Capítulo 2.
Otro día más en el hospital.
Me han vuelto a hacer varios exámenes de todo tipo para comprobar que estoy mejorando. Tengo las visitas restringidas porque estoy bajo supervisión de la policía. Solo dicen que hice algo horrible de lo que todavía no me acuerdo. Solo puedo recordar la pistola que tenía en mis manos cuando desperté en esa casa, con tres personas que aún no reconozco de mi lado.
¿Quiénes eran? ¿De verdad los he asesinado yo? ¿Por qué?
Sobrepensar tanto me está haciendo daño. Con algo de ayuda, (no sé de quién) han permitido que solo dos personas entren a verme porque quizás ver a alguien de mi pasado me ayude en algo.
—Hay muchas personas afuera que quieren verte, pero por reglas del hospital y de los agentes federales no podemos dejarlos pasar a todos. Por lo tanto, te mencionaré sus nombres para ver si puedes recordarlos, ¿estás de acuerdo? — pregunta mi doctora.
Asiento con la cabeza para que empiece.
—Bien, tenemos a: Lisa, Jasper, Junior, Eric y Jack. ¿Puedes reconocer algunos de estos nombres?
—No. No tengo idea de quiénes son.
—Está bien, no te presiones. Te lo explicaré. — se acomoda a mi lado para mostrarme sus fotografías. — Ella es Lisa: tu amiga. Él es Jasper: dice ser más que un compañero para ti. Él es Junior: tu hermano mayor. Él es Eric: un agente federal que también es muy amigo tuyo y Jack: el agente federal con el que te topaste al salir del hospital. — "Jack", entonces así se llama. Aunque quisiera, ni siquiera viendo sus fotos puedo recordar quiénes fueron en mi vida.
— ¿Tengo un hermano? — pregunto.
—Sí, y una madre.
— ¿Y dónde está?
—También salió herida esa noche. Pero puedes estar tranquila, está bien. La estamos sedando lo necesario para que no empeore. Tras saber tu situación, no deja de armar un escándalo y desmayarse constantemente. — ni siquiera puedo sentirme preocupada por mi propia madre. No tengo ningún recuerdo de ella. Al menos no me ha mostrado una fotografía suya.
— ¿Está aquí? ¿En este hospital?
—No. La trasladaron a otro hace un par de días por más seguridad. La traerán pronto. — se levanta. — Entonces... ¿a quién te gustaría ver primero de todos los nombres que mencioné?
—Supongo que...a mi hermano. Quizás él pueda...no sé.
—Comprendo, lo haré pasar. — me interrumpe y sale. Estoy muy nerviosa.
—Hola. — miro hacia la puerta y ahí está, el que supuestamente es mi hermano.
—Hola. — intento actuar como una hermana, aunque no lo recuerde.
— ¿Cómo te sientes? — se sienta en el sillón de mi lado.
—Confundida. No entiendo nada. — mis ojos se llenan de lágrimas otra vez.
¡Todo esto se siente mal! ¡Me siento fatal!
—Tranquila, no te angusties. Has sido demasiado fuerte ya. — coloca su mano sobre la mía.
— ¿Es cierto todo lo que me pasó? ¿Todo lo que leí en ese informe? — quiero salir de dudas y nadie mejor que él podrá ayudarme con eso.
—Sí. Has pasado por mucho. Te costó superarlo pero, lo hiciste y estabas tan feliz. — sus ojos también se llenan de lágrimas. — Justo cuando pensábamos que todo saldría bien, pasa otra desgracia más. Pero estoy seguro que saldrás de esta, como siempre. No tienes nada de qué preocuparte. No te dejaremos sola. — me reconforta escuchar eso de mi supuesto hermano.
—Esa noche en la que abusaron de ti...si me hubiera quedado no habría sucedido. ¡Fui un estúpido! ¡Era un imbécil contigo! Mi único deber era cuidar de mi hermanita menor y no pude hacerlo. — se desahoga. Parece estar furioso consigo mismo.
—Supongo que nada se puede cambiar. Si no te llegué a culpar antes, menos lo haré ahora. Así que...dejemos esa parte en el pasado, ¿sí? — trato de actuar con madurez.
Me mira algo impresionado.
— ¿Qué? — no entiendo por qué me ve así.
—Nada, es que...así solías hablarme todo el tiempo. Es como si hubieras vuelto a ser...tú.
—Supongo que algo en mí sabe quién soy y me hace actuar de esa manera. Sin embargo, mi memoria está fracturada y mi cabeza está herida. — sonreímos. — ¿Y nuestra madre? ¿Está bien?
—Sí, ella...solo está molesta con todo el mundo por lo que pasó. Siempre ha sido así de estérica, no es nada nuevo, pero esta vez tiene toda la razón.
—Tú estabas ahí ¿cierto? ¿Sabes lo que pasó? ¿Por qué se me acusa de asesinar a dos personas? ¿Cómo llegó esa pistola a mi mano? — la angustia me envuelve todo el pecho.
—Tú... — dice mientras niega con la cabeza, pero extrañamente mira algo detrás de mí y se calla. ¿Qué ha visto? Sigo su mirada, pero no encuentro nada que lo motive a actuar de esa manera. Necesito respuestas.
— ¿Qué sucede? — frunzo el ceño.
—Nada, es solo que...
—Sus minutos se han agotado, señor Cross. — nos interrumpe un agente.
—Estaremos bien. Prometí protegerlas y eso haré. — me da un beso en la frente suavemente y se marcha.
Si antes estaba confundida, ahora lo estoy más.
¿Y los demás? La doctora mencionó a más personas. Me bajo suavemente de la camilla, entro mis pies en las sandalias de algodón que me han traído, al menos ya también puedo usar mi propia ropa casual y no la horrorosa bata de este hospital.
Al abrir la puerta, casi me caigo del susto al ver a este hombre nuevamente.
— ¿Intentando escapar otra vez? — entra, obligándome a retroceder. Cierra la puerta con seguro y coloca las bolsas que ha traído sobre la mesa.
— ¿Qué hace aquí? No le he permitido entrar. — entrecierra los ojos.
—Sé que, aunque no me recuerdes, querrás mantenerme lejos de ti. — va sacando varias cosas de la bolsa.
—Por algo será, ¿no? — me mira en silencio.
—Ten. Te traje ropa y otras pertenencias personales. — cambia de tema.
— ¿Por qué lo haces? — no quiero que ignore lo que le he dicho. — ¿Por qué te acercas tanto? ¿Por qué te preocupas? — espero sacar alguna respuesta.
Su mirada baja de los ojos a mis labios.
—Si tan solo me recordaras, lo comprenderías. — se acerca demasiado.
— Me gustaría hacerlo, pero mi mente está destruida. — me siento en la orilla de la camilla. No dejo de sentirme mal.
—Los doctores te ayudarán con eso y aunque sientas que soy muy irritante, no pienso volver a alejarme de ti. Cada vez que lo hago, te pasan cosas malas. — aunque intente encontrarle un sentido a lo que dice, me resulta difícil.
Frunzo el ceño.
—¡Claro! ¡Ya me acuerdo de ti! — su imagen vuelve a mi mente. Noto la emoción en su rostro. — Ya te recuerdo. — ratifico. — Eras tú. Tú estabas allí, en esa casa cuando me sacaron. Te vi... mirándome. — su alegría desvanece radicalmente. — ¿Por qué pareces decepcionado?
—No es nada. Es solo que...por un momento pensé que nos recordabas.
— ¿Nos? — es cada vez más frustrante no saber nada acerca de mí. — ¿Qué pasó entre nosotros? — me acerco.
— ¿Qué no ha pasado entre nosotros? Esa sería la pregunta correcta. — toca mis manos. Una corriente pasa por todo mi cuerpo. ¿Por qué me hace sentir así? El contacto de sus manos sobre mi piel me trae borrosos flashbacks de unas manos tocando todo mi cuerpo. Quizás son las suyas, ya que ni siquiera me siento incómoda cuando lo hace.
— ¿Y qué nos pasó? — estoy sumergida en la tensión de este momento. Suelta mis manos y se aleja más. — ¿Qué sucede?
—Melanie. — se asoma la doctora, interrumpiéndonos. ¿Por qué siguen llamándome Melanie? Cierto. Es mi nombre. — El oficial Cowen quiere hacerte unas preguntas, ¿crees que estés lista? — se acerca.
—Creo que sí pero no sé si pueda ayudar mucho. Por más que intente recordar, no puedo.
—No te preocupes. Solo dirás lo que entiendas. Esta noche comenzaremos un tratamiento y varias terapias para ayudarte a recordar. Las lesiones fueron muy profundas pero el diagnóstico nos da indicios de que no será permanente. Con algo de ayuda y paciencia, será posible. — eso me da esperanzas, pero luego de saber la vida que llevaba no sé si sea bonito recordar quién soy y las cosas que he pasado.
—Está bien.
—Acompáñame. — me indica la salida con las manos. Miro al hombre de ojos azules buscando... ¿su respaldo?
— Estaré ahí. — dice como si leyera mis pensamientos.
En cuestión de minutos, estamos en una habitación aislada dentro del hospital. Es como una diminuta sala de interrogatorio. ¿Por qué siento que ya he pasado por esto antes? ¿Qué clase de persona era?
Estoy sentada frente al oficial y sigo con las vendas en la cabeza. La doctora y algunos enfermeros están afuera por cualquier emergencia. Él también está aquí conmigo, tal y como me lo aseguró. Me siento más tranquila con su presencia y quizás no debería ser así.
—Bien, ¿me recuerdas? Hablamos el primer día que despertaste. — comienza.
—Sí, lo recuerdo. — abre una carpeta sobre la mesa.
—Me dijeron que leíste parte de tus archivos sin consentimiento, ¿eso es cierto? — me siento muy avergonzada.
—Sí. Estaba desesperada. — me excuso.
— ¿Qué leíste? ¿Qué entendiste con esa información?
—Que tengo una vida miserable.
—No, no es así. Tienes una empresa. Construiste un imperio y todos conocen tu apellido. — me muestra fotografías mías con un grupo de personas trajeadas que desconozco.
Junior, es al único que puedo distinguir.
— ¿Y cómo acabé así? — mira a....Jack. Ahora recuerdo su nombre. La doctora me lo dijo hace unos minutos. ¿Por qué este "oficial" de alto rango tiene que esperar a la aprobación de un simple policía más? ¿O es que acaso es más que eso y no lo aparenta?
—Esa noche, era tu cumpleaños. El número 25, para ser exactos. Decidiste hacer una fiesta en esa casa de campo con tus amigos más cercanos, pero al parecer se colaron personas que no deberían haber estado. Como este señor. — me muestra una fotografía.
La veo y no me suena de nada.
— ¿Quién es?
—Robert Miller. El padre de James Miller, tu segundo acosador. — de tan solo imaginarlo me da escalofríos. — Fue un invitado de tu madre, pero según su declaración, fue el principal culpable del caos. Dice que intentó matarlas, a ambas. Que solo quería vengar la terrible muerte de su hijo y por eso las atacó. Llegaste a tiempo, lo atacaste y según la escena del crimen, los expertos dicen que sacaste tu arma, se apuntaron, alguien más te golpeó por detrás e hizo que dispararas a Robert justo en la frente accidentalmente. Cayeron simultáneamente y te golpeaste la cabeza nuevamente con el suelo. — explica, mostrándome más imágenes de cada escena que va describiendo.
— ¡Yo no lo hice! — las lágrimas caen de mis ojos, otra vez. — Debe haber un error. Todo esto es un malentendido. — intento convencerme a mí misma.
—Dos de las balas que encontramos en el cuerpo de las víctimas son del arma que tenías en tu mano. Solo tienen tus huellas. Y aparte, es ilegal. No estás autorizada a portar un arma así y más si fue obtenida en el mercado negro.
— ¿Qué? ¿De verdad usted piensa que yo voy a ir hasta esos lugares a comprar un arma así?
—Quizás no directamente. Posiblemente alguien se la habrá regalado. Teniendo en cuenta el sinnúmero de catástrofes que ha tenido, es razonable que alguien intente protegerla dándole un regalo como ese.
— ¡No! ¿Es que acaso no ve cómo estoy? ¿Cómo podría hacer algo así por voluntad propia?
— ¡Entienda que llevamos semanas tratando de atar cavos sueltos y nuestra última pieza parece ser su versión! Hemos interrogado a todos sus amigos, a todos los que estuvieron presentes y nadie sabe nada. ¿Podría alguno de ellos estar mintiendo? ¡Sí! Pero no podemos darlo por hecho cuando no tenemos su testimonio completo. — parece estar enojado. — Uno de esos muertos, ha sido uno de sus mejores amigos. — me muestra una fotografía más. — Javier Mendoza. Mejor conocido como: Javi. — no puedo dejar de ver su fotografía. Estamos juntos y nos vemos muy felices.
¡No puede ser!
—Espere... ¿también está diciéndome que maté a mi propio amigo?
—Eso es justamente lo que no sabemos. Estamos esperando más detalles de la autopsia. — respira profundo y se relaja. — Y por desgracia, parece ser que hasta que recuerde algo, no nos servirá de nada. — recoge todas sus cosas. — Es una pena, pero mientras esté en esta situación, tendrá que estar en este hospital o en prisión.
— ¡No soy una asesina! — algo dentro de mí, lo sabe.
—De momento, todo indica que sí. — se levanta bruscamente.
— Ya es suficiente. —Jack interviene. Ha estado en silencio desde que entramos.
—Todavía no...
— ¡Dije que suficiente! — le repite de mala manera. Parece que tiene mucho poder sobre él.
El oficial le echa una mala mirada y se retira.
— Melanie, querida, tenemos que empezar con la sesión. — entra la doctora. Me seco las lágrimas y como ya es una costumbre, me siento con la obligación de verlo a los ojos antes de salir.
No soy una asesina. No puedo serlo.
Jack Connor.
Intento hacerme el fuerte, pero ante tal situación, es imposible. Ha sido un largo año tratando de mantenerla a salvo desde la distancia y justamente esa noche, no estuve ahí. Siempre que me aleja de ella, le pasan cosas malas. La desgracia siempre la persigue. Cada vez que la veo a los ojos y saber que no me recuerda, me rompe el corazón.
Salgo detrás de ella y sus amigos (Jasper, Junior y Lisa) la agobian. Han estado muy preocupados desde que la trajeron al hospital. Excepto Javi, que en paz descanse. Esta muerte les ha afectado más de lo que cualquiera se podría imaginar.
Los entiendo.
Algunos periodistas están en las puertas esperando alguna declaración, pero por órdenes mías, tienen prohibido entrar. Con un poco de presión, han respetado las reglas. Melanie no sabe cómo reaccionar al verlos. Quieren abrazarla, pero ella se aleja. Apenas conoce a Junior y no porque lo recuerde. Me duele verla tan aturdida.
La doctora la lleva consigo hasta que se pierde de nuestra vista.
— ¿Cómo está? ¿No ha podido recordar nada todavía? — me pregunta Lisa.
—Lamentablemente no y no podemos presionarla. Todavía tiene heridas que sanar físicamente. No quiero que empeore. — contesto.
Respiran profundo.
—Puedes ir a trabajar amor. Nosotros nos encargaremos. Al igual tú, Junior, me llamaron de la clínica, ya puedes recoger a Martha. Está mejor. — les dice Eric.
Lisa le da un beso, se despide de todos y se marcha.
—Ok. Iré por ella. — lo noto muy cansado. No es para menos.
— Hey. — me acerco antes de que se vaya. — Lo estás haciendo bien. Estás cuidando de ellas. Sé que es estresante la situación, pero estás actuando justo como siempre lo quiso. Pronto resolveremos este caso. — coloco una mano en su hombro.
—Escucha, siempre me has agradado, incluso cuando no debía hacerlo. Pero será mejor que tomes una decisión. — frunzo el ceño. — Un tiempo estás, otros no. Desapareces y luego vuelves a nuestras vidas de la nada. Estábamos bien. Ella estaba bien sin ti, pero ahora que no te recuerda no intentes aprovecharte de eso. Solo enfócate en arreglar este problema y demostrar su inocencia. — quita mi mano de su hombro.
—Será mejor que tengas cuidado con el tono en que me hablas.
—Crees que lo tienes todo controlado, que lo sabes todo, pero la realidad es que, no tienes idea. No tienes idea de nada de lo que está pasando aquí y dudo mucho que algún día lo entiendas. — está muy enojado y se marcha antes de que pueda hacerle preguntas.
Frunzo el ceño.
—Oye, ¿qué sucede? — me pregunta Eric, viendo rápidamente a Junior salir del hospital.
—Nos están ocultando algo.
— ¿Qué?
—Hay una parte que no nos están diciendo. Nos están ocultando información y lo voy a descubrir. — estoy seguro. Aunque no haga más preguntas, sé que está confundido, pero confía en mí. Como siempre lo ha hecho.
Antes de irme, quiero ver a Melanie, pero al estar frente a la puerta de su habitación, no soy capaz de siquiera tocar.
—Estarás bien. — le susurro a la puerta, asegurándome que nadie me escuche.
Ahora tengo que ir a la estación.
Departamento Federal, Washington D.C.
— ¡Señor! Tenemos nuevas evidencias. — dice Paul en cuanto entro y lo sigo hasta el salón.
—Muy bien, ¿qué tenemos? — cierro la puerta detrás de mí.
—Después de horas y horas, pude acceder a la única cámara que funciona en una gasolinera cerca de dicha casa. — coloca la grabación en pausa. — Me costó tiempo revisarlas hasta que encontré una camioneta que extrañamente se detuvo minutos antes de que el vehículo de Robert pasara en esa dirección. — reproduce el video.
Se ve claramente cómo dicha camioneta llega y se esconde hasta que Robert pasa. Segundos después, lo sigue.
—Con esto, hay dos opciones: o era cómplice de Robert...
—O alguien más iba por él. — completo la oración y asiente. — ¿No hay más cámaras por la zona? ¿Alguna cerca de la casa?
—No. Es extraño. Es como si todo hubiera sido planeado.
— ¿Por qué lo dices?
—Porque parece que todo estaba perfecto para asesinarlas sin dejar rastro. Casa aislada, de material viejo, sin cámaras de seguridad, sin personas cercas que puedan socorrer, autopista vieja. Y peor aún, nadie tenía ningún celular. Ya que los encontramos en una bolsa fuera de la casa. — tiene mucha lógica.
Eric se nos une.
—¿Quién organizó esa fiesta? — pregunto.
—Lisa, pero...
—Necesito que vuelva aquí, tenemos que interrogarla.
— ¡Oye! No estarás pensando que tuvo algo que ver en esto ¿o sí? — Eric me dice.
—No lo creo, pero tampoco lo descarto. No confío en nadie Eric y lo sabes.
—No, no confías en nadie cuando se trata de Melanie. No vas a usar a Lisa para tener a alguien a quien culpar.
— ¡Solo quiero que la vuelvan a interrogar! ¡Es todo! ¡Tranquilízate! — le alzo la voz.
—Muy bien, pero que no se te olvide una cosa: no solo ella estuvo ahí. Si quieres interrogarla de nuevo, tendrás que hacerlo con todos. — está muy enojado y puedo entenderlo. Es de su novia de la que hablamos.
Se retira y cierra la puerta con fuerza.
No creo que Lisa tenga idea de esto, pero no me cabe en la cabeza que todos los que estuvieron en esa maldita fiesta no sepan decirme exactamente ni siquiera qué pasó. Alguno de ellos debe tener una buena respuesta y sé que la conseguiré.
Melanie Cross.
—Bien, comencemos. — dice la doctora, luego de hacerme ver detenidamente tres bolas de metal chocándose entre sí hasta que, sin darme cuenta, tengo los ojos cerrados.
Estoy lista.
—Cuéntame, ¿cómo te sientes? ¿cómo sientes tu mente? — su voz se escucha muy profunda.
—Está vacía. Solo recuerdo lo que he visto desde que desperté. — respondo instantáneamente. Estoy recostada boca arriba con las manos juntas sobre mi abdomen.
—Cuando las personas te llaman "Melanie", ¿qué viene a tu mente?
—Escucho voces. Voces repetirlo varias veces, pero no veo sus caras. Tampoco siento que lo es.
—¿Sientes que tu nombre no es Melanie?
—No.
—Quizás es porque...en algún momento, cuando estabas consciente, quisiste ser otra persona. Querías tener otra vida, otro nombre y por eso te cuesta aceptarlo.
—Puede ser. — admito.
—Ok, ahora imagina que estás en una habitación, hay una cama, estás recostada sobre ella y estás completamente sola. — me lo voy imaginando como tal, tanto que realmente siento que estoy ahí, en la escena que describe. — Hay una puerta abierta, de donde viene la única luz que ilumina una parte pequeña de tu habitación, está entreabierta. ¿Te sientes cómoda? — es sorprendente. Puedo sentir la suavidad de las sábanas y la tranquilidad del momento hasta que miro la puerta que describe.
Es cuando veo a Jack sobre mí con sus intensos ojos azules. Me está besando en todas partes y no puedo alejarlo de mí. Me gusta. Todo se siente bien hasta que su rostro cambia por el de otra persona. Otro sujeto con un aspecto maniático.
Intento quitármelo de encima, pero está muy aferrado y es más fuerte que yo. Suena la voz de una señora mayor desde los pasillos. Cada vez que veo a la puerta, el miedo aumenta y por más que quiera gritar, no me sale la voz.
La cara del hombre cambia simultáneamente por la de otro al que tampoco conozco. ¿Qué está pasando?
—Una chica muy bonita, nunca dejará de tener pesadillas. Porque siempre tratará de sumergirse en su propio dolor. — sigue repitiendo una vieja que comienzo a detestar.
— ¡Ayuda! — finalmente puedo decir y dichas caras desaparecen. La habitación también lo hace, pero ahora estoy en una sala que también desconozco.
¡Mierda! ¡Ya quiero dejar de sentirme así! ¡Quiero dejar de ver estas cosas! ¡No es real!
Solo escucho el sonido de un televisor averiado y camino hacia donde está. Hay una niña sentada frente a él. Tiene el pelo largo y negro. Incluso podría decir que se parece bastante a mí, aunque sea más pequeña.
— ¿Hola? — me acerco lentamente.
— ¿Quién eres? — pregunta sin verme. Su voz es muy dulce.
—No lo sé. Creo que mi nombre es Melanie. — me apena ni siquiera poder decir mi nombre con seguridad.
—Qué curioso. Es el mío también. — contesta, girando levemente sus ojos hacia mí.
— ¿Te conozco de algún lado? ¿Dónde estamos? — frunzo el ceño.
Esto comienza a darme miedo.
—Estamos en mi mente, pero lo que no entiendo es cómo pudiste...entrar. — gira su cabeza hasta que sus enormes ojos azules conectan con los míos. ¡No puede ser! ¡Soy yo! Una ráfaga de recuerdos borrosos colapsa en mi cabeza y algo fuerte me arrastra hacia atrás, como si fuese un video invertido.
Despierto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro