
CAPITULO 22
THOMAS
Era lo único que faltaba para terminar de perturbar todo lo que había estado planeando estos últimos años. No iba a permitir que un par de intrusos me sacaran mi sueño de la mano. Tampoco iba a permitir que mi hijo vuelva a caer en el error de años pasados luego del trabajo que me había llevado volverlo a la normalidad.
—Samuel ¿Qué haces aquí?—
—Nada padre, sólo dando un paseo, no puedo dormir—
—Ese maldito policía abandonó el rancho— solté.
Giró a verme y a pesar del respeto que me tenía vi un atisbo de furia hacia mí, mismo que hice que acaba con solo darle una fuerte mirada.
—¿Qué has hecho padre?—
—Yo nada, fue Berta la encargada de ponerlo en su lugar—
—¿Berta?—
—Claro, ella es la más sensata de todas, al igual que el policía esa intrusa debería de irse también—
—¿Y Amanda qué te hizo?— gruñó.
—Aparecer en la vida de Bryan— dije antes de girarme.
El reloj de la sala indicaba que eran las once de la noche, no debía demorarme más o la única salida para que mi plan funcionara se esfumaría de mis manos. Tomé el camino olvidado hacia la vieja carretera, había sido nuestro punto de encuentro durante los últimos años. El ruido del motor del coche me tranquilizó y con mi mano en el arma que llevaba en el cinturón me acerqué hasta él.
—Llegas tarde Thomas—
—El imbécil del policía me lo hacía difícil—
—¿Qué fue de él?—
—Se fue de la casa y me facilitó las cosas con Bryan y la zorra— luego de decir eso una sonrisa macabra se formó en los labios de mi cómplice.
—¿Qué hiciste Thomas?—
—¿Por quién me tomas Damián?—
—No lo sé, tú dime—
—Fue Berta, ella vio a Samuel con el policía...—
—Tu hijo volvió a sus andanzas homosexuales— se burló.
—No se volverá a repetir, por mi cuenta corre eso, al igual que los besos y arrumacos de tu zorra con Bryan— touché pensé sonriendo.
—Juro que cortaré las manos del maldito— gruñó.
—Recuerda nuestro trato Blanco—
—Sólo quiero a Bryan muerto y a la zorra en mi poder, el rancho es todo tuyo— sentenció subiendo a su coche.
—Déjamelo a mí, estaré en contacto cuando menos lo pienses—
Luego de hacer un gesto con la mano se alejó rápidamente de allí, deshice el camino de vuelta al rancho pensando en mi siguiente paso del plan. Los padres de Bryan me habían tenido en muy alta estima pero nunca pasó de eso, al morir dejaron todo en manos del flojo de Bryan por lo que opté por hacerme pasar por su mejor amigo y su segundo padre para desvalijar poco a poco el rancho y tan bien hice mi trabajo que el idiota culpaba a Blanco de todo.
—Maldito confiado— mascullé.
Fui al despacho aprovechando que Bryan salió a cabalgar con Luna y tomé la botella de whisky antes de ir a mi habitación, debía planear mi próximo paso en la destrucción de Bryan Corven.
Al día siguiente luego de un buen desayuno que alivie mi resaca salí en busca de mi hijo, quería saber si el policía había regresado por aquí y bingo.
—Policía—
—Capataz—
Su mirada lo decía todo, no se dejaría amedrentar y eso me gustaba, sería un desafío más en mi lista, si me había desecho de los Corven y la esposa de Bryan nada me costaría hacerlo con este.
—Si buscas a mi hijo una vez más te pesará—
—Si busco a su hijo es problema de él y mío—
—No me querrás de enemigo—
—Ni tú a mí, te lo aseguro— gruñó pasando por mi lado.
—Disfruta mientras puedas, perderás lo que más quieras—
—¿Aunque sea su hijo?— giró a verme desafiante.
—Así sea mi hijo— sentencié firme antes de ir a las caballerizas.
Sé que lo dejé con la mente hecha un caos y con el pensamiento de que no sería fácil deshacerse de mí. Ahora la parte del plan que involucra a Bryan, a continuar con mi papel de buen amigo y padre.
—¿Bryan?—
—Thomas, ¿Sucede algo?—
—Vi al policía cerca de las caballerizas—
—Sí, aunque no viva en el rancho su trabajo lo sigue manteniendo— maldito imbécil.
—Pues alguien está contenta de verlo— dije señalando la ventana del comedor.
Como si lo hubiera planeado de la mejor manera Amanda corría a los brazos de William abrazándose como dos enamorados, vi el ceño de Bryan fruncirse y sus nudillos volverse blancos por la presión que estaba ejerciendo sobre ellos.
Sin decir más salió del comedor hecho una fiera yendo directo hacia el par de tontos que tenía frente a mí.
—Mi tarea está terminada allí— dije sonriendo.
Me volví buscando nuevamente a Samuel y lo encontré saliendo de la habitación.
—Padre—
—Hola hijo, ¿Cómo estás?—
—Bien, ¿Tú?—
—Bien y ahora aún mejor, me he deshecho de un gran peso— sonreí pasando por su lado.
—¿Qué has hecho padre?—
—Nada, acabo de ver a tu policía muy acaramelado con Amanda y creo que Bryan también lo vio— dije moviendo la mano restándole importancia al caso.
—¡Padre!—
—¿Qué?—
—Cuando fue que cambiaste tanto...— masculló pasando por mi lado.
Uno menos y van, sonreí satisfecho al ver que mi hijo se dirigía hacia el mismo sitio que Bryan y allí estaban, Amanda ahogándose en llanto corriendo hacia su habitación, el policía y Bryan discutiendo y amenazándose, por último y no menos importante el momento más esperado, Samuel golpeando al policía sintiéndose un miserable por caer nuevamente en el mismo error.
—Te lo dije— gruñí cruzándome frente al policía.
—Muévase o no respondo—
—Te dije que no permitiría que volviera a cometer el mismo error—
—Es su hijo maldito bastardo— gruñó tomando el cuello de mi camisa.
—Haré lo que sea con tal de mantenerlo como un hombre debe de ser—
—Hijo de...— soltó un puñetazo contra mi mandíbula.
—¡William! ¿Qué demonios crees que haces a mi padre?—
—Ves hijo, tarde o temprano todos muestran su verdadera cara— dije masajeando mi mandíbula.
—Y tú maldito bastardo mostrarás la tuya— sentenció antes de volverse hacia Samuel.
—Tú y yo hablaremos luego— sentenció antes de dirigirse hacia la salida del rancho.
—¿Estás bien?— preguntó ayudando a ponerme de pie.
—Se necesita más que eso para derribar a tu padre—
Vi sus ojos abrirse sorprendidos y fijar su mirada hacia donde estaba el policía y lo que vi fue un regalo caído del cielo. La zorrita de Blanco con un bolso en las manos mientras Bryan la observaba desde el despacho. El policía la esperaba, ayudó a subir al coche y ambos abandonaron el rancho.
—No podía haber salido mejor— dije entre dientes.
Me alejé lo más que pude, Blanco tenía que enterarse de esto.
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