo que grita a los siete vientos que quiere aquello tanto como ella. Está emocionado, extasiado, pero como no quiere que sus propias emociones arruinen un momento que le pertenece a Momo, se esfuerza por mantenerse calmo, centrado dentro de lo que cabe y se le es posible. Procura avanzar a un ritmo adecuado y de provocarle dulces suspiros con cada húmedo beso que va dejando en la piel que va exponiendo a medida que se deshace de la ropa innecesaria.

Reemplaza el sujetador de ella con sus manos en un gesto que sacude de gusto la anatomía de la fémina y, con afán, entierra su rostro entre sus pechos como si fueran almohadas, adorando la suavidad de estos mismos y aprovechando de marcarlos a su gusto ahora que por fin los tiene bajo su merced. Mordisquea, lame, piñizca y succiona con pasión ambos senos, dándoles lo que se merecen mientras es motivado por los sonidos que abandonan la boca contraria y que se derriten de manera deliciosa en sus oídos, afectando directamente su entrepierna.

Se limpia el hilo de saliva que unía su boca al adorable pezón de su chica para tomarse unos segundos para admirarla embelesado. Quiere enmarcar la imagen porque le encanta. Está hipnotizado por la expresión de gusto que se refleja en el rostro ajeno y, sentir a Momo frotándose con libertad contra su erección como si nada más en el mundo importara, le parece gloria pura. No sabe qué ha hecho para recibir tan maravilloso regalo de la vida, pero se siente agradecido por ello.

— Hey, preciosa... — la llama en un tono ronco contra su oído, erizándole la piel. Su voz, un par de tonadas más grave, cautivan a la joven, quien no puede evitar gemir como respuesta cuando ese gesto no premeditado por parte de Kazutora provoca una corriente de satisfacción a través de su cuerpo que termina reflejándose cómo humedad entre sus piernas. — Cambiemos un poco la posición... Prometo que te va a gustar.

Confía en él, ciegamente. Ha sido así desde que se conocieron, razón principal por la que no duda en asentir y hacer lo que le pide. No le importa verse ansiosa mientras lo obedece ya que de verdad lo está y, cuando ya se haya sentada entre las piernas de su novio con su espalda pegada contra el torso desnudo de este, se gira para verlo con los ojos prendidos en expectación.

Antes de hacer nada se vuelve a perder en el sabor de los labios de Momo, entretanto una de sus manos serpentea hasta alcanzar uno de sus pechos, el cual se dedica a consentir. Se separa tras dejar una mordida traviesa en su labio y, bajo la mirada atenta de ella, deja que su mano libre se pierda entre sus piernas mientras le pide que no las cierre.

Inicia acariciando de forma superficial sus labios mayores, notando la manera adorable en que la respiración de su novia comienza a alterarse más. Su dedo índice y anular se inmiscuyen un poco más adentro, empapándose de ella y rozan ese adorable botoncito que la hace temblar ligeramente.

— Kazu... — pronuncia al ver cómo el chico lame sus propias falanges, probando su excitación en una imagen que se le figura sagrada a Momo.

Hanemiya se zambulle en una investigación propia en la que sus dedos son sus mejores herramientas. Se divierte tocándola, averiguando cómo, dónde y cuáles son los movimientos que más disfruta su chica para volver a repartirlos las veces que sean necesarias para hacer desbordar su libido entretanto memoriza cada una de sus expresiones. Las recompensas en forma de vocablos trémulos, ahogados y necesitados que muchas veces son acompañados de su nombre, se le figuran como lo mejor que puede existir y se siente satisfechos con ellos.

— ¿Así?

— S-sí... A-así — Asiente con torpeza, aferrándose a los brazos marcados de él en la cima del éxtasis que le provocan esos dedos con el grosor y el tamaño perfecto para hacerle ver las estrellas.

Percibiendo un delicioso cosquilleo en el vientre bajo que la obliga a pedirle que aumente el ritmo para llegar a la tierra prometida, Momo termina desvaneciéndose entre los brazos de Kazutora cuando su orgasmo estalla de la forma más pura y brutal jamás experimentada.

El bicolor la sostiene con una sonrisa, adorando la paz que inundan sus facciones. Reparte besos y la mima con caricias y palabras acarameladas entretanto espera a que ella se recupere de lo que ha sido su primer orgasmo.

— ¿Qué tal ha estado?

— A- asombroso... — consigue responder en un suspiro, volteándose para recostarse sobre su torso y dejar un par de besos en este mismo. — Ahora... ¿Te parece si nos encargamos de lo que tienes entre las piernas? — le cuestiona con una sonrisa, bajando una de sus manos para acariciar con lentitud su duro miembro y consiguiendo que un gemido inesperado brote de los labios de su novio. 

Espero que les haya gustado. Muchas gracias por leer 💙 

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