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Capítulo 20.

Un submarino. Viajaremos en un submarino turístico. Es una locura, me cuesta creerlo. Tres tripulantes vienen con nosotros para proporcionar nuestra seguridad. Todos parecen conocer a Jack y lo tratan con mucho respeto.

Me ha presentado a ellos como lo que soy, su novia y me tratan de la misma manera.

—¿Has hecho esto antes? — le pregunto mientras entramos.

—Solo una vez para una misión, pero era completamente diferente. Este es turístico, no de guerra.

—Debe dar mucho miedo.

—No tanto, de igual forma estoy acostumbrado. ¿Te da miedo la profundidad?

—No lo sé, nunca he estado en uno.

—Siempre hay una primera vez para todo. — sonríe. — No tengas miedo, estoy aquí. — acaricia mi mano.

—¿También tienes espíritu de Aquaman? — bromeo.

—Un poco, sí. — sonreímos y me besa.

—Estamos listos. Nos sumergiremos. — nos avisa el capitán y vamos al frente para poder disfrutar mejor de esta experiencia. — Mientras bajemos, podrían sentir mareos o náuseas debido a la presión. Es normal. En todo caso tenemos un equipo preparado para cualquier circunstancia de riesgo. Bajaremos a una profundidad de 600 metros. ¿Están listos?

—Sí, lo estamos. — contesta Jack y el capitán asiente. Hay dos de ellos en controles. Uno con cascos, aparentemente para detectar cualquier sonido y el otro al volante para avanzar. Efectivamente sí me siento algo mareada, pero nada de lo que deba alarmarme. Me sostengo de los brazos de Jack mientras siento la presión del mar sobre nosotros y este enorme submarino.

Los cristales de enfrente nos permiten ver todo lo que nos rodea y es hermoso. Medusas, muchos peces, algas, etc. No puedo evitar sonreír. El color azul se vuelve más intenso y oscuro mientras más bajamos.

Ahora me da un poco de miedo, se ve muy tenebroso pero sigue siendo perfecto.

—150 metros. — dice el que lleva los cascos. — 200 metros. — el agua golpea el submarino y tambalea. Los animales acuáticos se dispersan lejos de nosotros. — 300 metros. — sigue diciendo el chico tras ratos.

— ¡600 metros! — hemos llegado a nuestro límite de profundidad y el submarino parece estar estable. Avanza con tranquilidad para apreciar la belleza de las profundidades.

Un tiburón se acerca y me asusto.

—Tranquila, no son agresivos.

—¿Qué? Comen humanos si se les da la oportunidad.

—Porque es su naturaleza. Están en su casa. Obviamente si detectan intrusos, como nosotros, atacarán pero a veces ni así lo hacen. — parece saber mucho del tema. —Míralo. — me indica el cristal para que pueda verlo. El mundo acuático es una obra de arte.

Minutos después, el recorrido ha terminado y regresamos al hotel.

Mientras salgo de la ducha puedo escuchar parte de los ataques terroristas que hay en la ciudad en las noticias que ve.

—¿Y eso? ¿Qué sucede? — me quito toalla para ponerme una pijama.

—Algún hater del estado se desató. — cambia de canal.

—No tendrás que intervenir en esto, ¿cierto? — me preocupa que sí.

—No, por ahora.

—¿Pero existe la posibilidad de que te necesiten?

—Así es. Espero que no, sinceramente. Pero ahora que somos unos de los favoritos del presidente, seguramente querrá molestarnos. Jacob también, creo que tiene un tema pendiente con él. — me preocupa bastante. Sé que estos asuntos son muy peligrosos y dejan a mucha gente herida. No quiero que le pase nada.

—Falta una hora para que se termine tu cumpleaños. — miro el reloj. — Y como te dije, tengo muchos regalos para ti. — los saco de mi mochila, me siento a su lado y los coloco sobre la cama.

—No tenías que hacerlo.

—El año pasado no pude regalarte nada, así que tómalo como recompensa. Ábrelos. — con una sonrisa, lo hace.

El primer regalo, es un anillo.

—¿Un anillo? — lo observa.

—Sí. Quiero que te cases conmigo. — esboza una enorme sonrisa.

—¿No se supone que debería pedírtelo yo?

—No, entre nosotros no. No seguimos ninguna regla, ¿lo recuerdas? — su sonrisa me confirma que sí lo recuerda.

—Entonces...acepto. — nos reímos, tomo el anillo y se lo coloco.

—Ahora estamos a mano. Si algún día te veo sin él, tendremos serios problemas. — le advierto y lo beso apasionadamente. Ahora ambos tenemos nuestros anillos.

—¿Cómo están tus heridas? — me acaricia la cabeza.

—Mejorando.

—¿Te duelen?

—No, ya cicatrizaron. De igual forma debo tener cuidado. Los doctores me dijeron que podrían abrirse otra vez.

—¿Me dejas verlas? — lo miro por unos segundos y asiento con la cabeza. Se acerca, aparta el cabello para acariciarlas y suavemente besarlas.

—Es un milagro que todavía sigas aquí. — apoya su mentón en el hueco de mi cuello.

—Lo sé. Parece que el destino aún me quiere con vida.

—A veces me siento culpable de no estar allí. De no ser por...

—No fue tu culpa, jamás pienses eso. Tomamos una decisión, nos alejamos y esto...tenía que pasar de todos modos. — se queda en silencio y besa mi hombro.

—¿Cómo estás con lo de tu hermana? Sé que es difícil.

—Lo es pero trato de sobrellevarlo. Todas las preguntas que quería hacerle me las respondió. Ahora solo espero que también se adapte a esta nueva vida y no nos salga con estupideces.

—Mató a Miller. Aunque la razón sea comprensible saber que es capaz de asesinar es algo con lo que hay que tener cuidado.

—Aún no puedo creer que Javi no esté con nosotros. Eran tan unidos. No entiendo cómo pudo ser capaz de dispararle.

—Está enferma, Melanie. No está en sus cincos sentidos, jamás lo ha estado. Nunca debió salir de ese psiquiátrico.

—Tenía esperanza. Creo que ese fue mi único error. Pensé que con ayuda podría liberarse y volver a ser ella, pero me temo que Perséfone es la única que está al mando ahora. Es una psicópata.

—Este asunto es muy extraño pero está claro que es peligroso. Mientras esté encerrada, ustedes estarán bien. Es lo que sus padres, Richard y tú intentaron hacer pero de nada vale. Esto es más grande que la que una vez fue tu madre.

—Martha, mi madre, sigue ahí. Lo sé. Pero no te preocupes, ya me rendí. No le daré más vueltas al asunto y la olvidaré. Jamás podré perdonarle todo lo que hizo. — la muerte de Javi, principalmente. Aún no he visitado su tumba y necesito hacerlo.

—Bueno, cambiemos de tema, solo queda media hora para que este día termine. — estoy de acuerdo. — ¿Sigo abriendo los regalos?

—No, mejor hazlo cuando estés en casa. Ahora solo quiero apreciar tus besos. — me siento sobre él y muerdo su labio inferior. — Te queda media hora para pedirme lo que quieras.

—Lo único que quiero es que te quedes en mi vida para siempre. — pone sus manos en mis muslos.

—¿Seguro?

—Mucho.

—¿Esa es tu última petición?

—Sí, mi señora. De igual forma nos casaremos, ¿no es así? — de solo imaginármelo, me hace sonreír.

—Entonces debo ir diseñando mi vestido y mi lencería para la luna de miel.

—Yo siendo tú no me preocuparía mucho por eso, de todas formas te las romperé. — desliza la mano por debajo mi pijama y juega con mis bragas.

—Quizás diseñe alguno en el que no sea necesario hacerlo. — vuelvo a besarlo.

—Cuando vivamos juntos sabes que no te dejaré en paz por las noches, ¿verdad?

—Lo mismo podría decirte. — beso su cuello y siento cómo su miembro comienza a levantarse.

—A este paso tendremos trillizos. — bromea.

—No lo creo. Nunca falto a mis inyecciones, así que puedes estar tranquilo.

—Tampoco me desgrada la idea. — levanto los brazos mientras me quita la pijama.

—Entonces deberíamos ir practicando. — sonríe con picardía y me coloca debajo de él. Saca dos esposas del traje azul con el que vino y me las coloca en las manos, sujetas al espaldar de la cama.

—No hales fuerte o te lastimarán. — no pretendo hacerlo. Me quita las bragas y siente lo húmeda que estoy. Lame mis pezones mientras con sus ásperos dedos masajea mi clítoris. El calor y el deseo aumentan cada vez más dentro de mí. Sigue así por largos minutos. Luego coloca su boca en mi vagina y con los ágiles movimientos de su lengua, hace que sienta que me elevo hasta el cielo. Quisiera apretar su cabello, pero como estoy esposada no puedo y eso me enloquece aún más.

Entra en mí.

Abre más mis piernas y sigue dándome embestidas lenta y rápidamente. Nos miramos fijamente a los ojos mientras sigue metiéndose dentro de mí, vuelve a darme otro beso y se aparta. Me sujeta fuertemente de la cintura y de un girón, me coloca boca abajo. Las esposas se unen, haciendo que no pueda separar mis manos. Levanta mis nalgas, las golpea fuertemente y vuelve a entrar en mí, esta vez, salvajemente. Ahogo un grito en los almohadones y con una mano comienza a presionar mi clítoris en círculos.

—¡Ag! — siento dolor y placer a la vez. No podré resistir mucho, me correré pronto. Cuando se da cuenta, se detiene y me quita las esposas. Agarro su cara de inmediato y lo sigo besando. Lo coloco debajo de mí, tomo su pene en mis manos y lo introduzco lentamente. Muevo mis caderas en círculos y de arriba abajo revolcándome del placer. ¡Me estoy volviendo loca! Cambiamos de posiciones y así seguimos hasta que me vengo sobre él y él dentro de mí.

24 de abril, el cumpleaños más surrealista que Jack Connor podrá tener.

7am.

Ya regresamos a nuestras casas pero Jack se ha ido al trabajo directamente. Estoy tan feliz por todo lo que tenemos planeado hacer juntos. Estoy muy ansiosa de que nos mudemos pronto. Al entrar a casa, casi me muero de un infarto al ver a Jacob sentado en una esquina.

No se ve nada bien.

—¡Santo Dios, Jacob! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? — dejo mi maleta en un rincón.

—No lo hice. No pude cruzar esa puerta. — da un sorbo de ¿whisky? Observo la etiqueta de la botella y lo confirmo.

—¿Hablas de Lía, verdad?

—Sí, soy un cobarde. — me acerco, le quito la botella y me siento a su lado.

—No lo eres pero es cierto que te complicas más las cosas. ¿Por qué te cuesta tanto? ¿A qué le temes?

—A que me rechace, como todo el mundo lo hace.

—Eso no es cierto. A pesar de que eres muy...complicado, te queremos y tu hija mucho más.

—¿Tú me quieres?

—Claro que sí.

—Pero nunca de la forma en que quieres a mi hermano, ¿verdad? Me gustaría haber llegado antes que él. Quizás me verías de una forma diferente. — el rumbo de esta conversación no me gusta nada.

—Estás ebrio, solo dices tonterías. Llamaré a Jack para que venga por ti. — saco mi móvil y me lo arrebata.

—Te gusta contarle todo, ¿no es así? ¿Ya le dijiste lo que realmente sucedió en ese puente cuando fui por ti? No te salvé de esos malandros pero si de tu mente suicida. ¿Por qué no se lo dices? — me alejo de él.

¿Qué le sucede?

—Es algo entre él y yo, no tienes porqué meterte.

—Oh, sí. Sí tengo que. De haber sabido que no estaban juntos en todo un año, hubiera regresado antes para ganarme tu amor. — no puede ni siquiera mantenerse de pie.

—¿Qué dices? — frunzo el ceño. — Pensé que estabas interesado en Melodie.

—Se ven exactamente igual pero no son lo mismo. No puedo traspasar lo que siento por ti, ella no es tú. — no puedo creer lo que me está diciendo.

—¡Deja de decir tonterías, Jacob! Estás ebrio. Devuélveme el teléfono. — me estoy molestando.

—Mi vida con una mujer como tú sería más sencilla. Formaríamos una familia con Lía y serías el medio para arreglar mi relación con ella. — se acerca, le doy una fuerte bofetada y le quito mi celular.

—Lárgate de mi casa. — le indico la puerta.

—No, no me iré. No hasta que haga algo. — se acerca rápidamente a mí, me sujeta de la cabeza y me besa. Reúno todas mis fuerzas para apartarme pero me aprieta fuerte. Giro la cabeza y lo empujo, haciendo que caigamos los dos.

Me duele mucho el brazo y me cuesta levantarme.

—¡Demonios! Melanie, perdóname, yo...

—¡No te me acerques! — intenta ayudarme pero me aparto. — Vete antes de que las cosas se pongan peor. — lo amenazo. Veo el arrepentimiento en sus ojos pero de igual forma se marcha.

Me levanto y me curo el raspón que me ha dejado en el brazo. ¿Qué clase de demonio se le metió? Hace unas pocas horas estaba bien. Ya estoy cansada de no saber qué esperar de los demás.

—¡Melanie! ¿Por qué...? ¡Melanie! — Melodie corre hacia mí. — ¿Qué pasó? ¿Jacob te hizo esto? Lo vi salir muy extraño de aquí. ¿Fue él?

—No sé qué le pasa. ¿Puedes creer que se atrevió a besarme?

—Ese imbécil. — intenta irse pero la detengo.

—¡No, Melodie! No quiero que intervengas. Está ebrio. Cuando se le pase la borrachera hablaré con él.

—Tú sabes muy bien que con hombres como él las palabras no bastan. — se suelta. — Él es el primero que cuestiona mi lealtad hacia ti, con su propia sangre le daré un claro ejemplo. — sale corriendo antes de que pueda detenerla.

Jack Connor.

Al llegar a la oficina, todo me reciben con un pastel de cumpleaños. Ya que no pudieron felicitarme ayer, quisieron hacerlo hoy. Se los agradezco mucho y les dejo el pastel para que se lo repartan entre ellos.

—¿Cómo está el cumpleañero? — pregunta Eric, entrando a mi oficina.

—Fue ayer. Sigo siendo Jack.

—¿Viste las noticias? — cambia de tema mientras rebota su pelota verde en la pared.

—Sí. El estado tiene problemas. ¿Has sabido algo más? — reviso los periódicos.

—Aún no identifican a los sospechosos pero hay rumores de que son rusos.

—Ante la duda: los rusos. Siempre es lo mismo.

—Sí, yo tampoco creo que sean ellos. Que se sepa no tenemos problemas con ningún país. Tal parece que los enemigos somos nosotros mismos. ¿Y si quieren darle un golpe de estado?

—Entonces tendrán que ser inteligentes.

—Todo esto siempre me da mala espina, pero admito que tenía muchas ganas de participar en una operación de tal magnitud.

—No nos meteremos en eso, ya te lo dije. Hay muchos ejércitos para ello.

—Sí, pero somos tan buenos que desde hace años nos han dejado llevar los casos más confidenciales.

—Si tantas ganas tienes de participar, es tu problema. Investiga bien y mantenme informado, pero recuerda que estás por debajo de mí y no podrás hacer nada sin mi autorización. — por primera vez, uso mi lado rudo con él.

—¿De verdad te comportarás así conmigo?

—Solo intento proteger al hombre que está a meses de casarse y es mi mejor amigo.

—¿Qué? ¿Soy tu mejor amigo? ¡Ay que ternura! — se acerca para darme un beso y un abrazo.

—¡Eric, no! — me aparto. — Contrólate, ¿quieres? Estamos en zona laboral.

—¡Ag! Como extraño esos tiempos en los que nuestros escritorios estaban juntos.

—¿Hablas de cuando estábamos bajo el mando de Laura?

—Retiro lo que dije. — él sabe que esas fueron nuestras peores épocas.

—Disculpen, ¿señor Connor? — entra una oficial. — Hay un grupo de militares abajo. Dicen que quieren hablar con usted. — ¿y ahora qué quieren? Como sea algo respecto a lo que sucede, me enfadaré.

Bajamos.

—Agente Connor. Es un placer saludarle. — me saluda el que parece ser líder de ellos. — Soy el militar Myers, encargado de la seguridad del presidente.

—¿Y en qué podemos ayudarlo?

—Estoy buscando a su hermano: Jacob Connor. El presidente y él tenían un acuerdo pero me temo que ahora lo necesita.

—¿Y para qué lo quiere exactamente?

—No se me ha autorizado darle esa información. ¿Sabe dónde puedo encontrarlo?

—No se me ha autorizado darle esa información, pero si lo veo le diré. — uso sus palabras.

—Perfecto, contamos con eso. Nos retiramos. — suben a sus furgonetas y se van. ¿Para qué necesitan a Jacob ahora?

Saco mi teléfono y le marco pero no responde.

Le marco a Melanie.

¿Jack? — contesta.

—Amor, ¿cómo estás? — camino a mi oficina para cerrarla y salir de aquí. Necesito encontrar a Jacob.

¿Por qué me llamas? ¿Qué pasó? — su tono de voz me preocupa.

—Quería saber cómo estabas y de paso preguntarte si has visto a Jacob en alguna parte. Necesito hablar con él de algo importante. — se queda en silencio.

Camino al estacionamiento.

— ¿Melanie?

Aquí estoy.

—¿Qué sucede? ¿Está todo bien?

Sí, está todo bien. No te preocupes.

—¿Por qué te oyes así? Si pasa algo sabes que puedes decírmelo. Debes decírmelo.

Lo sé, lo sé. Tranquilo.

—¿Has visto a Jacob? — me subo en el coche.

No, no lo he visto. No sé dónde está. — reconozco ese tono de voz, seguramente ha estado llorando por algo y me preocupa.

—Hablaremos luego, ¿ok?

Ok. Te amo.

—También te amo. — cuelgo. Sigo llamándolo pero no responde. ¿Dónde diablos está?

Conduzco hasta casa.

Al llegar, me sorprende ver a Melodie escondiendo un cuchillo y Jacob abrazando a Lía justo en la puerta. ¿Qué está pasando aquí?

—¡Tío! Cumpliste tu promesa, trajiste a mi papi devuelta. — Lía corre hasta mí.

—De hecho, vino él mismo. ¿Podrías dejarnos a solas un momento? Tenemos que hablar.... cosas de adultos. — choco mi naríz con la suya.

—Está bien. No te irás otra vez, ¿verdad papi? — mira a Jacob.

—No mi amor. No me iré. — se sonríen y Lía entra.

Ágilmente le quito el cuchillo a Melodie de las manos antes de que reaccione.

—¿Por qué llevas este cuchillo, eh? ¿Qué intentabas hacer? — la cuestiono.

—¿Por qué no le preguntas a tu adorable hermano? A ver si es capaz de decirte la verdad. — lo miro.

—No creas nada de lo que dice. Está loca.

—Sí, estoy muy loca. Y dale muchas gracias a tu hija, porque solo por ella sigues respirando. Si te veo cerca otra vez, ni Jack ni Lía podrán salvarte, imbécil. — le dice con mucha rabia y se marcha.

—¿Qué está pasando?

—Está molesta porque me le declaré y... comenzó a delirar y hacer teorías sin sentido. Solo lo hice para fastidiar y por eso casi me mata. — apesta a alcohol.

—¿Estuviste bebiendo?

—Un poco, quizás.

—Eres un maldito problema. ¿Sabes quién te anda buscando? El presidente. Dice que quiere hablar contigo de no sé qué.

—¡Lo que faltaba! No tengo nada de qué hablar con él. Le dejé claro que no me uniré a su equipo de perdedores.

—Ya sabes cómo son. No pararán hasta que al menos te presentes. Así que mejor da la cara y dile lo que tengas que decirles personalmente. — está cayéndose de lo ebrio que está. — Entra y date un baño. apestas. No quiero que Lía siga viéndote así. — pongo su brazo en mi hombro y lo acompaño hasta arriba.

Melanie Cross.

Casi se me sale el corazón del pecho al recibir la llamada de Jack. Pensé que ya se había enterado de todo pero no fue así y me tranquiliza.

Llego a la empresa.

Por suerte, todo sigue normal. Todos trabajan y mantienen el orden. Definitivamente tengo el mejor personal. Recuerdo que Jasper está algo resentido y voy hasta el bar con esperanza de verlo.

Afortunadamente lo encuentro limpiando las mesas.

—Jasper, ¿podemos hablar?

—Claro, dime.

—Disculpa si te hicimos pasar un mal momento ayer. Sé que tienes tus razones pero, no te desquites conmigo.

—No te preocupes, no lo hago. Pero mientras más alejado esté de tu gente, me sentiré mejor. Nunca encajé y no pretendo hacerlo ahora. — me duele que hable así pero puedo entenderlo. — Eva renunció y también todos los que fueron amigos Javi. El único que se queda soy yo y es porque he apostado mucho en esto. Puse todos mis ahorros en este proyecto que, afortunadamente, es el mayor sustento de mi familia y eso está por encima de cualquier cosa. Tú no tienes la culpa pero de una forma u otra, relacionamos lo que le pasó contigo. No tienes ni idea de cómo la pasamos cuando nos dijeron que estaba muerto.

—Yo también la he pasado mal pero esto no es una competencia de ver quién sufre más. Perdí la memoria, tengo una hermana gemela, mi madre está en prisión, apenas entiendo todo lo que está pasando. Javi también era mi amigo. El mejor que pude tener. — mis ojos se llenan de lágrimas y los suyos también.

—Sin embargo ayer te fuiste de fiesta. Actúas como si nada pasó, como si la muerte de Javi no significara nada.

—Eso no es cierto. Solo sigo con mi vida. Lo que él habría querido. — se queda en silencio. — Tengo que volver a trabajar, hablaremos después. — ahora trataré de enfocarme en diseñar los uniformes para el colegio de Jack hasta que podamos retomar esta conversación después.

8pm.

Se me ha hecho super tarde pero he terminado tres tipos de diseños para mostrárselos a Jack y que escoja el que mejor le parezca. Voy al estacionamiento para salir en mi vehículo.

—¡Melanie! ¡Espera! — alguien cierra la puerta del coche de golpe antes de que pueda entrar. Es Jacob. Intento alejarme pero me sostiene. — Tranquila, no te haré daño lo juro. Ya no estoy ebrio. — logro calmarme.

—Suéltame, por favor. — tengo mucho miedo.

—No era mi intención hacerte eso, lo juro. Estaba mal de la cabeza, no sé qué me pasa. Por favor perdóname. Jamás volverá a pasar y sobre todo, no le digas a Jack de esto. Acabo de reunirme con Lía y estoy solucionando todo. Quiero que olvidemos esto y continuemos siendo los buenos amigos que somos. — en sus ojos veo sinceridad pero no me puedo fiar.

—¿Dónde está Melodie? — sigo manteniendo distancia.

—Por poco me mata de no ser porque Lía salió a tiempo. Al final tuve el valor de ir a verla ebrio y con una loca queriendo asesinarme.

—Esa loca es mi hermana y tenía sus razones. Pero si vuelves siquiera a intentar a hacerme algo así, yo misma te haré pagar y no necesitaré a Jack para eso. — lo amenazo.

—Está bien, está bien. Solo...no le digas a Jack, por favor.

—Bien. De todos modos no pensaba hacerlo. — nos quedamos en silencio y se aparta más de mí. — Te buscaba esta mañana, ¿para qué era? — cambio de tema.

—Parece que unos terroristas quieren algo de acción. Han atacado dos lugares importantes llevándose a mucha gente inocente de por medio y supongo que el presidente no sabe si contratarme para rastrearlos o para encargarme de su seguridad. ¿Puedes creerlo? — escuchar el tono sarcástico de su voz de nuevo me hace sentir más segura.

—¿Y qué decidiste?

—Dije que no. Le dije que no al presidente, ¿entiendes? Y ahora medio país está buscándome. — se burla de sí mismo. No debería estar tan tranquilo con tal situación.

—¿Y qué haces aquí? ¡Escóndete!

—¿Enconderme yo? ¿Perdón? Eso jamás pasará.

—Esto no es lo mismo de siempre. Se trata del presidente. Puede ponerte la vida de cuadritos si así lo quiere.

—Mi vida es de cuadritos de nacimiento. Le entregué las cabezas de todas sus posibles amenazas, ya no me interesa trabajar para él. Además, no se atreverá a hacerme nada. Sabe que si lo hace sentirá la furia de Jack y eso a cualquiera le asustaría.

—No hagas que Jack se meta en esto, por favor. No le des más problemas. No quiero que todo esto lo distraiga y arruine nuestros planes.

—¿Qué planes? — no sé si sea correcto decirle pero mientras más claro le hablo será mejor.

—Nos mudaremos juntos y con suerte, casarnos después. — su sonrisa desaparece.

—Ah, entiendo. Me alegro mucho por ustedes.

—Gracias. Así que el trato es este: tú haces todo lo que sea necesario para no involucrarlo en esto y yo no le contaré nada. ¿Hecho? — se queda pensativo por unos segundos.

—Hecho. — responde finalmente.

Me subo en el coche y conduzco hasta casa de Jack.

Freddy como siempre me recibe con una sonrisa y me quedo un momento con Lía en la sala.

—¿Cómo van las clases? — le pregunto.

—Bien. Siempre saco buenas notas en las tareas.

—Wao, eso es increíble. ¿Y cómo te sientes ahora que tu padre regresó?

—Muy bien. Creí que nunca volvería pero ya está aquí y dijo que no se iría. ¿Tú crees que sea verdad? ¿Crees que mi papi no se irá de nuevo?

—Esperemos que sea cierto. Por ahora lo he visto muy emocionado de volver a verte.

—Sí, pero es como si no quisiera estar conmigo. De igual manera no me molesta, me alegra tenerlo devuelta, pero me acostumbré a estar sin él. Si se va estaré bien. — para tener su edad, es muy inteligente. Aunque en cierto aspecto me preocupa que ya le de igual lo que su padre haga.

Freddy nos trae galletas.

—¿Jack dónde está? — le pregunto.

—Creo que en su habitación. — le agradezco y subo hasta ella.

Al entrar, no lo veo. Sigo buscándolo y veo su cabello sobresaliendo de la cama. Está sentado en el suelo con algo en sus manos.

—Hola. — me siento a su lado.

—Hola. — me da un tierno beso y recuesto mi cabeza en su hombro.

—¿Son las cenizas de tu abuela?

—Sí.

—¿Las conservarás?

—Creo que sí. Al menos un tiempo más hasta que sepa qué hacer con ellas.

—Hay muchas opciones. Mientras te las quedes seguirás triste y será más difícil dejarla ir.

—Me ayuda a recordar de dónde vengo. Lo poco bueno que aprendí de niño fue gracias a ella.

—Entiendo. Si te sientes bien con eso, está bien. — le doy un beso en la mejilla.

—¿Y tú? ¿Cómo estás? ¿Por qué sonabas tan rara esta mañana? — besa mi mano. Quisiera decirle la verdad, pero ya hice un trato que debo cumplir.

—Estaba...cansada. No hemos dormido casi nada y me dolía la cabeza. — y es cierto, pero no es la razón principal.

—¿Y te sientes mejor?

—No hasta que duerma.

—Entonces descansa. Por cierto, ¿qué le pasa a tu hermana? Hace rato me la encontré queriendo asesinar a Jacob. Dijo cosas que me confundieron, ¿tú sabes algo de eso? — sí lo sé, pero no puedo decírtelo.

—Ellos... son igual de raros. Les encanta pelear por todo. — sonríe. — Casi se me olvidaba, diseñé tres prototipos de uniformes para el colegio que me pediste. — intento sacarlos de mi bolso pero me detiene.

—Podemos hacerlo mañana, tienes que descansar. — realmente lo necesito.

—Okay. Entonces me iré a casa.

—Te llevo.

—No, está bien. Tú también tienes que descansar. Vine en mi auto. — nos levantamos y coloca la urna sobre la rinconera. — Te llamaré cuando llegue. — le doy un beso.

—Que esa llamada no falte. — sonreímos y me marcho. Lo más cierto de este día, es que estoy exhausta. Posiblemente mañana llegue unas horas más tarde a la empresa mañana.

Jack Connor.

La acompaño hasta la puerta y no le quito la vista de encima hasta que desaparece en la carrera.

—Tomé una decisión. — suena la voz de Jacob detrás de mí, antes de que vuelva entrar. Me doy la vuelta. Está arrimado a una de las columnas de la casa.

—¿De qué hablas?

—Reconsideré el trato del presidente. Tener a policías detrás de mí me irrita, así que mejor aceptaré su misión. Rastrearé a esos terroristas y entregaré sus cabezas.

—Jacob, no. No tienes que hacerlo si no quieres. Sé que estás acostumbrado a cazar gente muy peligrosa pero esto es diferente.

—Me he enfrentado a cosas peores, Jack. No tienes ni idea de lo que somos capaz.

—¿Somos? — enfatizo. Muchos coches caros aparcan delante de casa. ¿Estos quiénes son? Toco el arma a mi espalda por si es necesario usarla.

Los sujetos se desmontan y se quedan arrimados a sus coches con tranquilidad.

—Hermanito...te presento a mi segunda familia. La familia de los cazarrecompensas más peligrosos de todo el país. — los presenta, acercándose a ellos. Hay dos mujeres y tres hombres, dentro de ellos, uno más mayorcito que los demás con un traje bastante sofisticados. Mi intuición dice que se trata de ese sujeto anónimo que paga para liberar a los encarcelados del que una vez hablamos. El sujeto para quien Jacob ha trabajado todos estos años. 

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