Capítulo 6.
Hemos llegado a casa.
Ni siquiera sé cómo sentirme ni cómo tratarlo después de que me contara tantas cosas. Todo lo que hemos pasado, es una locura. Lástima no poder tener imágenes en mi cabeza de todo eso. Quisiera al menos recordar lo bien que se sentía hacer el amor con él, sentirme orgullosa de mí misma por mis logros y saber perdonar a los demás. Como a Martha, en primer lugar.
Lía y Freddy parecen estar dormidos.
Sé que me está mirando pero no puedo siquiera verlo a los ojos luego de contarme cómo y por qué terminamos la última vez. Subo las escaleras hasta encerrarme en la habitación. Me quito la ropa, quedándome solo en bragas. Me recuesto en la cama mirando hacia el techo.
¿Qué demonios haré con mi vida?
Tenía que pasarme esto para darme cuenta de que sin importar cuantas vidas tenga, en todas me volvería a enamorar de él. Como describió nuestra intimidad, pareciera que era demasiado bueno para ser verdad. Puedo sentir sus manos y sus labios rozar cada centímetro de mi cuerpo y eso me vuelve loca. No puedo controlar mis hormonas. Siento que necesito algo para sentirme viva otra vez y me temo que es el único que puede ayudarme.
Me coloco una bata de tela fina, voy hasta su habitación, pero no está. Camino silenciosamente por toda la casa buscándolo, hasta encontrarlo sentado tomando lo que creo que es whisky en el balcón. Lleva la camisa desabotonada y el pelo algo despeinado.
¿Se ha puesto así por mi actitud luego de salir del restaurante?
— ¿Me das un trago? — me mira con sorpresa.
—No. El alcohol te hará daño. — está borracho. Su tono de voz no es así.
—A ti también. Mira cómo te pone. — le quito la botella.
— ¿Por qué vas en bata en la casa de alguien en quien no confías? — sabía que la cosa iba por ahí.
—Algo dentro de mí siempre confiará en ti.
— ¿Por eso estás aquí? — me mira de arriba abajo. Le doy un intenso trago a la botella.
¡Qué fuerte es esto!
—No sé cuándo voy a recordar el resto de nuestra historia, pero tengo muchas ganas de tener sexo contigo ahora. Mi cuerpo necesita algo que solo tú puedes darme y me siento vacía al no poder recordar ni siquiera qué se siente ser amada. — no puedo ocultarlo más.
—Pues no lo haré. Cuando vuelvas a tus cincos sentidos vas a odiarme y no lo soportaría. — intenta irse pero lo detengo.
— ¿Por qué crees que te odiaría?
—Porque creerías que me he aprovechado de ti. No estamos juntos desde...
—Desde hace un año, lo sé. — lo interrumpo. — Pero lo único que me importa en este momento es sentirme viva. Saciar todas estas ganas que tengo, así que mejor agradece que te lo esté pidiendo a ti. — no dejo de mirar sus labios.
— No tendré sexo contigo así. — sé que se está haciendo el más duro de la cuenta.
Lo veo a los ojos.
Me acerco más y coloco mi mano sobre el cierre de su pantalón.
—Yo sé que también me deseas, no te hagas el duro. — le susurro y lo empujo contra el sillón.
Me quito la bata hasta quedar en bragas frente a él.
— ¿Qué haces? Te podrían ver. — apenas recuerdo que estamos en el balcón.
—No me importa. — lo beso. Su lengua se enreda con la mía y no puedo apartarme. Me corresponde de la misma manera pero sus manos sujetan mi cintura para que no me acerque más, así que las quito de ahí y las coloco sobre mis pezones.
Esta noche, el sumiso será él.
Sigo besándolo mientras aprieto sus manos sobre mi piel y me muevo sobre él. Puedo sentir cómo se erecta más y más poco a poco. — Haces que pierda mi cordura. — le susurro y meto su erección en mi boca. Lo que hace que ahogue sus palabras en un leve gemido. Sé que lo está disfrutando tanto como yo.
Rato después, me bajo las bragas y con su ayuda, lo introduzco en mí. Arqueo la espalda de placer mientras salto sobre él y definitivamente consigo lo que quiero: sentirme viva. Me aferro a su cuello para no resbalarme. Me lame los pezones constantemente mientras sus manos no dejan de tocarme por todas partes.
Echa la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados mientras sigo moviéndome sobre él. Noto que hay una especie de control pequeño en la parte inferior del sillón y es cuando me doy cuenta para qué es. Sin que se dé cuenta lo tomo, presiono un botón y el sillón baja el espaldar bruscamente. Jack se espanta pero mi pícara sonrisa lo calma.
Se sienta, acariciándome toda la espalda.
No creo que nadie nos vea, ya que estamos a oscuras. Lo único que iluminan las calles son las luces de los vehículos que transcurren.
—Alguien podría verte. — me susurra, tapando mis senos con sus manos.
—Pues que vean. — se las quito. Me sostengo de las barandillas del balcón.
Con sus dedos me masturba, justo en el punto que me vuelve loca. Conoce mi cuerpo muy bien. Me presiona en círculos hasta que ya no puedo más. Dejo de moverme para retorcerme del placer mientras sigue entrando y saliendo de mí bruscamente. Me suelto de las barandillas para apoyar mi espalda en su torso.
Una ola de calor recorre todo mi cuerpo y siento cómo estoy a punto de correrme.
—No tan rápido, nena. Me hiciste esperar todo un año, así que no terminaremos en un par de horas más. — se detiene, enreda mis piernas en su cintura y camina hasta entrar a su habitación.
Me recuesta sobre la cama sutilmente.
Besa mis labios, lame mis pezones y su boca se adueña de mi vagina. Guío su cara hasta mis labios y con mi mano, tomo su erección y lo introduzco dentro de mí. ¿Tanto me ha deseado este hombre? Definitivamente sí. Y creo que es la única razón por la que sigue constantemente merodeando en mi vida.
Tampoco me quejo. Me gusta esto.
Es extraño porque aunque me queda claro que tenemos una larga historia juntos, ahora solo estoy con él para saciar mi sed, no mi corazón. Siento que lo amé alguna vez, siento que una parte de ese sentimiento sigue dentro de mí pero todo es muy confuso.
Muerdo mi antebrazo para no despertar a nadie con los gritos, pero me está matando de placer. Ya no puedo resistirlo más. La ola de calor me deja inmóvil al correrme mientras sigue dentro de mí. No puedo respirar. Ninguno de los dos podemos.
Se recuesta a mi lado hasta que recuperamos el aliento.
—Me gustaría seguir haciendo esto...contigo. — luego de largos segundos en silencio, apenas me sale la voz.
— ¿Quieres darme una segunda oportunidad? — me mira a los ojos. Parece estar muy contento de tenerme aquí con él.
—No lo tengo muy seguro. Necesito recordarte primero.
— Sí, tienes razón.
—Pero quiero que te mantengas cerca de mí. Al menos hasta que pueda recordar y termine este proceso. Me eres de mucha ayuda.
—De acuerdo. Hay muchos cabos sueltos todavía así que esto será más largo de lo que pensamos.
—O quizás no. Quizás todo es más...sencillo de lo que pensamos y el único problema es que no tengo mis recuerdos.
—Tu vida nunca ha sido tan sencilla, créeme. — esboza una leve sonrisa.
—Si ahora soy acusada de asesinar a dos personas está muy claro. — nos quedamos en silencio por algunos segundos. — Yo no lo hice. Y no necesito recordar para saber que soy inocente. No me creo capaz de asesinar a nadie.
—Lo sé, creo en ti. — no tiene idea de lo mucho que significan sus palabras para mí.
Sonrío levemente mientras le acaricio el cabello.
—Dices que no estamos juntos desde hace muchísimos meses. Un año para ser exactos. No puedo asegurarte de que no tenga otra pareja esperándome por ahí. No sabes con quiénes fui capaz de acostarme mientras tú no estabas. Al igual estoy segura de que tú también lo hiciste.
— ¿Qué hice qué?
—Acostarte con más mujeres.
—El deseo es temporal, el amor no. — me mira a los ojos. — Descansa, mañana será otro largo día. — besa mi frente y sale de la habitación.
8am.
Al despertar, sigo en la cama de Jack. Él no está, así que aprovecho para darme una intensa ducha y tratar de encontrarle más sentido a mi vida.
Cuando bajo las escaleras, me quedo extrañada al ver a una chica sonriéndole a Jack. Su cara de felicidad cambia radicalmente al verme. ¿Esta quién es y por qué está aquí? Me quedo de pie en el último escalón mientras los veo. Él parece estar cansado y ella muy furiosa.
— ¿Qué hace ella aquí, Jack? — le pregunta de mala manera, como si estuviera viendo un fantasma, que en este caso, sería yo.
—Sarah... — intenta tranquilizarla pero sigo sin entender la situación.
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