CAPITULO 6
BRYAN
Es imposible que cubra sus huellas tan fácilmente, voy a encontrar su punto débil y acabar con él. Me lo había propuesto antes y ahora voy a cumplirlo, mi mente repite el llanto de aquella mujer siendo ultrajada en medio de la noche.
— ¿Bryan? –habló Thomas haciendo que vuelva a la realidad.
—Sí Thomas, ¿Ocurrió algo? —cuestioné al verlo tan serio.
El viejo Thomas se abrió paso en mi despacho y su rostro desencajado me decía que no eran buenas nuevas las que traía, la verdad es que en el fondo estaba esperando algo como esto de parte de Damian, siempre se vengaba quemando pastizales o matando el ganado del rancho y esta no había sido la excepción.
Sin decir nada entendí la señal de Thomas y luego de colocarme el sombrero lo seguí veloz a través del rancho, al salir una gran columna de humo se elevaba cerca del límite donde aquella noche había visto a la mujer, era una clara señal de que yo no era obstáculo para él, una amenaza al estilo Blanco.
—Lleva unos cuantos hombres e intenta solucionarlo, llamaré a los bomberos y James, ya regreso —dije volviendo al despacho.
James, él debe de poder hacer algo, aquella mujer, sé lo que vi y ahora esto, está más que claro que algo esconde en su rancho, lancé el sombrero y agité mi cabello nervioso y furioso con ese maldito.
— ¡Es un maldito vengativo! —golpeé con furia el escritorio.
Marqué el número de la estación de bomberos, si la columna se veía desde esta distancia es que de verdad el incendio es muy grande. Expliqué la situación y dijeron que vendrían lo antes posible, al colgar con ellos me dispuse a hablar con James, al tercer tono contestó la llamada.
—Sullivan —contestó su ronca voz.
—James —hablé serio.
— ¿Sucedió algo Bryan? —preguntó nervioso.
—Damian, incendió los pastizales del Norte —solté sin más.
— ¿Seguro que fue él?
— ¡Demonios James!
—Cálmate Bryan, lo empeorarás todo de seguir así —trató de hacerme entrar en razón.
— ¡No puedo! Ese maldito está haciendo y deshaciendo a su antojo y gracias a su papi con conexiones políticas es inmune a todo —bufé furioso.
—Estoy atado de pies y manos Bryan, no puedo hacer más de lo que hago, mi jefe es uno de los hombres de Blanco, tú lo sabes mejor que nadie —añadió con hartazgo.
—Pues de todas maneras buscaré pistas y deberá responder por este incendio —colgué sin esperar que respondiera.
Me encaminé hacia las caballerizas, ensillé a Luna y galopamos hasta la zona del incendio para cerciorarme de que efectivamente había quemado toda la pastura del límite Norte.
— ¡Señor! —oí llamar a Samuel.
—No más malas noticias por favor —negué con la cabeza.
—Son los animales señor, al menos quince de ellos muertos, envenenados —explicó.
— ¡Maldito seas Damian Blanco! Quiero que hagan una requisa exhaustiva, necesito cualquiera pista, por más insignificante que sea que esto no ha sido un maldito accidente —sentencié firme.
—Sí señor —se volvió sobre sus pasos llegando hasta su padre.
Ver las llamas consumir aquello por lo que tanto has luchado es lo más doloroso que puede existir, este rancho es lo único que me queda, lleno de recuerdos y momentos felices que ya no están, es imposible, no permitiré que ese maldito infeliz me lo arrebate.
Hace una semana que los pastizales fueron quemados, diez hectáreas de pasto y quince animales envenenados por Damian Blanco y no contaba con una maldita prueba de ello, estaba seguro de que era él, no era mucha coincidencia el hecho de que lo hiciera nada más un día después de haber allanado su casa en busca de esa mujer, que, aún no me explico por qué es que tanto deseo salvarla.
—Siempre fuiste un caballero andante Bryan —habló entrando al despacho.
— ¿Ahora lees mentes Thomas? —reí ante su acertado comentario.
—Conozco esa mirada hijo, te conozco, te preocupa lo que ese loco pueda hacer con esa mujer —continuó hasta llegar al escritorio.
—Thomas, tú sabes todo lo que contó Sara cuando pude sacarla de allí, has sido testigo de lo que hizo con Luna, no puedes pedirme que no me preocupe por alguien en manos de ese lunático psicópata —bufé cayendo en el sofá.
—Pero, ¿Es acaso tu culpa que ella esté en esa situación? Estás arriesgando mucho por alguien que ni siquiera conoces ¿No crees? —preguntó sentándose frente a mí.
—No te gustaría que alguien así salvara a tu hija si se encuentra en una situación similar —cuestioné enarcando una ceja.
—Bryan —suspiró pasando las manos por su canoso cabello.
—Es una vida y no la conozco, pero sé que está ahí y, necesita ayuda –traté de explicar.
—Pueden matarte si te metes a husmear e indagar todo lo relacionado con los Blanco ¡Bryan! —cruzó los brazos enfundados en su chaqueta negra.
—Lo sé, pero se los debo —mascullé poniéndome de pie.
—No vayas por ahí Bryan —imitó mi acción llegando hasta mí.
—Sabes bien que lo de ellos fue un accidente muy raro, los Blanco necesitan el rancho para su área de distribución de drogas, hace años que llevan tratando de comprarlo y no se lo vendemos —gruñí presionando mis puños.
—Deja a los muertos en paz Bryan, hazlo por ti también, esto no traerá nada bueno –presionó su mano en mi hombro en vano.
—Yo decidiré lo que es mejor para mí Thomas —sentencié duro y firme.
—Espero y no te equivoques hijo —negó con la cabeza mientras avanzaba hacia la salida del despacho.
Thomas tenía razón, realmente aquella mujer no era nada mío, siquiera y la había visto pero por algún motivo me sentía en el deber de salvarla. El sonido del teléfono me distrajo de mis pensamientos y al ver el nombre en la pantalla sentí la furia dominarme.
— ¡Qué demonios quieres Blanco! —gruñí al contestar.
—Vaya, pero qué humor traemos —habló irónicamente.
—Habla de una vez, no tengo tiempo para tus estupideces.
—El rancho, ya véndelo de una vez.
—Olvídalo —zanjé seguro.
—Creo que tengo un trato que nos beneficia a ambos Corven —canturreó del otro lado.
—No tienes nada que me interese —sentencié.
— ¿No? Vaya y yo que te creí interesado en mi última mascota —sonrió del otro lado.
— ¿Mascota? —mascullé.
—Claro, aquella que viste como la jalaba de vuelta al rancho, cuando estabas con Luna en el límite Norte —explicó satisfecho al oír como mi respiración se agitaba.
—Eres un maldito bastardo Damian, no puedes tratar a...
—Trato a quien quiera como quiera Corven —cortó mi frase al instante.
— ¿Qué quieres Blanco? —mascullé interesado.
—Simple, un canje, tú tienes algo que me interesa y yo algo que a ti te interesa, ya ves por donde voy...
— ¡No voy a venderte el rancho! —solté furioso.
— ¿Ni siquiera si lo cambias por mi mascota?
—Eres un...
—Lo sé, un maldito bastardo, pero créeme, este maldito bastardo será quien se quede con tu estúpido rancho al final del día Bryan Corven —soltó una carcajada final antes de colgar la llamada.
Colgó la llamada y sentí la furia invadirme, arrojé mi sombrero al suelo y peiné mi cabello con las manos para dejarlas enredadas entre ellos. Caí rendido al sofá e intenté calmarme.
— ¿Acaso y cambiaría mi rancho por aquella mujer? —murmuré dejando caer mi cabeza sobre las rodillas.
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