Capítulo 18.
Toco la puerta de la casa de Jack y esta vez, Karol me recibe.
Nos saludamos y le doy una deliciosa tarta que le he comprado.
— ¿Jack se encuentra? Me gustaría verlo. — le pregunto luego de tener una corta conversación con ella.
—Sí, creo que está en la piscina. Ve, puedes pasar. — le doy las gracias y voy hasta él.
Mientras más me acerco, más escucho los chapuzones de agua y ahí está, nadando en su enorme alberca. Contemplo su musculosa espalda mientras hace esos ágiles movimientos en el agua. Me quito la gabardina rojo vino que tengo desde esta mañana, la dejo sobre una silla y me acerco más.
Cuando sale a la superficie, pasa las manos por su lacio cabello negro y por sus ojos también.
—Amor, estás aquí. — sonríe y se acerca a la orilla donde me he sentado para entrar los pies.
Me rodea con sus brazos mojados.
—Quería desearte las buenas noches antes de irme a dormir. — le doy un beso y enredo mis brazos sobre su cuello mojado.
— ¿Te quedarás esta noche? — que lo pregunte con tanta felicidad me da ternura.
—No, solo estoy de paso. Le traje una rica tarta a tu madre. Espero que le guste.
— ¿Por qué no te quedas?
—Porque tengo que levantarme muy temprano mañana.
—Pero puedes hacerlo si duermes aquí también.
—Lo sé, pero tengo cosas que hacer y en mi casa lo haré más cómodamente.
— ¿Eso quiere decir que te sientes incómoda aquí?
— ¡No, Jack! No he dicho eso. — juego con un mechón de su cabello aguoso.
—Ok, entonces ya sé cómo resolver esto: me quedaré en la tuya. — y me encantaría, pero recuerdo que Jacob me irá a buscar muy temprano y no quisiera por nada del mundo que lo vea, porque aparte de que empezaría a sospechar, también se pondría muy celoso y no quiero que especule cosas que no son. — ¿No quieres que me quede tampoco? — frunce el ceño.
—No, no es eso, es que...estoy muy cansada y no podré darte la atención que mereces. — miento. De hecho, no tengo nada laboral que hacer en la agenda de esta semana.
— ¿Estás diciéndome indirectamente que soy un estrés para ti?
— ¡No! Deja de decir tonterías, ¿quieres? O me enojaré mucho contigo.
— ¿Entonces cuál es el problema? — el intenso azul de sus ojos y sus pupilas dilatadas remueven todas mis hormonas.
—No hay ningún problema y para comprobártelo: está bien. Puedes venir conmigo. Además, me hará muy bien tu compañía. Tener la casa para mí sola es desconsolador.
—Deberíamos empezar a considerar vivir juntos. — mi cara de asombro debe ser muy notoria. — Tenemos todo lo que se necesita para dar ese paso. Solo es cuestión de quererlo.
— ¿Hablas enserio?
—Por supuesto. ¿Te gusta la idea?
— ¡Me encanta! — sonreímos, lo beso y lo abrazo fuertemente sin importarme que me empape. — En tal caso iré investigando las mejores casas que estén en venta para no tardarnos. — me besa nuevamente.
— ¿Quieres que vivamos solos en una nueva casa?
—Sí. Es lo normal, ¿no?
—Sí, lo sé pero pensé que nunca dejarías a Karol ni a Lía para tomar una decisión como esta.
—Bueno, no las dejaré del todo. Esta casa siempre ha sido más de ellas que mía. Además, Frederick las cuidará muy bien.
—Será duro, sobre todo para Lía. No quisiera quitarle eso tan bonito que ha construido viviendo contigo.
— ¿Entonces nunca te casarías conmigo? — frunce el ceño con una sonrisa confundida.
—Claro que sí, pero no tengo muchas esperanzas de que me lo propongas, siéndote honesta. Es solo que...me pongo muy sensible con el tema de las familias.
—Lo sé. Nunca has perdido tu esencia desde el primer día que te conocí.
— ¿Todavía recuerdas bien cómo nos conocimos?
— ¿Cómo podría olvidar algo así? La primera vez que te vi fue en una fotografía en la sala de investigación. Eras el objetivo y por eso pude reconocerte cuando te vi en el bar de Judith. — mientras lo narra, me teletransporto a ese momento cuando lo vi entrar por primera vez a ese bar.
—Fue hermoso, a pesar de las circunstancias. Y míranos ahora, aquí estamos. — pego mi frente con la suya.
—Sabes que te amo, ¿verdad?
—Lo sé. También yo. Te amo. — sonríe.
Una sonrisa que solo yo tengo el privilegio de provocar.
— ¿Nos vamos? — dice saliendo de la alberca. Coge la toalla y se seca gran parte de su cuerpo mientras le coloco una bata. Hace mucho frío. Lo acompaño hasta su habitación y le ayudo a escoger la ropa que se pondrá mañana para trabajar. Tengo buen gusto, así que selecciono un lindo traje de tres piezas azul oscuro que le irá muy bien.
Una vez listos, me despido de Karol, Freddy y Lía (que está dormida) antes de irnos.
11pm.
Me siento tan bien al tenerlo aquí. Desde que llegamos, no hemos salido de la cocina preparando platos diferentes. La gran mayoría ha sido un desastre hasta que finalmente podemos comernos el único que nos ha salido completamente bien. Comemos como un par de niños sin importar ensuciarnos y nos reímos de nosotros mismos.
—Bien, ya no te quitaré más tiempo. No quiero que me regañes después. Limpiaré la cocina y tú podrás terminar tus compromisos. — recoge los platos de la mesa y va a la cocina. Casi se me olvida que supuestamente tenía mucho que hacer. De hecho, creo que si todo será para mañana, tengo que ir encargando algunas cosas.
Aunque sea una locura, tiene que quedar perfecto.
Abro mi laptop y aprovechando que no está cerca, encargo algunos disfraces chistosos que sé que son espantosos para su gusto y como la temática es literalmente enfadarlo, pues es una buena opción. Ya tengo unos cuantos. El traje de un astronauta llama mi atención. Jacob se vería bien con uno de esos y no solo porque sea chistoso y de mal gusto, sino porque en todos estos años le ha hecho creer a Lía que trabaja en el espacio y que por eso desaparece constantemente. Quizás esto lo ayude a regresar ante sus ojos de la manera más humana posible.
Lo encargo.
Solo espero no tener que rogarle tanto para que pueda ponérselo y acepte mi idea. Cierro la laptop antes de que Jack se acerque.
— ¿Te quedarás más tiempo? — se seca las manos con un pañuelo. Ha enjuagado los trastes muy rápido pero seguramente bien.
—No. Aún falta pero puede esperar. ¿Dormimos? — coloco la laptop en la encimera y apago todas las luces.
—Dormimos. — me abraza por la cintura mientras vamos subiendo las escaleras.
8:30 am.
Hemos desayunado. Este amanecer ha sido el más tranquilo y hermoso de mi vida. Siento tanta paz que desearía quedarme así para siempre. Efectivamente lleva puesto el traje que le escogí y se ve mucho más apuesto todavía.
— ¿Te llevo al trabajo? — coloca el arma en la parte baja de su espalda.
—No, iré más tarde. Tengo algo que hacer primero. — espero que Jacob no llegue hasta que Jack se marche. No quiero problemas. Estamos en nuestro mejor momento.
—Okey. — se acerca y me da un apasionado beso. — Nos vemos más tarde. — acaricia mi mejilla.
—Okey. Cuídate mucho, amor.
—Lo haré. — dice y al abrir la puerta, está Jacob. Mi sangre se congela y los nervios no me dejan respirar con facilidad.
— ¿Qué haces tú aquí? — lo interroga con mal tono de voz y ataca los ojos cuando mira a mi dirección.
—Vino...vino a buscar el dinero que le prometí por encontrar a Melodie. — miento. Es lo primero que se me ocurre.
— ¿Aquí?
—Es que no pensaba salir de casa en unas horas y quería quitarme ese peso de encima. Se irá pronto. No hay ningún problema. — intento arreglar la situación.
— ¿Qué pasa hermano? ¿Estás celoso de mí? — este hombre hace todo, menos ayudar.
— ¿Celoso de ti? Definitivamente tienes serios problemas.
—Pero admite que estoy bien guapo, yo que tú sí tendría de qué preocuparme. — pongo los ojos en blanco.
¿Por qué me sorprendo si ya sé cómo es?
—Mejor me voy antes de cometer la primera infracción del día. — vuelve a acercarse y me besa nuevamente. — Nos vemos luego. — repite y luego de darle una mala mirada a Jacob, se va.
Cuando escucho el sonido de su Cherokee irse, respiro profundamente.
— ¿Qué demonios haces aquí? ¿Por qué viniste antes de la hora acordada? — cierro la puerta cuando entra.
—Qué demonios haces tú ¿no se supone que no tendríamos que levantar sospechas? ¿Si sabías que venía a buscarte para qué lo trajiste a tu casa? — paso una mano por mi cabello.
—No tuve de otra. Si le decía que no, entonces ahí sí empezaría a sospechar.
—Está bien. Al menos no creo que sospeche todavía. ¿Has avanzado con algo? — se sienta en uno de los muebles.
—De hecho, sí. Encargué varias cosas para comenzar con la decoración. Mi equipo se encargará de eso. Tú contratarás a los meseros, los payasos y lo que se te ocurra.
—Ya eso está hecho. — guiña un ojo.
—Ok, perfecto, entonces... — abro mi laptop. — Anoche encontré varios disfraces terribles de muy mal gusto para que todos nosotros los usemos. Si el plan es hacerlo enojar en su cumpleaños, pues hay que hacerlo bien. — todo esto suena muy surrealista y ni siquiera sé por qué le sigo el juego. Quizás porque también tengo muchas ganas de hacer algo diferente.
Le muestro los disfraces.
—Incluso para mí, son horripilantes, pero me sirven. Solo será una hora y luego haremos lo que queramos. Después de cumplir ciertas actividades, claramente.
— ¿Qué actividades? — me acomodo en el sillón del frente.
—Bueno, tomando en cuenta que estaremos todo un día juntos pues, quise ponerle algo de diversión, así que preparé, con ayuda, diferentes áreas donde nos divertiremos un poco.
— ¿Es normal que sienta miedo?
— ¡Tranquila! ¡Relájate! No es nada peligroso. Todo estará bajo control. — confío en sus palabras. — ¿Y qué disfraz escogiste para mí? — se sienta a mi lado.
—Este. — le muestro la fotografía.
— ¿Un astronauta? — frunce el ceño.
—Sí. Lo consideré una buena opción basándome en tu situación con Lía. — se queda en silencio. — Siempre le has dicho que trabajas en el espacio. Quizás si regresas vestido como tal te ayude a ser más pasible con ella.
—Nunca había pensado en eso. Es una buena idea. — me mira a los ojos. A cambio de Jack, él tiene algo distinto en ellos. Un brillo diferente.
Cuando siento que se está acercando demasiado, me aparto.
—En unas horas me los traerán y los repartiré. — entro el iPad en mi cartera. — ¿Podemos irnos?
— ¿A dónde?
—A donde se supone que vamos a hacer la fiesta.
— ¡Ah, sí, claro! Me fui de este mundo por unos segundos. — se levanta. — Después de usted, mi querida dama. — me abre la puerta y salimos.
Que comience la hora de la decoración.
Jack Connor.
Un nuevo día más en la oficina.
No hay muchos casos en los que pueda intervenir. Mis agentes los han resuelto antes de que llegara. Superviso todas las áreas de la estación para comprobar que todos estén trabajando y efectivamente así es. No puedo quejarme de nada aquí. Todos hacen un excelente trabajo. Voy a la zona de entrenamiento y me encuentro a Eric ejercitando al grupo nuevo que ha entrado recientemente.
En cuanto me ven, se detienen y me saludan con respeto.
—Agente Jack, ¿qué tal? — me saluda Eric. Siempre nos tratamos con más respeto delante de los nuevos.
—Todo en orden. ¿Ellos son los nuevos?
—Así es. Son los que te comenté.
— ¿Qué edades tienen?
—De 19 a 23.
— ¡Vaya! Son recién graduados ¿verdad?
—Así es, señor. — responde uno de ellos.
—Respóndanme algo con honestidad. ¿Por qué escogieron este departamento? No vamos a mentirnos. Tenemos mala fama y no porque seamos corruptos como dicen. Sino porque somos los únicos "simples agentes" que tenemos la preparación de soldados y podemos enfrentarnos a cualquier nivel de riesgo. — digo mientras voy paseándome a su alrededor con las manos unidas en mi espalda.
Le cedo la palabra al que primero levanta la mano.
—Personalmente escogí ejercer mi carrera aquí porque sé que es una de las mejores estaciones, en el sentido de que en el 97% de sus operaciones son exitosas. — responde.
Le cedo la palabra a otro más.
—Lo admiro señor. Crecí viéndolo en las noticias y siempre quise ser como usted. — levanto las cejas con orgullo y le cedo la palabra a otro más.
—Sinceramente no tenía más opción, pero es un honor estar aquí. — nadie más tiene la mano levantada pero hay una chica bastante joven dentro los veinte y tantos pasantes.
— ¿Y usted? ¿Tiene algo que decir? — me detengo a su lado.
—Seguramente no me reconoce, pero nosotros ya nos conocemos. — aumenta mi intriga. — ¿Se acuerda de la niña a la que le preguntó cuando robaban el banco central hace casi 4 años? Era yo. Usted salvó a mi abuela de las manos de mi tío. — mi cara de sorpresa debe ser muy evidente. — Luis. — aunque quisiera, jamás podría olvidarme de un caso como ese. Fue un dolor de cabeza por mucho tiempo.
—Pero eras una niña. ¿Qué edad tienes?
—Tenía 15, ahora tengo 19 años. Aun no me gradúo pero gracias a mi promedio sobresaliente me han saltado varios semestres y me han otorgado muchas becas. Con algo de ayuda conseguí hacer mis prácticas aquí. Tenía esperanza de volver a verlo. —ahora comprendo mucho mejor.
— ¿Cuánto falta para que te gradúes?
—Menos de un año, señor.
—Muy bien. Buena suerte. — coloco mi mano sobre su hombro y vuelvo al frente, de lado de Eric. — ¡Muy bien! Antes de nada, tienen que saber tres cosas. La primera: aquí no hay favoritismo con nadie. A todos se les entrena y se les otorgan las mismas ventajas por igual. Segundo: el que no esté adaptado en varias semanas de instrucción, será descalificado y enviado a otro departamento federal. Necesito que todos estén al mismo nivel, porque a la hora de dividirlos por grupos para dichas operaciones quiero tener la mente tranquila al saber que regresarán a sus casas sanos y salvos. Y lo tercero: aquí no se les capacitarán con teorías básicas basadas el libros para ser simples agentes. Aquí o son los mejores o no son nada. ¿Entendido?
— ¡Entendido! — responden todos a la vez con mucha actitud y eso me gusta.
Eric me da una media sonrisa y lo dejo haciendo el resto.
— ¿Señor? — Paul me alcanza mientras caminamos por los pasillos.
Le presto atención.
—Ya terminé de registrar todas las pruebas y conclusiones sobre el caso de la señorita Cross. Oficialmente es un asunto cerrado. Ya no tendremos de qué más preocuparnos. — ya lo sabía pero escucharlo nuevamente, me relaja.
—Muy bien. Excelente trabajo, Paul. — entramos a mi oficina.
—Pero hay algo más que quiero comentarle y es que...recibí una oferta de empleo del ministro de defensa. — me siento en la silla de mi escritorio.
—Wow. Eso una gran oferta. Enhorabuena. De hecho me sorprende que no recibas más. Eres uno de los mejores en tu área.
—Sí, realmente sí he recibido muchísimas ofertas pero las he rechazado casi todas desde que estoy aquí.
— ¿Y eso por qué? — frunzo el ceño. — No tienes porqué cohibirte por nosotros. Entendemos que esto es trabajo y esfuerzo que merecen mejores oportunidades. No puedes desaprovecharlas. Además, con tu repertorio, me sorprende que sigas trabajando en una simple estación como esta.
—Es que...me siento muy bien aquí ¿sabe? Cuando te acostumbras a ver a la misma gente de siempre y te sientes tan valorado en un lugar, te cuesta abandonarlo. He trabajado en muchos lugares y solo aquí me han dado el mérito que merezco. No solamente como profesional, sino...como persona.
—Eso es muy bonito, pero sabes que allá te pagarán el triple de lo que ganas aquí y sobre todo, es un escalón más a tu trayectoria.
—Eso también lo sé. De hecho tengo todos los datos necesarios para saber que no seré el único informático capacitado allí, por lo que el sueldo no será tan grande como la gente piensa. Cuando en una empresa hay tantos expertos de un misma profesión, el sueldo baja y los méritos también. — justamente por eso es el mejor. Investiga absolutamente cualquier cosa que se mueve frente a él hasta lo más mínimo.
—¿Rechazarás la posibilidad de trabajar con el mismísimo ministro de defensa? Eso es lo más cerca que estarás de volver a trabajar en la Nasa. Yo fuera tú, lo pensaría muchas veces.
— ¿Quiere que me vaya?
—Claro que no. Eso jamás, pero no puedo ser egoísta. Cualquier cosa que consideres mejor para ti, todos tendrán que respetarlo.
—Pues mi decisión es quedarme aquí. Así que espero que todos la respeten. — sonreírme de lo muy orgulloso que estoy, es inevitable. — ¿Por qué se ríe, señor?
—Porque acabas de ratificar tu lealtad no solo a este edificio, sino también a mí y eso es una de las cosas que más sé recompensar. — me levanto. — Tómate tres días libres y cuando regreses, te daré otra pequeña sorpresa. ¿De acuerdo?
—Pero señor...
—Sin peros. Ve. — le indico la puerta y se va muy feliz. Ha trabajado mucho los últimos días. Le hará muy bien algunos días libres antes de sus vacaciones programadas.
— ¿Hay una buena noticia? ¿Por qué Paul salió tan feliz? — entra Eric al instante.
—Solo le di tres días libres. — levanta las cejas.
— ¿Y a mí cuando me darás vacaciones, eh?
—Tú puedes tomar los días libres que quieras pero no lo haces porque amas estar aquí todo el día.
—Bueno, eso es cierto. Pero te aviso que muy pronto los tendré.
— ¿A dónde irás?
—Me voy a casar. — casi me atraganto con mi propia saliva tras escucharlo decir eso.
— ¿Y por qué me lo dices hasta ahora? ¿Cuándo será?
—Tranquilo, faltan algunos meses. Sería antes pero después de lo que le pasó a Melanie, Lisa y yo consideramos lo más prudente posponerla.
—De acuerdo. Mantenme informado entonces. Mi regalo será pagártela. Tú solo encárgate de la luna de miel.
— ¡Oh, no! De ninguna manera lo aceptaré.
— ¿Por qué? ¿Cuál es el problema?
—Porque vas a necesitar ese dinero para pagar la tuya. — casi me cuesta entender lo que dice. — Hermano, ¿cuándo le propondrás matrimonio a Melanie? ¿No crees que vaya siendo tiempo ya?
— ¿Es necesario que las parejas se casen?
— ¡Por supuesto que sí! Es un momento que recordarás toda tu vida y a cualquiera que ame, le hace mucha ilusión. Sobre todo a ellas.
—Siempre lo he visto como un simple papel que une a las personas para que puedan sentir que son la propiedad del otro. — me mira con horror.
— ¿De verdad ese es el concepto que has tenido del matrimonio en todos estos años y ahora es que me entero? Fatal.
—Es solo mi perspectiva. No significa que sea así.
—Pero ¿no te causa ni la más mínima emoción verla entrar vestida de blanco y que después de que diga que sí, sea oficialmente tu esposa? Solo imagínalo. — y lo hago. Mi mente crea una escena donde eso ocurre y una sonrisa genuina escapa de mí. — ¿Ves? Esa sonrisa lo responde todo.
—Vamos a vivir juntos. Estoy buscando una buena casa para los dos. Si sabes de alguna, házmelo saber.
— ¿Se mudarán juntos? Bueno, ese es un paso. Aunque ustedes hacen todo un poco al revés. Pero está bien, cualquier cosa te avisaré.
— ¡Señor! Tiene que ver esto. — me avisa uno de los agentes y vamos tras él hasta llegar al salón principal.
Todos están viendo las noticias del televisor.
—Hace apenas unos minutos uno de los monumentos más importantes de Washington ha sido derribado, dejando un completo desastre en las calles. Por ahora solo 5 personas se han reportado como gravemente heridas y se rumorea que ha sido provocado por una serie de explosivos químicos. ¿Será esto un atentado terrorista? — dice la periodista.
— ¿Y ahora esto qué? — pregunta Eric a mi lado.
—El gobierno está comenzando a tener problemas. — contesto, sin preocupación alguna.
— ¿Quiere que intervengamos señor?
—No. Si nos necesitan, vendrán a nosotros. De lo contrario que nadie mueva ni un solo dedo. ¿De acuerdo? — todos asienten con la cabeza.
— ¿Estás seguro de no intervenir? Podríamos resolver esto fácilmente.
—Primero tienen que identificar el problema. Si es un caso común y corriente, ellos se encargarán.
— ¿Y si de verdad es un atentado terrorista?
—Entonces todo Washington estará de cabeza. — le respondo antes de regresar a mi oficina a contestar un par de llamadas.
11pm.
Con la reciente situación, he tenido que estar atento a muchas cosas que han consumido gran parte de mi día. Hasta que finalmente ordeno mis cosas para irme a casa. Necesito darme un baño y descansar. Solo se quedan los de turno nocturno y antes de marcharme, aseguro cerrar con seguro mi oficina.
— ¿Ya te vas? — Eric me alcanza en el estacionamiento.
—Sí.
—Entonces me voy contigo.
— ¿Y eso por qué?
—Porque mi auto se averió y me gustaría visitar a Karol.
— ¿A esta hora? ¿Qué tiene tu auto? — intento acercarme al suyo pero me detiene.
— ¡No! Nada que se pueda arreglar aquí. Llamaré a una grúa para que lo recoja mañana en la noche. — ¿Mañana en la noche? Frunzo el ceño. — Quiero decir: mañana temprano en la mañana. Sí, mañana. — aclara.
— ¿Estás bien? ¿Tienes algún problema? Estás actuando muy raro.
—No, ninguno. Solo quiero ir a tu casa, ¿no puedo? — me abraza, guiándome hasta mi vehículo.
— ¿Y por qué me abrazas?
—Porque te quiero muchísimo. — se ríe, me da un extraño beso en las mejillas y toma asiento antes que yo. ¿Qué le pasa a este hombre? Está demasiado raro. Prefiero no hacerle más preguntas, así que me subo y conduzco.
Al llegar, Frederick también me dice que mi madre no está y que Lía está dormida de una manera muy sospechosa.
¿Qué está pasando aquí?
—Es muy raro que no esté aquí. — saco mi móvil y le marco.
— ¿Bueno? — contesta.
—Madre, ¿dónde estás? ¿Por qué no estás en casa?
—Discúlpame hijo, es que vine a comprar algo y creo que me perdí. ¿Podrías venir a buscarme?
— ¿Y por qué me lo dices hasta ahora? Está bien, mándame la ubicación y voy por ti. — estoy muy preocupado. No sé desde qué hora está afuera pero no me gusta que esté sola a tan tardes horas de la noche.
—Bueno, ya que no tengo coche, entonces voy contigo. — ya que. No queda de otra. Cojo las llaves y conduzco nuevamente a la dirección que me ha enviado.
¿Por qué se ve tan retirado? ¿Qué cosa necesitaba comprar que se ha ido tan lejos?
Mientras voy muy preocupado todo el camino, Eric parece estar lo más relajado posible y sé que cuando se trata de situaciones serias, no se comporta así. Pero opto por ignorarlo, mi prioridad ahora es asegurarme de que mi madre esté bien.
Llego a la dirección.
Es una cabaña. No me gustan estos lugares, me dan mala espina. ¿Se habrá equivocado de dirección? Nos desmontamos y saco mi arma. No me huele nada bien.
— ¿Por qué sacas el arma?
—Porque algo no anda bien. Está muy oscuro.
— ¿Y desde cuándo le temes a la oscuridad?
— ¿Quieres dejar los chistes y colaborar un poco por favor? — me estoy comenzando a cabrear.
—Está bien, está bien. — nos acercamos. Él por detrás y yo por delante. A la cuenta de tres pateo la puerta hasta tumbarla y entrar completamente. Todo está aun más oscuro y no puedo ver nada. Mi linterna tampoco colabora.
Busco el interruptor y enciendo la luz.
— ¡Sorpresa! — gritan muchas personas al mismo tiempo y casi disparo del susto. Estas personas son nada más y nada menos que: Melanie, Jacob, Junior, Lisa, Melodie, Paul, Eric (recién integrado) y mi adorable madre. Melanie se acerca con el pastel en manos mientras me cantan la canción de feliz cumpleaños.
Ni siquiera yo lo recordaba.
Miro el reloj y ya son las doce y diez de la medianoche.
—Feliz cumpleaños vida mía. — me dice con una sonrisa.
La beso suavemente.
—Gracias amor. — repentinamente toda la preocupación que sentía se transforma en tranquilidad.
—Ya me ves, estoy bien. Tuve que inventarme algo para hacer que llegaras aquí, lo siento. — se excusa mi madre y me abraza. — Feliz cumpleaños mi niño.
—Gracias madre. — le respondo y todos los demás me felicitan también.
—Feliz cumpleaños, hermano. — dice Jacob con una descarada sonrisa.
—Gracias. — contesto y lo abrazo fuertemente. Quizás no era necesario pero tenía ganas de hacerlo.
No sé de quién fue la idea de decorar esto pero está horrible. No lo diré para no hacer sentir mal a nadie. O quizás sea yo el que esté mal al no gustarme la mezcla de tantos colores a la vez.
—Sí, lo sabemos. La decoración está hecha específicamente para que no te guste. — dice Melanie, como si pudiera leer mi mente.
—Y eso no es todo... ¿recuerdas esa noche cuando pisamos un club nocturno por primera vez? — dice Jacob. Esos recuerdos me avergüenzan, por eso he tratado de borrarlos de mi cabeza por muchos años, pero no he podido. Era la época en la que estábamos "bien" con nuestra familia. Y nosotros solo nos metíamos en problemas apenas siendo unos chiquillos.
—Todavía tengo pesadillas de esa noche.
— ¿Recuerdas el baile que hicimos?
— ¿Bailaron en un club nocturno? ¡Vaya! — pregunta Lisa.
—Sí. Nos vieron guapos y nos ofrecieron dinero para bailar como strippers delante de un grupo de mujeres sádicas que habían allí. Así que nos empeñamos e hicimos lo que pudimos. — Jacob le responde. Se me está cayendo la cara de la vergüenza.
—Ya basta. Es suficiente, Jacob.
— ¡Oh, no! Por esta noche nada es suficiente. — se desabrocha los botones de su camisa. — Tenía pensado pagarles a strippers para que te dieran un buen show, pero decidí unirme a ellos. Como sé que vas a pasarlo mal y eso es justamente lo que quiero: aquí voy. — sube a la tarima que apenas me doy cuenta que hay. La iluminación también cambia y vuelve el ambiente oscuro con colores azules y moradas.
Algo mejorable para mi gusto.
No puedo creer lo que estoy a punto de presenciar. Lo peor es que todavía recuerdo la coreografía. En cuanto suena la música, ese espíritu de niño bailarín quiere salir de mi cuerpo. Algunos tres hombres más salen sin camisa y comienzan a bailar junto a Jacob. Todos los presentes están disfrutando de este descarrío. Incluyendo a Melanie. Verla tan contenta disfrutando me pone algo celoso.
— ¿Es mi impresión o estás disfrutando ver a cuatro hombres que no soy yo sin camisa? ¿Cómo debería tomar eso? — le digo al oído para que pueda escucharme mejor a pesar de la fuerte música.
—Ya que no tienes los pantalones de bailar así, pues deja que disfrute ver a otros. — me está provocando, lo sé. Me quedo fascinado viendo sus hermosos ojos azules y sus labios perfectos.
—Ok, veremos quién es el cobarde ahora. — me quito el saco del traje hasta quedarme en camisa y chaleco de tela fina. — Ya verás cómo te enciendo sin necesidad de quitarme la ropa.
Subo con Jacob y los demás.
Poco a poco voy integrándome al ritmo y recuerdo perfectamente ese baile que Jacob y yo improvisamos hace años pero que encendió a todo el club. Todos los presentes están gritando como locos al momento en que me ven subir, a pesar de que no haya mucha gente, solo nuestro círculo y bueno, estos strippers. En cada movimiento no dejo de mirarla, esa hermosa mujer que me cautivó desde el primer momento en que la vi. La que ha cambiado mi mundo de una manera que jamás imaginé. Esa mujer llamada Melanie Cross.
Cuando termino un par de pasos, bajo hasta acercarme a ella. Acaricio sus brazos hasta llegar a sus manos. Las levanto y las desciendo por la piel de mi rostro. La siento salvajemente sobre un sillón y meneo mis caderas sobre sus piernas. Apoyo mis manos en los brazos del sillón y entro mis piernas en las suyas para abrirlas de un empujón. A pesar de la iluminación del salón, puedo ver lo roja y lo excitada que está. Acerco mi cara a la suya y recito un trozo de la canción cause i luv this shit mientras la miro con mucha avaricia.
Me arrodillo ante ella, acaricio una de sus piernas y subo lentamente mi cara hasta la suya. Le doy una media sonrisa, paso mi dedo pulgar por su labio inferior y casi me vuelve loco el hecho de que se los muerda.
Contrólate, Jack. Hay más gente aquí, dentro de ellas: tu madre. Me repito en mi subconsciente.
Me aparto y vuelvo con los demás para terminar el baile de la mejor forma posible. No puedo creer que esté haciendo esto pero tampoco puedo negar que lo he disfrutado mucho. Romper rutinas a veces viene bien.
Todos aplauden.
—¡Oye! No sabía que bailabas tan bien ¿eh? — me dice Eric.
—¡Vaya manera de comenzar un cumpleaños! ¿Te sientes feliz? — Melanie me abraza por el cuello.
—Me da la impresión de que me están haciendo esto a propósito. Sabes que no me gusta celebrar mi cumpleaños.
—Lo sé, pero la idea fue de tu hermano. Yo solo le hice un favor.
—Ahora entiendo todo. — observo la decoración una vez más.
—Sí, la decoración es parte de eso. — responde a mis pensamientos.
—Ves. Sí pude hacerte bailar. Se supone que quería enfadarte como regalo pero me ha salido al revés. — Jacob se nos acerca, con su camisa puesta, por suerte.
—Sí este era tu plan, tendrás que hacerlo mejor.
—¡Oh, no! No cantes victoria aún, que esto apenas comienza. No tienes ni idea de todo lo que te espera. — viniendo de él, da mucho miedo. — Pero por ahora ¡a disfrutar! — grita con una copa en manos y los demás hacen lo mismo.
Abrazo y beso en la cien, a las dos mujeres más importantes de mi vida: mi madre y Melanie. Aunque esto de celebrar es nuevo y algo extraño para mí, solo por ellas trato de dejarme llevar y prepararme para todo lo que según Jacob, me espera.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro