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Capítulo 28.

Estoy muy nervioso y no puedo parar de llorar mientras espero nuevas noticias. No dejo de dar vueltas por toda la sala de espera.

—Hola jovencito. ¿Se encuentra bien? — me dice un señor, ya muy mayor. Le doy algunos 82 años.

—Estoy bien. Solo estoy...algo nervioso. — trato de calmarme.

—Están operando a alguien importante para ti, ¿verdad?

—A alguien que lo es todo. — ni siquiera sé por qué me molesto en responderle si no lo conozco.

Se sienta a mi lado.

—Está en buenas manos. No te preocupes.

—Sí. Es el mejor cirujano de la ciudad.

—No hablo solamente de él, sino de Dios.

—Entiendo...pero es que...yo...soy ateo. — confieso aunque posiblemente se ofenda.

—Descuida, lo respeto. Yo también era ateo. Incluso era algo violento con las personas que no lo eran. — me sorprende su respuesta.

—¿Y qué lo hizo cambiar de opinión? — me da curiosidad.

—Mi esposa tenía un tumor. Todos los doctores le daban malas noticias siempre, hasta que llegamos aquí. Fue el único doctor que nos mostró una salida, aunque nos dejó claro que podría resultar mal. El problema era que no teníamos dinero para pagar la operación. Nos íbamos a rendir pero se humanizó con nosotros y nos puso una salida. Dijo que lo haría si trabajaba para él por muchos años hasta que pagara los gastos y como entenderás, lo vi como un milagro. Acepté. Podía sentir en mi corazón que las cosas iban mal y que ella no podría salir de esa cirugía. Un señor avisó a todos los familiares en la sala de espera que la capilla pequeña... — señala el pasillo por donde creo que está. 

— Estaba abierta. Me sorprendía ver cómo todos los que iban, regresaban muy calmados y relajados de allí. Así que intenté seguirles el juego. Me arrodillé y genuinamente comencé a llorar pidiéndole a quien sea que hubiera que me dejara disfrutar al menos 5 años más de vida al lado de mi esposa. Solo quería que saliera de ahí. Como comprenderás, cuando volví a la realidad, me maldije muchas veces por hablar sólo, aun sabiendo que nada de esas cosas espirituales existían.

—¿Y qué pasó después? — me intriga.

—El doctor salió para decirme que la operación había sido un éxito y ¿sabes qué más pasó? Que exactamente esos cinco años que le pedí de vida con mi esposa, se cumplieron. Murió después, pero se fue feliz, durmiendo. Era mucho más mayor que yo en ese entonces. Y fue donde me pregunté... ¿cómo fue posible que exactamente esos cinco años que pedí se hicieron realidad aun cuando todos nos decían que solo le quedaban días de vida? ¿Cómo fue posible que sucediera exactamente igual como lo pedí si se supone que ahí arriba y en esa capilla no había nadie? ¿Quién más tendría la fuerza y el poder de hacer mi deseo realidad? Desde entonces comencé a creer y he trabajo aquí muchos años para poder saldar mi deuda no solo con el doctor, sino también con Dios. — por más escéptico que sea, su historia es muy conmovedora.

¿Sabes qué puedo aconsejarte que hagas? — le presto mucha atención. — Así como veo que le tienes mucha fe a su amor, tenle fe a la idea de que esto saldrá muy bien y que podrá disfrutar muchos años a tu lado. Oraré mucho por ella aunque no la conozca. — se levanta, coloca una mano en mi hombro y camina lentamente (como puede) hasta otra de las salas. Por lo que veo, trabaja cambiando sábanas o algo similar.

9:30pm.

Aún no nos dicen nada. Junior también ha llegado hace algunos minutos.

—Gracias por avisarme. Es importante para mí estar aquí con ella en estos momentos. — rompe el silencio.

—No hay nada que agradecer. — contesto y doy un sorbo del té que me ha comprado.

—Creo que tampoco tuve la oportunidad de pedirle disculpas por las estupideces que cometí. Admito que he sido un dolor de cabeza tanto para usted como para mi hermana. Por eso estoy tratando de mejorar y enmendar mis errores. — cambia de tema repentinamente.

—No me gustan las disculpas, me gustan los hechos. Pero si te hace sentir tranquilo escucharlo: está bien, te disculpo. Y si vuelves a hacerle la más mínima cosa, te juro por mi vida que te haré pagarlo todo. — le amenazo.

—Lo sé, no se preocupe. Melanie ha tenido bastante ya. — el silencio se incrementa nuevamente. — ¿Es cierto eso que escuchamos? ¿Se casarán?

—Así es. Dentro de algunos meses...sí. Estoy construyendo una casa para nosotros.

—Wao. Me cuesta asimilar que ya es toda una mujer. Pero ¿sabes qué? Me alegra que seas tú. Has demostrado ser el indicado para ella, así que...bienvenido a la familia formalmente. — me extiende una mano y la aprieto con una sonrisa. Así debieron ser las cosas desde el inicio pero mucho se escapó de nuestras manos. Ahora solo quiero llevar las cosas por la paz.

11:30pm.

Finalmente el doctor sale.

—¿Cómo está doctor? — le pregunto de inmediato. Estoy muy nervioso.

—Afortunadamente...todo salió a la perfección. — respiro profundamente de alivio. — Pudimos extraer todo el exceso de sangre de su cerebro y pudimos reestablecerla con facilidad. Sus signos vitales están excelentes. Solo que...obviamente está muy delicada y no debe moverse para nada las primeras horas. Le colocamos una sonda y la instalamos en su nueva habitación. Por el momento no pueden pasar a verla pero en cuanto se pueda se los haremos saber.

—Muchísimas gracias doctor. — le dice Junior. Lo acompaño para firmar los documentos y pagar todo lo que sea necesario con tal de que Melanie reciba las mejores atenciones.

12pm.

Junior se ha ido a descansar y manejar ciertos asuntos en la empresa en ausencia de Melanie. Como de costumbre, no puedo dormir. Al encender mi teléfono nuevamente (lo tenía en "no molestar" desde hace horas) casi explota de tantas llamadas perdidas de diferentes personas.

Primero le marco a mi madre.

¿Jack? — contesta.

—Sí, madre, soy yo.

—¿Dónde estás hijo mío? Me has tenido muy preocupada.

—No te preocupes, estoy bien. Estoy con Melanie en la clínica.

—¿En la clínica? ¿Qué pasó? ¿Están bien?

—Sí, sí, no te preocupes. La tuvieron que operar de emergencia pero todo bien. Quiero pedirte algo...

Por supuesto, lo que sea.

—Preparen mi habitación lo suficientemente bien para que Melanie esté cómoda. Tendrá que guardar mucho reposo y quiero que se quede en mi casa. Dile a Frederick, él sabrá cómo hacerlo.

Claro que sí, nosotros nos encargamos.

—¿Y Lía, cómo está? — cambio de tema.

Está muy bien. Ya pronto sale de vacaciones de la escuela. Jacob pasó por aquí hace una horas, al pobre le dieron un balazo en ese tiroteo contra esos terroristas. Menos mal que no pasó a mayores y está bien. — es mejor que mantenga esa mentira. De saber que he sido yo, removería más dramas innecesarios.

—¿Y qué hacía, qué quería?

Dijo que tenía que hacer un último trabajo para luego llevarse a Lía a otra casa que supuestamente compró en la ciudad. Quiere pasar tiempo con ella y...no podemos impedirlo. Al fin de cuentas, es su hija.

—Está bien. Déjalo hacer lo que quiera. Solo mantengamos las cosas tranquilas.

De acuerdo. ¿Necesitas que vaya a quedarme con Melanie?

—No, no. Me quedaré aquí. Quizás más tarde le pida a su hermano que se quede mientras voy a darme una ducha. Quédate tranquila. — le parece bien y cuelgo.

Le marco a Eric, de quien tengo la mayoría de las llamadas.

—¿Eric?

—¿Por qué no me respondes el teléfono? Me quedé muy preocupado cuando se fueron así. — se oye algo molesto.

—Lo siento, tuvimos algunos imprevistos y...tuve que desconectarme del mundo por unas horas. ¿Todo está bien?

—¿Necesitas ayuda con algo?

—No, descuida. Ahora ponme al tanto de lo que ha pasado.

Pues, el líder de los terroristas que atrapamos resultó ser uno de los socios de Bilson, ¿lo recuerdas?

—Cómo no recordarlo. Nos causó muchos problemas.

—Sí, pues resulta que Bilson sabía de Melodie y la demencia de Martha. La ayudó a esconderla durante todos estos años, por eso nunca lo supimos. Eso completa los huecos del caso por los que no entendíamos qué era eso que aún los unía.

—Ahora entiendo. Las fotografías que encontré en aquel lugar. — lo recuerdo. — Realmente no se trataba de Melanie, sino de...Melodie. Por eso se veía diferente.

—Supongo que sí. A pesar de que se llevó muchas vidas de por medio, también casi mata a Melanie pensando que era Melodie. Por suerte, ese chico, Pete, al que llamabas bigotes la salvó. ¿Te das cuenta de lo loco que es todo esto?

—Bastante, créeme.

Es como si todo estuviera conectado desde principio. Todo termina enlazándose con Melanie, contigo, con el loco de tu hermano, con el presidente y por eso siempre estamos envueltos de problemas.

—¿Eran todos? ¿No quedó ningún cabo suelto?

Eso parece. El presidente dio un discurso y reforzó demasiado la seguridad de la ciudad. Dudo mucho que cualquier idiota intente ganar atención en lo que queda del año.

—Esperemos que así sea.

Tu hermano también dijo que se encargaría de destruir a su propia banda de cazarrecompensas. Ya que sabemos que el señor anónimo por alguna extraña razón liberó a esos imbéciles. Jacob está muy furioso.

—Descuida, lo veía venir.

—¿Y Melanie? ¿Está todo bien entre ustedes o...?

—Estamos muy bien. Estamos juntos. Después te cuento un par de cosas más pero por el momento, dejo el departamento federal en tus manos. No confío en nadie más que en ti y Paul.

Cuenta con ello, hermano.

—Gracias, Eric. — cuelgo.

3am.

La voz de una enfermera me despierta. Me he quedado dormido en la sala de espera.

—¿Qué hace aquí dormido? Ya puede entrar a la habitación de su novia si quiere. — me dice y me guía hasta ella. Me deja una manta sobre el sofá y cierra la puerta al salir. Melanie está tendida de lado, con un gorro elástico en la cabeza (supongo que específicamente para su situación), bata, cánula nasal y un catéter en las venas de sus manos. Acerco el sofá para estar a su lado, ya que la habitación es muy amplia.

Hay muchos monitores a su alrededor mostrando sus signos vitales. Están estables.

—Te dije que todo saldría bien y mira, aquí estás. — acaricio y beso suavemente su mano. — Te amo. Como nunca he amado a nadie jamás. — recuerdo que prometí decirle esto cuando saliera de la operación.

7:15am.

Jack...Jack...Jack...

Oigo una voz lejana hasta que despierto y me encuentro con los hermosos ojos de Melanie.

Me sonríe.

—¡Amor! ¿Cómo te sientes? — solo sonríe. Creo que no puede hablar mucho. — ¿No puedes hablar mucho, cierto? Okay. Di sí pestañeando una vez y no, dos veces. — pestañea una vez.

—¿Te sientes bien? — pestañea una vez (sí). — ¿Necesitas algo? — pestañea dos veces (no). — ¿El doctor ya te chequeó mientras estaba dormido? — pestañea una vez (sí).

—Les...pedí...que no...te...movieran...de mi...lado. — dice como puede. Se esfuerza demasiado. — ¿Cómo...me veo? — le cuesta articular las palabras.

—Hermosa. Siempre te ves hermosa. — no miento.

Sonríe.

—¿Me das...un beso? — me pide y se lo doy sin pensarlo. Un beso lleno de amor.

—Descansa, no te esfuerces. Ahora seré yo quien no te deje en paz hasta que sigas las indicaciones del doctor al pie de la letra. — le subo más la manta y cierra los ojos para descansar.

Más que hacerme caso, lo necesita. Los analgésicos son muy fuertes.

—Hey. — Eric se asoma a la puerta y me hace señas de que salga con él. Lo hago. Lisa, Junior y Melodie también están aquí. — ¿Cómo está? Junior nos contó.

—Está delicada pero estable. — no esperaba que vinieran.

—¿Por qué no nos dijiste nada? Hubiera estado aquí toda la noche también. — dice Lisa.

—No quería que les dijera de momento. No quería preocuparlos. — ya saben cómo es, así que creo que lo entienden.

—Te ves cansado. Si quieres vete unas horas y nosotros podemos quedarnos. — Eric dice.

—Está bien, necesito ir al departamento. ¿Puedes acompañarme? — le pregunto y asiente. — Cualquier cosa llámanos. — le indico a Lisa y nos vamos.

9am.

Termino de vestirme mientras Eric se acuesta en mi cama.

—¿Cómo van los preparativos? — rompo el silencio. Me amarro la corbata frente al espejo.

—¿Los preparativos de mi boda?

—¿De qué otra cosa entonces?

—Van bien. Tenemos todo listo, solo falta que llegue el día.

—¿Y cuándo será?

—Dentro de dos meses, creo. Necesito terminar algunos casos dentro de la oficina primero.

—¿Qué casos? — se pone serio.

—Tu hermano dijo que mataría a su líder, no solo porque tenga algo que ver con todos estos ataques, sino porque al parecer Melodie hizo un trato para convertirse en cazadora y adivina a quien quiere asesinar. — estoy expectante. — A su madre. Quiere sacar a Martha de la cárcel y evidentemente es algo que todos debemos evitar.

—Pues espero que Jacob lo mate pronto. Lo que menos necesitamos ahora es a Martha libre.

—Paul y yo estaremos vigilándolos. No dejaremos que las cosas empeoren más.

—Gracias, de verdad. Ahora mismo no tengo cabeza para nada de eso. Solo quiero estar con Melanie hasta que se recupere.

—No agradezcas. Quiero resolver todo para no tener preocupaciones el día de mi boda. Cuando ese señor misterioso muera, estaré tranquilo.

—Su nombre es Marcus. Melanie me lo dijo. Salió de la propia boca de Jacob por accidente. — recordarlo me pone de mal humor.

—¿Están mal, verdad? Digo, no es para menos después de querer besar a Melanie a la fuerza. Es un imbécil. Siempre lo supe pero... creo que es muy útil para resolver estos problemas.

—¿Sabes cuándo me di cuenta de que he cambiado bastante? Cuando simplemente le disparé en el brazo. Mi antigua versión le hubiera arrancado todos los dientes y cada uno de sus dedos después de lo que hizo.

—Sí, lo sé. Hemos madurado. Antes solo teníamos una rutina: trabajar, investigar, atrapar a los maleantes e ir al bar de Judith en el que hoy mi futura esposa trabaja. ¡Qué locura! — se ríe. — Pero no cambiaría absolutamente nada... ¿y tú?

—No. Si no me hubiesen asignado la misión de proteger a Melanie, nada de esto hubiese pasado. La historia sería distinta.

—Creo que de todos modos el destino los uniría. Piensa: ella era hija de un criminal y tú un policía. Son la combinación perfecta. — sonrío. — ¿Recuerdas que al principio era yo y cuando cambiaron, no te agradaba la idea? — lo recuerdo perfectamente. — ¿Ahora qué piensas de eso?

—Estoy muy feliz de que no hayas sido tú. — esbozo una media sonrisa, recojo mi chaleco de tela fina y salgo de la habitación para que venga detrás de mí.

Mucha investigación después.

—Mañana Marcus caerá. Es nuestro penúltimo jugador en el tablero. — le dice Eric a nuestro mismo equipo de agentes.

—¿Y quién es el último? — curioseo.

—Walter, el dueño de ese centro psiquiátrico pero ya tendremos más tiempo para él. Quiero casarme primero...y tú también. — me advierte.

—Ok pero de ninguna forma lo pierdan de vista. Vigilen todos sus movimientos. — les digo y se retiran. Después de algunos días de ausencia, todos parecen estar felices de verme bien y lo aprecio mucho.

Ya es muy tarde. Tengo que regresar a la clínica con Melanie.

—¿Puedo hablar contigo un minuto? — pregunta Jacob antes de que pueda irme. Eric me da una mirada de confianza y se va.

—58 segundos... — cuento.

—Sé que no hay buenas palabras que me disculpen por lo que hice pero estoy muy arrepentido. De igual forma, no estoy aquí para eso. He arruinado mi ego demasiado ya. Solo quiero decirte que, con respecto a Lía...

—Te la llevarás a tu nueva casa, lo sé. Tienes todo el derecho. Eres su padre. Es lo que siempre quise. Merece que finalmente le des su lugar y asumas tu papel. — lo interrumpo.

—Así es. Siempre estaré eternamente agradecido contigo por lo bien que cuidaste de ella todos estos meses.

—No hay que agradecer. Es mi sobrina.

—Mañana nos libraremos de Marcus y nunca más tendremos que volver a trabajar juntos.

—Mucho mejor así. Buenas noches. — recojo mis cosas y me largo. No quiero seguir escuchándolo, aunque me conmueve un poco estar así con él. Voy al estacionamiento y antes de poder entrar, mi teléfono suena.

Número desconocido.

—Connor. — contesto.

Creo que tus amiguitos y tú están subestimándome demasiado. No quiero que se les olvide que...estoy muy por encima de todos ustedes. Yo siendo tú...me andaría con mucho cuidado a partir de ahora. — para escucharlo mejor, concentro mi vista en el suelo donde hay un gran charco de agua que refleja el cronómetro de... ¡maldición! ¡una bomba! Sin pensar en nada más, corro lo más rápido que puedo lejos del vehículo y explota, empujándome bastante lejos de la zona.

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