CAPITULO 26
BRYAN
Imposible, con esa palabra en mi mente oía todo lo que Thomas decía a su hijo, sabía que era alguien muy posesivo y celoso de lo suyo pero jamás creí que sería capaz de amenazarlo con algo así.
—Fuiste tú—
—¡Qué diablos!—
—Lo hiciste para que William y Amanda se fueran de aquí—
—¡Cállate!—
—Sabes bien lo que William siente, lo usaste papá ¿Por qué?—
—Eres...—
—¡Sabes que William y yo sentimos algo papá!—
Repetía aquella conversación e n mi mente cuando oí un gemido. Al levantar la vista vi a Samuel tambalearse y caer de rodillas sosteniéndose del muro.
—¡Samuel!— llamé viendo si aún estaba consciente.
Al verlo moverse me acerqué a él rápidamente y al ver el estado en el que se encontraba un sentimiento de ira me llenó por completo, ¿Qué clase de padre deja a un hijo en este estado?
—Diablos muchacho, ¿Qué te pasó?—
—Lo siento jefe, sólo un altercado...—
—Con tu padre—
Su silencio era todo lo que necesitaba para confirmarlo, los golpes que había recibido fueron muchos y aunque no escuché la totalidad de su conversación supe que había mucho más de lo que Samuel podría llegar a contarme.
—Ven aquí muchacho— dije pasando su brazo sobre mi hombro.
—Lo lamento Señor— dijo antes de caer desplomado.
Llamé a otro de los trabajadores y lo llevamos a su habitación, pedí a Berta que se encargara de curarlo mientras me propuse ir en busca de Thomas y pedirle que me aclare un par de cosas.
—¿Bryan?—
—Sí Berta—
—Hablemos por favor, espera que termine de curar a Samuel— pidió con un tono más serio de lo normal.
—Está bien, te espero en mi despacho— afirmé.
Hizo un gesto antes de volver a entrar a la habitación, seguí mi camino hacia la salida del rancho en búsqueda de alguna señal de Thomas, pero nada, siquiera su camioneta se hallaba en su lugar, se había ido.
Volví hasta las caballerizas donde Luna me esperaba, vi como el veterinario la trataba pero ella parecía cada vez perderse aún más en sus agitadas respiraciones, intenté acercarme a ella pero el veterinario me lo impidió.
—¿Por qué?— cuestioné furioso.
—Hay algo aquí que hizo que su salud se deteriorara así de rápido— afirmó Paul.
—¿A qué te refieres...?— el sonido de mi celular hizo que distrajera la conversación.
—Diga—
—¿Por qué contestas de esa manera a un amigo?—
—¿Qué diablos quieres Blanco?—
—No sé por qué tienes la maldita manía de recoger mis sobras Corven— se burló.
—Eres un maldito psicópata Blanco—
—Quizás, pero siempre me quedo con las primeras veces de tus mujeres— rió burlándose.
Di un golpe a la puerta de la caballeriza y abandoné el lugar dirigiéndome a los sembrados.
—¿Te gustó mi último regalo Corven?—
«Luna»
—Maldito hijo de...—
—¡Oye! Ya estaba pasada de edad la yegua, le hice un favor nada más—
—Luna es...—
—Corrección, era todo lo que te quedaba de Sara— sentenció firme.
—¿Qué diablos quieres Blanco?— repetí.
—Nada más darte las gracias por devolverme mi juguete...— Amanda.
—¡No te atrevas!—
—¡Oye! Pero si fue mía primero, además, es una maldita zorra, búscate algo por ti mismo por una vez en tu vida—
—No te atrevas Blanco...—
—Vas atrasado amigo mío—
—¡Qué...! Blanco, contesta— dije al darme cuenta que había colgado la llamada.
—¡Bryan!— llamó Paul.
Fui directo hasta donde se hallaba y lo que vi terminó por elevar mi odio hacia Blanco a otro nivel. Luna había muerto.
—Fue envenenada Bryan—
—¿Algún rastro?—
—Nada, no hay signos de pinchazos o de haber ingerido algo, puedo...—
—No, sé quién fue y pagará, no ahora pero lo hará— afirmé entrando a la caballeriza.
—Iré a avisar a alguno de los trabajadores para que venga por ella— dijo palmeando mi hombro antes de retirarse.
—Gracias Paul—
Maldito Blanco, se empeñaba en dañar lo que más amaba, Luna no tenía culpa de nada y no merecía morir de esta manera, los rastros de sangre cubrían su grisáceo pelaje, su hocico también cubierto de sangre y sus ojos suplicantes aún abiertos.
—Tú no tenías culpa de nada amiga mía, es mi culpa, soy el causal de todo esto— susurré abrazándome a ella.
—¿Hijo?—
—Berta...—
—Debemos hablar, ven— dijo tendiéndome su mano.
Me despedí de Luna y dejé que Berta me guiara hasta el despacho.
—Entra Bryan, sé que es una gran dolor el que sientes en este momento pero hay mucho por contarte y que debes entender—
—Habla Berta— dije sentándome con un vaso de whisky en la mano.
—Primero Bryan, has cometido el mayor error dejando que Thomas entrara en tu mente y se adueñara de tus pensamientos— dijo tomando asiento.
—¿Qué dices?—
—Eso, Sabes que llevo tanto tiempo como él conociendo a tu familia y a los Blanco, sé lo que entra y sale de cada rancho—
—Thomas ha sido la mano derecha de papá siempre, le ha sido leal— la molestia en mi voz era demasiada.
—A tu padre, le era leal a tu padre pero ¿A ti?— preguntó viéndome fijamente.
Su mirada era transparente, ella siempre había trabajado para los Blanco, desde que tengo memoria la veía ir y venir complaciendo a Damian, cuando sucedió aquello con Sara ella nos fue de gran ayuda, al igual que con Luna y ahora con Amanda.
—Sé muy bien que no puedo opinar mucho habiendo trabajado para los Blanco durante toda mi vida— siguió hablando como si adivinara el rumbo de mis pensamientos.
»Pero es exactamente ese el motivo por el que ya no quiero ver más gente dañada por su causa y mucho menos cuando eso implica a mi propia familia y amigos—
—¿A qué te refieres Berta?— inquirí con excesiva curiosidad.
—Thomas no es buen hombre Bryan, él, ha cambiado demasiado luego de la muerte de su esposa y la muerte de tus padres—
—Han sido golpes muy fuertes que cambiarían a cualquier persona—
—A ti no te han cambiado Bryan— susurró negando con la cabeza.
—¿Cómo dices?—
—Que tú no has cambiado Bryan, sigues siendo el mismo de corazón noble, aquel que ve más allá de lo que sus ojos pueden tener frente a ellos...—
—Se directa por favor— dije adivinando el rumbo de su conversación.
—¿Qué fue lo que viste para echar a Amanda de esa manera del rancho?— soltó directa.
—Ella dijo a William que nunca podría vivir sin él— dije golpeando el vaso en el escritorio.
—Él fue su sostén en el momento más difícil de su vida Bryan— exclamó molesta.
—Pues mayor razón para que haya despertado sentimientos por Amanda— bufé molesto.
—¡Eres un ciego Bryan!—
—¡Estás cruzando el límite!— grité poniéndome de pie.
—¡Pues me importa poco y nada que lo cruce y me eches de aquí!— nunca la había visto de esta manera.
»No ves más de lo que ese maldito viejo traidor te ha dicho, entre William y Amanda no hay sentimiento alguno más que el de la hermandad— sentenció firme.
—¿Traidor?— mascullé.
—¿Es acaso lo único que escuchaste?— dijo negando con la cabeza.
—¡Todos son unos traidores!— volví a exaltarme.
»¿O acaso William no te dijo que él amaba a alguien que era prohibido pero que lucharía por su amor?—
—¿Es eso?— dijo riendo.
—Por favor Berta ¿Ahora te burlas?— dije tirando mi sombrero al piso.
—Eso te pasa por ser un completo maleducado y escuchar conversaciones ajenas Bryan— ese fue un golpe bajo y era mi culpa.
»Ahora, ¿Quieres saber realmente por qué entre Amanda y William no hay más que un cariño de hermanos?— volvió a insistir tan segura.
—Dilo ya...— dije con un suspiro.
—Ay Bryan, William no tiene los mismos que tú Bryan— mi mirada desconcertada la hizo sonreír.
»William gusta de los de su mismo sexo Bryan, él es gay—
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